Los Balcanes: ¿una nueva amenaza para la estabilidad de Europa?

Mujeres serbias protestando en Kosovo el 23 de noviembre de 2022 contra las regulaciones de placas de vehículos implementadas por el gobierno kosovar. Fotografía de Armend Nimani | AFP

15/01/2023

En los últimos meses del 2022, los Balcanes, una región marcada por discordias y conflictos étnicos que datan del período posterior a la ruptura de la antigua Yugoslavia en los años 90, fueron el escenario de nuevas y crecientes tensiones que amenazan con desestabilizar aún más a Europa, en un momento de continua preocupación por la guerra en Ucrania y la influencia rusa en la región. 

El conflicto comenzó cuando la administración del primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, ordenó que todos los vehículos en circulación dentro del país deberían portar placas emitidas por las autoridades de Kosovo, en lugar de las matrículas de origen serbio que algunos automóviles todavía utilizan dentro del territorio que alguna vez fue una provincia de la vecina Serbia y que todavía no es reconocida por el gobierno serbio como un país independiente. 

La medida desató una ola de protestas por parte de grupos étnicos serbios en el norte de Kosovo, algunos de ellos armados, los cuales levantaron barricadas e incluso llegaron a intercambiar disparos con fuerzas policiales en la zona. A esto se sumó la detención de un expolicía serbio en Kosovo, hecho que acrecentó el descontento de la minoría étnica de los 50.000 serbios que habitan al norte del país y que solo reconocen al gobierno de Serbia. 

Para el gobierno de Kosovo, la medida estaba basada en afirmar su soberanía. Para la minoría serbia, las matrículas vehiculares servían como representación visual de su identidad. 

En señal de protesta, cientos de serbios renunciaron a sus puestos en diversas instituciones gubernamentales de Kosovo. Entre ellos, más de 600 policías abandonaron masivamente las fuerzas de seguridad. 

Luego de las dimisiones, las tensiones aumentaron cuando Kosovo anunció la programación de elecciones locales en municipios de mayoría serbia para el 18 de diciembre, mientras el principal partido político serbio se comprometía a boicotearlas. 

En la última semana de 2022, el ejército serbio estacionó temporalmente artillería en un lugar situado a sólo dos kilómetros de la frontera con Kosovo, en respuesta a supuestos rumores de que en Pristina, capital de Kosovo, se estaría planeando un ataque contra la minoría serbia que habita en el norte del país. Las armas fueron devueltas a los cuarteles después de haber sido utilizadas en algunas fotos, que luego fueron difundidas en medios de comunicación progubernamentales de Belgrado, la capital serbia.

El ejército serbio afirmó entonces estar en su «más alto nivel de preparación militar», mientras que el presidente, Aleksandar Vucic, prometía «tomar todas las medidas para proteger a nuestro pueblo y preservar Serbia».

Los cuatro municipios que componen el norte de Kosovo están formados casi en su totalidad por serbios étnicos que aún mantienen fuertes lazos con Serbia, donde la mayoría no considera a Kosovo como un Estado independiente. Sin embargo, los municipios de la región están representados por dos ministros serbios en el gobierno de Pristina y tienen 10 escaños garantizados en el parlamento de Kosovo.

Tras la invasión rusa a Ucrania hace casi un año, la preocupación por la estabilidad de la zona ha intensificado los esfuerzos diplomáticos por parte de occidente, que busca neutralizar en lo posible la amenaza de Rusia en el continente. El consejero del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Derek Chollet, inició un proceso de visita a varios países balcánicos para debatir iniciativas que apoyen los intentos de ayudar a mejorar las relaciones entre Kosovo y Serbia.

A finales de noviembre, tras un proceso de negociación mediado por la Unión Europea, se firmó en Bruselas un acuerdo entre Serbia y Kosovo para poner fin a la diatriba por las placas de los automóviles. 

Según lo explicó Josep Borrell, responsable de Política Exterior de la UE y uno de los mediadores en las negociaciones,  el acuerdo estipula que Serbia dejaría de emitir placas de autos con denominaciones para ciudades actualmente ubicadas en Kosovo. Por su parte, Kosovo se comprometió a retirar la medida de sancionar con multas a los vehículos que porten placas serbias dentro del territorio.  

Por otro lado, frente a la escalada en las tensiones entre los dos países al cierre de 2022, el gobierno de Kosovo decidió posponer las elecciones locales que estaban previstas para el mes de diciembre hasta abril de 2023. 

¿De dónde viene el conflicto entre Serbia y Kosovo? 

Las tensiones en los Balcanes tienen su origen en conflictos étnicos que vienen desde la disolución de la antigua Yugoslavia y la posterior guerra que se produjo en la zona, conocida históricamente como la Guerra de Kosovo. 

La Guerra de Kosovo fue un conflicto armado que estalló a finales de la década de 1990 en lo que hoy en día es Kosovo y los territorios aledaños. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Serbia (una república de Yugoslavia que luego se convirtió en Serbia y Montenegro, y más tarde en la actual Serbia) se anexó los territorios de Kosovo, una zona de los Balcanes con una gran población de etnia albanesa. Las antiguas hostilidades entre la comunidad albanesa y el gobierno serbio estallaron en violencia en la década de los 90, como consecuencia de la disolución de Yugoslavia.

Cuando el separatista Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) apareció por primera vez en 1997 y empezó a atacar al personal de seguridad serbio, el gobierno reaccionó con una severa represión. El resultado fue un aumento de las violaciones de los derechos humanos, la limpieza étnica y otros crímenes de guerra por parte del gobierno serbio.

En medio del conflicto, la OTAN lanzó una campaña de bombardeos contra Serbia en marzo de 1999, para hacerla retirar de Kosovo tras el fracaso de las negociaciones de paz y la acumulación de soldados de la alianza trasatlántica en la zona. Durante los 78 días que duró la campaña, los soldados serbios persistieron en sus acciones represivas contra los albaneses de Kosovo.

Eventualmente, Serbia aceptó las exigencias de una iniciativa de paz mundial y retiró sus tropas de Kosovo. Se envió una fuerza de mantenimiento de la paz bajo el mando de la OTAN, y las Naciones Unidas asumieron el control de la zona. 

Desde el final de la guerra, las tensiones entre Kosovo y Serbia han persistido y se reavivan constantemente. En 2008, Kosovo declaró formalmente su independencia, un hecho que representó un punto de inflexión en el conflicto entre los dos países, por la negativa de Serbia a reconocer al país vecino como Estado soberano. 

Numerosas crisis y desacuerdos a lo largo de los años han agriado las relaciones entre ambas naciones. Los serbios de Kosovo se han resistido a aceptar el gobierno de la administración kosovar y han reclamado una mayor autonomía. También se ha acusado al gobierno serbio de intentar influir en la minoría serbia de Kosovo y de apoyar a los políticos serbios locales para conseguirlo.

Tanto Kosovo como Serbia han trabajado los últimos años para estrechar lazos y encontrar soluciones a sus conflictos. En 2013, la UE alentó una conversación entre ambas naciones para mejorar las relaciones y se lograron algunos avances en cuestiones relacionadas con el comercio y las telecomunicaciones. Sin embargo, las negociaciones quedaron en suspenso en 2018 porque no se habían alcanzado acuerdos significativos.

Actualmente, ambos países mantienen posiciones firmes y no se vislumbra un acuerdo en el corto plazo. El gobierno de Kosovo ha afirmado que sólo iniciará conversaciones con Serbia si estuviera sobre la mesa el reconocimiento del Estado de Kosovo. Por su parte, Belgrado mantiene que «nunca» reconocerá la independencia de Kosovo.

Menos de 100 naciones en el mundo reconocen a Kosovo como un estado soberano. La ONU no ha incorporado a Kosovo como país miembro, dado que Rusia y China, socios económicos de Serbia, tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad y han bloqueado históricamente la nominación del país a la membresía de la organización.  

La influencia rusa en los Balcanes y el futuro de Europa

Desde febrero de 2022, se intensificaro las preocupaciones de la comunidad internacional en torno a la posibilidad de que Rusia abriera un “segundo frente» de guerra en los Balcanes, debido a sus estrechos vínculos con Serbia. El Primer Ministro de Kosovo ha dicho que Serbia, al igual que Rusia, podría tener aspiraciones de restablecer un «mundo serbio. 

Serbia ha optado por no participar en las sanciones contra Rusia, lo que trunca los esfuerzos de la Unión Europea. Más del 80% de los serbios, según las encuestas, se oponen a imponer sanciones a lo que consideran un «Estado hermano». Serbia es, además, dependiente de la ayuda rusa en el conflicto de Kosovo, así como del gas ruso.

Recientemente, Belgrado pidió a las fuerzas de paz de la OTAN en Kosovo (KFOR) que permitieran el regreso de militares y policías serbios al norte del país. La petición fue rechazada. «La KFOR tiene plena capacidad para proporcionar un entorno seguro y libertad de movimiento para todas las comunidades, en todas partes de Kosovo», declaró la misión de paz a través de Facebook.

En medio de las turbulencias, el 15 de diciembre de 2022, el Primer Ministro de Kosovo presentó oficialmente la solicitud de Kosovo para convertirse en país miembro de la Unión Europea. La solicitud, entregada oficialmente al Ministro checo de Asuntos Europeos, Mikulas Bek, cuyo país ocupa ahora la presidencia rotatoria de la UE, se perfila como un objetivo improbable, dado que cinco países de la UE España, Rumanía, Eslovaquia, Grecia y Chipre no han reconocido a Kosovo como nación independiente, en algunos casos por temor a que ello inspire movimientos separatistas en sus propios países.

La solicitud de adhesión de Kosovo a la UE provocó la ira de Serbia, cuyas autoridades declararon que pedirán a las cinco naciones de la UE que no reconocen a Kosovo, junto con Hungría, su veto a la propuesta del país. 

Kosovo y Serbia, junto con Albania, Bosnia, Montenegro y Macedonia del Norte, son dos de las seis naciones de los Balcanes Occidentales que aspiran a ingresar en la Unión Europea. 

Desde la invasión rusa en Ucrania a finales de febrero, los funcionarios de la UE han hecho hincapié en lo vital que es para el grupo aumentar su compromiso con los seis países, con el fin de preservar la seguridad de Europa.

En la Cumbre de los Balcanes Occidentales, celebrada en Berlín a comienzos de noviembre de 2022, el canciller alemán Olaf Scholz hizo un llamado a los países de la región a dejar atrás sus viejos conflictos y recalcó la necesidad de mantenerse unidos frente a la amenaza de desestabilización que representa la invasión rusa en Ucrania. 

“La estabilidad y prosperidad de su región no puede estar separada de la estabilidad y prosperidad de Europa como un todo”, concluyó el canciller. 


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