Diario literario

Diario literario 2024, enero (parte III): Anna Seghers, Capra-Petzold, Jason Allen-Paisant

20/01/2024

Anna Seghers haablando con un grupo de obreros en Berlín. 26 de junio de 1953. Fotografía de German Federal Archives | Wikimedia

Milano, sábado 14 de enero de 2024

Días de invierno

Gratos días de invierno sin extremos. Con temperaturas alrededor de los 0ºC, pero sin lluvias mojadoras ni vientos desalmados, como los del río Hudson sobre Manhattan. Una callada luz que desciende de las cumbres con la discreta elegancia de las alondras, cuando se olvidan de todo y se dejan caer con una dulzura que alegra el alma. Esta luminosidad es el reflejo transparente de la blanquísima nieve de las alturas alpinas. Soy una criatura del trópico duro, de Valencia y Puerto Cabello, y respiro este aire como el de alguien que perdió en la infancia un objeto muy querido, un guante de béisbol, un trencito eléctrico o un bluejeans. Sé muy bien que no pertenezco a estos lugares, pero nunca he sentido que pertenezca enteramente a ninguno. Cada ciudad es un exilio, escribí en un poema de la juventud.

En aquella época lo intuía, ahora sencillamente lo vivo. 

Después de interesarme en Tránsito, la película de Christian Petzold (todo lo Petzold me interesa), he comenzado a leer la novela de Anna Seghers del mismo nombre publicada en 1944. Viene con un conmovido prólogo de la gran Christa Wolf, compatriota de Seghers en la Alemania Democrática, y como ella confiada en las posibilidades de un socialismo reformado que nunca llegó. Cuenta la Wolf que se leyó la novela infinidad de veces. Y que en una ocasión, en una visita a París, recorrió los lugares donde Seghers sitúa el comienzo de la acción. Esto es Saint Germain-des –Pres, en el cruce de boulevard Raspail y rue de Rennes donde se encontraba el hotel del escritor Weidel, el gran protagonista del libro, aunque nunca aparezca. Es conmovedora la devoción de Wolf por la Seghers. Ahora que he comenzado, tardíamente, a leerla, pienso que no se merecía menos. Las páginas de Tránsito fueron traducidas en imágenes por Christian Petzold, con respeto no menor al que Wolf sentía por su colega.

Fotograma de «Yella». 2007. Christian Petzold

 

Milán, domingo 14 de enero de 2023

Capra-Petzold

De manera inesperada, pero bienvenida, el Cine-Club Ambrosiano, en su ciclo dedicado a Frank Capra, ha dispuesto de un interludio para proyectar Yella, la cinta que Christian Petzold estrenó en 2007. Lo que al principio pareció algo injustificado, terminó siendo lo más natural. En efecto, durante los años del estupendo realismo del cine norteamericano de los años treinta y cuarenta, Capra llamó la atención sobre la necesidad de un cine en que no todo fuera realismo, algo así como give fantasy a chance, vamos a darle un poco de espacio a la fantasía, que es la esencia de toda poesía. Horizonte perdido es una épica de la utopía, de las ideales coordenadas donde podemos ser felices. Mientras que Prohibido es un gran himno al amor con todos sus dones y miserias. La protagonista, Barbara Stanwick, fue la musa de Capra quien la dirigió media docena de veces. El cine de Capra, como el de Vigo, Cocteau o René Clair, es una exploración de las posibilidades de una poesía cinematográfica. El éxito de la empresa se revela en los mejores títulos de estos realizadores. Así, las afinidades de Capra con Petzold se aclaran al recordar que el contexto en el cual comenzó a trabajar el joven director alemán era uno en el cual el realismo se había impuesto en la cinematografía alemana. Directores como Fassbinder, von Trotta, Herzog extremaban las posibilidades de la poética realista. Como Capra, Petzold estaba convencido de que había que darle un chance a la fantasía, que es lo que se aprecia en producciones como Fenix y Ondina. O Yella, que fue la escogida por los organizadores del Cine-Club Ambrosiano. El antecedente de Yella es una de las películas más fantásticas del cine y una joya bizarra, como una perla barroca, de la historia del cine. Fue la única producción de su director Herk Harvey, quien con apenas $33.000 de presupuesto terminó una cinta espectacular que habría de signar la obra de autores como Lynch o Petzold. El episodio fundamental de Carnival of Souls (“Carnaval de ánimas” 1962) se reitera en Yella. Un automóvil supera las barreras de defensa de un puente y cae al agua con sus pasajeros, tres en el primer caso y dos en el segundo. El estado de las víctimas es impreciso. Y este es el elemento fantástico fundamental, que sólo sabremos al final si se salvaron o murieron En ambos casos, la cámara no exime a las protagonistas de una sola de las secuencias. Lo que diferencia a una de la otra, es que Candance Hilligoss, la heroína de Carnival of Souls no es la Nina Hoss de Yella, y Herk Harvey no es Christian Petzold. Después de todos estos comentarios que acompañaron la proyección de Yella, nos dimos cuenta de que no andaban tan descaminados los organizadores del Cine-Club Ambrosiano cuando interrumpieron, inesperadamente, el Ciclo Capra con la proyección de ese film de culto, Carnival of Souls.

Schubert. Sesenta años

Hay cosas contra las cuales no puede el tiempo. Cuando tenía quince lloraba con las canciones del ciclo “Schwangesang” de Schubert cada vez que, a solas, las escuchaba en la casa de mis padres. Ahora, sesenta años después, aquí en esta Milán lejana y fría, no puedo evitar alguna lágrima mientras las canta Fischer-Dieskau. Lo que no sabía en ese entonces es que, en el último de esos lieder, el compositor se ocupa del “doble”, el más romántico de los asuntos. La letra es de Heinrich Heine en su Buch der Lieder. No le colocó título para no arruinar la sorpresiva aparición del fantasma, el doble, en la última estrofa. Esta es la traducción que he intentado para este diario:

 

Quieta está la noche. En esta casa
de calles tranquilas, hace mucho,
aunque ya no más, vivió mi amada;
dejó la ciudad, mas todo es igual.

Otro hombre está allí, mirando el cielo
y, desgarrado por el dolor, frota sus manos.
Me aterro cuando veo aquellos rasgos
y la luna me muestra mi propio reflejo. 

Oh, tú mi doble; tú, pálido camarada,
¿porqué repites las quejas de amor
que me atormentaron en este mismo lugar,
hace tantas noches, en una época pasada?

 

“Doppelgänger”, algo así como doble persecutorio, es el término utilizado por Heine. Como en las películas de Harvey y Petzold, no está claro, si el atormentado amante está vivo o es un fantasma. La tradición quiere que “aquel que ve su doble de frente debe morir”. Lo he escrito muchas veces en estos diarios, el tema ha ocupado mi atención desde que, estudiando Medicina, mi maestro José Solanes me prestara su ejemplar del exhaustivo estudio de Otto Rank, El doble, en una vieja edición francesa. Sesenta años han pasado y el “Einfüling” de mi adolescencia tardía permanece en todo su nostálgico esplendor.

Zur ausschließlichen Verwendung in der Online-Ausstellung «Künste im Exil» (www.kuenste-im-exil.de).
Originaldateiname: VA_KIE_KMS_0081_Seghers.JPG
Eindeutiger Identifier: VA_KIE_KMS_0081_Seghers.JPG

Milán, lunes 15 de enero de 2024

Schulhoff/Seghers

En el primer capítulo de su novela Tránsito de 1944, Anna Seghers habla del suicidio por envenenamiento (en la versión para cine de Christian Petzold se corta las venas) de un imaginario escritor judío de lengua alemana, de apellido Weidel, ante la posibilidad de ser atrapado por los nazis. En su introducción al libro, Christa Wolf menciona otros tres autores muertos en parecidas circunstancias: Walter Hasenclever (dramaturgo de El hijo), Carl Einstein (brillante crítico de arte) y Walter Benjamin. Se le escapó a Wolf el nombre del desafortunado Erwin Schulhoff, uno de los músicos más influyentes de la vanguardia de los años treinta, con gente como Schönberg, Hindemith, Strawinsky, Berg, Varese, Webern, hasta su conversión a la empresa de una música bolchevique. Como buen converso, Schulhoff extremó su posición hasta hacerse ciudadano soviético. En esa condición, y aprovechando el pacto de Hitler con Stalin, solicitó a Moscú la visa para viajar a Rusia y escapar de los nazis. El permiso nunca llegó, Hitler incumplió el pacto, y, esperando, el gran músico fue detenido y enviado a un campo de concentración donde moriría, desatendido y tuberculoso a los cuarenta y ocho años. Del que no conocemos la suerte es la de otro personaje que aparece en Tránsito. Se trata de un viejo director de orquesta de Praga que esperaba embarcar en Marsella, a mediados de 1940, para cumplir con el ofrecimiento de dirigir una “célebre orquesta en Caracas, Venezuela”. Confío en que el imaginario personaje de Anna Seghers, haya podido llegar a nuestras costas e integrarse al personal de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la mejor de nuestras agrupaciones orquestales de todos los tiempos. De Schulhoff escucho ahora, en France Musique, su espléndido Concierto para piano y pequeña orquesta.

Milán, martes 16 de enero de 2024

 

 DE FLOTA EL TIEMPO

 

CANCION  DEL EXILIADO

 

              Qu’es-ce la patrie? Ne serait-ell pas justement cet endroit qui est

              à la fois…le vrai et à la fois le fictionné, à la fois ce qui a lieu et

             qui n’a pas lieu…?

Caroline Guiela Nguyen

                      

Seis millones
de venezolanos
y venezolanas
a bordo de una nave
llamada “Exilio”
a la mar lanzada.
Seis millones de almas
sin techo ni paredes
una mañana.
Contra los vientos
la vela hinchada,
sin movimiento,
hacia la nada,
el cielo ajeno
y una lengua
fracturada.
La nave “Exilio” avanza,
sin avanzar una pulgada,
es lo que se siente
frente a la costa helada,
cuando camino
buscando mi estrella
arrinconada.
Una nave nos lleva
después de dejar
en la tierra
la fuente abandonada.
Los puertos son distintos,
las ciudades nunca
anunciadas.
Seis millones
sin visa actualizada,
y atrás la patria
secuestrada.
Una tierra prometida
nos hace falta,
un nuevo sueño
sobre la geografía
arrasada.
Más allá de los humos,
en el puerto se habla
de la “decisión voluntaria”,
de seis millones de almas
en la tarde naufragada.
Mañana serán siete,
aún hay espacio
en la nave alucinada.

 

(La cita de Guiela Nguyen fue utilizada por Jason Allen-Paisant al comienzo de su poemario

Autorretrato como Otelo. Carcanet Press 2023)

 

Milán, miércoles 17 de enero de 2024

Jason Allen-Paisant

Jason Allen-Paisant es el nuevo premio de poesía T.S. Eliot, uno de los más prestigiosos de la lengua inglesa. El equivalente del Booker Prize de narrativa. Allen Paisant (1980) es poeta afro-británico nacido en Jamaica, hijo de una maestra de primaria y un padre que los abandonó antes de que naciera, y al cual piensa conocer este año después de localizarlo en Etiopía. De Jamaica, Allen viajó a París a estudiar en l’École Normale Superieure y más tarde a Oxford, donde hizo su doctorado. Enseña en la Universidad de Manchester. El libro premiado se titula Autorretrato como Otelo y fue publicado en 2023 por Carcanet Press. Esta es mi traducción del poema que sirve de prefacio.

 

LLAMANDO A OTELO 

Cómo puedo resucitarte para que hables,
cuando ni siquiera estás enterrado
para iniciar la peregrinación, lo único
es que estuve en Venecia,
por donde caminaste, como si algo
hubiese quedado inconcluso. Es una pedantería
creer que te puedo hacer hablar.
¿Quién soy yo?

Pero en ocasiones siento
que nuestros destinos se cruzan,
que tu vida, inconclusa, es también vivida
a través de la mía.
Tu silencio es inquietante, los hermanos
esperan, la gente espera que, con furia, te conjure.

 

Aquí, mi versión de otra poesía de Allen, publicada en la PN Review en 2019.

 

CUERPO DE NOCHE

¿Acaso tu presencia produce
una suerte de magia
en el pavimento?
¿O tu piel produce
una extraña reacción química
en la calle?

Apenas te ven
se atraviesan
y regresan
cuando has pasado.

Amputada,
ahora tus miembros
son arrojados al suelo.
Los observas:
tus volúmenes
tus piernas
tus brazos
incluso tus ojos
tu cabello demasiado corto
demasiado largo
disperso.

Una bienvenida
para que sepas
donde vives ahora.
Esto no quiere “tu ciudad”,
sino un lugar
dentro y fuera
de tu epidermis.

Cuando olvidas
lo que se siente al
estar fuera de ti misma
y te mires
volverás a caminar por estas calles de Leeds
una noche de otoño
de este octubre demasiado frío 

De esto también
sólo ven a la ciudad
noche
de esto también
tu cuerpo tan obvio
noche.

Jason Allen-Paisant. Fotografía de University of Manchester

Milán, jueves 18 de enero de 2024

Para celebrar el T.S. Eliot Prize otorgado hace un par de días a Jason Allen-Paisant, la Academy of American Poetry publicó, on line, este texto inédito de Allen-Paisant. Además, incluyó la grabación del texto en la voz verdaderamente grata del poeta; con su acento que, a pesar de Oxford, de lejos tienen el mágico sonido de las ramas del coco sacudidas por el barlovento:

 

Y TÚ…

 

una caminata por el ocre bosque en medio del invierno
para recibir un poco del sol de Inglaterra
mientras se escabulle
un pequeño poodle corre a mostrarte afecto;
sientes la necesidad del cuerpo del animal
en tu pierna; es una especie
de aceptación así que sonríes
para nada molesto; incluso quisieras
que saltara, aunque la señora le gritó
¡no saltes Sam! ¡no saltes!,
y cuando añade, “¡es que él quiere
 a TODO el mundo! ¿porqué de repente
tienes ganas de llorar?
es por ese TODO el mundo; ¿cómo
te lo explicas? no hay nadie para explicarlo.
¿porqué tenía ella que despojarte
de un sentimiento tan especial?
¿cómo podía ella saber que este era
el momento más humano de tu día,
el más humano de los momentos
de tus últimas semanas?

Autorretrato ante su caballete. Francisco de Goya y Lucientes

Goya en Milán

No se dice a quién se le debe la afortunada circunstancia, pero en este mismo momento el Palazzo Reale de la ciudad ofrece dos muestras importantes. Lo cual no tiene nada de extraño, lo único es que los artistas son dos de los “cuatro grandes” del España: El Greco y Goya. Sobre la primera escribí y publiqué una reseña. Sobre la segunda quisiera escribir algo después de visitarla, por primera vez, esta mañana fría y gris. A diferencia del Greco, cuyos maestros fueron casi siempre italianos, para el maestro de Fuendetodos la pintura de Italia no parece haber sido la más significativa. Estaba más pendiente de pintores franceses, como Fragonatrd, Watteau o Boucher. A pesar de sus años de formación en Roma, sería improbable señalar la influencia marcada de alguno de los maestros italianos. Se ha podido dejar influenciar por Domenicchino o Reni, o incluso por Caravaggio, el más influyente de su tiempo. No obstante, sus convicciones clásicas no lo inclinaban hacia un pintor que había llegado para “destruir la pintura”, como reconoció Poussin. En Goya no se sienten grandes influencias, salvo la de Rembrandt, modelo de sus diecisiete autorretratos. Es más fácil sentir su influencia en artistas posteriores, desde Picasso hasta Baselitz o Auerbach. Como si no fueran suficientes españoles, Greco y Goya, el MUDEC (Museo de la Cultura) anuncia para febrero de este año la apertura de una magnífica exposición dedicada a Picasso. El tercero de los “cuatro grandes”. Solo falta Velázquez, el más grande.


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