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Rafael Cadenas recibe el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

Fotografía tomada del Twitter oficial de la Casa Real

23/10/2018

Al escritor barquisimetano Rafael Cadenas le fue entregado, este martes 23 de octubre, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en su vigésimo séptima edición, un reconocimiento para autores vivos cuya obra poética “constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España”.  

El galardón, considerado uno de los más importantes de este género en lengua española y portuguesa, está suscrito dentro del Convenio Marco de Cooperación Cultural entre la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional. El autor premiado recibe 42.000 euros.

Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, presidente del Patrimonio Nacional, destacó que Cadenas es el primer venezolano en recibir el premio. El escritor, de 88 años, recibió el galardón de manos de la Reina Sofía, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, la más antigua de España.

Cadenas saludó a cada una de las autoridades presentes, entre ellas el Presidente del Patrimonio Nacional y el rector de la institución. Luego pidió a su hija Paula que sostuviera el premio, mientras él subía al podio. Sacó del bolsillo de su chaqueta sus lentes para leer y comenzó su discurso. Habló de su relación con la literatura española y de sus años en el exilio. Aunque no se extendió en los temas políticos, reflexionó brevemente sobre la realidad venezolana.

Lea aquí el discurso completo:

“Señora, señor Rector, señor Presidente del Patrimonio Nacional, autoridades, familiares y amigos. Este es un inmenso honor. Debo decir, una vez más, gracias. Esta palabra es muy importante. Se usa para agradecer, como en este momento, un bien recibido que además viene de la mano de la Reina Sofía y de las autoridades de la más antigua universidad española, por añadidura, en la conmemoración de los 800 años de su creación. Este cumpleaños la destaca entre las demás en edad en el mundo. En otro ámbito, el de la política, permítaseme una referencia diferente al motivo que nos reúne. Hay palabras tan principales, como aquella, por ejemplo, libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad; las cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente. Esas palabras, además, deben corresponder a lo que designan, sino habría que recurrir a lo que Confucio llamaba rectificación de los nombres, que se asemeja a nuestra adequat. Es que en Venezuela nos urge instaurar la normalidad, que solo puede ser democrática. Pero no voy a adentrarme en este punto porque no es la ocasión de hacerlo.

Quisiera sí señalar la importancia del lenguaje en el ejercicio de la política. Tiene la enorme tarea de enfrentarse a la neolengua de todo totalitarismo, un peligro para los seres humanos porque los vuelve absolutamente dependientes del Estado. Ahora, voy a decirles mis vínculos con España. A ella me une profundamente la lengua. Sobre esta relación no es necesario insistir. Menos evidente es la que he tenido con su literatura. Comencé a leerla siendo muy joven, creo que a los 14 años, y me cautivó. El desfile empezó con la Generación del 27. Rafael Alberti, Federico García Lorca y Pedro Salinas fueron los primeros con quien estuve. Debo mencionar también a Miguel Hernández, cuya poesía se adhiere tanto a la memoria, y a León Felipe, que peregrinó por Hispanoamérica diciendo sus poemas y quien, a su vez, se adelantó en España, como Walt Whitman en Norteamérica, a la ampliación del poema, la cual lo hermana con la prosa. Recordemos que ya Lorca llamaba prosía a los poemas de Salinas. Más tarde, leí a Jorge Guillén y a Luis Cernuda. Luego pasé a los autores del 98. Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Azorín, y a Miguel de Unamuno, nombre inseparable de esta universidad. Este despertador de almas llegó temprano a Venezuela a través de las ediciones argentinas. De ellas tengo casi toda su obra. De Unamuno me interesa, además de su estilo, lo que él llamaba instinto de charla, su liberalismo y la idea de intrahistoria que realza a la gente del común, que no entra en la historia pero sostiene todo. En cuanto a la riña con Ortega y Gasset —sobre lo de españolizar a Europa o europeizar a España— creo que lo resolvió la creación de la Unión Europea. Como soy un gustador de la prosa, ¿qué amante del idioma no lo es?, disfruté la de todos los mencionados.

A mi regreso de Trinidad, a donde me exilió una de nuestras habituales dictaduras, que fue derrocada por un sector del pueblo y del ejército, la vida me llevó de la mano a estudiar en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Después di clases por más de 30 años, y en esa época una de las principales materias a mi cargo fue la de poesía española. Continúo este recuento. Con mi esposa, y gracias a ella, recorrimos mucho España. Inicialmente por iniciativa propia, después por invitaciones de la Residencia de Estudiantes, lugar sagrado para mí, Casa de América, o festivales como Poemat, a cada paso encontrábamos rasgos de nuestra filiación.

Ahora me referiré a un hecho capital de nuestra historia que a menudo se olvida: la llegada a Venezuela de los exiliados españoles durante o después de la guerra civil. Fueron miles y entre ellos vinieron profesores, científicos, escritores, que contribuyeron decisivamente con nuestra cultura. Como Juan David García Bacca, Pedro Grasset, Manuel García Pelayo, Marco Aurelio Vila, Juan Niño, Federico Riu, Manuel Granel, Guillermo Pérez Enciso, Mateo Alonso, Santiago Mariño y muchos otros. Todos dejaron su impronta perdurable en nosotros. Quisiera nombrar a otros, pero en razón de su cantidad no puedo. En realidad vinieron españoles de todas las profesiones.
Hace años se publicó en Caracas un libro de dos tomos con biografías breves de ellos, aunque no de todos, y en 2015 apareció el libro Humanistas españoles en Venezuela, compilado por el escritor Tulio Hernández, hoy exiliado de Venezuela. Les daré una idea de lo dicho. Yo hice el bachillerato en una ciudad del interior, Barquisimeto, que originariamente se llamó Nueva Segovia de Barquisimeto; y recibí clases de tres profesores españoles. Es decir, no solo trabajaron en las universidades, sino también en el Instituto Pedagógico, en los liceos de Caracas y de otras ciudades.  

Antes de concluir, debo agradecerle a la profesora Carmen Ruiz Barrionuevo lo que a su vez ha hecho aquí por nosotros con el apoyo de la Universidad de Salamanca. Ella fundó hace años la cátedra que lleva el nombre de un gran poeta venezolano, José Antonio Ramos Sucre, a fin de conocer la poesía venezolana. Merece un gran reconocimiento de parte nuestra.

En una entrevista dije que la palabra crisis aplicada a Venezuela es un eufemismo. Nuestra situación es algo que va más allá de la crisis. Es de salida muy difícil. Termino con una observación tal vez oportuna. Creo que los nacionalismos son abominables. Traen odios, conflicto, guerra. Ojalá aprendamos y optemos por la amistad entre las naciones, por eso he evocado la que existe entre Venezuela y España, no sin recordarles a los que atacan este país que lo hacen en español ”.

Rafael Cadenas durante la lectura de su discurso. Fotografía de la Universidad de Salamanca

Rafael Cadenas nació en Barquisimeto, estado Lara, en 1930. El poeta, traductor y ensayista ha recibido condecoraciones a lo largo de su carrera, entre las que se encuentran el Premio Federico García Lorca de Poesía (2016), el Premio de Literatura en Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2009), el Premio San Juan de la Cruz (1992), el Premio Nacional de Literatura de Venezuela (1985), entre otros. Fue profesor de la escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela por más de 30 años.

Es autor del poema “Derrota”, incluido en Falsas maniobras (1966), el cual se popularizó en España y en América Latina. Su obra también comprende los siguientes títulos: Cantos iniciales (1946), Una isla (1958), Los cuadernos del destierro (1960 y 2001), Intemperie (1977), Memorial (1977), Realidad y literatura (1979), Anotaciones (1983) Amante (1983 y 2002), En torno al lenguaje (1989), Dichos (1992), Gestiones (1992), El taller de al lado (2005), Sobre abierto (2012) Contestaciones (2016) En torno a Basho y otros asuntos (2016). Sus libros han sido traducidos al francés, italiano e inglés.

El lunes 22 de octubre, Cadenas presentó en Madrid la antología No es mi rostro, publicada con motivo del reconocimiento. El libro recorre su obra poética desde 1946 hasta la actualidad.

El acto de entrega del galardón suele realizarse en el Palacio de Madrid, pero este año el comité decidió hacer una excepción por la celebración de los 800 años de la Universidad de Salamanca. Ricardo Rivero, rector, presentó a Cadenas como “poeta y profesor de universidad, artesano del lenguaje y sus palabras, crítico de la barbarie civilizada, y siempre defensor del ser humano desde la reflexión tranquila, la llaneza y la mesura de quien sabe sus incertidumbres, sus fragilidades”.

El 11 de mayo, cuando se conoció el fallo, el presidente del Patrimonio Nacional describió al autor como “uno de los grandes poetas de nuestra lengua», y Berna González Harbour, miembro del jurado, expresó:

«Es un hombre que ha sabido regalarnos dudas, que ha sabido regalarnos certezas, que ha sabido regalarnos palabras, que ha sabido regalarnos reflexiones sobre la palabra; que tuvo que exiliarse ya muy joven, hablamos de una dictadura muy, muy anterior en Venezuela, en su juventud, y la poesía de aquellos años se ha convertido en una poesía de todos los exilios, los exteriores como y los interiores».


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