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Hace pocas semanas falleció en Caracas Héctor Silva Michelena, economista, poeta, humanista y, sobre todo, hombre de gran corazón y sapiencia, que se ganaba el aprecio y la amistad de todos los que lo conocían. Uno de los economistas más destacados de nuestro país, produjo una extensa obra, con especial énfasis en las áreas de desarrollo económico, ética y aspectos sociales, que lo proyectó internacionalmente, y lo llevó a interactuar con destacados intelectuales latinoamericanos y de otras latitudes.
En la UCV, donde se graduó de economista en 1961 y obtuvo la Maestría en Planificación Económica del Cendes dos años más tarde, se desempeñó como profesor de economía durante varias décadas, obteniendo el título de Doctor en Ciencias Económicas de esa casa de estudios en 2004. Fue director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la FACES de la UCV entre 1977 y 1979, y decano de esa Facultad entre 1979 y 1981. Fue profesor visitante de varias universidades europeas, tales como Bochum y Constanc en Alemania, Cambridge en Inglaterra y la Sorbona en París, así como profesor senior en el Instituto Africano de Desarrollo y Planificación (IDEP) de la ONU en Dakar, Senegal. En 2009, se incorporó a la Academia Nacional de Ciencias Económicas como Individuo de Número.
Un analista y cuestionador permanente de las ideas y pensamientos dogmáticos, a fines de los años 60 rompió vínculos con la ideología comunista que profesó en sus años más jóvenes, al convencerse de que esa ideología, en la práctica, no llevaba a la solución de los problemas sociales y al logro de los ideales que decía defender, máxime después de la criminal y brutal actuación soviética en Checoeslovaquia en 1968. Como bien dice el economista Ramón Peña en una breve pero extraordinaria semblanza que hizo de Héctor en 2016, «En la constitución de su pensamiento económico, Héctor coincide con la sentencia de George Bernard Shaw en Hombre y superhombre, que afirma que toda teoría económica es un fraude; tomada aisladamente, es un fraude, una falacia, reafirma Héctor. Como economista, adversa todo dogmatismo y sectarismo político. Su pensamiento heterodoxo lo lleva a una aproximación sistémica que recoge lo acertado de las diferentes teorías. Y, como algo sustancial, coincidiendo con Amartia Sen, su visión histórica del desarrollo económico tiene como requisito: igualdad y libertad. Sin libertad no hay desarrollo económico.»
En una de sus obras más recientes, Escasez y pobreza en el socialismo bolivariano, analizó las razones, orígenes y consecuencia de dos flagelos que han estado presentes en la Venezuela de los últimos años: la escasez crítica y la pobreza creciente. Aducía allí que la profunda crisis sistémica que padece Venezuela se ha debido a las políticas públicas implementadas por los gobiernos de Chávez y de Maduro, inherentes a un sistema colapsado de economía socialista que se ha intentado implantar en el país. En la segunda parte de ese estudio hace un detenido análisis conceptual del fenómeno de la pobreza y la desigualdad, y presenta una serie de propuestas concretas acerca del plan de desarrollo que debería aplicarse en economías como la venezolana para afrontar esos dos graves problemas. Allí concluye que, después de la mitigación de la pobreza durante los años del boom petrolero reciente, el problema se ha vuelto a reforzar en el período de menores precios de los hidrocarburos, ya que no ha habido un sistema de protección de los más pobres, pues los programas sociales del gobierno, las «misiones», nunca fueron mecanismos para superar la pobreza. Por eso se hace imperativo la puesta en marcha de un plan de superación de ese mal, basado en el esfuerzo y la productividad.
Aparte de su extensa obra científica, entre la cual también destacan Aspectos teóricos del subdesarrollo, escrita con Armando Córdova, Economía política de la democracia, Teorías modernas de la ética socio-económica, Ética y economía y Pensamiento económico venezolano en el siglo XX, Héctor publicó doce libros en el ámbito poético, así como un ensayo histórico titulado Pensadores de la democracia, y otro llamado Cuentos y leyendas del África negra, estudios que demuestran su condición de pensador polifacético y de humanista. La última vez que conversé con él a través de sus frecuentes llamadas telefónicas, me comentó que estaba trabajando en un estudio sobre la economía china, tema fascinante dada la notable evolución que ha tenido dicha economía basada en la iniciativa privada en un entorno de férreo control político por el partido comunista de ese país. Ojalá haya tenido la oportunidad de concluir ese estudio antes de su partida, para que así nos haya dejado un último legado sobre este importante tema de análisis.
Harán mucha falta los consejos y análisis de este incansable pensador y científico. Los que tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo, extrañaremos las reiteradas demostraciones de cariño y aprecio que, en unión de su inseparable Adícea, siempre nos manifestaba este extraordinario, sencillo y sincero amigo.
Caracas, 20 de febrero de 2021.
Pedro A. Palma
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