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Marianela Balbi: “Estamos inmersos en un juego perverso»

Marianela Balbi retratada por Roberto Mata

18/02/2018

Cuatro periodistas —Ewald Scharfenberg, Alfredo Meza, Joseph Poliszuk y Roberto Denis— de Armando.info, un portal de periodismo de investigación que publica historias en profundidad fueron acusados de los delitos de “difamación agravada continuada” e “injuria agravada” por el empresario colombiano Alex Saab, cuya empresa forma parte de la operación comercial para importar alimentos subsidiados que el gobierno de Nicolás Maduro entrega a familias de bajos ingresos como parte de los CLAP.

La demanda se canaliza a través de un privado, pero detrás está el poder. Este caso ha puesto de manifiesto las dificultades que en Venezuela enfrentan los periodistas para hacer su trabajo. Digamos, que es la guinda de la torta, porque hay otros 31 que han sido llevados a los tribunales, otros han sido hostigados de distintas maneras, atacados físicamente o simplemente despedidos por insumisos e incómodos.

La directora ejecutiva del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), capítulo Venezuela, Marianela Balbi, describe el entramado legal que ha tejido el chavismo para controlar y domesticar a los medios. Es una lucha de poderes. El Estado versus la opinión pública. Una lucha desigual en todas partes del mundo, pero en el país es más desigual aún, porque se ha construido un Estado autoritario, “con visos claramente dictatoriales”, a partir de 1998, año en que Hugo Chávez llegó al poder.

También hay diferencias, no tan sutiles, sino de naturaleza extrema. La corrupción, por ejemplo, ya no es fuente de enriquecimiento de un funcionario, sino una trama para apoyar un proyecto político y generar lealtades. Tanto en Venezuela como en el Caribe y el resto de América Latina. Incluso, tiene episodios en los países de África y en Portugal hay un ex primer ministro señalado en un caso que tuvo lugar en el país.

Los periodistas no deben ser parte de la noticia y al menos, en mi generación, no escribían en primera persona. Pero siempre hay una excepción que confirma la regla. Los periodistas de Armando.info se convirtieron en noticia de la fuente judicial y han tenido que irse del país al concluir que no tienen posibilidad alguna de defenderse. Quien esto escribe aclara, en aras de la transparencia, que entre los años 2002 y 2011 formó parte del comité asesor editorial de IPYS, una ONG cuya misión es defender la libertad de expresión y promover el periodismo de investigación.

La libertad de expresión en Venezuela siempre ha estado en entredicho, nunca fue una prioridad en la agenda política. Pero lo que empezamos a ver, en todo esto que se conoce como el chavismo, es que se protegió a la figura presidencial con penas de cárcel, en los casos, siempre dudosos, de difamación e injuria y que estos supuestos delitos son hoy moneda corriente. Digamos que pasamos de Guatemala a Guatepeor, ¿Cuál es su opinión?

Antes y después los periodistas sabíamos que teníamos que convivir con presiones, con llamadas telefónicas, con intentos de cambiar una historia, tal como ocurre con todas partes. El tema es que a veces ganábamos una y si tenías un trabajo bien sustentando, bien investigado, era difícil que no lo publicaran. La diferencia está en que así como en el Tribunal Supremo de Justicia no se gana una, en este tema de la censura y de la libertad de expresión tampoco estamos ganando una. Al contrario, cada día estamos perdiendo más terreno a través de mecanismos sinuosos, perversos, muy sofisticados, que tienen como resultado esta sociedad desinformada, opaca y totalmente autocensurada.

El caso del semanario Tal Cuál es más que emblemático, la demanda introducida en tribunales por el señor Diosdado Cabello marca una diferencia. Gente que no es responsable de una afirmación o de un trabajo periodístico es sometida a persecución penal, porque es accionista de una empresa editora, porque es director de un diario o porque leyó un texto y no hizo nada. De ahí en adelante se ha creado ese clima de autocensura. <Cuidado a quién mencionas, cuidado con quién te metes>.

En Venezuela, a contracorriente de lo que ocurre en otros países, donde los delitos de opinión no son materia de la jurisdicción penal sino de la jurisdicción civil, se ha recrudecido esa práctica de enjuiciar periodistas y columnistas de opinión. El ejemplo más notorio es el diario Tal Cual, desde la carta que le escribió Laureano Márquez a la hija de Chávez hasta el juicio al que sometieron a Teodoro Petkoff y a otros directivos de la empresa editora —la entrevistada se refiere a un artículo firmado por Carlos Genatios y a la reproducción de informaciones que se publicaron por separado en los diarios ABC de España y The Wall Street Journal de Estados Unidos—, con medidas que incluyen prohibición de salida del país y presentación en tribunales, entre otras. Es lo más parecido a un acoso judicial. Hemos registrado 31 casos que ahora culminan con la demanda en contra de los periodistas del portal Armando.info. ¿Qué está ocurriendo allí? Justamente, como producto de la conculcación de la justicia y la falta de independencia de los tribunales, se enjuician a periodistas y editores. La responsabilidad, como dices, no es ya de quien suscribe un artículo o una información, sino que se extiende a otros responsables, a otros ámbitos de los medios. Eso tiende a recrudecer la autocensura.

En Venezuela, el Ministerio Público ejerce el monopolio de la acusación penal y a la vez es el garante de los Derechos Humanos. Al frente de esa institución tenemos al abogado y poeta Tarek William Saab. ¿No es una doble función muy curiosa? ¿Qué opinión tiene acerca del papel que ha jugado la Fiscalía General de la República?

Tarek William Saab viene de defender los Derechos Humanos hace muchos años. Creo que eso es parte de cómo se desdibujaron tanto las instituciones como las funciones que les son propias. Entramos a un terreno donde no hay ningún equilibrio. No hay posibilidad alguna de que un ciudadano, no un periodista, pueda obtener una respuesta independiente, equilibrada y justa. Cuando tú eres juez y parte, cuando te sientas en uno y otro extremo de la mesa, ¿Qué garantías puedes ofrecerle a un ciudadano? Por eso estamos viendo los alarmantes niveles de impunidad, esta arremetida, este performance del nuevo fiscal por razones netamente políticas, por eso vemos a tribunales que desconocen las órdenes del propio Ministerio Público, por eso vemos esos excesos, esas extralimitaciones. Creo que eso ha sido parte del juego perverso en el que estamos inmerso todos los venezolanos. Y, sencillamente, frente a esa justicia, como lo concluyeron los periodistas de Armando.info, no hay ninguna posibilidad.

Marianela Balbi retratada por Roberto Mata

A veces uno advierte que la justicia penal en Venezuela, realmente, es una cloaca. Tú, por un delito de opinión inexistente, lo acabas de describir muy bien, no tienes posibilidades de nada.

Cuando los periodistas investigan y revelan hallazgos importantes, debidamente documentados, certeros y bien amarrados, la conclusión es: aquí no pasa nada. En los congresos internacionales de periodismo de investigación, por ejemplo, uno constata, con mucha envidia, como situaciones y casos alarmantes que se destapan en cualquier país de la región tiene una consecuencia. El funcionario es destituido y llevado a juicio, se destituye a un ministro, se ordena una averiguación, acá no pasa absolutamente nada.

Ahí está el caso del señor Rafael Ramírez. El señor Saab, nombrado por una instancia írrita, lo acusa como si estuviera leyendo informaciones publicadas por medios de prensa escritos y electrónicos. Un auténtico refrito, ¿Cómo es esto?

Es investigado el mensajero, justamente el periodista, como ocurre actualmente. No se adelanta ningún tipo de investigación relacionada con el hecho en sí, que ya no es denuncia, sino una revelación, un hallazgo, con elementos probatorios, como los expuestos en esos trabajos. A pesar de eso, hay insistentes, hay porfiados, pero es muy frustrante. Los periodistas más jóvenes preguntan ¿Vamos a seguir en esto si no pasa nada? Ahí es donde hay que seguir, nosotros llegamos hasta una línea, a partir de la cual deberían intervenir las instituciones. Es la demostración más palpable de que las instituciones no funcionan.

Vivir en Venezuela es como vivir bajo un puente…

… la precariedad.

Absoluta. El tema es que para hacer periodismo de investigación es básico que exista libertad de expresión. Eso no está funcionando en Venezuela. ¿Qué hacemos frente a eso?

No está funcionando porque nos hemos topado con la actitud, totalmente contraria del gobierno, de someterse al escrutinio de la opinión pública. Aquí no aceptan que vengan misiones de la ONU, la OEA, ni relatores de la libertad de expresión. Tienen prohibida la entrada a este país. No dejan que vengan observadores electorales, a menos que sean escogidos por el gobierno. Dejaron, por ejemplo, de publicar cifras… las cifras de homicidios, de inflación, de epidemiología, todos son elementos, claros y palpables, que demuestran que al gobierno no le importa la opinión pública. Eso es lo que el gobierno decidió hacer. El objetivo del periodismo de investigación es encarar al poder justamente en función de ese escrutinio. Por supuesto, eso está vedado, penalizado y perseguido.

En su trabajo de seguimiento, ¿qué hechos relevantes han podido verificar?

Dos tendencias en el tema de hostigamiento y ataques a periodistas. En primer lugar están los periodistas que abren los micrófonos a las comunidades. Tenemos un caso en Falcón de un periodista que se tuvo que ir a Ecuador. El caso de Braulio Jatar, con todo lo que sucedió, incluido más de un año que estuvo preso. El gobierno le tiene miedo al escrutinio de la gente. Por eso atacan a los periodistas tan duramente. Con hacer un recorrido por el dial de las emisoras de radios te darás cuenta de que eso se ha eliminado. En segundo lugar, justamente, tenemos el periodismo de investigación. Cuando empiezas a revelar, con elementos probatorios, con cifras, con datos que consiguen los periodistas, te pueden abrir un juicio. Ha habido otros casos de persecución, de intentos de soborno, que hemos registrado, pero el caso del portal Armando.info marca una línea amarilla que se ha sobrepasado. Se silencia, a través de un privado, toda una trama que involucra al Presidente de la República en asuntos tan sensible como la importación de alimentos para los CLAP. Esta tendencia, en sus dos expresiones, la vamos a seguir viendo, se va a recrudecer.

¿No es curioso que la denuncia al golpe que se le dio a la Constitución en abril de 2017 y la denuncia que vincula al Presidente de la república con la empresa que importa los alimentos, posteriormente documentada en el trabajo periodístico, provengan de la misma fuente, la ex Fiscal General, Luisa Ortega Díaz?

Los pronunciamientos públicos que hizo la Fiscal no tendrían que asombrarnos. Ella misma pervirtió la institución, pero en un momento empieza a cumplir con su trabajo. Empiezan a moverse unas piezas y a develarse unas tramas.

No quiero pasar por alto la respuesta del gobierno, que ha sido represión pura y dura.

Sí, ha sido la respuesta, la reacción a lo que se revela de allí y a las acciones que surgen de allí. No quisiera ser ave de mal agüero, pero la tendencia nos dice que se va a recrudecer el hostigamiento en contra de los periodistas. Vuelvo a los mecanismos perversos que el chavismo ha aceitado con mucha eficiencia. No hace falta matar o desaparecer a periodistas como ocurre en México, donde hay una trama que envuelve poderes locales y crimen organizado, sino que me valgo de los tribunales, me valgo de un juez que de manera expedita toma medidas extremas y desproporcionadas contra supuestos delitos, que han sido debidamente documentados por la relatoría de la libertad de expresión, así como instancias internacionales. Aquí se ha creado un andamiaje legal para darle cabida a medidas totalmente regresivas. Es lo que estamos viendo, por ejemplo, con la ley del odio. Son leyes a la medida para potenciar la autocensura. Pasa con la radio, que tiene mayor penetración popular. No hay respuesta a la solicitud de renovación de concesiones y al final del día no llenas los requisitos que exige la ley, así los llevas a la ilegalidad. Así que piénsalo dos veces antes de abrirles los micrófonos a las comunidades.

Aquí estamos en el limbo, no solamente los periodistas, cualquier gremio, cualquier sector de la sociedad que disienta del gobierno; pero parece que la restricciones a la libertad de expresión o a las libertades económicas, por ejemplo, al grueso de la población venezolana le va y le viene.

Pedirle a la sociedad venezolana en general que reacciones como nosotros quisiéramos es pedir demasiado. No olvidemos que esa misma sociedad está sobre exigida en su cotidianidad, en un proceso donde el Estado la humilla a diario. Aún así, creo que la sociedad venezolana sí está resintiendo el tema de la censura. De ahí que muchos hayan migrado a las redes sociales, que con sus excesos y torpezas, se han convertido en una ventana para la información. El venezolano ha buscado las vías para estar informado.

No quisiera pasar el hecho de que tú leas un trabajo periodístico donde se citan fuentes, documentos, registros mercantiles y de propiedad, versiones encontradas de fuentes directas e indirectas y que además se hagan las consultas debidas, para establecer mediante indicios verificables, vínculos económicos y financieros entre particulares y funcionarios públicos y por haber hecho tu trabajo seas objeto de una persecución penal.

Una de las cosas que está de fondo y que analizamos es que el tema de corrupción ya no es para que se enriquezca un funcionario, sino que en el caso venezolano, desde el Estado y con dineros públicos, sirvió para establecer lealtades y una red de apoyo al proyecto del chavismo. Esa red es de tal fortaleza que sostiene esta dictadura o como se llame este régimen autocrático. ¿Por qué crees que la región reaccionó tan tardíamente ante lo que estaba y está pasando en Venezuela?

Marianela Balbi retratada por Roberto Mata

Si el entorno que se está conformando es esta pintura tenebrosa de ramificaciones, que además sostienen el poder, el punto es el siguiente. El periodismo de investigación expone no una fotografía, sino una tomografía del cáncer del chavismo.

Absolutamente, lo que está empezando a salir y lo que vamos a seguir viendo son las dimensiones de un esquema de corrupción que traspasa las fronteras. Odebretch se va a quedar pequeño al lado de las tramas de corrupción que va a develarse y que salió desde el Estado y con dinero público hacia toda la región. No sólo la región. También países de África, incluso Portugal tiene un ex primer ministro señalado en un caso venezolano. Fue una operación realmente efectiva de control, de lealtades, de crear redes y de sostenimiento de Venezuela en todas las instancias, en la ONU, en la OEA. El Caribe ha tenido una relación muy ventajosa con Venezuela, no solamente a través de Petro Caribe, sino de contratos con particulares  —en el área de infraestructura— que tarde o temprano van a salir a la luz pública.

¿La patria grande terminó siendo la patria de la corrupción?

Así es, y una corrupción que está asociada a dos cosas fundamentales en este momento. Uno, el sostenimiento de un régimen autoritario y con rasgos claramente dictatoriales. Dos, cómo la corrupción te conculca derechos, el derecho a la vida, el derecho a la salud y el derecho a la educación. Eso es lo que están demostrando los trabajos de los periodistas. De qué manera, por obra de la corrupción, las incubadoras de una empresa argentina, en este caso, no sirven y se mueren niños en una sala neonatal. Estos son los trabajos que empiezan a salir y van a seguir saliendo.

¿No le resulta curioso que las manifestaciones de solidaridad con los periodistas de Armando.info que han tenido que salir del país hayan tenido más expresiones afuera que en nuestro propio país?

En el momento en que se supo la noticia hubo reacciones a través de las redes, también está circulando un comunicado entre periodistas. Tuvo eco en espacios de radio que quedan todavía. Es parte de lo que hemos conversado.

¿No será que todos tenemos miedo? Pero claro, cuesta decirlo en una sociedad donde sobran los hombres con cojones y las mujeres con ovarios. Pero resulta que el miedo cunde en el país de una forma que la gente no está dispuesta a reconocer. Sería un signo de debilidad y de fracaso.

A mí siempre me ha llamado la atención la falta de crítica que hay en la sociedad venezolana. No ocurre como en Argentina o en Colombia, donde se dan durísimo públicamente y siguen pa’lante. En los venezolanos funciona el que todos somos panas y no nos vamos a pisar la manguera. Es el tema de las solidaridades automáticas que a mi modo de ver es muy cuestionable. Yo creo que los periodistas han respondido, pero no con efusividad que quisiéramos, porque nos hemos acostumbrado. Es normal que le caigan a golpes a uno. Es normal que le quiten el pasaporte y no pueda salir del país. Aquí se ha naturalizado el abuso. Por eso organizaciones como IPYS hacen énfasis en que nada de eso no es normal. No debemos acostumbrarnos a que eso ocurra y tenemos derecho a trabajar de otra manera.


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