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Ángel Leiva, ganador del Premio Eugenio Mendoza

Ángel D. Leiva y la obra ganadora. Fotografía de Ruth Uzcátegui.

03/04/2021

Histeria de la historia (algunas características de las variables aleatorias) recibió el primer lugar en el XVI Premio Eugenio Mendoza. Incluso en medio de una pandemia, la institución que este año celebra su 65 aniversario, sigue promoviendo la labor artística y enseñando arte en Venezuela, ahora desde la virtualidad.

Ángel D. Leiva es muy apegado a sus obras. Las atiende y cuida con esmero. Pero con Histeria de la historia aprendió a dejar ir y a confiar. En todo caso, ya se sentía triunfante desde que fue seleccionado para participar en el XVI Premio Eugenio Mendoza. Aquel era su momento. Este galardón bienal fue realizado en medio de un contexto pandémico que, si bien dependió de la virtualidad, dejó satisfecha a la Sala Mendoza; no solo por romper el récord de postulados (152), sino por la calidad de las 12 obras seleccionadas. Leiva, sin embargo, no esperaba ganar el primer lugar el pasado 9 de marzo.

De acuerdo con el veredicto del jurado, conformado por el diseñador editorial Ricardo Báez, la investigadora, curadora y filósofa Carmen Alicia Di Pasquale y la gestora cultural y artista visual Diana López, el primer lugar era para Ángel D. Leiva con Histeria de la historia (algunas características de las variables aleatorias); la mención Artista Emergente de la Embajada de España en Venezuela, para Analy Trejo por la obra Refugios; y la mención Carmen Cordovez Crespo, otorgada por la galería Henrique Faría Fine Art, a la artista Ana Mosquera por Isla Decepción.

Cuando el artista marabino se enteró de que la convocatoria para el Premio Eugenio Mendoza estaba abierta, envió la propuesta conceptual que traía en mente desde hacía meses. Luego, la directora de Tráfico Visual y gestora cultural, Ileana Ramírez Romero, vio potencial en la obra de Leiva y la seleccionó, junto con otros dos artistas, para que participara en esta edición. Fue entonces momento de dar a luz el producto para figurar en la Sala Mendoza en 2021.

Rodeado de papeles que hablaban sobre música, arquitectura y arte, Ángel Leiva sintió una pulsión creadora. “Fue como hacer una purga. Tomé de mi casa muchos materiales que familiares dejaron, porque se han ido del país o han fallecido, y me pregunté cómo sería vivir un poco más liviano dentro de un mundo frágil. En este caso apostamos por una obra espiritual: al desapego y dejar atrás los miedos. La obra pasó de no tener forma a tener sentido dentro de lo afectivo. Mi método es la acumulación”, explica el artista.

La obra conforma un muro de 2.28 metros de alto y 3.80 de largo, compuesto por 60 bloques fabricados a partir de papel reciclado. Los distintos colores vienen, en su mayoría, de un registro invisible: el paso del tiempo. Algunos bloques son grises y otros marrones o amarillentos. Para el artista, se trata de un amparo para el recuerdo de historias familiares y académicas.

La obre premiada: Histeria de la historia (algunas características de las variables aleatorias).

“Si quiero hablar de algo, no se trata de preguntarle a alguien, sino de padecerlo. Entonces, aquí converge la memoria porque por mucho tiempo estudié mi postura sobre ciertos temas, pero todos vivimos en un mismo mundo y se vuelve una dualidad: es universal, pero individual a la vez. Mi obra se dio con naturalidad, como parte del arte pobre, minimalista, pero no tiene nada que ver con eso. Hay intención de cambiar la acumulación y hacerla más poética. Mi trabajo es, en realidad, maximalista porque hay mucho ahí, mucha información, mucha carga simbólica y física también. Quiero hacer algo bello en un mundo muy caótico”, comenta Leiva.

Leiva, de 37 años, trabaja con temas propios del arte contemporáneo, aunque prefiere no etiquetar su obra. Y a través de una suerte de reciclaje no intencional, rinde homenaje a su pasado y reflexiona sobre la situación del país y el consumismo que lo rodea. “Yo transformo el caos al orden. Manifiesto mis inquietudes a través de ambigüedades. Y en esta suerte de caos ordenado versus el orden caótico, me libero de cualquier fórmula: trabajo con el espacio. Muevo objetos y formas de aquí para allá, mudándome de un sitio a otro”, puntualiza.

Producir la obra no fue sencillo. El espacio reducido, la humedad y una plaga que devora papel lo llevó a improvisar un taller en el techo de su casa. Así, con moldes, prensa de metal y otros utensilios llevó a cabo un performance invisible, como el licenciado en Artes Plásticas por la Universidad del Zulia denomina a su proceso de creación. En total, tardó menos de un mes en hacer la obra. Pero todavía faltaba un reto: transportar la obra hasta la Sala Mendoza.

El artista confió su preciosa encomienda a un señor que iba a Caracas. Fue entonces que aquellos 60 bloques de 5 a 7kg pasaron por alcabalas, superaron la escasez de gasolina y llegaron una semana antes de inaugurar el XVI Premio Eugenio Mendoza. Finalmente, el 6 de marzo la exhibición abrió a un público reducido que debe acatar medidas de bioseguridad. Tres días después se supo el veredicto y como parte de su premio, a Leiva le espera este año una residencia artística en Lugar a dudas en Cali, Colombia (anteriormente de 3 meses, pero reducida por el covid-19).

El Premio Eugenio Mendoza, explica desde España Patricia Velasco, directora de la institución, es el evento más importante de la sala. Posponerlo no era una opción. Entonces, con un guion museográfico previo y dos artistas a la vez, el equipo de la sala junto al museógrafo y curador Ariel Jiménez trabajaron en el montaje de las 12 obras. Este, al igual que el proceso de deliberación del jurado, es un momento significativo para todos los que forman parte del premio. Lamentablemente por la pandemia no se pudo vivir a plenitud. Algunos, incluyendo a la directora de la sala, lo vivieron desde lejos.

“La virtualidad te permite llegar adonde no puedes ir físicamente. Pero es importante resaltar que la experiencia sensible del arte se da solo en el espacio sagrado del museo, la galería. Es vital sentir tu cuerpo con relación a la obra. Además, ver cómo dialoga la obra con las otras y cómo está en el espacio. Esa es la verdadera experiencia del arte. Es la totalidad, la Gestalt de la situación. No ponerte frente a una máquina y verlo. Lo bueno es que esto nos acerca, nos permite ver, abrirnos y que te vean en otras latitudes, pero creo que la experiencia única es presencial”, afirma Velasco.

Este año, la Sala Mendoza cumple 65 años como protagonista del arte contemporáneo en Venezuela. Desde 1956 apuesta por la formación académica de artistas, el archivo de la memoria visual e histórica, premia y exhibe al talento emergente y crea consciencia de coleccionismo y curaduría del arte. Para celebrar la trayectoria, la sala tiene en mente una nutrida agenda de actividades virtuales y presenciales que incluye un nuevo diplomado, un acuerdo con el Archivo de la Fotografía Urbana y más sorpresas a partir de agosto, su mes aniversario.

Todavía hay tiempo para que el público explore las obras del XVI Premio Eugenio Mendoza, pues estará en sala hasta junio. Además, recorrer la librería donde la artista Alba Izaguirre habla sobre el covid-19 en Documento morse y acercarse al Centro Documental para apreciar una serie de trabajos fotográficos bajo la curaduría de Ricardo Gómez Pérez.


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