Mundial de Fútbol

Messi y Sampaoli, dos soledades en un mismo cuarto // #Rusia2018

27/06/2018

Lionel Messi sacó pecho. No es habitual en él. Pero hay rabia. Mucha rabia. Se dijo de todo después de la goleada de Croacia. Que los jugadores le pidieron a Jorge Sampaoli que se fuera; que “al menos” Javier Mascherano daba la cara mientras “La Pulga” seguía en silencio.

Lo del silencio es una de las tantas maneras de remarcar que al “10” no le duele la camiseta, una leyenda que ni ganando la Copa del Mundo se espantará. Hay mentiras que siempre reconfortan a la sociedad. Esta es una de ellas.

También se concluyó que la Albiceleste estaba muerta. Que no había forma de devolverle la sangre a este equipo. Rotos, en los noticieros y en las redes sociales, se diseccionaron uno a uno los cuerpos de los jugadores. A la basura iban, como si se trataran de desechables.

Pero volvieron. Con un poquito de juego en el primer tiempo, que desembocó en el gol de Messi; con angustia, que empujó el empate de Nigeria; con suerte, porque el VAR pudo haberlo castigado dos veces y sobre todo, con mucha calidad individual.

La enorme atajada de Franco Armani a Odion Ighalo, que mantuvo el 1-1, el control para bajar la pelota de Messi en su gol y el remate de Marcos Rojo, que terminó con ese empate, son muestras de la capacidad de resolución que cada jugador albiceleste alberga.

Entonces Messi sacó pecho, decíamos, y dedicó el triunfo a la gente que “en ningún momento se dejó llenar la cabeza por las boludeces que dicen». ¿Cuáles son esas boludeces? Las de siempre desde que Argentina es Argentina.

Los jugadores sureños viven bajo estado general de sospecha. Según la prensa hay clanes, hay capos, hay disidentes, hay… Como si fueran personajes de Los Soprano. Se incluye aquí a los queridos y malqueridos por infidelidades y traiciones.

Hay pruebas, también es cierto, de la orfandad y el deseo de cariño. Con el gol, se emocionan como si hubieran ganado la Copa del Mundo. Unos gritan, otros lloran a costa de la inocencia nigeriana, un equipo que mantuvo el tipo gracias a un solo jugador: Ahmed Musa.

Mascherano cada vez entrega peor o reacciona tarde, Ángel Di María parece perdido en el espacio y Gonzalo Higuaín continúa buscando su gol, como el resto de los delanteros.

No todo es malo, claro. Los arrestos de Messi, la claridad de Éver Banega, el deseo de Cristian Pavón y los superpoderes de Armani cuentan. Sobreviven con eso. De allí los cuatro puntos, uno más que los africanos, tres más que los islandeses y cinco menos que los croatas. ¡Cinco!

Croacia jugó con casi todos los que no habían actuado en los partidos anteriores. Y vencieron. Los de Sampaoli, que aún no saben qué hacer con Paulo Dybala, un hombre que anotó 26 goles con la Juventus en la temporada 2017-2018, encontraron en una jugada aislada la clasificación. Que cada quien saque sus conclusiones.

Pero Marcos Rojo avisa que “esto apenas empieza”. Y no se puede dejar pasar la advertencia. Los Mundiales, los torneos cortos, deparan sorpresas cuando las eliminaciones son directas. Sobre todo si pensamos que Francia sufrió para vencer a Perú (1-0) y cerró con un gris empate con Dinamarca (0-0).

No es casual que contra Francia, Colombia, que empezó mal con Japón, le diera la vuelta a un 2-0, en un amistoso a días de empezar Rusia 2018. Un verdadero repaso en un segundo tiempo, a pesar de los nombres que se recitan de memoria: Dembelé, Kanté Giroud, Mbappé, Pogba, Griezmann…

El problema con Francia es esa dejadez, una falta de motivación que hasta hoy no se sabe si es por exceso de confianza o por problemas propios. Por otro lado, da la sensación que Didier Deschamps al igual que Sampaoli, no sabe sacarle el jugo a la caña, por más dulce que sea.

No obstante, a diferencia de los galos, Argentina pareciera que no puede mejorar más. Esto es lo que hay, como dirían Los Amigos Invisibles. Y así, les toca apelar a la heroicidad que tanto gusta a la vieja guardia: los del potrero contra los que llevan el uniforme planchado. El allez allez contra el pongan huevos. La patota de la cuadra, contra los chicos del Country Club.

Y quien sabe, a lo mejor es eso lo que alimenta el espíritu competitivo de este grupo. Porque aunque Messi dice que el triunfo es para la gente, da la impresión de que cada uno está luchando contra sus demonios.

Nunca antes en un Mundial había visto a un técnico correr del banco al banderín sin encontrar un abrazo. La soledad de Sampaoli podría ser una casualidad, un simple detalle, sino fuera porque él mismo celebró, después, en rueda de prensa, un choque de manos con Messi.

“El gesto de Leo me pone orgulloso”, dijo. Si tan fácil es llenar a su corazón, se entiende la pobreza de su equipo para generar fútbol.


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