Marco Negrón retratado por Alfredo Lasry | RMTF
Destacadas
Te puede interesar
Los más leídos
A propósito de la ruta por los siete templos paganos, los bares y comederos de la ciudad que se niegan a morir, hice un recorrido por el oeste de Caracas, en compañía de una arquitecta amiga. El deterioro es marca distintiva de urbanizaciones como Catia, San Agustín del Sur y Santa Rosalía. Fachadas desconchadas, basura por doquier y una pátina grisácea, también grasosa, que le imprimen un fondo lúgubre a la que en otros tiempos fue la ciudad más pujante de América Latina.
Publicamos algunas fotos en Facebook y un amigo comentó que idealizamos “la habanización de Caracas”. Días antes, durante nuestro recorrido, mi amiga arquitecta dijo que todas las ciudades de América Latina terminarán, tarde o temprano, como gigantescos barrios. ¿Desde cuándo no se hace un plan de renovación urbana en Caracas? Sobre estos temas habla Marco Negrón*. Y más que las fachadas, el aspecto físico de los edificios, lo que preocupa son las entrañas de la ciudad.
¿Qué significa el deterioro de la ciudad?
Hay varios deterioros. Uno está a la vista, el aspecto externo de las edificaciones; hay otro, que pudiéramos llamar los intestinos de la ciudad, su anatomía interna, que son los servicios: agua, electricidad, comunicaciones, todos en crisis. No hay una sola urbanización de Caracas que esté exenta de fallas, en alguno o en dos de ellos de forma simultánea e intermitente. Son las quejas que uno lee en los chats de las urbanizaciones. Eso es lo más grave de Caracas: el mantenimiento, en cuyas operaciones hemos visto sucesos muy preocupantes, como la muerte de un trabajador que murió ahogado, otro se salvó de milagro, cuando una cuadrilla de Hidrocapital reparaba una tubería matriz y soltaron el agua, sin antes advertir que esos trabajadores estaban dentro de la tubería. No solamente la vieja infraestructura, en parte, se ha perdido y en parte está obsoleta, sino que no estamos preparados para los cambios que viene en el futuro inmediato. Se habla de que, en no muchos años, pueda haber taxis aéreos en algunas ciudades, los vehículos eléctricos ya están circulando en varios países, los drones que serán fundamentales para el despacho de mercancías o documentos, por ejemplo. Eso requiere infraestructuras particulares y no hay ninguna previsión.
En Venezuela hay ciudades que han perdido a muchos de sus habitantes, hay ciudades fantasmas. Sobre este fenómeno, tampoco sabemos absolutamente nada.
Del país han emigrado entre seis y siete millones de venezolanos. No sabemos de qué ciudades o de qué regiones de Venezuela. A ciencia cierta, no sabemos cuál es la población de Caracas. No tenemos esa información por ciudades y mucho menos por sectores de cada una de ellas. Hace años que no voy a Maracaibo o a San Cristóbal, pero me dicen que hay un deterioro muy marcado, en ciudades que son muy importantes. Cuando había información disponible, se sabía que el 45 por ciento de la población de Caracas vivía en barrios. ¿Han seguido creciendo? ¿Cuál es la población de los barrios? Ahí sí hay una crisis de infraestructura brutal, tampoco tenemos idea de cómo se encuentra esa infraestructura. El agua no llega a ninguna parte. Un deterioro que se extiende a lo que podríamos llamar zonas populares: Catia, Los Rosales, Bello Monte, Artigas, San José, en fin… Yo viví de niño en Los Rosales en los años 40, entro ahí y me pierdo, porque el deterioro la hace irreconocible. No es, ni podríamos llamarlo, parte de un proceso natural de la ciudad. La culpa es de las autoridades.
Pero las autoridades se jactan de la recuperación del caso histórico de Caracas. ¿Qué puede decir de las intervenciones que se han hecho en la ciudad?
Lo que hemos visto en Las Mercedes. Claramente, para alguien que tuviera un poquito de olfato, se olía lo que hay ahí: Lavado de dinero. No todo, porque empresas que no pudieron repatriar ganancias invirtieron en cemento. De hecho, un directivo de la constructora está preso. Además de dos directores de la alcaldía de Baruta. Te encuentras con esas cosas absurdas. Una ciudad en deterioro y otra renovada con gran lujo. Pero sin planes. Los servicios no se calcularon para esas densidades. El más evidente: la vialidad, que sigue siendo la misma. Si algún día el país se recuperara y esos edificios se llenan, la vialidad colapsa en Las Mercedes y eso se les dijo desde el inicio. Se hizo la advertencia. Pero no hay quien se preocupe por la ciudad. Y aquí hay una cosa que me toca directamente, la eliminación del gobierno metropolitano. El deseo de tener un gobierno de la capital y no cinco gobiernitos municipales es una vieja ambición caraqueña. La Constitución del 99, la de Chávez, ordena la creación del gobierno metropolitano, funcionó mientras ganaron elecciones, cuando lo perdieron cortaron el presupuesto y metieron preso al alcalde. No se sabe dónde están los bienes de la Alcaldía Mayor y los planes que había entregado. No hay quien gobierne la ciudad.
Cada quien hace y deshace a su real saber y entender, ¿No?
Caracas tuvo buenos gobiernos municipales. Leopoldo López en Chacao, la misma Irene Sáez. No fueron grandes intervenciones urbanísticas, pero se recuperaron espacios públicos. Uno de ellos las aceras. La misma gestión de Henrique Capriles en Baruta. Cuando no tienes grandes recursos te toca una gestión más modesta. Se creó TransChacao, que no es otra cosa que organizar el trasporte público con calidad y precisión. Eso ya desapareció. Cosas pequeñas que se habían logrado, han venido desapareciendo.
Vivimos en un caos absoluto.
Por donde te metas y quienes más lo sufren son las zonas populares, las que ya mencionamos. No tanto los barrios, que aprendieron a sobrevivir por sí solos, tanto que construyeron media Caracas y lo hicieron a pulmón. Es un esfuerzo notable de la gente por llegar a las ciudades, pero ese es otro tema. No conozco en la historia, ciudades que se hayan muerto, sin que se haya extinguido una civilización. Los mayas, por ejemplo, tuvieron ciudades magníficas, pero se murió la civilización. En las ciudades puede haber procesos de renovación. Un ejemplo, inconcluso, es la zona rental de la Universidad Central de Venezuela.
A simple vista, lo que uno ve en Plaza Venezuela es un edificio en forma circular. ¿No es esa la sede de un organismo policial?
Lo que se ve no es siempre lo que es. A mí me tocó, a finales de los años 90, y lo digo sin ningún complejo, recuperar la zona rental. Ese es el espacio urbano más importante que tiene Caracas. El potencial de desarrollo es altísimo y el beneficio para la UCV y para Caracas también es altísimo. Ese espacio era una especie de cuarto de los corotos, donde había cosas que nadie sabía qué hacer con ellas. Hubo que limpiar todo eso. Incluso con procesos judiciales que llegaron al Tribunal Supremo de Justicia. Diseñamos un proyecto que le iba a cambiar la cara a la ciudad. Los terrenos de la Fundación son diez hectáreas. Toda la franja de terreno que va desde la avenida Las Acacias a Plaza Venezuela -dirección este oeste- y lo que era la Gran Avenida y la Autopista Francisco Fajardo -dirección norte sur-, es de la Fundación. Allí había tres grandes desarrollos, uno en construcción y dos aún en proyectos. Todo eso se cayó. La avenida Casanova, Bello Monte norte, la avenida Solano López. Todo eso se hubiera revitalizado.
¿En qué consistía ese proyecto? ¿Qué desarrollos contemplaba?
Los terrenos eran asignados previa licitación. Se hizo así por tres razones. Uno, transparencia; dos, maximizar los beneficios. Es decir, crear las condiciones para que entraran en competencia distintos inversionistas. Tres. Que los proyectos se desarrollaran a partir de concursos privados de arquitectura. No asignados a dedo. Aquí tuvimos una suerte enorme. La Ciudad Universitaria se la asignaron a dedo a Villanueva y él hizo la maravilla que hizo. Pero eso es un milagro y los milagros no se repiten. Cuando se terminó la primera parte del edificio del hipermercado que ganó la licitación, que era la mitad del proyecto del Centro Comercial, Chávez se cogió eso. Quiso expropiarlo, pero ahí estaban metidos los colombianos y sobre todo los franceses. Entonces, compró el contrato que tenía Cativen. No el terreno, tampoco el edificio, que pertenecen a la Fundación Andrés Bello. A los seis años, Maduro anunció que eso se lo había comido la corrupción. Le entrega el edificio a la empresa de Alex Saab. Además del edificio de Cativen, se sacaron otros dos proyectos diseñados por Francisco Pimentel (Premio Nacional de Arquitectura), uno para un hotel de cinco estrellas y otro para un hotel de cuatro estrellas. Otro proyecto, bastante avanzado, contemplaba la construcción de un intercambiador modal privado, diseñado para conectar líneas de transporte con el metro de Caracas. En lo que Chávez compró el proyecto de Cativen, los inversionistas se retiraron.
Insisto, ¿No es la sede de un organismo policial?
Ese es otro tema. Habíamos intentado que PDVSA se fuera a la zona rental. Incluso, hubo conversaciones, pero los terrenos de la zona rental no pueden enajenarse. Los estatutos de la Fundación establecen que los terrenos se pueden ceder de cualquier forma, menos renunciar a ellos. PDVSA, se entiende, quería tener su nueva sede en unos terrenos propios. Posteriormente, después de mi gestión, se abrió una oportunidad con el Metro de Caracas. La estación Plaza Venezuela es el principal nódulo del metro. Son dos líneas y un tramo de una tercera inconcluso (la que va a Bello Monte). Se llegó a un acuerdo para que funcionaran allí las oficinas del Metro. Pero antes había que expropiar un terreno por razones de utilidad pública. El Estado expropió, pagó lo que se determinó que valía el terreno. Se hizo un concurso interno de arquitectura en el Metro para diseñar el edificio y cuando Chávez lo vio: Sebin. Pero ese edificio no fue proyectado para el Sebin sino para el Metro de Caracas, pero Chávez se lo cogió completo, porque ya el gobierno había pagado el terreno. Aunque ellos siguen ocupando espacios de la zona rental de forma abusiva para estacionar carros.
El gran despelote, donde lo cuentes es el caos.
Lo más grave, quizás, es que desde 2018, el Banco Central de Venezuela no publica las cifras sobre el comportamiento económico. El contrato, como todos los que se hicieron, aunque el de Cativen fue el único que se ejecutó, establecía que la renta que se pagaba a la Fundación por el uso del terreno, se ajustaba anualmente al índice inflacionario. Los señores del gobierno decidieron que, al no conocerse este indicador, ellos no podían saber cuánto debían pagar. Desde ese año no pagan. Esa renta iba al financiamiento de los programas de investigación de la UCV, dejó de percibirse.
Desde hace mucho tiempo, no vemos un esfuerzo de renovación urbana. El caso típico, único y reiterado como ejemplo, es lo que Villanueva hizo en la urbanización El Silencio. De eso ya casi un siglo.
Hay esfuerzos de renovación malos: Las Mercedes es uno de ellos, aparte de otras cosas. Una urbanización que, en su origen, era de viviendas unifamiliares, que después tuvo un crecimiento espontáneo, más o menos desordenado, en la que se hace un esfuerzo de renovación sin planes. Es decir, yo compro una parcela, me cambian la zonificación de manera puntual y ahí construyo una megatorre. Además, les abrieron la puerta a los especuladores. En Chuao, bajo la gestión de Henrique Capriles, se intentó un plan de renovación. A muchas de las quintas se les dio un uso más propio de un galpón o un depósito. ¿Pero quienes fueron los primeros que se opusieron? Los vecinos. No fueron capaces de parar Las Mercedes, pero sí pararon el plan que había en Chuao. William Niño decía, públicamente, que los vecinos de Chuao eran muy brutos.
¿Qué dice la experiencia de Las Mercedes? ¿Qué lo mejor es no consultar, no planificar? ¿Qué le dice eso como planificador, como arquitecto?
Yo creo que los planificadores urbanos hemos hecho un muy mal trabajo de relaciones públicas. Se invita a activistas políticos, a distinguidos profesionales de la arquitectura, a vecinos muy activos en sus urbanizaciones, para que debatan sobre la ciudad en los medios de comunicación, pero no se invitan a especialistas, a planificadores. Para hablar de los tipos de cáncer invitan a oncólogos especialistas, no a un mecánico. Hay otro tema, te acordarás que Chávez decía que él no creía en expertos. Ahí puso a una serie de improvisados y encima ladrones. Si no crees en especialistas, es como pensar que tú puedes pintar como Picasso, sin haber aprendido los cánones más rigurosos del dibujo y la pintura.
Es la tentación de dejarlo todo a la imaginación. Diría que la imaginación se lleva bien con la literatura.
Sí, pero primero tienes que saber escribir bien. Recuerdo que cuando empecé a estudiar arquitectura, una de las materias consistía en inventarse un proyecto, sin importar el costo de los materiales o el costo del terreno. No, pon a volar tu imaginación, pero la imaginación vuela, justamente, cuando tienes restricciones.
¿Cómo podríamos rescatar el proyecto de la zona rental?
Cambiando de gobierno.
***
*Arquitecto graduado en la UCV. Estudios de Postgrado en Planificación del Desarrollo Regional (Cendes-UCV). Doctor en Urbanismo. (UCV). Profesor invitado en universidades de España, Italia y Colombia. Articulista de prensa y autor del libro Controversias sobre la Ciudad (Fundación para la Cultura Urbana)
Hugo Prieto
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR
Suscríbete al boletín
No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo