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Todo empezó con una fiesta.
El 20 de mayo de 2020, los ingleses no estaban bebiendo cerveza en los pubs. Ya bien entrada la primavera, la brisa cálida de la tarde no guardaba ningún recuerdo de los duros meses de invierno que habían quedado atrás, y el cielo despejado era una invitación a salir a disfrutar del clima benévolo que en Reino Unido aparece apenas unas pocas semanas al año. Aún así, las calles permanecían vacías.
En Londres, a lado y lado de la concurrida Oxford Street, las tiendas de ropa y artículos de lujo permanecían cerradas. Zara, Adidas, Swarovski, Louis Voutton, y hasta la icónica Selfridges. Todo, desde Oxford Circus hasta Marble Arch era una tumba.
Tampoco había rastro del mar de turistas tomándose selfies en la fuente de Picadilly Circus, y en Hyde Park. El único sonido era el graznido de los patos nadando en la quieta superficie del lago Serpentine, rumbo a los Jardines de Kensington.
Y es que a sólo dos meses desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la covid-19 como una pandemia, Reino Unido atravesaba su primer confinamiento nacional, con estrictas medidas que prohibían a los ciudadanos salir de sus casas excepto para obtener bienes básicos o recibir atención médica. También estaba en vigor la norma del distanciamiento social de al menos dos metros y prohibidas las reuniones de más de dos personas en espacios públicos.
Pero aquella tarde de mayo, en la residencia del Primer Ministro británico en el número 10 de Downing Street, cerca de 30 personas comenzaban a aglomerarse en el jardín para compartir cervezas y copas de vino, en medio de una celebración para “aprovechar al máximo el encantador clima”, como lo incitaba la invitación enviada vía correo electrónico por Martin Reynolds, el entonces secretario privado principal del Primer Ministro, a más de 100 empleados de la oficina de gobierno.
Boris Johnson apareció en el jardín acompañado de su prometida, Carrie Symonds. Saludó a los asistentes y se paseó estrechando las manos de sus empleados durante 25 minutos, antes de regresar a su oficina.
Todo empezó con una fiesta… y luego otra fiesta. Y otra.
De acuerdo con información del Institute for Government Analysis del Reino Unido, al menos 15 reuniones involucrando a empleados y funcionarios activos del gobierno británico tuvieron lugar entre mayo de 2020 y abril de 2021, en clara violación de las restricciones sanitarias impuestas en el país en aquel momento.
En diciembre de 2021, Sue Gray, segunda secretaria permanente del gabinete de gobierno, fue comisionada por el mismo Boris Johnson para investigar 16 reuniones celebradas en Downing Street y alrededor de la zona conocida como Whitehall, un área que abarca desde Trafalgar Square hasta Parliament Square y es tenida como el centro del gobierno del Reino Unido, ya que allí se ubican muchos edificios y oficinas gubernamentales, entre ellos el Ministerio de Defensa, el Departamento de Salud y la Tesorería de su Majestad.
Por su parte, la Policía Metropolitana de Londres también ha estado investigando un total de 12 de estos eventos y se reporta que Johnson podría haber asistido a al menos seis de ellos, incluyendo su propia fiesta de cumpleaños el 19 de junio de 2020 en el Cabinet Room the Downing Street, a la que asistieron cerca de 30 personas según lo reportó la cadena británica ITV News.
La celebración incluyó una torta y la tradicional canción de felíz cumpleaños para el Primer Ministro, de acuerdo con información de la televisora británica. No obstante, en declaraciones posteriores, Downing Street aseguró que los empleados de la oficina gubernamental se habían “reunido brevemente” para felicitar a Johnson y que este había estado presente en el evento “durante menos de 10 minutos”.
Las restricciones por la pandemia de covid-19 continuaban en vigor en Gran Bretaña en el verano de 2020. Aunque el 15 de junio el gobierno británico había anunciado que se permitirían grupos de hasta seis personas en lugares al aire libre, en espacios cerrados se mantenía la prohibición de hacer cualquier reunión de más de dos personas que no vivieran juntas.
Otras celebraciones que han protagonizado el escándalo que los medios bautizaron con el nombre de Partygate fueron una fiesta de despedida en honor a Dominic Cummings, consejero senior del Primer Ministro, el 13 de noviembre de 2020, y la fiesta anual de navidad de Downing Street, el 18 de diciembre del mismo año.
En 2020, durante todo el mes de noviembre, Gran Bretaña atravesaba su segundo confinamiento nacional estricto: estaba terminantemente prohibido cualquier encuentro en espacios cerrados entre personas que no vivieran juntas y solo un máximo de dos personas podían permanecer juntas en espacios al aire libre para actividades de recreación o ejercicio. Todos los establecimientos del sector de hospitalidad, recreación y entretenimiento permanecían cerrados, e inclusive la celebración de bodas estaba prohibida.
El 16 de diciembre de 2020, frente a un continuo aumento de casos de covid-19, las restricciones en Londres se endurecieron aún más, quedando terminantemente prohibidas todas las reuniones de personas que no vivieran juntas, tanto en espacios cerrados como al aire libre. Ese mismo día, en una alocución pública, Boris Johnson instó a los ciudadanos ingleses a mantener las celebraciones navideñas “cortas y pequeñas.”
Partygate: la configuración de un escándalo
La controversia en torno a Partygate comenzó a finales de noviembre de 2021, luego de que el diario británico Daily Mirror publicara reportes sobre las fiestas en Downing Street el año anterior. El parlamento británico convocó dos sesiones, el 1 y 8 de diciembre, para discutir sobre los supuestos hechos y Johnson fue llamado a responder preguntas al respecto ante los parlamentarios.
En la sesión del 1 de diciembre, cuando el líder de la oposición laborista, Sir Keir Starmer, le preguntó a Johnson si había habido una fiesta de navidad en el número 10 de Downing Street en 2020 mientras millones de británicos permanecían en confinamiento estricto, el Primer Ministro evitó responder categóricamente y solo dijo que “todos los lineamientos se cumplieron completamente” en el edificio de gobierno.
Una semana después, en la sesión del 8 de diciembre, Johnson aseguró ante la Cámara de los Comunes que no había habido ninguna fiesta de navidad en el número 10 de Downing Street y agregó que “no se rompió ninguna de las reglas del covid”. Con respecto a los rumores sobre la fiesta del 13 de noviembre de 2020, el Primer Ministro negó expresamente que esta reunión hubiera tenido lugar. “Estoy seguro de que sea lo que sea que haya pasado, los lineamientos y las reglas fueron cumplidos en todo momento», añadió.
Las cosas comenzaron a complicarse para Johnson con la llegada del 2022.
El 31 de enero, la secretaria del gabinete Sue Gray publicó un reporte preliminar de su investigación, en el cual se confirmó que tanto la reunión del 13 de noviembre de 2020 como la supuesta fiesta de navidad del 18 de diciembre de ese mismo año, efectivamente hacían parte de la lista de eventos sujetos a indagación por parte de la funcionaria.
El documento también explicó que dadas las averiguaciones de la Policía Metropolitana de Londres para determinar si en 12 de los eventos en cuestión podría haber habido conducta ciminal en violación de la ley, Gray debía abstenerse de publicar un reporte con conclusiones definitivas hasta después de finalizadas las investigaciones policiales.
Aún así, el reporte preliminar identificó “fallas de liderazgo y de juicio” dentro del número 10 de Downing Street y la Oficina del Gabinete. Entre los hallazgos generales, Gray destacó que “algunas de las conductas alrededor de estas reuniones son difíciles de justificar” y que algunos de los eventos examinados “no debieron haberse permitido”.
Luego, a mediados de abril, la Policía Metropolitana de Londres emitió una serie de multas ligadas a la celebración de cumpleaños del Primer Ministro, por considerarla violatoria de las restricciones del coronavirus entonces en vigor. Boris Johnson figuró en la lista de sancionados, con una multa de 50 libras esterlinas (62 dólares).
Las multas generaron rechazo en todos los rincones del gobierno británico. El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, instó al Primer Ministro a renunciar a su cargo, señalando que había “mentido repetidamente al público” y que su conducta era “una cachetada” a todos los ciudadanos que habían acatado las normas durante la pandemia.
Nicola Sturgeon, la Primera Ministra de Escocia, también manifestó públicamente su rechazo. “Boris Johnson debe renunciar. Violó la ley y mintió repetidamente al parlamento al respecto. Los valores básicos de la integridad y la decencia, esenciales para el correcto funcionamiento de cualquier democracia parlamentaria, exigen que se vaya”, dijo Sturgeon.
Tras conocerse la noticia de las multas, Johnson confirmó la información y ofreció una disculpa pública, asegurando que al momento del incidente no había pensado que se tratara de una violación de las reglas del covid. Agregó que respetaba el resultado de la investigación policial y que entendía la respuesta de rechazo por parte de la ciudadanía. No obstante, también se mantuvo firme en su negativa a apartarse de su cargo y aseguró que continuaría liderando el gobierno.
La investigación del parlamento: Boris Johnson en jaque
El Primer Ministro británico no estuvo presente en la sesión del parlamento del 21 de abril, cuando los gritos de “¡Aye!” resonaron en la Cámara de los Comunes. Sin necesidad de realizar una votación formal, una mayoría significativa de la cámara autorizó al Comité de Privilegios del cuerpo legislativo a adelantar una investigación para determinar si Johnson “engañó intencionalmente al parlamento”, lo cual podría causar incluso su remoción del cargo de Primer Ministro.
La investigación del parlamento viene dada por lo que muchos legisladores consideran como un vaivén de excusas y contradicciones en la defensa del Primer Ministro. A lo largo de la evolución de Partygate, Johnson ha pasado de negar que hubo fiestas y reuniones en Downing Street que incumplieron las normas sanitarias del covid, a reconocer que sí las hubo, pero manteniendo que se cumplieron las reglas, a justificar su propia presencia en estas reuniones bajo el argumento de que no las considera una violación de las normas.
Así lo manifestó el Primer Ministro luego de que la investigación de la Policía Metropolitana de Londres determinara que la fiesta de cumpleaños del 19 de junio de 2020 efectivamente constituyó una violación a las normas del confinamiento y por ende una ofensa criminal por parte del mandatario.
“No se me ocurrió entonces, ni posteriormente, que reunirse en la sala del Gabinete justo antes de una reunión vital sobre la estrategia COVID podría constituir una violación de las reglas”, declaró Johnson a la BBC.
El voto para iniciar la investigación que podría poner en jaque el liderazgo de Boris Johnson fue llamado por el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, quién enfatizó que la verdad era vital para la política inglesa. Normalmente, el Partido Conservador, que sostiene una mayoría parlamentaria con 80 curules, puede rechazar fácilmente cualquier propuesta de la oposición. Pero en esta ocasión, los legisladores conservadores no estuvieron dispuestos a bloquear la investigación, lo que en general ha sido visto como una disminución importante del control y liderazgo de Johnson sobre su partido.
El parlamento no iniciará su investigación hasta que la Policía Metropolitana de Londres haya finalizado sus averiguaciones sobre los eventos del 2020 y el 2021.
La investigación parlamentaria tiene una importancia especial dado que podría conducir a un eventual escenario en el que Boris Johnson se vería obligado a renunciar a su cargo.
El Código Ministerial del Gobierno Británico, un documento que detalla los principios fundamentales de la vida pública y la conducta esperada de los Ministros de la Corona, establece que mentirle al parlamento es un causal de renuncia para el cargo del Primer Ministro.
Aunque el Comité de Privilegios que avanzará la investigación tiene mayoría conservadora y estará liderado Sir Bernard Jenkin, un diputado notorio por su postura a favor de Brexit, no se puede descartar un posible resultado desfavorable para Johnson, sobretodo a la luz del creciente rechazo que han generado las acusaciones de Partygate al interior del Partido Conservador.
Bajo esta cláusula del Código Ministerial, “los ministros que engañen deliberadamente al parlamento deberán ofrecer su renuncia”. Si los parlamentarios del Comité de Privilegios determinaran que Johnson mintió deliberadamente sobre su participación en las fiestas de Downing Street, la presión de parte de la ciudadanía, la oposición laborista, y de los mismos conservadores que ya han comenzado a rebelarse podrían dejarlo sin otra opción más que acatar el código y presentar su renuncia.
El electorado inglés contra los conservadores
Como distintos analistas lo habían previsto, Partygate jugó un rol decisivo en las elecciones locales del Reino Unido el pasado 5 de mayo. Gran parte del electorado castigó en las urnas al Partido Conservador, que perdió un total de 399 asientos en los concejos locales de las distintas municipalidades a lo largo y ancho del país.
El balance para el Partido Laborista, que hace oposición al gobierno de Johnson, fue favorable, pero no un éxito arrollador: en total lograron incrementar 238 asientos en distintos concejos en Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Los Demócratas Liberales, partido de centro inglés, lograron una victoria más modesta: su representación en concejos locales creció en 189 asientos.
Al cierre de la jornada electoral, Boris Johnson se pronunció frente a los resultados reconociendo la derrota de su partido, pero sin hacer mención alguna al papel que él, o Partygate, podrían haber jugado en la decisión de los votantes.
“Tuvimos una mala noche en algunas partes del país, pero por otro lado, aún vemos a los conservadores ganar terreno en otras partes, en lugares que no han sido conservadores en un buen tiempo o que nunca lo habían sido”, dijo Johnson. “La lección que tomo de esto es que este es un mensaje de los votantes que quieren que nos enfoquemos en los grandes temas que realmente les importan: llevar al país hacia adelante, arreglar la economía pos-COVID, reparar el suministro de energía y seguir con nuestra agenda de salarios altos y empleos calificados”.
Los conservadores también sufrieron pérdidas simbólicas en dos de sus bastiones en Londres, los distritos de Wandsworth y Westminster, este último, que había votado siempre por el partido gobernante desde su creación hace casi 60 años.
Gavin Barwell, ex jefe de personal de la administración de la predecesora de Johnson, Theresa May, describió los resultados en Londres como “catastróficos” y sostuvo que la pérdida de los distritos de Westminster y Wandsworth debería ser una llamada de atención para el Partido Conservador.
Waking up to catastrophic results for the party in London. Wandsworth & Westminster were flagship councils. We held them during the Blair honeymoon. We held them during austerity. We held them under Theresa May. Losing them should be a wake up call for the Conservative Party
— Gavin Barwell (@GavinBarwell) May 6, 2022
Las elecciones se producen en un momento difícil para el Reino Unido. Para 2023, se prevé que el país tendrá el crecimiento más bajo entre las naciones del G7. El Gobierno ha aumentado los impuestos, y los precios del combustible, el gas y la electricidad se están incrementando dramáticamente, al tiempo que el Banco de Inglaterra alerta que la inflación podría alcanzar el 10% para finales de este año.
El desempeño favorable de los Demócratas Liberales y el Partido Verde en el sur de Inglaterra, sumado a victorias del Partido Laborista en las grandes urbes, ponen en cuestionamiento el desempeño del Partido Conservador bajo el liderazgo Johnson, y alertan sobre la posible pérdida de poder político en elecciones futuras, un elemento clave de cara a las elecciones generales previstas para 2024.
Muchos analistas coinciden en que las elecciones locales del 5 de mayo tenían un carácter de referendo sobre el liderazgo de Boris Johnson y serían claves para las decisiones políticas que en las próximas semanas tomará el Partido Conservador. Frente a los desalentadores resultados, uno de los escenarios posibles es que los conservadores convoquen un “voto de no confianza” en contra del Primer Ministro.
Para convocar esta votación, al menos 54 parlamentarios del Partido Conservador deben manifestar su apoyo a la consulta a través de una carta formal. De alcanzar este número, automáticamente se desencadena el voto de no confianza, y de perder, Johnson estaría obligado a abandonar su puesto como líder del partido y por ende también como Primer Ministro del Reino Unido.
Si bien aún se desconoce cuál será el precio a pagar por el incumplimiento de las normas sanitarias, Boris Johnson ya ha sentido el castigo de los electores y el cuestionamiento de su propio partido, que en gran medida le responsabiliza por la reciente derrota electoral. Lo que en 2020 comenzó con cervezas, torta y canciones de cumpleaños, podría, dos años después, terminar de forma muy diferente.
Flaviana Sandoval
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