Luisa Mariana Pulido de Sucre por Karina Aguirrezabal | RMTF
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Después de la entrevista que le hice al doctor Pablo Pulido me quedó la inquietud de indagar en el devenir de la Fundación Mendoza, creada en 1951. Ha transcurrido la mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI. No es poca cosa. Ha traspasado no una sino varias crisis (1960, devaluación del bolívar; 1973, desajuste provocado por el alza explosiva de los precios del petróleo; 1978; enfriamiento de la economía; 1983, devaluación del bolívar; 1998, cambio de modelo político y económico; 2004-2012, aumento explosivo de los precios del petróleo; 2013-2023, caída estrepitosa del Producto Interno Bruto, hiperinflación, devaluación continua, dolarización y estancamiento económico). Ni en una exhibición de piruetas aéreas veríamos tantas maniobras arriesgadas y tanta conmoción colectiva.
Después de hablar con Luisa Mariana Pulido de Sucre*, me llevé la impresión de que quizás hemos tocado fondo. Nos hemos encontrado con las manos vacías y con un frenazo tan prolongado y angustiante que podría ser récord Guinness. Venezuela, se ha dicho en otras oportunidades, se convirtió en un caso de estudio en aulas académicas de todo el mundo. Hay viejas y nuevas herramientas para sobrevivir en una economía que comienza a dar signos vitales. Más autónoma, menos dependiente. Más orientada a identificar y buscar oportunidades. Muchos serían los avances si regresamos a la idea de trabajar en conjunto, mucha la generación de riqueza y bienestar social.
A estas alturas, 1951 parece una fecha tan remota como inexpresiva. ¿Qué ha cambiado para la Fundación Mendoza? La reflexión de nuestra entrevistada, es la siguiente: “Hoy la innovación, en lo que he visto y estamos enfocados, no es tanto hacer cosas nuevas sino buscar otras maneras de entender los problemas, y entendernos nosotros para buscar soluciones”.
1987. Las grandes interrogantes existenciales de la sociedad venezolana -después del viernes negro (feb.1983)- seguían perturbando la vida nacional. Sin embargo, fue en ese momento en el que ustedes profundizaron su acción económica y social en el país. De alguna manera la cuestión era: ¿Cómo retomamos el camino? Y esa es la pregunta que hoy le hago.
Creo que esas dudas empezaron antes. Una organización como la nuestra nace en 1951 para enfrentar los problemas de los venezolanos, en ese momento, (educación, salud, formación para el trabajo). En 1987, en el contexto que planteas, nos propusimos hacer un análisis muy profundo de cuáles eran las necesidades que podíamos atender. Ver, en las comunidades, en la gente, la posibilidad de generar un ingreso y atender a la familia. No era una acción filantrópica, sino una estrategia para producir, para hacernos más fuertes, para hacernos más efectivos. Entonces: ¿Cuál es el programa para atender esa crisis fundamental del país? Quisimos ver lo que estaba pasando en América Latina, donde se vivían crisis económicas muy diferentes a la nuestra, pero donde las comunidades también debían ser atendidas. Establecimos alianzas, que nos sirvieran para buscar un programa sólido y adaptado a nuestras realidades.
Los asuntos económicos eran diferentes, pero los temas sociales tenían puntos en común: el desempleo, el deterioro de los sistemas educativos y de salud. ¿Qué referencias buscaron en América Latina?
Identificamos experiencias y aliados que hacían lo que nosotros queríamos hacer. ¿Quiénes están haciendo las cosas bien? ¿Cómo las podemos adaptar? Una referencia importante fue la Fundación Carvajal (en Colombia), que en ese año (1987) ya estaba trabajando con microempresarios y fomentando las capacidades para crear riqueza. Había otras organizaciones, en Perú y Ecuador, con programas interesantísimos como las cocinas populares. Entonces, lo primero era investigar, ver cómo funcionan las cosas y ver si se pueden adaptar al país. La idea no era traer esos programas llave en mano, sino entender las realidades y ver cómo funcionaban las cosas en el terreno. ¿Qué aspectos habían resultado y cuáles no? ¿Cuáles eran los contenidos que se iban a trabajar? De allí surge la inquietud: tenemos que apoyar a las comunidades. Pero sin educación no vamos a ninguna parte. Una persona, simplemente, no va a surgir con un financiamiento. Y tampoco va a surgir, simplemente, con educación. ¿Qué programas podemos aplicar que unan ambas cosas? Tiene que haber un componente de formación. De lo contrario, la persona no avanza, simplemente, se estanca en un círculo de pequeños financiamientos y actividades de subsistencia.
Hay dos cosas claras: financiamiento y educación, pero queda un tema pendiente. ¿Quién genera las oportunidades? Asdrúbal Baptista insistió, una y otra vez, en que esa era una función primordial del Estado. Generar oportunidades para que el riesgo de la inversión tenga sentido. Yo creo que Estado no ha tenido continuidad, perseverancia en sus políticas, tampoco ha tenido imaginación y audacia para crear oportunidades.
¿Oportunidades? Siempre hay. Pero tenemos que identificar aquellas que tengan el mayor potencial de ejecución. Sin duda, esa es una tarea del Estado. Pero es ahí donde los tres sectores (Estado, sociedad, sector privado), deberían trabajar en conjunto. Allí, donde eso ha sucedido, encontramos elevados índices de progreso y bienestar. ¿Es teoría? Sí, pero la podemos verificar en las naciones más exitosas. En los momentos en que esa alianza ha funcionado en Venezuela, es donde hemos visto mayor crecimiento económico y bienestar. ¿Qué fue lo que vimos? Una oportunidad para mejorar las condiciones de vida y las capacidades de nuestra gente. Aprovechar un mercado de micro mundos que han demostrado capacidad para adaptarse y seguir sobreviviendo. No es un secreto que el empleo en Venezuela es un problema estructural de múltiples causas, y son los pequeños negocios los que han ofrecido un paliativo. La idea es identificar esas competencias, esos oficios, para construir una capacidad económica que sea sostenible en el tiempo. ¿Cómo? Mediante la construcción de un plan de negocios. Allí radica la diferencia.
¿Profesionalizar esa actividad?
No necesariamente. Muchos de los que entraban al programa de microempresas no sabían leer o escribir del todo, pero sabían cuánto entraba en el bolsillo izquierdo y cuanto salía del bolsillo derecho. Entonces, teníamos que buscar facilitadores que les supieran hablar de una forma muy sencilla.
¿Cómo les dieron continuidad a esos programas?
Nosotros nos dividimos en los tres sectores: producción, servicios y comercio. En los tres había oportunidades. La participación de cada sector variaba -a veces era servicios, a veces comercio- de acuerdo a las necesidades y a la demanda del mercado. Lo importante era empezar a consolidar una unidad de negocios. Esa era la prioridad. No quedarte en sobrevivir sino poder avanzar. Generar capacidades para crecer un poco más. ¿Cómo puedes aumentar ingresos? ¿Cómo te diferencias de tus competidores? Entonces, es formar al emprendedor, al empresario, que es responsable de su trabajo, sin esperar a que alguien venga y te dé el dinero para hacer las cosas.
Identificar oportunidades requiere además de ciertas aptitudes y de saber lo que se hace. ¿Podría mencionar algunos ejemplos de negocios que empezaron desde cero y se convirtieron en casos exitosos?
Hay muchos ejemplos de crecimiento. Los ves en las comunidades, a pequeña escala. Un caso en Valencia de un emprendedor de franelas y camisas, que empezó haciendo tres o cuatro piezas. Actualmente produce franelas para diferentes empresas. Empezó con un préstamo de 60 dólares. Pasó un tiempo con nosotros, le dimos financiamiento para máquinas, para materias primas, para distintas actividades, y luego se convirtió en cliente de un banco. Subió a otra escala. Pero la formación, el hecho de pasar de la idea a la acción, ¿qué significado tiene para nosotros? Saber cuál es el mercado y planificar. Son cosas que tienes que armar. Ejemplos en alimentos hay muchos, en la Colonia Tovar, en el mismo mercado de Chacao, donde se creó la Escuela de Emprendedores con la Fundación Eugenio Mendoza dentro de ese espacio. O el caso, muy folclórico, de un emprendedor que te alquilaba una lavadora y la llevaba a tu casa en una carrucha para que pudieras lavar la ropa. Después formó una empresa familiar, compró tres camionetas pickups en las que llevaba las lavadoras. No es un negocio ordinario en ninguna parte del mundo, pero en la zona de Tucacas funcionó. Entonces, el elemento suerte también es muy importante. El hecho de estar en el lugar correcto a la hora precisa. O el caso del programa de enseñanza y aprendizaje de lectura (Leo, Juego y Aprendo), que lleva adelante la Universidad Metropolitana en 19 estados del país y en 312 escuelas híbridas. La herramienta de este programa es una aplicación que el Banco Mundial cedió gratuitamente a Venezuela, cuyas principales deficiencias son el ausentismo escolar y la escasez de maestros, debido a la migración. ¿Sabías que en el mundo hay más de 100 millones de niños por debajo de las habilidades mínimas de lectura? Detrás del éxito hay un trabajo, hay una constancia, hay una disciplina.
Perseverancia es lo que ha faltado. Si uno analiza las ponencias de los capitanes de empresa que participaron en el encuentro de Maracay, hace 60 años, sorprende el diagnóstico del país, el calado del compromiso y la disposición a generar riqueza y bienestar. Pero no hemos creado una marca país consistente.
Uno de los participantes de ese encuentro fue mi abuelo, Eugenio Mendoza. Él venía de abajo, pero sabía ver las oportunidades. Su principal habilidad era buscar gente capaz, con conocimientos, para que los proyectos funcionaran. ¿Hace falta construir infraestructuras y viviendas? Hay que meterse en cemento. ¿Hace falta alimentos? Hay que meterse en eso. Hace falta ayudar con el tema de la vivienda popular. Hay que crear un diseño a bajo costo y acceso al financiamiento. Hubo iniciativas que se ejecutaron en su momento. El Dividendo Voluntario para la Comunidad se mantiene, ha sido una referencia importante para muchos países. ¿Que tenemos que fortalecer nuestras empresas para poder seguir adelante? Eso hay que trabajarlo más. Hay que creer en el país, a pesar de los problemas. Se ha ido mucho talento. Tenemos que reorganizarnos y ver qué podemos construir en cada área. Sobre la marca Venezuela, creo que tienes una percepción equivocada. En cacao hemos hecho cosas interesantísimas. El ron venezolano es apreciado en todo el mundo. De la belleza hemos construido toda una industria. Otras tantas experiencias se han ido rescatando y se están dando a conocer. Pero sí, no ha habido continuidad en ciertas áreas. Yo soy y me mantengo optimista. Se pueden hacer las cosas y trabajar en conjunto.
Creo que hay sectores de la sociedad que desean emprender bajo los criterios que ha señalado. Quizás porque la crisis económica enseña y enseña bien. Hay inquietudes, una sensación de desperezarse y retomar iniciativas que resulten productivas. ¿Comparte esas vibraciones?
Hay gente esperando, pero también mucha gente haciendo. Lo vemos sobre el terreno. Está surgiendo una economía distinta, más autónoma, menos dependiente. También hay un interés por saber cómo mejorar lo que se hace. Lo hemos visto en algunas zonas donde la gente pide cursos para hacer un plan de negocios, por ejemplo. En este momento, no hay financiamiento para microempresarios. La banca no está muy activa en ese sector, digamos, por las mismas condiciones del mercado. No veo mayor actividad en el tema de producción, me gustaría ver mucho más. Pero hay un resurgimiento en el tema de servicios y una mayor competencia.
¿Qué ocurre con el tema de la producción?
Ahí falta conocer mejor ese mercado, falta financiamiento en equipos y bienes de capital, falta una visión de largo plazo. La gente comienza a ver oportunidades en un mercado que otros dejaron. Pero esa sustitución, ese reemplazo, no es fácil para un pequeño productor. De la imagen de que todos íbamos para adelante quedó un frenazo. Entonces, tenemos que tener esa capacidad de repensar en qué áreas, en qué sectores, podemos volver a producir. Trabajar todos juntos. No es un solo sector el que lo puede hacer.
Mi impresión es que la generación del 2000 no está orientada a disfrutar de una cultura tan vulgar como la del 4,30. Esa imagen del motor home dando vueltas por toda Venezuela y del avión rumbo a Miami, al ‘ta barato dame dos. Parece mucho más preocupada en crear, en ofrecer su talento, sus conocimientos, en crecer. En ese sentido, hay una oportunidad.
Hay muchísimas oportunidades, pero fueron temporadas y épocas distintas. En los comienzos del modelo democrático había muchos problemas del país, y fue un momento de creer, de crear y de organizar, con ejemplos de trabajo y de seguir haciendo. Pero, considero que la preparación de la generación que viene es para ejecutar y hacer las cosas. Jóvenes dispuestos a asumir riesgos, a ser más selectivos. Muy comprometido con la idea de hacer lo que quiero hacer. No están esperando a que alguien venga a contribuir con tu empresa. Pero cuidado, las empresas también necesitan empleados, colaboradores, activos y productivos. Esa es la brecha que tenemos que llenar.
Otra novedad es la búsqueda de nuevas formas de relacionamiento.
Sí, la pandemia vino y dejó muchas cosas que llegaron para quedarse. Esa forma de hacer cosas híbridas va a fortalecerse. La inteligencia artificial, que nos plantea un gran reto, ¿cómo la vamos a trabajar? Para el despegue de esa generación falta definir condiciones de igualdad para todo el mundo. Unas reglas claras que permitan el crecimiento de los mercados. ¿Cómo Panamá o República Dominicana han crecido tanto? En esos países hay esas condiciones para atraer inversiones y para que crezcan los empresarios. Pero sin duda, hay un cambio, una transformación. En Mamporal nos llevamos una sorpresa. En el curso de formación de emprendedoras para 100 mujeres, esperábamos 20 o 25 proyectos financiables. Tenemos 85. Eso nos dice que hay un mercado que ellas pueden atender. Entonces, todos tenemos que poner de nuestra parte. No es aislados, sino trabajando juntos, que las cosas pueden funcionar.
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*Gerencia y Finanzas. Activa desde posiciones de liderazgo para implementar programas y acciones en instituciones de impacto social en Educación, Microfinanzas, Salud y Cultura. Vicepresidente Ejecutiva (CEO) de la Fundación Eugenio Mendoza. Arquitectura paisajista, Cornell University, Ithaca, Nueva York (1987); Negociación, Harvard Business School, Cambridge, MA (2002); Diplomado en Arte Contemporáneo, Universidad Metropolitana (2017).
Hugo Prieto
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