Entrevista
Miguel von Dangel: “¿No son las colas una profanación de la imagen humana?”
por Hugo Prieto
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El domingo 25 de julio de 2021 falleció el pintor venezolano de origen alemán Miguel Von Dangel. Von Dangel llegó a Venezuela en el año 1950 con sus padres Félix Von Dangel y Susanne Hetrich. En 1990 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas y en 2003 el Premio Anual de Artes Plásticas «Pedro Ángel González».
A continuación republicamos esta entrevista que le hizo Hugo Prieto para Prodavinci en enero de 2016.
La profanación de tumbas, templos e imágenes, ha sido una práctica asociada a los cambios de poder. Desde los tiempos del antiguo Egipto, pasando por Bizancio y la coronación de Napoleón, hasta las menguadas horas de la Venezuela del siglo XXI. No hay motivo para alarmarse, ni desgarrarse el alma o cortarse las venas, aunque en las pantallas de cine se exhiba la película El malquerido. Nadie se acuerda, por ejemplo, del Bolívar civil que pintó Tito Salas, aunque es una bellísima pintura. La imagen que ha perdurado, a lo largo de los años, es la de Bolívar en pleno uso de sus facultados de héroe militar y político. A caballo, con el viento soplando a sus espaldas, acariciando la luz del porvenir y el futuro. Y esa es la que va a seguir instalada entre nosotros, contra viento y marea.
El revuelo provocado por la decisión del presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, quien ordenó sacar del Palacio Legislativo la imagen reelaborada del Libertador, las gigantologías y cuadros del ex presidente Hugo Chávez y los pendones del actual mandatario, Nicolás Maduro, se desvanece como el vuelo de las palomas que revolotean sobre un puñado de migas de pan.
Quien va a indagar sobre este episodio es Miguel von Dangel, artista plástico de reconocida trayectoria, quien además ha conceptualizado su vasta obra, a través del ensayo y la reflexión crítica. Su libro, El Pensamiento de la Imagen y otros ensayos, se publicó a mediados de la década de 1990. Una cabeza pensante y una voz autorizada.
¿Qué podría decir sobre el culto a la imagen? La veneración que despiertan ciertos cuadros y ciertos personajes?
Recientemente, se hizo un hallazgo en Egipto, que siembra una gran pregunta. Tal vez la imagen que tenemos de Tutankamon, descubierto por Howard Carter en 1922, no sea la de él, sino la de la diosa Nefertiti. La duda surge luego de que se descubriera (a través de procedimientos tecnológicos) que detrás de la tumba de Tutankamon hay otra. La que conocemos sería la de la diosa Nefertiti y la que se ha detectado, la de Tutankamon. Si miras hoy la imagen de la máscara de Tutankamon, esa imagen bellísima en oro, y si le das lugar a la duda, ciertamente tiene unos aspectos muy sensuales y muy femeninos también. Muy hermoso. Pero eso nos llevaría a la estética, que es otro asunto y se altera en el tiempo. Claro, hay ciertas manifestaciones, como este escandalillo local, en el cual han decidido que esa no puede ser la cara del Libertador, porque es muy feo. Pero no estamos hablando de los gustos estéticos.
Dentro de esta historia hay que considerar testimonios y algunos referentes que no se pueden obviar.
Sobre su propio icono, el Libertador manifiesta que hay un pintor contemporáneo a él (José Gil de Castro, nacido en Perú), cuyo retrato lo acepta como el más parecido a sí mismo. Si esa versión tiene fundamento, este otro retrato, el de la polémica, obviamente no tiene nada que ver con el rostro de Bolívar. Falta saber si la enfermedad que tuvo el Libertador y su final lo deterioraron de tal manera. Sin embargo, nadie se plantea el hecho que encierra la exhumación de sus restos, que también pudiera entenderse como una profanación. Hay suficientes elementos para dudar con qué intenciones se hizo eso. Se habla de ciertos rituales mágicos y cosas de esas… en fin. Volviendo a Tutankamon también allí hay algo interesante, que es la supuesta maldición que pesa sobre quienes profanan la tumba. Tal como ocurrió aquí, si lo que se hizo fue una profanación y no un exceso de iconodulia. Pero dejemos ese tema para los especuladores decorativos. Lo que pasa es que todo esto se inscribe dentro del cambio de todos los valores patrios y la reelectura de los símbolos patrios. Cambiar todo para que todo siga igual, que es una de las máximas de El Gatopardo, que ha sido la norma en los últimos 17 años.
¿Dónde podríamos enmarcar este episodio?
Estamos hablando de un símbolo de poder. Estas diatribas vienen siempre planteadas en relación al poder. No tanto de la imagen, sino de quienes manejan esa imagen a su real acomodo. Lo planteó Elías Pino Iturrieta cuando habló de “nuestro nuevo Herodoto” (el padre de la Historia). Y para colmo de la curiosidad, es una imagen que nadie ha visto del muerto. Empalmamos aquí con una cosa muy interesante, que es la no imagen de Dios. No te harás imagen ni ninguna semejanza… que es uno de los elementos del decálogo del Libro del Éxodo. De allí que haya una profusión tan grande en la antigüedad de caras rotas de reyes. De tipos desnarizados, de tipos con las orejas cortadas. No es que el tiempo les pasó por encima y se deterioraron, sino que cada nuevo esquema de poder, al tomar posesión, profanaba y mutilaba las imágenes anteriores. Insisto nuevamente, es muy curioso que este escándalo se arme cuando nosotros no tenemos la imagen de nuestro último gran prócer. ¿Cuál es el misterio? ¿El miedo que tenía Moisés de que lo desacralizaran y lo profanaran como imagen? No sé. Lo de la Asamblea Nacional creo que fueron las últimas especulaciones hematopatológicas de Bolívar.
¿Realmente lo cree? Esas imágenes se viralizaron en las redes sociales. Ocuparon las primeras páginas de los periódicos en todo el mundo y fueron tendencia en twiter.
En última instancia, no me parece tan escandaloso. El pueblo llano, yo que vivo en un barrio, no chistó. Es decir, la efigie clásica de la moneda sigue siendo la imagen querida de Bolívar. La otra imagen, la de la controversia, no caló nunca, así como tampoco la imagen del Bolívar civil, en la hacienda de San Mateo, que pintó Tito Salas. ¿Cuál es el escándalo, si aquí se ha profanado el juego de los valores simbólicos? Son plañideras de algo que ellos mismos son capaces de cometer. Delitos que cuando lo hacen ellos son chévere y cuando no, la chillan.
Pero esto que tiene que ver con el poder y con la idolatría de la imagen.
Vamos a empezar por aquello de que una imagen poderosa no es profanable, si es verdadera. Y si es profanable, ¿Qué sucede? ¿Es falsa la imagen? Entonces es muy hábil no tener imágenes como el viejo Jehová. No es tocable. A esa no puedes quitarle la nariz. O la imagen del que llaman insepulto. Si tuviéramos esa imagen ¿Sería profanable para burlarte de ella? Sería una cosa de muy mal gusto. Pero tendrías pie como para restarle poder. Felizmente de Cristo no tenemos una imagen hecha por un anatomopatólogo de la época, por eso son imágenes absolutamente reconstruibles, hasta el punto de que hoy en día, para aquellos que se escandalizan, en África hay Cristos negros, y en China hay Cristos con los pómulos altos y los ojos achinados. Y los testigos de Jehová tienen a un catire altísimo con los ojos azules. Vaya uno a saber quién se va a identificar con ese señor.
En América Latina tenemos el sincretismo religioso, la incorporación de deidades aborígenes al cristianismo.
Las imágenes sagradas no deben ser materiales, por eso los artesanos trabajaban en el más absoluto secretismo. Un aborigen no podía ver que eran de yeso y madera. La religión fue muy importante para la consolidación del poder español en el nuevo mundo. El gran icono de la conquista es Santiago Matamoros y volvemos a la cuestión del poder. Mejor no tocarlo, porque si pinchas al tipo y chilla, entonces la cosa no es tan sagrada como parece. Otra cosa interesante es el robo de imágenes en lo que actualmente es el Medio Oriente, entre los hititas y los mesopotámicos, por ejemplo. No era suficiente vencer al pueblo enemigo. En este caso estamos hablando de dos bandos nacionales distanciados circunstancialmente, espero, que es el adueñarse de la imagen del enemigo. Sólo entonces está derrotado, porque tú le quitas el poder. O profanas el icono sagrado del otro y le quitas poder. O te lo llevas para ti y te adueñas de él.
¿Pero qué sentido tendría eso si la imagen que ha perdurado del Libertador es la efigie que está en la moneda?
Yo no soy politólogo ni mucho menos, pero quizá toda la alteración de los oficialistas se proponía adueñarse de una imagen que era de todos. Dividir esa imagen entre acólitos de un bando y de otro. Y quizás, en ese sentido, sea muy sano sacar esa imagen del Palacio Legislativo, porque mientras sea un elemento de separación, de división, de disturbio, de dos bandos presentes, se va a fortalecer a una de las posiciones en pugna. Entonces, las imágenes de la Iglesia tienen que ser de todos los que vayan a esa Iglesia. Que cada quien la interpreta como quiera. Pero cuando colocan un icono que crea disturbio, mejor sacarlo, ¿no? Eso fue lo que hizo la Reforma en Alemania, por ejemplo. Y los iconos que sacaron se vendieron a los concejos municipales o a entes privados y de ahí nace el coleccionismo y también lo museos. El problema no es que se hayan sacado esas imágenes del Palacio Federal, sino que vamos a hacer a partir de ahora. ¿Vamos a seguir dividiendo el icono sagrado, verdadero, del icono falso? Está bien, vamos a adquirirlo y con esos recursos vamos a comprar medicina para los niños que se están muriendo de cáncer, ¿podría ser, no? Y así tú haces una colección como la hizo Boulton en su momento.
¿En última instancia qué ocurre?
Sí, me pregunto ¿Qué pasa con nuestros museos? ¿Qué pasa con la profanación permanente de Reverón (incorporado a las piezas publicitarias electorales del PSUV, al igual que Cristóbal Rojas y César Rengifo), ¿esto no es una profanación?, ¿estaba nuestro amigo Reverón de acuerdo con estas cosas? Para mí son iconos sagrados, Entonces, ¿por qué los usa el PSUV para hacer propaganda? Es decir, ¿eso es menos doloroso para uno? El jueves (14 de enero) fui a dar fe de vida para el premio nacional de artes plásticas, ¿tú sabes cuánto recibo? 5.000 bolívares. Una cajetilla de cigarrillos está en 650. ¿No es esa una forma de profanar la dignidad de las personas? ¿De obligarlas al hambre, a la miseria? ¿De obligarlas a estar martillando en la bodega para que le den comida a uno? ¿No es una profanación del icono humano esas colas kilométricas para comprar un producto que tú no sabes si ha pasado por un control de calidad? ¿Esas no son profanaciones también? Aquí hay una frase: “Todos somos Chávez”. Yo creo que cada uno tiene que cuidarse del Chávez que lleva por dentro. Pero con más razón, ¿No somos todos Bolívar también? ¿No se está profanando a través de esos medios propagandísticos baratos la imagen que yo tengo de eso? ¿No tengo derecho de defender esa imagen? A mí me escandaliza más que los niños que se están muriendo porque no tienen medicina para el cáncer. Esa sí es una profanación arrecha de la vida.
Está la imagen de Napoleón, como el icono del guerrero.
Eso tiene un precedente, porque Napoleón se fusiló la imagen de Alejandro El Grande, cuyo pintor, Apeles, a su vez, se fusiló la imagen de Júpiter. Lo apologetizó como Júpiter triunfante. Esas primeras imágenes se fueron traduciendo y traduciendo a través de los siglos y de los milenios. Entonces, son las mismas imágenes. La misma composición, el mismo prototipo que pasa a través de las distintas culturas y de los distintos momentos del poder. Yo conozco una imagen de Adolfo Hitler como caballero cruzado y eso se vendió durante el Tercer Reich y tenía un éxito maravilloso. El tipo se fusiló la imagen de El caballero y el diablo de Alberto Durero. Es decir, si vamos a escandalizarnos, yo con mucho gusto sirvo la mesa.
Hugo Prieto
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