Entrevista

Arnoldo Gabaldón: “Tenemos que superar el rentismo”

Arnoldo Gabaldón retratado por Silvia Castro | RMTF

24/09/2023

El Grupo Orinoco cumple 10 años de existencia. Sus aportes han sido continuos y significativos en la sociedad venezolana. Una forma de entender al país distinta, un enfoque del desarrollo centrado en la sociedad civil, en el individuo. Un modelo económico que va más allá del rentismo. Venezuela puede superar las taras de la inercia, de una fuerza poderosa que se conformó en el país y se instaló en nuestra cultura, en nuestra psiquis colectiva. Se trata de superar el rentismo mediante una acción política concertada que se apoye en la educación pública para que no haya exclusiones ni privilegios.

Arnoldo Gabaldón* habla de estos temas con pasión. Es un optimista sin atenuantes, sin rodeos. Quizás le viene de vocación, incluso de familia. Su padre, homónimo en sus señas identitarias, asumió una empresa titánica a mediados del siglo pasado. Venezuela, bajo su liderazgo sanitario, superó el paludismo antes que la extinta Unión Soviética. No es poca cosa. Y las metas, en estos momentos de estrechez y desvaríos políticos, tiene que ser exigente y registrada en el tiempo. Hay ejemplos, silenciosos, pequeños, pero esperanzadores que, si reciben la atención de todos, pueden señalar el camino para superar la mácula del rentismo.

Califican ustedes el lapso que va entre 1978 y 1998 como el “El rentismo estatista clientelar”. 20 años en los que los logros obtenidos en Venezuela, a partir de 1936 desaparecen, se evaporan. Ahí tenemos una ruptura con “la “democracia de los consensos”. Primero avisó la economía, en 1978 aparecieron los síntomas de una crisis fiscal y la frase del expresidente Luis Herrera Campíns: “Regalado se murió”. Un aviso de que se iban a desmontar los incentivos que favorecieron una economía altamente dependiente del Estado. Pero llegó la revolución iraní y la abundancia petrolera y enmascaró la crisis. Entonces, este país no implosionó por obra y gracia de la fuerza gravitacional. Se produjo un debate, hubo advertencias y avisos. ¿Por qué no se empezó a desmontar el rentismo en ese momento?

Alertas con respecto al rentismo se habían producido en el país con bastante anticipación. Juan Pablo Pérez Alfonzo fue un exponente de esa tesis. Pero el modo de ser del país, que se había conformado en la segunda década del siglo XX, se convirtió en una fuerza inercial muy fuerte que presionó para seguir con el modelo rentista. ¿Qué induce, por ejemplo, al gobierno de Carlos Andrés Pérez a invertir enormes recursos financieros en Guayana? La intención manifiesta de tener otra fuente de ingresos, distinta al petróleo, y la necesidad de diversificar la economía venezolana. Desmontar el extractivismo petrolero. A lo largo de 1978, cae el precio del petróleo y el gobierno de Pérez advierte que los programas de desarrollo económico no podían financiarse al ritmo en que venían ejecutándose. Se hicieron los ajustes de 1978, pero no cabe duda de que la mentalidad rentista prevalecía en las élites. Ya desde ese año, los ingresos per cápita petroleros venían descendiendo y Asdrúbal Baptista, entre otros economistas, señalaron que el modelo rentista se agotó, ya no tiene la fuerza suficiente para mantener el crecimiento de un país, cuya población creció, cuyas necesidades se expandieron.

Arnoldo Gabaldón retratado por Silvia Castro | RMTF

No sólo se expandieron, se complejizaron. Ambas cosas.

Así es. El libro de Moisés Nahím y Ramón Piñango Venezuela, una Ilusión de Armonía caracteriza muy bien la situación que estábamos viviendo. ¿Qué decían ellos? En el momento en que el modelo rentista no podía mantener la trayectoria del crecimiento, se van a producir los conflictos en la sociedad. Y eso ha sido tal cual.

Primero avisó la crisis económica, después surgieron los síntomas de una sociedad que empezó a perturbarse y finalmente se produjo el colapso político. Son fotografías muy claras de la vida venezolana.

¿Cuál fue uno de los principales temas que se debatió en la campaña de 1982? La reforma de la administración pública, la reforma del Estado, la reforma fiscal, que la presidía Tomás Enrique Carrillo Batalla, en el Congreso de la República. Es decir, había, por distintas vertientes, iniciativas para tratar superar la crisis. Y uno de los principales planteamientos ante esa situación fue la reforma del Estado.

Si la alarma se encendió por la economía, ¿por qué no se empezó por ahí? ¿Por qué fracasó, por ejemplo, la reforma fiscal?

Se concretaron alrededor de 10 volúmenes (en materia de leyes) que tenían incidencia fiscal. Pero eso recibió poca atención. La reforma del Estado, tenía entre sus aspectos, recogidos en un volumen, la cuestión económica, lo que sirvió, como hoja de ruta, para el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Esos trabajos se presentan al finalizar el período de Jaime Lusinchi.

¿Cuáles fueron las manifestaciones de la crisis en el sector político?

Una creciente descomposición. Los partidos políticos habían sido asaltados por los sargentos. Yo lo pude apreciar en Acción Democrática. Los sargentos ascendieron a puestos de generales. Esos señores estaban dictando cátedra. Una de las impresiones tremendas que tuve el año 1992, después del fallido golpe del 4 de febrero, cuando se trató de retomar un proceso de reforma constitucional, fue ver la competencia, en la cámara de diputados, entre Orlando Fernández (diputado del MAS por el estado Lara) y Américo Araujo (secretario general de AD en el Zulia), aquello me pareció una aventura total de esos señores, el proponer artículos con el propósito de que quedasen sellados, exclusivamente, como de su autoría. ¿Qué tipo de país es este?, me pregunté. La Constitución del 1947, y también la de 1961, pasó por una serie de tamices, de constitucionalistas, de juristas y hombres de Estado importantes. Eso era hacer una colcha de retazos en la nueva Constitución. La reforma política se veía como un proceso necesario para neutralizar el ascenso de esos sargentos. Entonces, ¿Qué fue lo que identificamos primero, como necesario, en la Copre? Reforma del Estado y de los partidos.

¿Quiénes reaccionaron contra esas propuestas de reforma?

La gente de los partidos, fundamentalmente. Yo lo viví dentro de Acción Democrática, en la que declararon a la Copre como enemiga del gobierno. Trabajamos sabiendo que teníamos la razón y que las reformas terminarían por imponerse, como ocurrió en el año 89, cuando los candidatos de AD y Copei (Carlos Andrés Pérez y Eduardo Fernández, respectivamente) se comprometieron con las reformas políticas. De ahí viene la elección de gobernadores, que en el pasado eran impuestos por el presidente.

Creo que esa fue la última iniciativa que convocó la política de los consensos. Hubo un deseo de cambiar las cosas. Pero volvemos al peso que tuvo la inercia, en la forma de ser de los venezolanos, a lo que habría que añadir las complicidades de las élites.

Vienen las elecciones del 89 y Pérez es forzado, por las circunstancias, a presentar un programa de reajustes. Eso se convirtió en un motivo para que gente de su propio partido, así como de otros partidos políticos y de los empresarios, que se veían afectados por las reformas que liberalizaban el comercio, se opusieran a las reformas, y se fue conformando una situación que condujo a la destitución de Pérez. Esa fue la rebelión de los rentistas contra el cambio del modelo económico.

Los rentistas consiguieron tumbar a Pérez y crearon la crisis política que llevó a Hugo Chávez al poder. Nadie quería renunciar ni a los privilegios ni a las cuotas del rentismo. Fueron las elites las que asfaltaron el camino que nos llevó al abismo.

Por eso es que nosotros (el Grupo Orinoco) insistimos en la necesidad de que se produzca un cambio cultural en los venezolanos, que se entienda, en la base de la pirámide social, en los sectores más amplios de la población, que esos cambios son necesarios, para poder tener un bienestar que sea para todos y sin exclusiones. ¿Qué camino cogió Chávez? Suprimir la democracia. ¿Qué hizo Chávez frente al proceso de centralización? No. Centralismo. De manera que había leyes aprobadas para la descentralización. Pero Chávez paralizó ese proceso y hubo una regresión. Por ejemplo, hay una ley del sistema de acueductos y cloacas, cuya acción inmediata ordenaba descentralizar la gestión de los entes hidrológicos. A esa ley, Chávez le puso el freno de mano.

Arnoldo Gabaldón retratado por Silvia Castro | RMTF

Todo el cuento que nos vendió Chávez, en su intervención en el Ateneo de Caracas. La promesa de acabar con la corrupción y de quitarle competencias al Estado para dárselas a la sociedad. Chávez iba contra los privilegios de las élites rentistas. Pero una vez en el poder, se olvidó de su discurso y profundizó el modelo rentista. Ha dejado un horizonte de destrucción total. El PIB per cápita de Venezuela es similar al de 1870. Es decir, el que había al final de la Guerra Federal, una guerra civil fratricida que arruinó al país.

Una cosa que me parece que hay que destacar es la poca cultura, la poca educación de Chávez. Escogió las cosas de bulto. Una de ellas es la corrupción, que venía aumentando y había penetrado los partidos políticos que, además, estaban sumamente desprestigiados. Pero este señor no tenía criterio de estadista para encausar el país. Por donde tenía que irse. Y eso que tuvo un volumen de ingresos petroleros muy importantes. De manera que también hemos sido víctimas de la ignorancia, la ignorancia de los líderes. Líderes que se han preocupado muy poco de estudiar los problemas nacionales, de especializarse en la solución de los problemas nacionales.

Si yo tengo que elegir entre “Comprensión de Venezuela” de Mariano Picón Salas y la biografía del general Zamora, pues ahí está el drama del país. Entonces, hay un componente individual en todo esto.

En esa periodización del desarrollo venezolano, el año de 1936 es digno del mayor análisis y estudio. Ahí aflora una serie de figuras, no alineadas ideológicamente, con posiciones opuestas a iniciativas como la creación del Banco Central de Venezuela o la aplicación del Impuesto Sobre la Renta. Yo creo que eso es lo más cercano que nosotros tenemos al renacimiento. En el año 36, hubo en Venezuela un renacimiento. De ideas, de voluntades, de creación. En 1945 se crea en Venezuela el Comité por Independencia de Palestina, en el Hotel Majestic de Caracas, con la presencia de toda la intelectualidad. Dos años después, la Cancillería va a Naciones Unidas y vota a favor de la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel. Había movimientos individuales, bien definidos, que impulsaban esas posiciones. Eso se fue diluyendo, se fue perdiendo. Entonces, resulta que el liderazgo de los partidos no plantea ideas como estas que estamos discutiendo, que son fundamentales. Pero para quienes tenemos el defecto de ser permanentemente optimistas está, en el deber de uno, pensar en cuáles son los paradigmas a los que debe apuntar el país.

¿Quién le pone el cascabel al gato? El qué, dónde y cómo es importante, porque estamos en 1870.

Del rentismo no vamos a salir sino mediante un cambio cultural de la sociedad venezolana. Eso nos va llevar al menos 20 años, con los acuerdos debidos. Para que eso ocurra el venezolano tiene que estar mucho mejor educado. Quizás estos tiempos de precariedad enorme puede facilitar el que se configure la apreciación de que necesitamos una educación pública que nos permita pensar, en y por, nosotros mismos, y un sistema económico productivo. Por ejemplo, la gente empieza a notar un cambio de actitud en las personas que prestan servicios. En los bancos, en los restaurantes, en la calle, como que empieza a haber una mejor disposición de la gente a ser más cordial, más servicial. Gente que está empleada para servir, pues tiene que servir. No poner obstáculos, sino facilitarle las cosas a la gente. Quizás la estrechez económica está llevando a las familias a ajustar su economía doméstica. Porque una característica del rentismo es la conducta suntuosa. Ya lo decía Alberto Adriani en su libro, ya se notaban las conductas hacia lo suntuario de los venezolanos, en gastos en lo que hoy serían carros de alta gama, en vacaciones de lujo, en cosas muy llamativas pero inútiles.

Si, son síntomas de una sociedad que se las arregla sin políticas públicas, sin estímulos para crear riqueza. Pero también hay espacio para el modelo rentista y quizás la muestra más acabada es Las Mercedes, el pequeño Manhattan de Caracas, a todo dar. En ese caso, demostrativo del rentismo, participan sectores de oposición y del gobierno por igual.

Lo que hace falta también, en este momento, es un líder que diga: el camino es este. Y describa las características deseables para el país y trabaje por eso. Que, además, eso tenga continuidad en el tiempo. Hay países que no remontan esa cuesta. De manera que, sin ser uno catastrofista, no podemos descartar que, dentro de 100 años, Venezuela siga en la cola de las naciones de América Latina, donde se encuentra actualmente. Pero las cosas pueden ser muy distintas, si escogemos el camino más allá del rentismo.

¿Cómo le ponemos el cascabel al gato a las élites, al modelo que hoy se escenifica en Las Mercedes?

Dentro de Fedecámaras, ha surgido, una suerte de comisión que se llama la Comisión de Empresarios Emergentes. Parece que en cada estado se ha conformado unos núcleos que unos jóvenes empresarios, que están involucrados en los procesos que se han ensayado en los países exitosos, que están pidiendo reformas internas de cómo funciona el capitalismo venezolano, contribuyan a darle una voltereta a toda la masa productiva del país. Esos son los fenómenos positivos, que se observan. Empresarios agrícolas en Portuguesa que están haciendo investigaciones con resultados extraordinarios. En la parte de acuicultura, la producción camaronera en el Zulia, es una cosa formidable.

***

*Ingeniero Civil por la Universidad Católica Andrés Bello. Maestría en la Universidad de Stanford. Diploma en Economía del Desarrollo, Universidad de Manchester, UK. Ministro de Obras Públicas (1974—1977). Ministro del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (1977—1979). Presidente de la Comisión para la Reforma del Estado (1986—1989). Profesor universitario (USB). Integrante del Grupo Orinoco, Centro de Pensamiento, Reflexión y Acción en Políticas Públicas en Desarrollo Sustentable, con énfasis en Energía y Ambiente. Ha publicado numerosos trabajos científicos, además de siete libros sobre Hidráulica, Desarrollo y Desarrollo sostenible.


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