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A veces la obviedad es necesaria. Empecemos entonces por decir que lo obvio es que 2023 es un año marcado por la conflictividad política y social. Las protestas de los maestros, de los obreros de Guayana, de los jubilados, seguramente son la punta del iceberg. ¿Pero de qué tamaño es la crisis que se larva debajo del océano de un país atribulado? ¿Qué incidencia tiene en las esferas del poder y en la dirigencia política opositora?
Quien habla es Ramón Piñango*. Sus palabras no van a caer bien entre quienes desean escuchar sólo lo que ellos piensan. No hay conexión comunicacional entre el liderazgo político –sea el chavismo o la oposición- con las grandes mayorías que soportan y padecen el peso de una crisis que tiene en el supermercado su cara más fantasmal. El poder opta por vivir en la mentira, mientras las caras de la oposición se desgastan hasta perder toda credibilidad.
¿Qué caracterización haría del momento político que estamos viviendo?
Es un momento de tremenda confusión, que me hace reafirmar mí creencia de que estamos ante una profunda crisis de liderazgo, particularmente del liderazgo opositor. Quienes ejercen el poder tienen muy claros lo que está pasando. Quizás puede haber conflicto entre ellos, se especula sobre eso, pero yo no lo sé. Ahora, lo que sí está a la vista de todos, es la crisis del liderazgo opositor. Una crisis que también vemos en la sociedad civil en general.
Al chavismo no le interesa si vivimos en una crisis o no. Y lo digo porque ya son más de 20 años de políticas desastrosas que nos han llevado hasta aquí. Pareciera que eso no importa, no les preocupa.
Al contrario, se aprovechan de la crisis, les conviene, la cultivan. ¿Para qué enmendar si estás en el poder a como dé lugar? ¿Qué importa? La comunidad internacional aplica sanciones y ellos aprovechan para explicar el fracaso de quienes están gobernando: ¡Qué maravilla sería esto sin sanciones! ¿Qué engañan a muy pocos? Sí, pero eso tampoco importa. Al final, si la gente se pone cómica, va presa, aunque sea con régimen de presentación, como ha ocurrido en los últimos días con los trabajadores de Sidor y de la salud. Están convencidos -creer lo contrario sería engañarse-, de que ellos tienen que retener el poder como sea. ¿Lo van a lograr? No lo sé, pero creo que no les será tan fácil. Se paga también un costo.
Creo que las manifestaciones que hemos visto en las calles son las primeras de sectores populares y de clase media baja que alguna vez el chavismo reivindicó como su base electoral. El sujeto de la revolución expresa su malestar ¿Hay un quiebre en el discurso, en la simbología del chavismo?
Creo que hay que prestar atención a esas manifestaciones recientes, entre otras cosas, porque a los dirigentes de esas protestas no les importó las amenazas que se hicieron desde el poder. Incluso, amenazas más serias como las que le han hecho a la profesora Elsa Castillo, que entiendo que en otros tiempos fue chavista. Esas manifestaciones fueron muy importantes.
O por lo menos sorpresivas.
Sí, y no pueden decir, de ninguna manera, que fueron promovidas por la oposición. No existe ningún indicio de que sea así. Al contrario, pareciera que esas protestas también sorprendieron a la oposición.
A raíz de la eliminación del gobierno interino, lo que hemos visto son acusaciones de traición y de componendas con el poder. Entonces, la pregunta es: ¿Cada vez que la oposición fracasa vamos a empezar desde cero?
La historia nunca empieza desde cero. Nos puede parecer a nosotros que se está comenzando desde cero, pero se está arrastrando el pasado
¿Qué quiere decir con eso?
Que pesa el pasado. No es tan fácil como decir borrón y cuenta nueva. Eso servirá para otras cosas, pero ahí no. Mi interpretación sigue siendo, y cada vez estoy más convencido de ello, que va a surgir un líder, bueno o malo, dentro de la oposición, y no estoy hablando solo de la oposición política, porque repito e insisto, estamos viviendo en una crisis de la sociedad civil. Por cierto, hubo otra manifestación reciente que a muchos sorprendió, la de la Iglesia. Creo que es el resultado del conflicto que ha habido en la Iglesia. Las nuevas autoridades eclesiásticas llamaron a la protesta, a no permanecer impasibles, lo cual me parece muy interesante.
¿De dónde puede surgir un nuevo liderazgo opositor? ¿De un sector social? ¿De un desprendimiento del chavismo?
¿Queda alguien en el mundo opositor que no esté quemado o que esté menos chamuscado?
María Corina Machado
Puede ser. De hecho, creo que en los últimos días está cambiando su discurso. Es más emotivo y está conectando mejor con la gente. Pero hay un punto fundamental que yo esperaría del nuevo liderazgo opositor, si quiere ser eficaz. Tener un equipo cercano, un equipo que lo rodee, en el cual confíe. Que no sea un equipo de yes, men. Los que le dicen a la persona que está al mando sí a todo… yes men. Si te rodeas de un equipo que te diga: yo creo que no es así, es un error lo que estás cometiendo y tú lo escuchas. Pero que no sean cinco o seis personas de tu grupito que te digan: Qué bien, eres una maravilla. Entonces, lo que estás buscando son pulidores de tu ego, nada más. Gente que te pule el ego todos los días. Te la estás comiendo, Hugo, pero qué bien lo estás haciendo. ¿María Corina está dispuesta a hacer eso? ¿Lo está haciendo? No lo sé.
Ella ha mantenido un discurso radical.
Ha sido coherente. Por cierto, la falta de coherencia resultó fatal para el liderazgo opositor. Recuerdo aquellos días, comenzando el interinato, cuando anunciaron la llegada de la ayuda humanitaria. Todo un show en Cúcuta y Guaidó dijo: “entra sí o sí”. Me dije: este tipo tiene algo en la bola, voy a estar pendiente de lo que suceda en la frontera. No dejaron pasar la ayuda humanitaria y nada ocurrió. El sí o sí quedó en la nada. Y de ahí, cuesta abajo en la rodada.
¿No cree que las acciones que ha tomado la oposición, de 2015 a la fecha, pudieran calificarse como políticamente estériles?
Sí, ha sido así. Puro buche y pluma, ¿No habías escuchado esa expresión?, cuando las aves se inflan para amenazar, pero no hay nada detrás. Al final resultó que no había nada detrás. Una intentona por allá, un intento de golpe el 30 de abril, de hace unos años, en La Carlota, después elecciones fallidas, y más recientemente, algunos y algunas, deciden que hay que dialogar, la gente conversando se entienden. Una cohabitación disimulada, pero cohabitación al fin. ¿Dónde está lo de México? ¿En qué quedó? En nada. Incluso gremios de la sociedad civil… es que estamos conversando, por el bien del país. No podemos destruir todo. Si la gente hablando se entiende. No seas radical, chico. El radicalismo nos trajo hasta aquí. Al comienzo de 2022 vimos cierta dinámica económica, que ahora se está cayendo. No sabemos lo que va pasar, pero las protestas surgen por el deterioro de la economía real. La gente gana salarios de hambre y a un maestro, por ejemplo, el salario no le alcanza ni para pagar el transporte a su sitio de trabajo.
¿Qué podría…
Por favor, déjame terminar la idea. Estoy convencido, lo he dicho una y mil veces, ya me canso de escucharme a mí mismo, que, lo peor que hicimos en Venezuela, fue abandonar la educación primaria, la educación de las grandes mayorías. Allí está la gran falla del liderazgo político y de las élites del país. Si alguien me preguntara, Ramón ¿Cuál crees que es la principal falla, la falla concreta, de las élites del país? Diría: la educación primaria. ¿Qué fue mejorando después de la caída de Pérez Jiménez? Sí, pero después se estancó. Por culpa de buena parte, de casi todas las élites, que se convencieron que un maestro debería ganar menos que un profesor de educación secundaria o de un profesor universitario. ¿De dónde coño salió esa idea? Después hablan de la educación en Suecia. ¿Sabes cuánto gana un maestro allá? ¿Con qué tiempo e instrumentos de trabajo cuenta? Entonces, aquí un maestro de escuela, que juega un papel fundamental en la formación de un país, gana una miseria y ese maestro empeora en estos 20 años de gobierno súper revolucionario a favor de los pobres, pero lo que ha hecho es perjudicar directamente a los pobres.
Me llama la atención esa idea de que conversando se entiende la gente, una consigna que, además, es del gobierno. 2023, el año de la unión de los venezolanos. Hay un sector social que asumió esa dinámica, pero hay otro sector social que está en crisis, sufriendo, en la calle. ¿Qué diría alrededor de este planteamiento?
La gente que está con la cohabitación parece preocuparse más por hablar con quienes mandan, que con quienes sufren abajo. Entonces, la pregunta es: ¿Representan a quienes sufren? ¿Los sufridos del país, que son una parte importantísima, una mayoría inmensa, se sienten representando por quienes están con la cohabitación? Yo diría que no.
Hay una desconexión social, por no hablar de la desconexión política, entre otras cosas, porque el liderazgo opositor no se ha enterado de esta realidad.
Ambas desconexiones están íntimamente relacionadas. Si no hay conexión social, tu mensaje político no va a llegar.
¿El mensaje de la cohabitación no va a llegar?
No va para ningún lado. En el liderazgo, la comunicación es fundamental. Logras la comunicación si eres creíble, y eres creíble si eres coherente. El liderazgo opositor, no voy a mencionar a ninguna organización en particular, se preocupa muchísimo por comunicarse con quienes mandan. Pero ¿Comunicarse con quienes sufren? ¡NO! No. No.
Creo que los sectores populares no se unieron a las protestas en 2017 y en 2023, los sectores de clase media decidieron pagar con la misma moneda. ¿No estamos ante un quiebre social y político en el país?
Venezuela es un país sin liderazgo político, un país fraccionado. Allí hay un reto. ¿Alguien lo integrará?, creo que esa es la pregunta, así como también creo que el comienzo de 2023 anuncia las condiciones para hacer un esfuerzo común, colectivo, amplio, integrado, para luchar por un mejor país. Por un gobierno efectivo y democrático. No estoy diciendo que se va a lograr ahora, pero vamos a ver más manifestaciones en ese sentido.
Tal vez sea una ingenuidad, pero lo voy a plantear. ¿Hay un centro político en Venezuela? ¿O nos movemos entre discursos radicales? Sin un centro político, esa idea de “luchar por un país mejor, un gobierno eficaz y democrático” no creo que funcione. ¿Qué es lo que habría que rescatar? ¿El centro político? ¿Eso es importante?
Yo creo que sí, pero eso se logra, insisto, si tienes comunicación con distintos sectores del país. No sólo con un sector pequeño, con la gente de tu partido político o de tu grupo social. El centro político exige que tengas una visión amplia del país. Ahí es donde puede surgir el centro político. ¿Hay una dirigencia que sea capaz de identificar y reconocer errores?
No la hay.
Lo que hay es… ¿Tú metiste la pata? Entonces, te vas. Pareciera que, sin Guaidó, todo hubiese estado bien. Lo que echó a perder todo en los últimos años en la oposición fue Guaidó. Guaidó cometió muchos errores, pero era la manifestación de un acuerdo político amplio.
Tampoco hay una explicación de nada.
No, de nada. ¿Para qué explicar? ¿Para qué explicarse? Es que no hay ningún interés de comunicarse con la gente. Y para ser más rigurosos: No vemos, no se aprecia, interés para comunicarse con la gente, con las grandes mayorías del país, que sufre, que padece, que siente, los problemas directamente. Pareciera que no. ¿Qué importa? A mí lo que me importa es comunicarme con otro líder político, igual que yo, en otro partido, si estoy en un Nuevo tiempo, comunicarme con Henry Ramos.
Comenzó el año con protestas, en dirección a un país más justo, pero sin coordinación política y social no vamos a ninguna parte.
Yo soy un poco más optimista, porque creo que la presión está creciendo, entre otras cosas, para que encuentre un liderazgo renovado.
Pareciera que la paciencia de la gente está llegando a un límite. En la calle, uno advierte manifestaciones, cada vez más frecuentes, de impotencia, de rabia frente a un aumento desmesurado de los precios. Es un momento social de gran ebullición.
Lo que hemos visto en los últimos días es la manifestación real, no de la ficción. Y la realidad pesa, a pesar de los pesares.
¿Pesa para quién?
Para la Historia. Pero bueno, en este momento, estamos en un país cada vez más conflictivo, lo cual me parece interesante, entre otras cosas, porque el conflicto va a obligar a que haya comunicación. Por lo tanto, digo que el 2023 comenzó bien. ¿Si va a seguir bien? No lo sé. Pero pareciera que no va a ser igual al 2022.
Y pareciera que tampoco va a ser el año de la concordia.
No, no.
¿De la comunicación con el liderazgo político?
Con un liderazgo político nuevo. Un liderazgo político que le pare a la gente, para decirlo en términos efectivos. Que se comunique con las grandes mayorías. Que le preste atención a la gente.
¿Un liderazgo que no esté quemado, como dijo al principio de esta conversación?
Yo creo que sí. Parte de la crisis que hemos tenido en los últimos 20 años, es que el liderazgo político que hemos tenido se gastó. Ya carece de credibilidad. Entonces, habría que preguntarse ¿Ese liderazgo quemado, o al menos chamuscado, será capaz de hacerse creíble? Mi respuesta es que la tienen muy difícil. El conflicto va a presionar para que surjan nuevas caras o nuevos movimientos. O revueltas entre los viejos partidos que hay. Nuevas caras, porque las viejas están muy gastadas. De repente desaparecen y luego aparecen para nombrar una nueva directiva de la Asamblea Nacional, al mismo tiempo que están negociando en México. ¿Negociando qué? Vamos a hacer más precisos. ¿Qué han logrado los cohabitadores? ¿O el viejo liderazgo? ¿O el liderazgo que no hemos tenido en los últimos años para tener árbitros institucionales creíbles, un CNE creíble, una Asamblea Nacional creíble, un TSJ creíble? Nada.
¿Entonces?
Para compensar, digo que estamos viviendo tiempos interesantes. Pero los tiempos interesantes no son fáciles. Pero nos obligan a prestar atención.
¿Cuál es su hipótesis?
Dos cosas. Se profundiza el conflicto social y se profundiza la confrontación contra quienes mandan. El conflicto social en general, más protestas en la calle. Más exigencias de respuestas concretas. Pero no solamente a quienes están en el poder. Y un desplazamiento más claro, cada vez más claro, y por otra vía, de lo que ha sido el liderazgo opositor.
*Licenciado en Sociología. Universidad Católica Andrés Bello. Doctor en Educación por la Universidad de Harvard. Maestría en Sociología por la Universidad de Chicago. Ex presidente del IESA. Autor de libros y capítulos en libros (20), articulista de diversas publicaciones. Recientemente fue incorporado como Miembro Honorario de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Especialista en Comportamiento Organizacional, con particular énfasis en liderazgo, la relación entre las organizaciones y su contexto social y cultural, la resiliencia organizacional en entornos adversos y empresas familiares.
Hugo Prieto
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