entrevistas / La DEUDA EXTERNA: entre la iliquidez y la insolvencia

Leonardo Vera:

El país debe ir a una reestructuración amigable

de la deuda”

Venezuela no puede esperar a caer en un default caótico; a que llegue un momento en el que el Gobierno diga "no aguanto más".

La deuda externa tiene años presionando la espalda de la economía venezolana. Solo que ahora, tras el descenso de los precios del petróleo, es evidente que sin medidas que alivien la carga, será imposible que la economía camine y deje atrás la larga recesión que comenzó en 2014.

 

Leonardo Vera, PhD en Economía de la University of East London y profesor de la Universidad Central de Venezuela, indica que el monto de los vencimientos que se deben cancelar en la próxima década evidencia que la solución de fondo pasa por una reestructuración amistosa que, a su vez, requiere de ingredientes como un completo y efectivo plan de estabilización y reconstrucción nacional.

 

¿El impacto de la deuda externa en las finanzas públicas es algo reciente o tiene años gestándose y no había sido percibido como un desequilibrio importante?

 

Este no es un tema nuevo. En los últimos siete años, por la deuda de Pdvsa, de la República y la suscrita con los bancos de China, Venezuela ha cancelado 106 mil millones de dólares: tres veces las reservas internacionales de hoy en día. En los últimos 4 años el servicio ha superado el 40% del ingreso proveniente de las exportaciones petroleras, es decir, se trata de un tema que ya había alcanzado un impacto significativo durante la gestión de Hugo Chávez y que está presente desde que Nicolás Maduro comenzó a gobernar.

 

¿Y qué indica el cronograma de vencimientos? ¿Estamos ante un problema que se supera cancelando a tiempo durante lo que resta de 2017 o es algo más profundo?

 

En 2018 el país tendrá que pagar 8 mil millones de dólares por vencimientos de Pdvsa y bonos soberanos. A esta cifra hay que añadirle el capital que habrá que comenzar a cancelarle a China y que estimo entre 4 o 5 mil millones de dólares. En total hablamos de unos 12 mil millones de dólares que superarán 40% del ingreso por exportaciones petroleras, incluso a un precio del petróleo por encima de 45 dólares el barril, suponiendo que la producción no sigue retrocediendo como ha venido ocurriendo.

 

¿Durante los próximos diez años no sigue habiendo una carga significativa?

 

Hasta 2027 Venezuela tendrá que cancelar vencimientos que, en promedio, estarán por el orden de 8 mil millones de dólares al año, solo tomando en cuenta los bonos de Pdvsa y de la República. Esto indica que el país seguiría dedicando la mayor porción de sus divisas a servir la deuda, a menos que se produzca un nuevo boom petrolero y, como nación, no podemos seguir apostando a la suerte. La realidad de Venezuela es que sus ingresos petroleros no van a regresar a los niveles de 2011-2012 y mucho menos a los de 2008. El país debe pensar su futuro con unos ingresos petroleros más estables, rondando unos 30 mil millones de dólares al año.

 

La sobrecarga de la deuda se traduce en un severo recorte de importaciones que golpea a la población. ¿Cuál es la mejor manera de enfrentar un desajuste que no es coyuntural?

 

La sobrecarga de deuda está afectando terriblemente el bienestar económico de la población. Cambiar la dinámica de escasez de divisas y de malestar económico que genera el cuello de botella externo, pasa por una reestructuración amigable con los acreedores. Venezuela no puede esperar a caer en un default caótico; a que llegue un momento en el que el Gobierno diga "no aguanto más". En un default caótico la negociación con los acreedores es mucho más difícil, más tensa, y como el país iría menos preparado, podría ser presa de las acciones jurídicas de los acreedores.

 

¿Para alcanzar una reestructuración amistosa se requeriría apoyo de organismos multilaterales?

 

Se logra reuniéndose con los acreedores y buscando el apoyo de alguna entidad que pueda ejercer presión. Efectivamente, Venezuela necesita ayuda de los organismos multilaterales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) puede ejercer presión sobre los acreedores porque rápidamente detectaría que el país no está en capacidad de seguir sirviendo su deuda externa de la manera en que está haciéndolo. Además, el FMI podría garantizar un programa de refinanciamiento en mejores términos de los que obtendríamos si tuviésemos que acudir al mercado internacional.

 

¿No sería conveniente ampliar el apoyo y no limitarlo al Fondo Monetario Internacional?

 

Así es, no solo se trata de la ayuda del FMI, también el apoyo de la comunidad internacional, de los países latinoamericanos, el mismo Mercosur. Por supuesto, esto significa que Venezuela tiene que darles un giro muy significativo a sus relaciones internacionales y sus relaciones con los países vecinos.

 

Un tema importante son las cláusulas de acción colectiva que indican que si se logra un acuerdo con un porcentaje de los acreedores, todos los demás tienen que acogerse. En el caso de los bonos de la República existe esta cláusula para la gran mayoría de los bonos, pero no así en el caso de Pdvsa. ¿Esto no complica la posibilidad de una reestructuración amistosa?

 

Algo típico es que los fondos de inversión y fondos mutuales amenacen con medidas legales ante cualquier mención o acción destinada a una reestructuración en el caso de Pdvsa. Frente a eso hay quienes sugieren que el país señale que declararía a la empresa en bancarrota en un tribunal de Estados Unidos, porque una vez que eso sucede la reestructuración es obligatoria. Aún sin cláusula de acción colectiva, pero con el apoyo de la comunidad internacional y en la medida de que puedas llegar a un buen acuerdo de reestructuración con la deuda soberana, los acreedores de Pdvsa podrían plegarse porque compararían la pérdida en caso de default con la que tendrían en una reestructuración amigable.

 

¿Desde su punto de vista la reestructuración debería limitarse a ampliar el plazo de vencimiento de los bonos y a mejorar las tasas de interés o tendría que incluir una rebaja del monto de la deuda, lo que en el argot de estos procesos se conoce como “una quita”?

 

Existen trabajos empíricos, entre ellos uno de Carmen Reinhart publicado en 2015 (Sovereign Debt Relief and its Aftermath), que demuestran que los países que incluyen en el paquete de renegociación "una quita" de deuda se recuperan económicamente más rápido y en una medida más significativa que aquellos que no lo hacen. Por eso Venezuela debe ir a una reestructuración que contemple plazos, tasas de interés menores y quite de deuda porque esa es la mejor mezcla. Este es un tema muy relevante para Venezuela, en función de esa discusión tan importante sobre cuánto tiempo tomaría recuperar el PIB per cápita del país y llevarlo por lo menos al último pico que tuvo, que fue en 2012.

 

¿El FMI no exigiría un programa de estabilización que obliga a adoptar reformas importantes?

 

No solamente lo va a exigir el FMI, lo van a exigir quienes tienen los bonos de la República y de Pdvsa. Una reestructuración exitosa necesita un buen programa de estabilización y de reconstrucción que le dé viabilidad a la economía venezolana. Esto requiere experticia, un diagnóstico acertado, cambios institucionales y estructurales significativos. Se trata de darle un giro de 180 grados al manejo económico que tiene el país en este momento.

 

¿La reconstrucción no implica obtener financiamiento a largo plazo, cuestión que no contempla el FMI?

 

Esta es otra razón por la que hay que reestructurar. El país va a necesitar mucho financiamiento en los próximos años. A la deuda que ya existe, habrá que añadir la que se necesita para emprender la reconstrucción. El financiamiento que otorga el FMI es a tasas menores que las del mercado, pero a mediano plazo, alrededor de nueve años. Eso hay que tenerlo en consideración.

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