Perspectivas

A un año de la guerra Rusia-Ucrania

Fotografía de Ihor TKACHOV | AFP

23/02/2023

El 24 de febrero de 2022, cuando Rusia avanzó con su ejército sobre el territorio de Ucrania, el Kremlin esperaba una rápida victoria en lo que aseguraron sería una invasión de apenas unos días. Tras un año de combates que han dejado un saldo de más de 7.000 civiles muertos, 11.700 heridos y más de 8 millones de refugiados ucranianos esparcidos por toda Europa, el conflicto pareciera haber llegado a un punto muerto. Ninguna de las partes ha podido lograr una victoria militar preponderante y ninguna está dispuesta a aceptar un acuerdo que ponga un fin definitivo a la guerra.

El presidente ruso, Vladimir Putin, declaró la guerra a Ucrania en un mensaje televisado en el que llamó a la acción bélica con una «operación militar especial» para «desnazificar» al país. En cuestión de minutos, se oyeron explosiones cerca del principal aeropuerto de Kiev así como en otras ciudades del este. Varios misiles crucero fueron lanzados sobre territorio ucraniano y vehículos blindados iniciaron su incursión desde Rusia, Bielorrusia y la península de Crimea, en un intento de derrocar la administración del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.

Vista satelital del aeropuerto de Kiev. Fotografía de AFP PHOTO | Satellite image ©2022 Maxar Technologies

Luego de haber experimentado amplias reformas desde 2008, tras la guerra de Georgia, con el objetivo de convertir al anticuado y tradicional ejército ruso en una fuerza moderna y altamente preparada desde el punto de vista operativo, se creía que este podría derrotar fácilmente a la pequeña fuerza armada ucraniana.

Al día siguiente del inicio de la invasión, el legislador ruso Viacheslav Nikonov, nieto de uno de los diplomáticos más conocidos de la Unión Soviética, Viacheslav Molotov, se dirigió al parlamento ruso: «El enemigo será derrotado y la victoria será nuestra. No tengo ninguna duda al respecto».

El Kremlin creía que las fuerzas rusas serían aceptadas, si no con entusiasmo, al menos con resignación. Esperaba que el gobierno de Ucrania se desmoronara o huyera, creando un vacío que sería rápidamente ocupado por funcionarios nombrados desde Moscú. Incluso, algunos funcionarios estadounidenses creían que Kiev caería en cuestión de días.

Sin embargo, a un año del inicio de la guerra, la capital ucraniana se mantiene en pie, aunque el país ha sufrido daños masivos que ascienden a decenas de miles de millones de dólares, sin mencionar las pérdidas humanas, en un conflicto que parece no tener final en el horizonte cercano.

Fotografía de ANATOLII STEPANOV | AFP

La supremacía militar rusa y la inesperada resistencia de Ucrania

Al comienzo de la guerra, el 24 de febrero de 2022, Rusia tenía una evidente ventaja militar sobre Ucrania en cuanto a fuerzas terrestres, aéreas y marítimas. Rusia inició la guerra con 900.000 militares en servicio activo, mientras que Ucrania contaba con 196.600. La disparidad más significativa residía en la marina, donde Rusia tenía 10 veces más personal que Ucrania, contando 74 buques de guerra y 51 submarinos, frente a sólo 2 buques de guerra ucranianos.

En tierra, la diferencia era menos significativa, ya que el ejército ruso contaba con 280.000 soldados y el ucraniano con 125.600 soldados.

Aunque Ucrania tenía en sus filas 900.000 reservistas que habían recibido formación militar en los últimos cinco años, Rusia superaba esta cifra con 2.000.000 de reservistas.

En cuanto a fuerzas aéreas, Rusia proyectaba una supremacía en el aire, con 10 veces más aviones de ataque y helicópteros que Ucrania. Aunque Ucrania disponía de más de 400 lanzadores de misiles tierra-aire con capacidad antiaérea, eso apenas representaba una décima parte de los que tenía Rusia.

Cuando los planes de una rápida victoria militar fracasaron debido a la feroz resistencia de Ucrania y el apoyo militar y de inteligencia por parte de los países de la OTAN, el Kremlin dio un giro a su estrategia e inició una despiadada guerra de desgaste, caracterizada por bombardeos indiscriminados y violencia contra la población civil.

Fotografía de Ihor TKACHOV | AFP

La muerte y daños de infraestructura que Rusia puede infligir a Ucrania, incluso en tiempos de desaceleramiento militar es descomunal, debido a que los ejecuta a bajo coste y desde una distancia segura.

Según diversos informes de Naciones Unidas, el impacto de la guerra en Ucrania a finales del año pasado era inmenso, con más de 7.000 civiles muertos, hasta un 40% de las viviendas dañadas y un 50% de la infraestructura energética destruida o dañada.

Unos 16 millones de ucranianos se han visto obligados a abandonar sus hogares, y se calcula que al menos 18 millones, que representan el 40% de la población total del país, necesitarán algún tipo de ayuda humanitaria en los próximos meses.

De acuerdo con cifras del Banco Mundial, la economía de Ucrania se contrajo en un 35% en 2022 y las estimaciones sugieren que hasta un 60% de los ucranianos podrían caer por debajo de la línea de pobreza como consecuencia de la guerra.

La destrucción a gran escala de activos industriales y los intensos combates han provocado destrozos generalizados, aumento de la contaminación del aire, el suelo, el agua, daños a los ecosistemas y pérdida de biodiversidad en el país.

Jens Stoltenberg. Fotografía de Valeria Mongelli | AFP

La OTAN y el rol de occidente

La guerra en Ucrania ha puesto a prueba la estabilidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuyos países miembros hoy se debaten entre continuar brindando apoyo logístico y militar a Ucrania, o repensar su participación en un conflicto prolongado que no parece tener fin.

A un año del inicio de la guerra, han comenzado a aparecer algunas grietas al interior de la organización, como se ha visto, por ejemplo, en la oposición del presidente de Croacia a las iniciativas de otros países miembros, de proveer a Ucrania de tanques y aviones para luchar contra los rusos.

El presidente croata Zoran Milanovi, declaró que estaba «en contra de proporcionar armamento letal (a Ucrania), debido a que sólo prolongará la guerra» y se refirió al respaldo de Occidente a Kiev como «muy poco ético”, porque no hay en el horizonte una solución tangible al conflicto.

Otros líderes europeos de la OTAN se han alineado con la postura estadounidense de suministrar armas a Kiev. Incluso el canciller alemán, Olaf Scholz —que antes de la invasión rusa había asegurado que no estaba dispuesto a enviar a Kiev nada más mortífero que un cargamento de 5.000 cascos— aceptó, el 25 de enero, enviar tanques de combate Leopard 2 a la capital ucraniana.

Sergei Lavrov. Fotografía de AFP PHOTO | Russian Foreign Ministry | handout

Mientras tanto, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha instado a los miembros de la alianza a incrementar su apoyo militar a Ucrania, en anticipación a una nueva ofensiva rusa que podría ocurrir a inicios de la primavera, según advirtió el pasado 13 de febrero.

A pesar de contar con un ejército más moderno que el de la mayoría de los países miembros de la OTAN, Ucrania está teniendo dificultades para frenar los avances rusos en el Donbás y podría verse gravemente perjudicada por la nueva ofensiva del ejército ruso.

Aunque el conflicto sigue estando geográficamente contenido, preocupan las declaraciones realizadas en diciembre de 2022 por el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, quien acusó a la OTAN y a Estados Unidos de asumir “un papel directo y peligroso» en la guerra.

Mientras occidente da un paso más en la asistencia a Ucrania y los especialistas hablan de cronicidad en el conflicto, se mantiene la principal preocupación: cómo evitar que el conflicto ucraniano se convierta en una guerra mundial.

Fotografía de Sergey Bobok | AFP

El gran temor: el empleo de armas nucleares

El uso de armas nucleares en Europa se ha convertido en la gran preocupación tras la invasión rusa a Ucrania. El presidente Vladimir Putin ha recurrido a la amenaza nuclear para obligar a Ucrania a rendirse y disuadir a la OTAN de intervenir en la guerra. Se trata del uso más significativo y deliberado de la coerción nuclear contra la OTAN y sus socios en casi cuarenta años.

No obstante, a pesar de dichas amenazas, el ejército ucraniano ha seguido defendiéndose e incluso ha atacado objetivos en suelo ruso. Por su parte, los países occidentales no han dejado de proporcionar ayuda a las tropas ucranianas, aunque algunos aliados de la OTAN han limitado el tipo y alcance de las armas suministradas a Ucrania para evitar una escalada. El temor a una Tercera Guerra Mundial con uso de dichas armas ha mantenido a la OTAN al margen de una confrontación directa con las fuerzas rusas en Ucrania. Pese a las reiteradas peticiones del presidente ucraniano Volodimyr Zelensky, la organización ha descartado el establecimiento de una zona de exclusión aérea en Ucrania.

Fototgrafía de Sergei SUPINSKY | AFP

Ni el desarme ni una reducción sustancial de las armas nucleares de la OTAN son alternativas factibles o deseables en este momento, ya que Rusia posee unas 2.000 armas nucleares tácticas, de menor potencia y alcance que las armas nucleares convencionales. Por esta razón,  la OTAN debe disponer de una opción creíble para contrarrestar la amenaza rusa.

Rusia también se ha abstenido de utilizar la fuerza militar contra cualquier país miembro de la OTAN y ha mostrado cautela al no emprender ninguna acción amenazante que pudiera llevar a una escalada y provocar una respuesta directa por parte de la alianza.

Para los autores Pierre de Deuzy y Andrea Gilli, de la Escuela de Defensa de la OTAN, la señalización y coerción nuclear de Rusia desestabiliza profundamente el orden de seguridad internacional y representa uno de los retos más importantes a los que se ha enfrentado la alianza atlántica desde el fin de la Guerra Fría.

El conflicto en Ucrania ha demostrado, al menos hasta el momento, que las armas nucleares siguen siendo la herramienta disuasoria por excelencia. Tomando en cuenta que la OTAN es una alianza nuclear, hemos visto cómo la organización ha sido capaz de contener las acciones bélicas de Rusia dentro del territorio ucraniano, al expresar que un ataque directo implicaría un costo demasiado alto.

Por el contrario, las amenazas rusas de emplear armas nucleares han mostrado ser una herramienta más débil en la coacción a Ucrania, que ha seguido resistiendo e incluso ganando terreno en algunos casos, a pesar de que se enfrenta a una potencia nuclear con un ejército más grande y mejor equipado.

Fotografía de ANATOLII STEPANOV | AFP

Rusia enfrenta el costo de la guerra

Según reportó la revista Fortune el pasado 17 de febrero, citando estimaciones realizadas por Bloomberg Economics, la economía rusa —número 11 del ranking mundial y que venía trabajando para situarse entre las cinco primeras del mundo—, perderá 190.000 millones de dólares de su producto interno bruto para 2026, en relación a las proyecciones económicas que tenía el país antes de la invasión a Ucrania.

La pérdida calculada equivale aproximadamente al Producto Interno Bruto anual de países como Hungría o Kuwait.

De acuerdo a analistas encuestados por Bloomberg, el declive económico del Kremlin empeoró en el último trimestre de 2022, culminando lo que muchos han catalogado como una crisis financiera en cámara lenta. Las proyecciones para el comienzo de 2023 no son más alentadoras: de acuerdo con el sondeo de Bloomberg, datos preliminares del Servicio Federal de Estadísticas de Rusia, revelarían una caída anual del 4,6% del PIB ruso en el cuarto trimestre de 2022, la mayor contracción desde el apogeo de la pandemia.

Por su parte, el Banco Central de Rusia ha informado que la caída del año pasado fue del 2,5%, y prevé que el crecimiento económico podría reanudarse este año.

Fotografía de Sergei SUPINSKY | AFP

A pesar de que las sanciones impuestas por la Unión Europea no han detenido la agresión militar de Rusia contra Ucrania, el coste de la guerra puede terminar superando los cálculos iniciales del Kremlin.

Según los informes del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), analizados por el Consejo Europeo, la economía rusa salió mal parada en 2022. En el mejor de los casos, se estimaba un descenso de al menos el 2,2% del producto interior bruto (PIB) ruso, mientras que en el peor escenario se preveía una caída de hasta 3,9%.

Es muy posible que la economía rusa siga contrayéndose en 2023. Las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, apuntan a un descenso del 5,6% en el PIB ruso, mientras que el Banco Mundial pronostica una caída del 3,3%. El FMI es un tanto más optimista, estimando un ligero crecimiento económico del 0,3% para 2023.

Fotografía de Ihor Tkachov | AFP

Escenarios para el fin de la guerra

A pesar del apoyo de occidente y de los valientes esfuerzos militares de Ucrania, muchos analistas son pesimistas en torno a una posible resolución del conflicto en el corto plazo.

Algunos creen que el conflicto quedará «congelado», sin una resolución real. A otros les preocupa que el presidente Putin se niegue a reconocer la identidad de Ucrania y considere la lucha como crucial. Hay quienes predicen que la guerra podría convertirse en un conflicto generacional, mientras que otros afirman que al final nadie saldrá vencedor.

El resultado de la actual ofensiva de primavera de Rusia podría ser el principal factor decisivo para 2023. Putin reconoció que aproximadamente 50.000 tropas recientemente movilizadas ya se han desplegado en el frente, mientras que las 250.00 restantes se están preparando para la primavera.

Hasta que el destino de esas fuerzas rusas adicionales se decida en el campo de batalla, no parece haber otra alternativa que la prolongación del conflicto. Putin ha declarado que el ejército ruso no abandonará la lucha, y Ucrania sostiene que está dando una batalla por su existencia.

El presidente Zelensky ha manifestado su disposición a entablar negociaciones de paz con Rusia, pero sostiene que esto sólo será posible después de que Ucrania recupere los territorios perdidos en 2022, Crimea y partes de la región de Donbás, que fueron anexadas por Rusia en 2014, una demanda que sin duda está muy lejos de las concesiones que el Kremlin estaría dispuesto a hacer.

Fotografía de YASUYOSHI CHIBA | AFP

Los países occidentales creyeron en un principio que la imposición de sanciones sin precedentes a Rusia debilitaría su economía, lo que llevaría a Putin a negociar para salvar la cara del conflicto. Sin embargo, hasta ahora eso no ha detenido al Kremlin, que continúa su ofensiva sin mayores reparos a las consecuencias a nivel internacional.

Será difícil que Ucrania llegue a la mesa de negociaciones con una posición ventajosa. Con el apoyo de China y otros aliados comerciales, las sanciones no han golpeado la economía rusa como esperaban algunos, y el ejército ruso sigue siendo fuerte, lo que dificulta a Ucrania la consecución de sus objetivos bélicos. Tampoco hay evidencias de un certero avance de una Rusia contenida gracias al apoyo a Ucrania por parte de la OTAN. Lo que lleva a concluir que, tras un año de numerosas bajas, migraciones forzosas e interrupciones de la cadena de suministro del mundo, resulta imposible predecir cómo o cuándo acabará el conflicto. Lo que sí constituye una certidumbre es la preocupación por la posibilidad de empleo de armas nucleares en la conflagración y sus repercusiones a nivel global.


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