Política internacional

El G7 unifica su postura ante Rusia y China 

Líderes mundiales del G7 y países invitados. Foto de Jacques Witt | AFP

27/05/2023

Los líderes de las democracias del G7, el foro político intergubernamental conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, se reunieron el fin de semana pasado en Hiroshima -donde tuvo lugar el primer ataque nuclear del mundo, perpetrado en 1945 por Estados Unidos contra Japón-, con una agenda de discusión que incluyó temas como las nuevas sanciones a Rusia por la invasión a Ucrania, la reducción de la dependencia económica occidental de China y la amenaza de la proliferación nuclear.

Con la promesa de los países miembros del G7 de disminuir las fuentes de financiamiento a la «maquinaria de guerra rusa», el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky hizo una aparición sorpresa en Hiroshima, donde se reunió uno a uno con los líderes presentes en la cumbre, a la que también asistieron como observadores: India, Brasil, Indonesia, Vietnam, Australia, Corea del Sur, Ucrania, Comoras y las Islas Cook.

«Japón. G7. Importantes reuniones con socios y amigos de Ucrania», escribió Zelensky en Twitter poco después de aterrizar. «Seguridad y cooperación reforzada para nuestra victoria. La paz estará más cerca hoy».

El G7 unido en torno a Ucrania 

El conflicto en Ucrania ha dado al G7 un propósito en la lucha conjunta contra las agresiones de Rusia, disipando dudas sobre la relevancia y poder del grupo. Durante las cumbres de 2022 y 2023, el apoyo coordinado a Ucrania fue un punto prioritario en la agenda, lo que ha dado lugar a notables acuerdos entre los miembros sobre sanciones, apoyo diplomático y ayuda directa a Ucrania. 

Volodymyr Zelensky ha iniciado una extensa gira europea con el objetivo de reponer su arsenal y conseguir apoyo político y militar. A lo largo de su viaje, países europeos como Italia, Francia y Reino Unido se comprometieron a proporcionar a Ucrania una amplia gama de recursos vitales, como misiles, tanques, aviones no tripulados, vehículos blindados y sistemas de defensa antiaérea. 

Por otro lado, el presidente Biden informó a los aliados de Estados Unidos poco antes de la cumbre, su decisión de permitir que los pilotos ucranianos reciban entrenamiento para manejar los aviones caza F-16 de fabricación estadounidense, lo que supone un importante impulso a las capacidades militares de Ucrania y un notable cambio en la política de Estados Unidos en torno al conflicto.

Las autoridades de Kiev han elevado continuas peticiones de ayuda internacional desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala en Ucrania hace 15 meses, solicitando aviones de combate para enfrentar la superioridad aérea rusa. Sin embargo, el presidente Biden se había resistido a la idea por temor a que el despliegue de los aviones pudiera conducir a ataques contra objetivos estratégicos dentro de Rusia, lo que podría intensificar el conflicto. 

La reciente gira de Zelensky contrasta fuertemente con las primeras fases de la guerra, en las que su decisión de permanecer en Ucrania se convirtió en un símbolo de resistencia y unidad. Ahora, la movilidad de Zelensky se ha convertido en un aspecto crucial de su estrategia para mantener el flujo de recursos y sostener su posición en la guerra.

El G7 expone fracturas geopolíticas entre occidente y oriente

En la reciente cumbre, los líderes del G7 se comprometieron a aumentar su apoyo a Kiev, al tiempo que desafiaban las pretensiones chinas en el mar de China meridional. Prometieron resistirse a la coerción económica y pidieron a China que abordara las violaciones de los derechos humanos en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong.

La dinámica más contrastante surgió entre el Presidente Zelensky de Ucrania, que recibió más garantías armamentísticas del presidente Biden durante la cumbre, y el primer ministro Mishustin de Rusia, que buscó el apoyo económico del máximo dirigente chino, Xi Jinping. Estas alianzas ponen de relieve la profundización de las divisiones geopolíticas que se han visto exacerbadas por la guerra en curso.

Los analistas sugieren que China está dispuesta a reforzar su relación con Rusia tras la reunión del G7, ya que el tema central de la cumbre no sólo abarcó la invasión rusa a Ucrania, sino que también tocó a China y la forma en que occidente debe tratarla. La complejidad y la intensificación de las divisiones entre estos grandes bloques de actores globales son cada vez más evidentes.

En respuesta al G7, el primer ministro ruso, Mijaíl Mishustin, visitó China el 24 de mayo para reunirse con su homólogo Li Qiang y el presidente Xi Jinping. Allí reforzaron lazos económicos y reafirmaron su asociación estratégica.

Durante el encuentro, Rusia y China manifestaron su determinación de alcanzar el objetivo de 200.000 millones de dólares en comercio bilateral para 2023, haciendo de China un importante aliado en un momento en el que Rusia enfrenta las sanciones occidentales que afectan sus exportaciones de gas. Entre los anuncios, luego de la reunión bilateral, también estuvo un aumento sustancial del 40% en las entregas de hidrocarburos y gas a China para este año.

La visita puso de relieve la sólida posición de China como principal aliado comercial de Rusia en el sector energético y en la expansión de las ventas de teléfonos móviles y automóviles chinos en Rusia, junto con el aumento del envío de grano ruso al gigante asiático, diversificando los lazos comerciales entre las dos naciones.

Días antes, en la cumbre del G7, se expresó la preocupación por cómo China instrumentaliza sus vínculos comerciales con otras naciones. Pekín ha impuesto sanciones comerciales a países que han emprendido acciones que le generan incomodidad, como por ejemplo sus sanciones a Corea del Sur cuando Seúl desplegó un sistema de defensa antimisiles estadounidense, así como a Australia durante un período de tensas relaciones en el mar de China meridional.

La Unión Europea se alarmó especialmente cuando China tomó represalias bloqueando las exportaciones de Lituania, después de que este permitiera a Taiwán establecer una embajada de facto en su territorio. Dados estos acontecimientos, no es sorprendente que el G7 haya condenado lo que percibe como una preocupante escalada de la militarización de las vulnerabilidades y las relaciones económicas.

El primer ministro británico Rishi Sunak expresó su preocupación en torno a China, afirmando que representa el mayor desafío para la seguridad y la prosperidad mundiales. Destacó también el creciente autoritarismo de China, tanto a nivel nacional como internacional.

Al cierre de la cumbre, los líderes del G7 emitieron dos declaraciones en las que fijaban su postura en asuntos polémicos como el Indo-Pacífico y Taiwán.

Para el G7, encontrar el equilibrio es complejo. Aunque las economías de los países miembros están entrelazadas con China a través del comercio, la competencia con Pekín se ha intensificado, y la mayoría de los países mantiene opiniones divergentes sobre diversas cuestiones, incluidos los derechos humanos.

Para hacer frente a los retos que plantean las políticas y prácticas desleales de China, las cuales han ido en detrimento de la competencia leal y la estabilidad económica, los líderes del G7 han lanzado la Plataforma de Coordinación sobre Coerción Económica, que busca aumentar la evaluación, la planeación, la disuasión y generar una respuesta colectiva a la coerción económica de China. 

Al establecer esta plataforma, los países del G7 demuestran su compromiso de salvaguardar prácticas económicas y garantizar la igualdad de condiciones para todas las naciones implicadas, así como promover la cooperación económica entre los países a fin de reducir su dependencia de China y mantener la estabilidad económica.

En Europa, la imagen de China enfrenta una notable impopularidad a causa de la falta de consistencia en su discurso. A pesar de las recientes conversaciones que sostuvo Xi Jinping con el presidente francés Emmanuel Macron, en las que el líder chino se comprometió a ejercer su influencia sobre Rusia para poner fin al conflicto en Ucrania, y la subsiguiente declaración conjunta que emitieron los dos países proclamando una «asociación estratégica global», todas estas promesas ahora parecen ser mera retórica, en la medida en que China profundiza aún más sus lazos económicos con Rusia, supliendo los recursos que necesita el kremlin para continuar con las acciones bélicas en su invasión a Ucrania. 

En contraste, las naciones del G7 se plantean lidiar con China desde la unidad, tratando de aunar fuerzas en un enfoque político coordinado en sus relaciones con el gigante asiático.


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