Porlamar, Isla de Margarita. Tarjeta Postal ©Archivo Fotografía Urbana
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a Vasco Szinetar
Dentro de una tumba
en una gaveta
estará la mueca
que es una postal.
En la maleta del viajero
bajo el florero con hortensias
encontrarás esta apetencia
que ya no existe.
Y dirás, si vale la pena
ir a la taquilla
para enviarla expresa
o certificada
al otro lado
de cualquier desierto
donde el YO contempla
y todo se empequeñece.
Pobre postal
que perteneciste
a la tía
solterona
Fuiste
la noticia
del hombre
que la pretendía
y el muy… distraído
no la visitó.
Solita
la postal quedó.
Y hasta un primo
de la conserje dijo
que eras
¡Histórica!
Nadie pensó
en lo gaseosa
y sentimental
que llegaste a ser:
¡Oh postal!
En aquel tiempo
tenías algo
de una cítrica fragancia.
Perdona la distancia:
Pero… ¿a dónde vas?
Que tus lágrimas no se archiven
y el polvo no las seque
o el aire acondicionado
las engripe.
–Hello!…
–Mademoiselle, ¡ma cherie!:
Son las voces que tu ocultas
las que impresionan al funcionario.
Espera, espera
que llegarán por ti
los fantasmas elegantes:
uno nublado vendrá de Londres
y otro con sombrero
de pajarilla… de París.
Igor Barreto
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