Entrevista

Manuel Figuera Esparza: El plan de vacunación debe incluir cuáles vacunas conseguiremos y cómo vamos a vacunar

El médico infectólogo Manuel Figuera retratado por Evelyn Crende | RMTF

25/03/2021

Al iniciar la entrevista, el médico infectólogo Manuel Figuera, vicepresidente de la Sociedad Venezolana de Infectología y superintendente de Salud Baruta, comentó que la clínica donde trabaja ya no tenía más cupos para admitir nuevos pacientes en emergencia. Era la mañana del 9 de marzo de 2021. Esta misma situación la advertían en otras clínicas y hospitales públicos de la ciudad, mientras que las cifras oficiales mostraban varias semanas de reportes estables alrededor de 400 casos diarios. En las últimas tres semanas, sin embargo, los reportes oficiales muestran un aumento de casos diarios.

Esa situación es reflejo de uno de los principales problemas que observa Figuera todavía un año después en el manejo de la epidemia en Venezuela: la falta de información y de educación a la población. Las fallas de diagnóstico impiden seguir el desenvolvimiento real de la epidemia y la cantidad de casos aproximada. Esto afecta la capacidad de responder de manera adecuada y disminuye la percepción de riesgo de la población.  

Ahora que inició la vacunación sin un plan formal, se confirmó la detección de casos de la variante P.1 del coronavirus surgida en Brasil y el país atraviesa una segunda ola de casos que se ha extendido por varias semanas, Figuera advierte que es el momento en que más hace falta el acceso a la información.

Estamos vacunando y no está publicado el plan de vacunación de Venezuela. No están publicados los lineamientos técnicos. Los que estamos vacunados nos enteramos que nos tocaba vacunarnos 12 horas antes. Hay hospitales importantes, como el Hospital Militar, donde todavía no han vacunado. Como superintendente de Salud Baruta no sé cuándo van a vacunar a nuestros médicos en primera línea”, advierte.

Si se quiere vacunar al 70% de la población para alcanzar la inmunidad de rebaño, Venezuela deberá hacer un esfuerzo logístico que requiere la participación de todos y el acceso a la información para la población.  

Desde la Sociedad Venezolana de Infectología, ¿cómo ven la situación actual de la epidemia de covid-19 en Venezuela?

El estatus de la epidemia no es ampliamente conocido porque lamentablemente hay limitaciones en el aspecto de diagnóstico. A pesar de que se ha dicho que hay distintos laboratorios con capacidad para hacer las pruebas PCR-RT, la realidad es otra. En la región capital no están haciendo en el sector público la cantidad de exámenes que deberían estar haciendo, y a muchos pacientes, incluso hospitalizados, no se les ha hecho la prueba por parte del Estado. Eso es una limitante porque definitivamente los reportes oficiales no reflejan lo que está ocurriendo actualmente.

Están saturados muchos sitios públicos y privados, simplemente no tienen cupo. Estamos viendo una circunstancia semejante a lo que sucedió en el pico de agosto-septiembre de 2020. Con la diferencia de que cuando hubo ese pico, sí había una correlación en cuando a los casos oficialmente reportados. Mientras que ahorita no hay una correlación en ese sentido.

Simplemente entendemos que en la medida de que no se hagan las pruebas a las personas hospitalizadas, las pruebas a las personas que fallecen con cuadro respiratorio, se da una impresión de que el problema no es tan importante. Eso es negativo porque las personas no ven en la data oficial lo que está sucediendo en la realidad: hay mucha gente enferma, en su casa y en los centros de salud. Se está hablando hasta de una variante nueva y si alguien sigue las cifras oficiales podría pensar «la cosa no está tan mal».

¿La detección en el país de casos de la variante P.1 surgida en Brasil debería ser un motivo de preocupación en este momento?

Los virus no tienen la capacidad de movilizarse. Los virus llegan a las personas por las personas mismas. Se supone que los coronavirus estaban en la naturaleza y brincaron a los humanos, probablemente por alguna práctica humana inadecuada, ya sea por el contacto o el consumo de cierto tipo de animales.

La variante P.1 identificada en Manaos tiene elementos preocupantes: es más contagiosa y puede producir contagio en personas que se infectaron en el pasado por variantes anteriores. Se ha calculado en un estudio que hay entre 25 y 61% de mayor posibilidad de reinfección.

¿Esta variante es más letal? No. Pero si tienes muchos más casos y se colapsan los centros de salud, las personas no tienen atención adecuada y eso genera más muertes. Es lo que hablamos desde un principio de la pandemia sobre aplanar la curva, de que los casos no sobrepasarán el límite de capacidad de los sistemas de salud.

Lo más importante que debemos saber de las variantes es que pueden ser más contagiosas, pero solo van a producir más contagios si nosotros les damos chance con nuestro comportamiento. Las mascarillas funcionan con cualquier tipo de variante. Si la gente usara la mascarilla, mantuviera el distanciamiento, evitara los espacios cerrados, y tomara conciencia que no es momento de reuniones y fiestas, estaría protegida.

Hemos tenido un esquema de flexibilización llamado 7+7, pero desde Navidad ha sido notoria la relajación de los controles iniciales. ¿Qué medidas se deberían implementar para evitar que se siga propagando la epidemia?

Desde que empezó la epidemia hay muchas cosas que no han cambiado. El deber ser es mejorar los sistemas de diagnóstico. El diagnóstico se hace para lograr un cerco y control epidemiológico. Es muy importante para identificar a los enfermos, ver quiénes de ellos requieren hospitalización y aislarlos para evitar que sigan contagiando a otras personas. Pero no es suficiente, tenemos que hacer trazado de contactos: identificar qué personas estuvieron con riesgo de contagiarse de esos pacientes, identificarlos, hacerles las pruebas y hacer cuarentena para las personas que fueron contactos y no están positivas.

Venezuela ha tenido una pésima estrategia de diagnóstico. Lo fundamentaron en pruebas rápidas de detección de anticuerpos que no sirven para diagnóstico, porque detectan los anticuerpos que aparecen entre una o tres semanas después de estar enfermo. Lo que se pedía científica y técnicamente era fortalecer los sistemas de diagnóstico moleculares a través de la PCR-RT. Hoy en día, Venezuela está muy débil en diagnóstico y lo evidenciamos en que tenemos un subregistro importante. Si no se diagnostica, no estamos haciendo el trabajo más importante. 

Inicialmente buscaron equilibrar la falta de diagnóstico metiendo a todo el mundo en hoteles, lo cual fue una estrategia quizás excesiva porque no siguieron lineamientos científicos. Entonces el leit motiv de toda esta circunstancia es la falta de abordaje de la epidemia con fundamento científico. La apertura al privado ha sido limitada, en el aeropuerto o algún laboratorio y sus resultados positivos no se sabe si entran en la estadística nacional. 

Con esa falla, lo demás no va a funcionar bien porque no tenemos una perspectiva real de lo que está pasando y da la impresión que el problema no es tan importante.

Tenemos más de un año de epidemia y es irracional que cuando la Academia Nacional de Medicina ha dado argumentos para advertir que la epidemia puede incrementarse, en vez de tomar sus ideas o razonar los factores científicos de la Academia o las sociedades científicas como la Sociedad Venezolana de Infectología o de Pediatría, simplemente incrementa el temor de que vamos a ser amedrentados por querer orientar en el aspecto científico. Eso es lamentable. 

No se ha hecho lo adecuado desde el abordaje diagnóstico. No hay ninguna campaña de información y educación a la población. No se ha involucrado a los factores expertos en el área científica, llámese Academia Nacional de Medicina, sociedades científicas, no se han involucrado a ONG y empresas para tener un abordaje multidisciplinario con respecto a lo que implica la epidemia en Venezuela. El manejo ha sido sesgado, unilateral, con fallas en la información, con secretismo y sin la apertura suficiente. 

¿Cómo debería estructurarse un plan de vacunación formal?

Un plan implica planificación. Ante todo hay que evitar la improvisación, tener transparencia y apertura desde el punto de vista informativo. Saber muy bien qué se va a hacer y, a través de fuentes científicas, orientar a la población sobre qué, cómo y cuándo se van a hacer las cosas. 

En Argentina empezaron a vacunar en enero, pero ya en diciembre el plan de vacunación estaba abierto en redes y de acceso para cualquier persona. No solo cómo iba a hacerse la vacunación, cómo iban a ser los segmentos de personas prioritarias a vacunarse, sino qué tipos de vacunas iban a llegar, cómo iban a ser los lineamientos técnicos en cuanto a la vacunación, cómo iba a ser la capacitación al personal de vacunación. Si ves esos documentos similares en Colombia, se incluía cómo iban a ser distribuidas en físico las distintas instancias, los distintos pasos de registro y vacunación en distintos sitios, cuánto tiempo tenías que esperar, cómo se iba a registrar la aparición de efectos adversos de modo de hacer un registro activo. Todos esos lineamientos estaban ya expresados en documentos abiertos al público semanas antes de empezar la vacunación. Eso es planificación y gerencia en salud.

Tienes que saber muy bien qué vas a hacer para determinar qué recursos tienes. Pero para hacer eso también tienes que tener diagnóstico: saber dónde estamos parados, con cuántos centros de vacunación contamos, cuántos tienen equipos de refrigeración, cuántos tienen electricidad, cuántos no tienen, cuántos requieren de plantas. Todo ese elemento previo hay que hacerlo. No es adecuado que se improvise en una circunstancia tan delicada y no es adecuado que los lineamientos se establezcan por mensajes en televisión o por Twitter, que uno sepa a quién van a vacunar de ese modo nada más. 

El virólogo José Esparza comentó recientemente a Prodavinci que Venezuela debería vacunar al menos a 15 millones de adultos mayores de 18 años, ¿cuáles son los principales retos que implica una campaña de vacunación de este tipo?

La diferencia que ha tenido Venezuela con otros países es la falta de apertura en los lineamientos del plan de vacunación, si es que existe. Si existe, definitivamente debería estar publicado. Esa falta de apertura genera mucha incertidumbre. Por eso en distintos hospitales protestaron hasta estudiantes que están en rotación en áreas médicas, porque no saben cuándo van a ser vacunados.

Si quieres hacer una adecuada planificación, tienes que involucrar a factores científicos en el área de vacunología, epidemiología, infectología, pediatría, geriatría. En distintas áreas que colaboren en el sentido médico, pero también necesitas gente que colabore en planificación, transporte, distribución, refrigeración, cadena de frío, en logística informativa de cómo se va a registrar, del área digital y recolección de datos. Esto es una labor titánica, que no tenía precedente, y que no se puede hacer bajo las mismas estructuras que hoy en día no han funcionado. 

Venezuela es el país donde apareció difteria después de 24 años porque no se estaba vacunando adecuadamente, porque no teníamos cobertura suficiente de vacunación. Fuimos líderes en el 2017 en casos de sarampión en el continente, simplemente porque tampoco se estaba vacunando adecuadamente. Si tenemos un sistema de vacunación que no ha cumplido su trabajo previamente en años mejores, qué podemos esperar hoy en día si aspiramos a vacunar al 70% de la población, que es mucho más que vacunar a los 2 o 3 millones de niños que tienen vacunarse cada año. La tarea es muy complicada. No solo en la planificación tiene que haber qué vacunas vamos a conseguir, sino cómo vamos a vacunar. 

Todos en Venezuela estamos interesados en resolver esta pandemia. Creo que las sociedades científicas, la Academia Nacional de Medicina y distintas organizaciones no gubernamentales han demostrado que nuestro interés es la población. Lo más importante es establecer el diagnóstico real de lo que sucede en el país.

Suponiendo que se publique el plan de vacunación y una vez que tome fuerza el proceso, ¿qué información deberían reportar las autoridades sobre el avance de la vacunación?

Lo que debería hacer el Estado es publicar de una buena vez el plan de vacunación con lineamientos técnicos y el cronograma de vacunación con base en las diferentes vacunas. Establecer qué tipos de vacunas nos van a seguir llegando, qué mecanismos van a tomar para que nos lleguen otras vacunas. Eso debería ser publicado y debería ser comunicado a través de una rueda de prensa donde involucren a los medios nacionales. 

Las políticas de quienes están mandando son fundamentales para que las cosas se hagan bien. Desde el punto de vista científico uno puede hablar, dar recomendaciones, explicaciones, como lo hacía Anthony Fauci durante el gobierno de Donald Trump, pero mientras quienes toman las decisiones y ejercen el poder no busquen hacer lo adecuado ni hacer lo que recomiendan quienes más saben en cada área, las cosas no van a salir bien.

¿Cuál es la opinión de la Sociedad Venezolana de Infectología sobre las dos vacunas que han llegado hasta ahora a Venezuela, las vacunas Sputnik V y Sinopharm?

Los argumentos que uno puede tomar a favor o en contra de medicamentos o vacunas, desde el punto de vista de sociedad científica o personal como médico, son argumentos científicos. 

Cuando uno puede hablar a favor de una droga como el Remdesivir, es porque existen estudios científicamente bien llevados y adecuados que respaldan estos medicamentos, dicen cuál es su eficacia, sus efectos adversos, y uno sabe dónde está parado. Pero en contra está la ivermectina, hay estudios que muestran que no funciona, al igual que el dióxido de cloro o del carvativir. No hay elementos científicos que apoyen esos productos. 

El elemento científico es lo más importante para determinar si algo puede ser respaldado o no. Las vacunas han seguido todo un camino científico bien estipulado.

Las vacunas primero tuvieron estudios experimentales in vitro, en células, en animales. Si se veía que funcionaba, iban a los estudios de humanos en fases 1, 2 y 3. Para poder acelerar los procesos, solaparon de algún modo estudios fase 1 con 2, o buscaron hacer distintos estudios donde se evaluaron la eficacia y las vacunas. Los más importantes fueron los estudios de fase 3, los cuales involucran decenas de miles de personas, donde se hicieron comparativamente estudios versus placebo. 

Las vacunas que están en uso actualmente en el mundo han seguido esas fases de desarrollo. La vacuna Sputnik V lo que tenía de limitante antes de llegar a Venezuela es que no habían publicado sus resultados interinos de fase 3. Todavía ninguna de las vacunas en uso han publicado sus estudios fase 3, pero han publicado sus resultados interinos. De la vacuna Sinopharm todavía no han publicado los estudios de fase 3, pero tenemos los estudios anteriores de fase 1 y 2, que publicaron en The Lancet, y de algún modo también tenemos la experiencia de que es una vacuna que se está usando en Perú ampliamente, como la Sputnik V se está usando en Argentina y otros países.

El hecho de que en otros países ya se estén usando estas vacunas, que sabemos que han seguido los pasos científicos correspondientes, da mucha tranquilidad. Sobre todo da mayor tranquilidad cuando estos resultados los publican en revistas indexadas, revisadas por pares, y que permiten que uno igualmente pueda revisar los hallazgos y los resultados. También que agencias reguladoras de otros países autoricen estas vacunas genera mayor tranquilidad. 

Vacunar no necesariamente es suficiente, lo vemos en Brasil. Mientras tengamos una epidemia tan importante, hay que mantener las medidas de prevención. 

Para poder respaldar las vacunas, tiene que haber cumplido los pasos científicos establecidos y haber publicado sus resultados. No importa el origen de la vacuna, siempre y cuando hayan seguido esos pasos. 

¿Cuál debería ser el orden de prioridad de vacunación de la población?

En los distintos países el grupo prioritario principal han sido los trabajadores de salud, en especial los trabajadores de primera línea de atención de covid-19. ¿Por qué? En la actualización epidemiológica de la Organización Panamericana de la Salud, que hicieron a principios de febrero, ellos escriben que el 36% de los enfermos por covid-19 en el mundo han sido trabajadores de salud. Desde el punto de vista estratégico no puedes permitir que sigan muriendo más profesionales de salud, o se sigan enfermando, en una circunstancia en que necesitas mantener la atención a los pacientes. Si los médicos y las enfermeras se enferman o mueren, ¿quién va a atender a los pacientes?

No es por discriminar a los demás. Hay docentes que no tienen el mismo riesgo que una enfermera o un médico. El docente puede estar viendo a 20-30 estudiantes, pero el médico o enfermera está viendo a 20-30 o más enfermos con covid al día. El riesgo de exposición es mucho mayor porque el maestro ve siempre a los mismos niños, mientras que el médico o enfermera está viendo centenares de personas enfermas al mes. Es un hecho lógico, no solo numérico, que la mayoría de los enfermos con riesgo laboral son los trabajadores de salud. Por eso se están vacunando primero. 

¿Cuándo vacunamos al resto de la población? Cuando hayamos vacunado a todos los que están en primera línea atendiendo covid-19.  La protección del personal de salud tiene que ser a todo nivel. Por supuesto que varía, si estás en un triaje o en una emergencia general no requieres los mismos equipos de protección que si estás atendiendo en terapia intensiva. Pero todo el personal de salud debería ser protegido y debería ser vacunado. 

Después que se cumpliera eso es que pudiéramos empezar a vacunar al resto de la población. No hay suficientes vacunas para todos a la vez. Cien mil dosis de Sputnik V no es suficiente, 500 mil dosis de Sinopharm no es suficiente. Por eso hay que ser estratégico y lo más adecuado es proteger a quienes más están muriendo.

A un año de la pandemia, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrenta el mundo y Venezuela?

El principal desafío es la falsa sensación de seguridad. El que estén disminuyendo los casos en algunos países genera falsa sensación de seguridad. El subregistro genera falsa sensación de seguridad. El que haya una proliferación de información falsa que dice que la ivermectina, la azitromicina o que las vitaminas funcionan, genera una falsa sensación de seguridad de manera individual. 

El problema con la falsa sensación de seguridad es que crees que todo va bien, pero realmente no es así. Pasó en Venezuela que tuvimos noviembre, diciembre con pocos casos, poca ocupación de los centros de salud, eso dio tranquilidad para tener fiestas en diciembre, apertura en carnavales, y fíjate que estamos recogiendo las consecuencias. La única manera de contrarrestar la falsa sensación de seguridad es tener el diagnóstico de cómo está la situación en cada momento y escuchar a los expertos.

Hay que entender que estamos en un camino muy frágil y que es un camino que nos involucra a todos. No solo como nación, de manera global. Para controlar la epidemia tiene que haber una acción global. No es solo vacunar a los países poderosos, sino al resto del mundo y tomar las acciones que corresponden si queremos controlar realmente esta epidemia. 

En el pasado se han logrado controlar epidemias y se han erradicado enfermedades como la viruela gracias a la vacunación y a la prevención. Si no asumimos la responsabilidad de la prevención, va a ser más complicado controlar este problema.


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