Fútbol

Vinotinto vs. Trinidad y Tobago: faltaron goles y sobró tiempo

Fotografía de Yuri Cortez | AFP

14/10/2019

Es difícil sentirse feliz en estos días de indignaciones y trato igualitario. Pareciera que nuestro estado natural es la inconformidad. Sucede también con la Vinontinto. No solo queremos que gane sino que juegue bien, y a veces las dos cosas son simplemente incompatibles.

La selección que dirige Rafael Dudamel venció 2-0 a Trinidad y Tobago en un partido que exprimió el concepto de “amistoso”. Solo faltó, en determinado momento, que los dos estrategas sacaran la Gaceta Hípica y compartieran los datos del 5 y 6. Perdón si el relato parece banal, pero es que visto lo visto, no se puede tomar en serio este partido.

Del lado de la Federación Venezolana de Fútbol, supongo que hacen lo que pueden. Encontrar equipos que quieran a Venezuela de sparring, no deben abundar. Es allí cuando se debe imponer el criterio técnico. Buenas presentaciones ante Bolivia y el rival de la Concacaf podrían abrir nuevos caminos; sin embargo, cuando lo que sucede en la cancha es tan mediocre, toca preguntarse si este es el verdadero nivel de Venezuela, o si, como diría Eudomar Santos, aquel personaje de Por Estas Calles, “esto es lo que hay”.

Como contra Bolivia, la Vinotinto encontró en el portero rival su mejor aliado. El 1-0 se explica desde una mala decisión de Marvin Phillip dentro del área, al dejarle el balón a Salomón Rondón en salsa de ostras. Minutos después, el arquero visitante confirmó su noche aciaga con otra reacción de reptil narcotizado. Darwin Machís celebró con una sonrisa nerviosa, como quien sabe que se ganó la lotería sin comprar un número.

Apenas iban 14 minutos y el partido se acabó. El 2-0 fue una inyección letal. Sobraron minutos para los dos equipos; el partido era más una obligación que un deseo. Si alguien se estaba jugando la piel para ganarse un puesto en el 11 titular de Venezuela, reprobó con altas notas.

Pero como apenas llevo cinco párrafos y no puedo terminar una crónica tan rápido, debo soltar algunas líneas. Por ejemplo, que por momentos la selección nacional presionó alto, que recuperó, como se espera en el 4-3-2-1, en la mitad de la cancha para que Jhon Murillo y Rómulo Otero alimentaran las ganas. Y que Ronald Hernández y Rolf Feltscher no pasaron tanto trabajo, pero sobre todo que se pudieron proyectar, algo que no veíamos desde hace un buen tiempo.

Tal vez el mayor beneficiado de la doble fecha fue una individualidad: Salomón Rondón. Se fue a China, donde suelen descansar en paz los talentos que alguna vez nos enamoraron. No obstante, demostró que su hambre en el área sigue vigente. Anotó contra Bolivia y ante Trinidad y Tobago; la mejor noticia después de la renuncia de Josef Martínez.

La otra conclusión interesante es evidente: Venezuela juega mejor cuando tiene a un creativo que se mueve delante de la destrucción. Ya sea Rómulo Otero, Juanpi Añor o Jefferson Savarino. Independientemente de cómo ocupen sus lugares en la cancha, es obvio que la selección necesita un cerebro y no jugadores que corran por fuera como gallinas sin cabeza para cumplir con el famoso 4-3-3.

En breve, veremos a Venezuela contra dos rivales de mayor calibre. Bolivia y Trinidad y Tobago le dieron respiro a un cuerpo técnico cuestionado. Eso está bien. Todos merecemos oportunidades en la vida. Paraguay y Japón, en noviembre, confirmarán si esto no fue solo un recurso para ganar tiempo o, por el contrario, si es el inicio de un nuevo camino.


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