Entrevista

María Eugenia Mosquera: “No hemos logrado construir una esperanza democratizadora”

Fotografías de Ernesto Costante

03/02/2018

Tradicionalmente, febrero ha sido un mes donde la política se traduce en incertidumbre. Hoy, además, el gobierno conmemora otro aniversario del fallido golpe del 4-f, que devino en la crisis que hoy tiene al país en ascuas.

Si los factores políticos en pugna (gobierno y oposición) suscriben mañana lunes, en República Dominicana, un preacuerdo que ofrezca garantías de una elección libre y competitiva, el diálogo y la negociación habrán dado frutos. De lo contrario, los interlocutores que han presionado tras bambalinas, aparecerán de cuerpo entero. Uno de ellos, Estados Unidos, ya tomó cartas en el asunto, mediante la declaración del jefe de la diplomacia estadounidense, Rex W. Tillerson. Postura que no sólo fue rechazada por el gobierno de Nicolás Maduro, sino por el alto mando de la Fuerza Armada Nacional. Los otros factores que están en juego: Rusia, China y en menor medida Cuba, han guardado silencio, pero están hablando con hechos.

Quizás el desenlace del drama se anuncie en las próximas horas. Quien habla, desde una clara experticia en el terreno comunicacional, es María Eugenia Mosquera, quien por 19 años ha presidido Vale TV, e integrante de la comisión asesora de la Mesa de la Unidad Democrática. Las cosas han resultado tan sorpresivas y contradictorias, que sugerir un desenlace, sería un sinsentido y una total irresponsabilidad. Vaya por delante la sentencia de filósofo Yogui Berra. “El juego no termina hasta que acaba”.

La oposición venezolana aceptó ir al diálogo tras el fracaso de las protestas de 2017 y de la respuesta del gobierno, que fue imponer la Asamblea Nacional Constituyente. Además, la oposición va dividida y sin una estrategia clara en el terreno electoral. ¿Con qué sector de la oposición está dialogando el gobierno?

Lo primero es que el diálogo y la negociación son, por principio, un ejercicio democrático, tenga resultados o no. Además, son instrumentos esenciales de la política. Partiendo de esta base este era un camino que había que transitar. O que la política debía transitar como se han transitado otros caminos. De alguna manera, creo que los políticos venezolanos habrán ganado, habrán ganado grandeza, habrán ganado el esfuerzo unitario de ir juntos a una negociación, en la búsqueda de garantías electorales. Yo creo que es ganancia desde el punto de vista de lo que es la ciencia política.

A la distancia, uno podría decir que es un procedo didáctico, educativo, pero eso no resuelve el problema de Venezuela. La pregunta es si hay una estrategia eficaz que tenga resultados. Si el diálogo no ofrece garantías, no vamos a ninguna parte.

Quizás te sonó didáctico, pero esa es mi posición con respecto al diálogo y la negociación. En Venezuela vivimos un momento de gran complejidad política, económica y social. Es claro el colapso económico y creo que no tiene antecedentes en nuestra historia. La crisis es tal que podría llevar a un colapso social aún mayor. En distintas oportunidades, yo misma me he preguntado cuál es la solución, ¿Cómo se ayuda a la gente que está sufriendo? ¿Cómo se ayuda al que vemos todos los días huyendo del país?, y la respuesta que me he dado es esta: Si tenemos un problema de tal magnitud, en un país que convive con una mezcla de legalidad e ilegalidad, las soluciones nunca van a ser las clásicas. Ni los golpes de Estado, porque ya es otro tiempo histórico y las formas son diferentes, me refiero a las formas de hacer la guerra, por ejemplo, o de hacer los cambios políticos; ni tampoco será la vía tradicional de unas elecciones. Todo nos indica que la salida es negociada, a pesar de los detractores, sin razón o con razón, de la incertidumbre y la desconfianza, de las cuentas nuevas y viejas que se les están cobrando a los partidos políticos, es acumulativo, por los errores. Entonces, es natural que pensemos que la negociación no va a llegar a nada. Pero si uno piensa, hay una posibilidad pequeña de lograr unas elecciones transparentes, sin ceder en los principios, ¿por qué no intentarlo?

Ya se han sacrificado demasiados principios y, como acaba de decir, nos estamos moviendo entre la legalidad y la ilegalidad. Es muy difícil visualizar el resultado de este diálogo o la eficacia que pudiera tener.

Si este diálogo y este proceso de negociación no tienen resultados de ningún tipo, quiere decir que la conflictividad en el país, política, social y económica va a aumentar. Por lo tanto, cualquier situación inimaginable será posible. No estaremos en control de ninguna situación. Ninguno de los venezolanos, ninguno. Eso me lleva a pensar ¿Cómo terminará resolviéndose esto? ¿Por la vía militar? ¿El gendarme necesario? ¿El que nos trajo el 4 de febrero? ¿El que no pudo cambiar 40 años de democracia? ¿Será lo que tendremos en el futuro? Ahí es cuando me digo a mí misma tenemos que transitar los caminos democráticos, los ejercicios democráticos, e intentar que los políticos trabajen unidos, porque no es un problema exclusivo de los políticos, es un problema general de unidad del país.

Uno ve la militarización del gobierno y pareciera que sólo hace falta un acto solemne, no sé si en el Palacio de Miraflores o en la Comandancia General del Ejército y se oficialice lo que ya estamos viviendo: una dictadura militar por todo el cañón. Entonces, el futuro ya llegó. Es la falta de libertades, es la arbitrariedad, es esto que estamos viviendo.

Nuestra historia ha estado plagada de militarismo, de una seguidilla de golpes militares. No logramos, con la democracia, cambiar esa historia, no logramos modificarla. Muchos han justificado el 4-f basados en esa historia de caudillos. Otros, historiadores, politólogos, sociólogos, lo atribuyen al tema económico, que tiene sus raíces en la profunda crisis que estalló en el gobierno del ex presidente Luis Herrera, que se fue agudizando y terminó en el famoso Caracazo, en 1989. Yo soy de las que piensa que las causas del Caracazo están más vigentes que nunca, que la gente sigue en la calle pidiendo reivindicaciones que no hemos logrado entender. Más allá de hacia dónde vamos, lo que sí compartimos todos los venezolanos, no importa en qué trabajes o en qué te desempeñes, es la profunda incertidumbre del futuro. Eso se debe, más allá de lo que estamos viviendo, en que no hemos logrado construir una esperanza democratizadora; una ruta, un camino, hacia una democracia más fuerte. No la han logrado construir los políticos, pero tampoco los ciudadanos.

No hemos podido construir esa esperanza democratizadora, pero puntualicemos una cosa. ¿Usted cree que a este gobierno le interesa la democracia?

No. Creo que al gobierno actual le interesa el poder. Creo, además, que a todos los políticos, por esencia, les interesa el poder. Cuando escoges el camino de la política es porque tú, básicamente, aspiras a tener poder. Yo no estoy criticando a los políticos, entre otras cosas, porque nunca he vivido de la política como oficio, como trabajo. Me atrevo a opinar desde mi perspectiva de ciudadana, luego reflexiono: ¿Qué han hecho mal los políticos? ¿O qué han hecho los políticos para que estemos en esta situación? Pensemos, como una hipótesis, qué ha hecho el gobierno para mantenerse en el poder 19 años. La respuesta que yo misma me doy es: Un manejo del tema económico a través de PDVSA, luego un manejo de la política comunicacional extraordinario, luego el andamiaje militar y por último la geopolítica, primero con los cubanos y más recientemente con Rusia y China. Entonces, le geopolítica ha marcado la diferencia con procesos como los de Centroamérica. Aquí está jugando la geopolítica.

Sí, eso es innegable. Pero habría que decir, con relación al tema de la democracia, por ejemplo, que aquí hay una Constitución que, teóricamente, marca el camino que debería seguir un político para acceder al poder. Yo creo que ese camino está, digamos, como las calles de Caracas, ahuecadas, llenas de baches.

Yo he sido muy crítica dentro del grupo asesor, quizás la voz disidente, por muchas razones. Quizás porque no formo parte del grupo estratégico de la MUD, quizás porque no milito en ningún partido político. Es decir, soy totalmente libre para poder opinar. He dicho lo que creo que se debe decir en diferentes momentos, y sobre todo he dicho que la falla fundamental no es ni siquiera en lo que se hace sino en la estrategia comunicacional, transparente, oportuna y directa. Si a la gente se le dicen las cosas con total transparencia y en el momento adecuado, la gente las entiende. El problema es cuando no se dicen, entonces comienza la desconfianza, que se convierte en una bola de nieve.

Una de las cosas que hay que discutir, no sé si en esa mesa de negociación o en la sociedad venezolana, es que una de las cosas que hay que rescatar es la constitucionalidad. Sin constitucionalidad no hay democracia, no hay diálogo.

Absolutamente, la Constitución debe ser la bandera de todo lo que se haga. Los partidos políticos tienen que rescatar muchas cosas, no solamente el tema de la constitucionalidad como elemento básico de la democracia, también la convivencia, también la unidad real como principio. Los momentos en que Venezuela ha tenido fuertes crisis políticas, que las ha habido, los venezolanos hemos sabido encontrar los caminos de la paz y casi siempre esos caminos han ido de la mano de una verdadera unidad. En 1958 se fue construyendo, ¿correcto? No se decreta, se construye la unidad, se construye la paz y un camino democrático. Aquí hay que intentar hacer lo mismo, pero no se le puede dejar solo a los partidos. Si les vamos a dejar a los partidos todas las decisiones importantes del país, entonces estamos mal como sociedad.

Si el tema es buscar una salida electoral, tal vez lo que haya que pedirle al gobierno es que cumpla con lo que establece la Constitución.

A todo gobierno hay que pedirle permanentemente que cumpla con la Constitución. Por eso dije al principio que aquí tenemos una mezcla de legalidad e ilegalidad y cuando eso es lo que tienes, tú te puedes cansar de pedir ciertas cosas. Te puedes cansar como ciudadano, incluso como partido político. No necesariamente te las van a dar. Ahí es cuando tienes que buscar una salida no clásica al conflicto, le guste o no a la gente, y esa salida es negociada. Si no se permite ese acuerdo, lo que le viene a Venezuela es algo mucho peor: Un conflicto que irá escalando en lo económico, en lo político y en lo social. Antes o después va a haber negociación, yo preferiría que fuera ahora.

El panorama que acaba de describir está a la vuelta de la esquina. ¿Usted cree que en República Dominicana habrá algún resultado?

No, pienso que no. Pienso que era un camino que había que intentar como se intentó en 2002 o como cuando el Vaticano intervino y quiso propiciar un diálogo transparente entre los diversos actores de la sociedad. Es muy difícil que se lleguen a acuerdos que nos ayuden a resolver el conflicto, especialmente el conflicto social y económico. No creo que se den los resultados que necesita la sociedad venezolana.

¿Los partidos políticos que están negociando con el gobierno comparten su opinión?

Creo que algunos creen que el diálogo puede contribuir a resolver el conflicto político y transitar hacia unas elecciones y abrir un camino que puede ayudar a resolver otros conflictos de la sociedad. Sí, hay unos que lo creen genuinamente. Los negociadores representan diferentes estilos, diferentes criterios y diferentes modos de hacer la política. Pero créeme que en el gobierno hay más fracturas que en la oposición.

¿Este no sería el momento para que el gobierno haga una concesión que permita pensar que las negociaciones van en serio?

Hasta este momento en el gobierno no había dado ninguna señal de querer negociar seriamente. Si el gobierno diera esa señal, eso indicaría que vamos en un camino hacia una transición, entendiendo la transición como una vía democrática que nos llevaría a unas elecciones que, a su vez, nos llevaría a otro tipo de negociación, de pacto, para el día después. Así es la política, así pasó en Chile, en Argentina y en Centroamérica. Así ha pasado en todas partes. Cuando tú tienes señales, eso te indica que se abrió la transición.

¿Usted no ha visto ese elemento sobre la mesa?

Yo no he estado en las negociaciones internas.

¿Qué probabilidades ve usted de que esas señales aparezcan?

En este momento muy pocas. Ya debieron haber aparecido, por la magnitud del conflicto. No sólo político, sino social y económico.

La señal ya la dio la Asamblea Nacional Constituyente al llamar a elecciones, sin tomar en cuenta a los otros actores de la mesa de diálogo. Ya el gobierno hizo su jugada, a través de esa instancia que ha demostrado su naturaleza monárquica e imperial. ¿No le toca a la oposición pronunciarse? ¿Si se levanta o no de la mesa?

Si no se produce el tránsito hacia una solución democrática, yo creo que los partidos, de forma unitaria, deberían tomar la decisión. Es decir, tú tienes que exigir garantías, tú tienes que exigir unas cosas. También estoy clara que en toda negociación, siempre las dos partes tienen que ceder en algo. Siempre, sino no hay diálogo y mucho menos negociación. Lo que yo he sentido es que en diciembre estábamos en un punto, parece que avanzamos tres pasos y retrocedimos cinco. ¿Por qué? Porque cuando tienes que partir de la legalización de los partidos y luego discutir la fecha electoral, pues los pasos que habías avanzado en diciembre los retrocedes. Ahora tienes otros elementos que negociar. No se trata de patear la mesa, porque la negociación es un instrumento de la política, pero tienes que estar muy claro en qué cedes y hasta dónde cedes.

En el terreno comunicacional, el vocero del gobierno es Jorge Rodríguez. ¿Quién es el vocero de la oposición? Si no hay vocero, no hay mensaje y esa falla de origen, dentro de la oposición, se está reflejando en el manejo comunicacional de la crisis. El señor Rodríguez dijo, entre otras cosas, que la oposición había aceptado ir a elecciones en el primer semestre de este año. Es decir, no hubo sorpresas.

Desde el primer momento yo he dicho, y lo saben todos mis compañeros, que había que cambiar las estrategias comunicacionales en general, que había que tener una vocería diversificada, con roles específicos, y que había que ser transparentes con la gente. También insistí que estamos en un momento en que la comunicación es de crisis y en crisis y, por tanto, la vocería tenía que ser tan emocional y cercana como la crisis misma. Que no es época de comunicados, que es época de ver los rostros y escuchar las voces de los líderes políticos. Que si bien eso no soluciona el conflicto, por lo menos genera cercanía y confianza con la gente, y que eso se tiene que hacer en momentos específicos, que los tiempos y los momentos son sumamente importantes. Esa ha sido una insistencia que yo he tenido permanentemente. Y creo que he sido muy fastidiosa.

Pero no le han hecho caso.

Pareciera que no. Pero desde mi experticia en comunicación, he insistido y de manera reiterada en qué es lo que se tiene que hacer. Siento que la presión es tan grande, que están absortos en la negociación y en la presión que tienen, y que al no ver diseñado políticas de comunicación de crisis previamente, los pone en una situación de debilidad frente a su audiencia. Obviamente, el señor Rodríguez tiene una habilidad comunicacional propia y eso es una ventaja para el gobierno. Por algo es actualmente ministro de Comunicaciones.

Si en el marco general de las negociaciones es improbable que se den resultados y en el marco particular, en las comunicaciones, no le han hecho caso, ¿Por qué sigue en la comisión asesora de la MUD? ¿Para qué arriesga su prestigio? ¿Lo ha pensado?

Les he dicho a algunos integrantes de la comisión asesora, que mi aporte a ese mecanismo ya lo había hecho, lo tomaran en cuenta o no o les sirviera para procesos posteriores. Lo que he tenido como norma y conducta de vida; primero, no hago escándalos; segundo, si comparto con un grupo equis tiempo, tampoco me convierto en detractora; tercero, no se sacan los trapos a relucir, eso no es correcto. Uno lo que hace, si cree que ya no es útil en una instancia de trabajo y de aporte a su país, es replegarse y deja paso a otras personas. Pero siempre tuve claro que podía ser una voz disidente, por mi naturaleza, por mi experticia de trabajo y de vida. Nunca he militado en un partido político, entonces tiendo a decir las cosas que hay que decir. No siempre de la mejor manera, porque tengo un carácter fuerte. Lo que sí soy es respetuosa de los otros y de los procesos.

Y también tiene habilidad política, porque acaba de decir que sí, pero también dejó un margen para que uno piense que no.

Mi respuesta ya te la di. La reputación, que es la otra parte de tu pregunta, no me preocupa. Yo fui a conciencia de lo que estaba haciendo, a conciencia de lo que yo represento, probablemente del grupo asesor, la única que ha llevado una institución por 19 años (Vale TV), soy yo. Pero además, de alguna manera, sin tener hábito o sotana, represento a la Iglesia. Por mi cercanía y porque sí, yo fui a conciencia de lo que estaba haciendo. Y me pregunté también, porque soy muy autocrítica conmigo misma. ¿Vale la pena el costo reputacional? Y me respondí: Si no vamos a tener país, ¿Qué importa la reputación?

No quisiera ignorar la mención que hizo al tema geopolítico. ¿Usted cree que el futuro del petróleo y de los hipotéticos recursos que tiene el país se está decidiendo en Venezuela?

Dados los avances tecnológicos, Venezuela tiene un lapso de 20 años para seguir apalancándose en el petróleo, mientras hace un cambio en el modelo productivo. Es hacia donde debería ir cualquier gobierno con tres dedos de frente. Crear un modelo de desarrollo que te permita transitar a otro modelo de país y de sociedad, con mayores equilibrios sociales. Venezuela tiene más del 30% de su territorio sobre yacimientos de cualquier tipo de materiales y de minerales preciosos, radiactivos y no radiactivos, todo el estado Bolívar y todo el estado Amazonas. Eso es una riqueza enorme, mucho más significativa de lo que representó el petróleo durante el siglo pasado, con todas sus consecuencias en el desarrollo del país. En este momento, esos minerales, que están ubicados en esos estados, donde además hay otro elemento fundamental, que son las aguas de grandes purezas, significarían que Venezuela pudiera apalancarse para su desarrollo en los próximos 100 ó 200 años. Eso me hace pensar a mí que si Cuba fue una carga para el mundo siempre, Venezuela es una inversión. La geopolítica juega un papel fundamental, lo ha jugado siempre.


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