Entrevista

Gloria García Parra habla sobre desigualdad y pandemia

02/03/2022

Gloria Isabel García Parra, Directora Regional de Programas e Influencia de Oxfam Internacional en América Latina. Foto cortesía de Oxfam Internacional

La pandemia de covid-19 ha significado un excelente rendimiento financiero para los mil millonarios: los 10 hombres más ricos del mundo doblaron su patrimonio desde el inicio de la pandemia en 2020, mientras que el 99% de la población mundial experimentó un decrecimiento en sus ingresos y más de 160 millones de personas cayeron en la pobreza.

Así lo revela el informe “Las Desigualdades Matan”, publicado el pasado mes de enero por Oxfam Internacional, una organización integrada por 19 ONG ‘s, que realiza labores humanitarias en 90 países.

Con datos e información de organizaciones intergubernamentales, instituciones financieras, medios de comunicación y de la academia, el informe de Oxfam documenta el vertiginoso aumento de la desigualdad durante la pandemia de covid-19 y su impacto en la brecha económica, racial y de género a nivel global.

El informe resalta que 252 hombres concentran actualmente más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas que habitan en América Latina, África y el Caribe. Desde el inicio de la pandemia, la tasa de empleo de mujeres en el mundo se redujo en un 9,4% y el Banco Mundial estima que si no se toman medidas para abordar la desigualdad, la pobreza no volverá a los niveles pre-pandemia sino hasta después de 2030.

En Prodavinci conversamos con Gloria Isabel García Parra, Directora Regional de Programas e Influencia de Oxfam Internacional en América Latina, sobre algunos de los hallazgos clave del informe y las perspectivas de posibles correctivos y soluciones duraderas para cerrar la brecha de la desigualdad en el mundo.

De acuerdo con el informe de Oxfam, la riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo se ha duplicado en los últimos dos años, 2020 y 2021, a consecuencia de la pandemia de covid-19. ¿Cuáles son los factores ligados a la pandemia que facilitaron este crecimiento tan acelerado del capital de estas personas durante este período relativamente corto?

Allí el asunto es que puede haber varios factores. De hecho hay varios factores, y algunos de ellos que todavía no vamos a poder conocer con precisión porque estamos hablando de un incremento en la riqueza concretamente en los últimos dos años: 2020 y 2021. En estos dos años fue que ocurrió ese crecimiento tan exagerado de la acumulación de riquezas. Habrá cosas que no podemos mapear aún, porque es una cuestión muy reciente.

Pero lo que hasta este momento podemos determinar es que por un lado, ante la amenaza del colapso económico que se anticipó cuando empezamos a ver las consecuencias de la pandemia, como el cierre del comercio, los vuelos, el turismo, y varias fuentes de ingreso muy importante para los países, estos empezaron a hacer una suerte de reserva de capitales en grandes bancos, e incluso de inversiones en bolsa, que posteriormente generaron una riqueza importante. Esta riqueza que generan los fondos de reserva de los países va a parar a los bolsillos de los dueños de los bancos, de los dueños de las inversiones bursátiles, que son personas que ya eran inmensamente ricas.

Entonces ocurre un fenómeno en el que los países, para poder salvaguardar los capitales, hacen inversiones cuyas ganancias van a parar a los bolsillos de estas personas. Este es uno de los elementos de los que se ya se puede hacer una evolución: se puede revisar con mucha claridad cómo fue este flujo de capitales durante la pandemia.

Luego hay otra cosa que creció bastante en el contexto de la pandemia, que fueron todos los canales de comercio digital. Por el confinamiento y las cuarentenas, la gente empezó a hacer compras a través de sitios web y canales digitales, y allí también hay monopolios muy grandes de personas que ya tienen muchísima riqueza. Estas personas también vieron incrementada su riqueza de manera exponencial por las nuevas formas de comercio que se popularizaron y extendieron en el mundo a raíz de la pandemia.

Pero hay un tercer factor importantísimo que plantea dificultades para hacer un seguimiento específico, pero que hemos identificado y que tiene que ver con las farmacéuticas. Es una nueva generación de mil millonarios que se ha creado: los mil millonarios de las vacunas. Las inversiones que se hicieron para el desarrollo de vacunas fueron hechas principalmente con fondos públicos, o con fondos de filántropos que recogieron grandes cantidades de dinero para darle a las farmacéuticas para que desarrollaran las vacunas. Pero las ganancias no han retornado ni a los gobiernos ni a las fundaciones filantrópicas, sino que se han quedado en los bolsillos de los dueños de las farmacéuticas. Se vuelve entonces acumulación de riqueza.

Esos serían algunos de los factores que identificamos que explican un poco el crecimiento de las riquezas. Puede haber otros factores pero todavía nos falta llegar a más conclusiones. Esto es de lo que tenemos evidencia hasta ahora.

En contraste, los ingresos de la inmensa mayoría de la población mundial, 99% de la población de acuerdo con el informe de Oxfam, se deterioraron a causa de la pandemia de covid-19. ¿Cómo contribuyó la pandemia a este aumento de la pobreza?

Hay una distinción importante que hay que hacer y es que una cosa es el incremento de la pobreza como tal y otra diferente es el decrecimiento de los ingresos. En términos económicos son cosas distintas. Entonces, el dato que tenemos es que el 99% de las personas hemos visto cómo nuestros ingresos se han deteriorado a consecuencia de la pandemia. Esta es una estimación del Banco Mundial. Lo que el Banco Mundial dice es que la economía global se contrajo para la mayoría de la población, es decir, para ese 99% de las personas, en tanto que sólo creció de manera significativa para el 1% restante de la población, que es el porcentaje que corresponde a los mil millonarios.

Si la pandemia no hubiera ocurrido, seguramente alguien como usted o como yo hubiéramos podido ver una acumulación de ingresos un poco mayor. Pero esta situación nos complicó la vida porque contrajo la economía brutalmente y al día de hoy estamos viendo cómo, fruto de la pandemia, y asociado también a otros factores, se está produciendo una inflación sin precedentes. Eso afecta a toda la población en general y es precisamente el acumulado y la combinación de todos estos factores.

Es importante tener en cuenta que una cosa es consecuencia de la otra. El hecho de que algunas personas en el mundo se hagan más ricas definitivamente tiende a ocurrir como consecuencia del empobrecimiento de otras, porque sí, la riqueza eventualmente crece, eventualmente sí se agranda, pero normalmente ese crecimiento viene del pago de salarios precarios, de condiciones desiguales para algunas personas específicas, o del aprovechamiento de recursos minerales y naturales que explotan otros. Entonces ¿de dónde ha crecido toda esa riqueza? Por ejemplo de la explotación de los bosques nativos, que están fundamentalmente en los países pobres; o de la explotación de minerales, o de la explotación de los recursos naturales de los países pobres.

Ese desequilibrio tan grande es el que preocupa. Efectivamente puede ser que veamos el empobrecimiento en términos de nuestros bolsillos, pero también vamos viendo el empobrecimiento, por ejemplo, de nuestros recursos naturales, que es mucho más difícil de medir pero está ahí.

¿Cómo encaja América Latina en este contexto? ¿Cómo está la región en términos del aumento de la desigualdad con respecto al resto del mundo?

Muy parejos. Nosotros hablamos de un incremento del 50% en la riqueza a nivel global, y en América Latina es del 52%. Entonces estamos más o menos dentro de los promedios globales.

Digamos que un mil millonario antes de la pandemia tenía 100 mil millones de dólares. Dos años después tiene 150 mil millones de dólares. Esta es una cifra exorbitante para sólo dos años. Hay que tener en cuenta que esas fortunas de antes de la pandemia habían sido obtenidas a lo largo de una vida, o de un legado generacional de familias que le han heredado riqueza a sus hijos y nietos. Pero que estas personas hayan visto un crecimiento del 50% en su riqueza en solo dos años es una cifra tremenda.

¿Entonces en América Latina hubo personas que incrementaron su riqueza en 52% en dos años de pandemia?

Los mil millonarios de América Latina incrementaron su riqueza en un 52% durante la pandemia.

Es un fenómeno sin precedentes, sobre todo si se toman en cuenta los dramas que tenemos en América Latina. Con ese incremento de la riqueza se hubieran podido pagar las vacunas de todo el mundo, o financiar los sistemas de protección social que requieren los países para contrarrestar el efecto de los confinamientos, las cuarentenas, las pérdidas de trabajos, todo eso. Con ese dinero se hubiera podido proteger con creces el medio ambiente, que durante la pandemia fue explotado de formas que todavía no conocemos a cabalidad, sin mayores revisiones, porque la vigilancia y regulación se hacía mucho más difícil en medio de los confinamientos.

América Latina es un reflejo de lo que ha pasado en el mundo, con dos variables diferenciadas. Primero: América Latina es la región más afectada del mundo por la pandemia en términos de muertes y personas que se enfermaron. La región tiene un poco más del 8% de la población mundial. No obstante, ha puesto el 30% de las muertes ocurridas durante la pandemia.

Si se hace un comparativo con base en lo que es la población, lo lógico sería esperar que si somos el 8% de la población mundial tendríamos el 8% de las muertes. Pero no. Hemos sido el 30%. ¿Y esto por qué ocurre? Por la precariedad de los sistemas de salud que tenemos en la región, que ha privilegiado por encima de cualquier otra cosa el crecimiento económico y no la prestación de los servicios sociales.

¿Qué pasa con América Latina? La pandemia llega y nos agarra mucho peor posicionados que a cualquier otra región, porque los servicios de salud ya eran malos, precarios y tremendamente desiguales. Atienden solamente a las personas que tienen la posibilidad de pagar un tratamiento médico. Además se trata de una región muy urbanizada, que es lo que nos diferencia, por ejemplo, de África. Al ser una región tan urbanizada, los contagios ocurren a una velocidad más alta y tenemos unas cifras de contagio muy elevadas.

El otro factor: con una población tan urbanizada, y con tanta gente viviendo de la economía informal, los cierres, los confinamientos y las cuarentenas afectan a esta población que no pudo salir a trabajar en el día a día: a vender dulces, a hacer el oficio que hacen en otra casa y con el que sobreviven. Esta gran cantidad de población que vivía en la informalidad se vio muy afectada. Eso no les pasó ni a las grandes empresas que tenían seguros, ni a las grandes empresas que pudieron seguir siendo proveedores de servicios, ni a los mil millonarios que además tenían blindajes adicionales. Esto afectó a la economía informal y especialmente a las mujeres.

Un dato alarmante del informe tiene que ver precisamente con el impacto negativo que ha tenido la pandemia en los avances para cerrar la brecha de género. Mientras que hasta 2019 se estimaba que esta brecha podría cerrarse en 99.5 años, después de la pandemia se calcula que serán al menos 135.6 años: un retroceso de más de una generación. ¿Por qué la pandemia de covid-19 ha golpeado de forma tan fuerte a las mujeres y niñas específicamente?

Las estimaciones que se habían hecho pre-pandemia indicaban que las diferencias de género eran tan grandes que nos costaría todavía un siglo alcanzar la paridad. Por ejemplo: lograr el mismo trabajo por el mismo salario, horas de trabajo equilibradas, equilibrios en las cargas de cuidado y otros aspectos.

La pandemia golpeó especialmente a las mujeres porque, por ejemplo, si hablamos de las características de la población de América Latina, normalmente estos factores negativos se acentúan mucho más para las mujeres.

Las mujeres tienen una carga mayor de trabajo informal. El número de mujeres que trabajan en servicio doméstico, sin estar vinculadas a sistemas de protección social, es altísimo. El número de mujeres y niñas que se dedican, por ejemplo, al comercio informal en las calles también es muy alto. Y estas fueron precisamente las actividades que se vieron más afectadas por los confinamientos y los efectos negativos de la pandemia. Estas mujeres se quedaron sin su ingreso. Y esto pasó en muchas circunstancias. Cuidadoras de niños y niñas, perdieron su trabajo; cuidadoras de personas mayores, de personas en condición de discapacidad o enfermas. Todas estas personas se quedaron sin su fuente de ingreso.

Adicionalmente, mujeres con una fuente de ingreso más formal tuvieron que renunciar a sus trabajos para dedicarse al cuidado de hijos e hijas que se quedaron sin colegio, que tenían que atender clases virtuales y no podían quedarse solos en casa; o bien para cuidar a familiares que enfermaron con covid grave. Entonces no sólo perdieron el empleo aquellas mujeres que tenían condiciones de informalidad sino incluso mujeres que tenían condiciones de formalidad pero que tuvieron que renunciar a sus trabajos para poder dedicarse al cuidado.

Lo difícil es que la reincorporación está costando mucho trabajo. En muchos casos, los sistemas educativos de las Américas no se han restablecido. En algunos sí, en algunos no, en otros de manera intermitente. No todos los sistemas de cuidado de enfermos y adultos mayores se han restablecido con regularidad.

En ese contexto, algunos pasos que estábamos dando hacia la paridad de género tuvieron un retroceso impresionante. Eso sin hablar de todos los temas relacionados con violencia. Durante la pandemia se habló muchísimo de los incrementos de casos de violencia, porque muchas mujeres estaban confinadas con sus agresores. Pero la verdad es que existe un subregistro importante, porque los sistemas de denuncia para casos de violencia de género se vieron interrumpidos por la pandemia y las cuarentenas. En ese sentido, podemos decir que se incrementó la violencia de género durante la pandemia, pero dar un dato certero sobre esto es prácticamente imposible porque sabemos que el subregistro de casos es significativo.

El informe de Oxfam también examina las diferencias en la respuesta a la pandemia de covid-19 entre países ricos y países de renta media y baja. ¿Cuáles han sido algunas de estas diferencias, y cómo afectan las posibilidades de los países de superar la crisis causada por la pandemia?

Las diferencias son impresionantes. Los países ricos tienen una reacción mucho más rápida y acertada, aunque siempre insuficiente.

Lo primero que tenemos que decir es que la brecha entre países ricos y pobres también se agrandó. ¿Por qué? Porque los países ricos hicieron una inversión rápida y mucho más eficiente en el sistema de salud, lo que les ha permitido contrarrestar los nuevos picos y olas de la pandemia. En cambio, países como Perú, por ejemplo, han tenido unas tasas de mortalidad inmensas porque nunca lograron incrementar la capacidad de sus sistemas sanitarios.

El presupuesto que se debe invertir en salud debe estar alrededor del 6% del PIB, pero en los países en América Latina con suerte alcanzan el 1% o el 1.5%. Entonces claro, esto afecta la calidad en términos de atención en salud. Por un lado está la atención primaria y el crecimiento de la capacidad hospitalaria. No es equiparable lo que hizo Colombia, Honduras o Brasil, con lo que hizo Noruega o Finlandia. Hay unas brechas muy grandes.

En segundo lugar está el tema de los incentivos y la protección social a los ciudadanos y ciudadanas. Si bien en América Latina se hicieron unas inversiones sin precedentes en protección social, en transferencia de efectivo para familias vulnerables, en creación de bonos para dotación de alimentación, pues eso aquí en la región fue esporádico, no sistemático, y ocurrió sólo al principio de la pandemia. Fue insuficiente y, en muchos casos, plagado de casos de corrupción.

En contraste, en países por ejemplo de Europa, estos sistemas de protección social ya están montados. Las personas que se quedan sin empleo tienen derecho a una renta básica para subsistir, cosa que aquí en América Latina no existe. Lo que ocurrió en Europa con la pandemia es que los países tuvieron que engrasar una maquinaria que ya existía y ampliar un poco la cobertura, pero funcionó precisamente porque el sistema ya existía previamente.

Aquí, en cambio, ha costado mucho trabajo. De hecho, en América Latina hay una suerte de mala percepción con respecto a los programas de protección social. No está visto como un derecho sino como una carga.

Por último, el tercer factor es el tema de la vacunación. Ahí hay muchas evidencias de cómo ocurrieron los procesos de vacunación en el mundo, con unas diferencias impresionantes entre los países ricos y los países pobres.

Aquí en América Latina la vacunación ocurrió tarde, de manera desigual y desordenada, porque no pudo haber una planificación de cómo se iban a desarrollar efectivamente los planes de vacunación.

¿El aumento de la desigualdad es un problema que debería preocuparnos? ¿Por qué?

El nombre del informe de Oxfam es “La Desigualdad Mata”. Y es precisamente por eso que nos tiene que importar este tema. La desigualdad retrasa el camino hacia la paridad de género. Las desigualdades han hecho que las brechas entre ricos y pobres sean cada vez más grandes. Las desigualdades generan aspectos fundamentales en la configuración de las sociedades.

Un ejemplo claro. América Latina es la región más desigual del mundo, y a su vez, es también la más violenta del mundo. Hay una correlación directa entre el incremento de las desigualdades y el incremento de la violencia. Cuando esta brecha es más amplia, el descontento crece.

Las desigualdades no le sirven a nadie, ni siquiera a los multimillonarios. Este es un tema sobre el cual queremos crear conciencia. A un mil millonario no le sirve vivir en un mundo inseguro, en el que la gente está descontenta; un mundo en el que todo el tiempo hay movilizaciones sociales porque la gente no está sintiéndose a gusto. Está muy documentado que esto no le sirve a nadie, ni siquiera a los ricos, ni a los gobiernos.

Nos tiene que preocupar porque la desigualdad se manifiesta en improductividad, descontento, violencia, malestar general. Entonces, si efectivamente queremos un mundo más equilibrado, más armónico, no lo vamos a lograr si permitimos que estas brechas de desigualdad se sigan ampliando.

¿Cuáles son algunas de las soluciones que se deberían implementar para hacer frente a este aumento de la desigualdad global provocado por la pandemia?

Hay diferentes soluciones planteadas en el informe y están basadas fundamentalmente en la experiencia que hemos ido recopilando a través de los años.

Una solución importante tiene que ver precisamente con qué pasa con esas riquezas. Y es importante enfatizar que desde el punto de vista de Oxfam nunca se trata de decir que la riqueza sea mala, ni que el hecho de que haya personas ricas es malo. Ese no es el punto de discusión. El punto de discusión es cuáles son las responsabilidades que tienen los mil millonarios con el resto de la gente.

Una de las soluciones que nosotros vemos es que esas riquezas que se han generado en estos últimos dos años tienen que tener un nivel de solidaridad con el resto de la población que se vio afectada.

¿Cuál es la forma de solidaridad establecida por los Estados para redistribuir la riqueza? Los impuestos. Lo que nosotros consideramos es que toda esa riqueza que se generó en este tiempo de pandemia tiene que tener un impuesto excepcional. Esto no es un invento. Después de la primera y segunda guerra mundial, países como Inglaterra o Francia, buscando su recuperación, establecieron impuestos excepcionales a empresas y sectores de la economía que se vieron beneficiados con la guerra.

Esa es una de las medidas fundamentales, y de hecho ya ha sido aplicada en algunos países de la región, como por ejemplo Argentina y Bolivia. Estos países impusieron lo que en su momento fue llamado “impuestos de solidaridad”, para poder asumir el costo que estaba teniendo en ese momento el soporte de la protección social. Es una medida que se ha probado en la historia, se ha implementado en la actualidad y se ha visto que tiene resultados.

¿Que es impopular? Lo es, y seguramente a los mil millonarios no les va a gustar, pero es una de las cosas que tienen que hacerse, porque de lo contrario esa redistribución no va a ocurrir.

Otra cosa importante son las medidas que van a adoptar los gobiernos ahora y en los años subsiguientes para seguir afrontando la pandemia. Y aquí es muy preocupante que algunos actores, como por ejemplo el Fondo Monetario Internacional, planteen otra vez la necesidad de medidas de austeridad. América Latina ya ha probado todas las recetas posibles de austeridad y ya sabemos que no funcionan, que no puede ser que la recuperación se haga a costa de la inversión en los sectores que más lo necesitan.

Desde los años 80, América Latina ha implementado esas medidas y sabemos que no son efectivas. Puede ser que tengan un impacto macroeconómico inmediato que da la sensación de que sí, pero luego, la resaca que queda posterior a las medidas de austeridad, es una situación crítica, y lo más complicado es que nunca acabamos de recuperarnos de esas medidas. Eso hay que tenerlo muy en cuenta.

Lo que sí está probado, y es una enseñanza de los países ricos, es que las inversiones en protección social valen la pena. Sí tienen una retribución y un efecto de largo plazo en las economías. Todo lo que se haga para que, por ejemplo, las mujeres tengan mejores servicios educativos y puedan volverse activas económicamente y produzcan para la sociedad, eso es bueno. Luego, que efectivamente se fortalezcan los sistemas de legislación laboral para que los salarios no sean precarios y la gente tenga formas de contratación dignas y justas, está comprobado que también funciona.

Hay una batería de medidas que son posibles y estás son solo algunas de las que yo plantearía en términos generales.

El lanzamiento del informe de Oxfam el mes pasado coincidió con la apertura del Foro Económico de Davos. ¿Considera que se generaron allí propuestas o soluciones claras para atender el problema de la creciente desigualdad en el mundo?

No es una coincidencia que el informe salga en ese momento. El informe está hecho a propósito del Foro de Davos y trata de ofrecer una contrapropuesta a lo que normalmente se discute en estos foros. Hay que tener en cuenta también que en estas reuniones muchas cosas ya van pre discutidas, muchos temas ya se han hablado de antemano, por lo que no necesariamente se pueden tener muchas expectativas.

A causa de la pandemia, por segundo año consecutivo, el foro fue cancelado en su formato presencial y se movió para el mes de mayo. Por eso tampoco se tenían grandes expectativas con respecto a medidas que pudieran ser tomadas ahora, porque se está esperando a que se retomen esas conversaciones en mayo.

Lo que sí es importante es que hay unas discusiones globales, promovidas por las grandes potencias, que van en camino a algunas de estas propuestas que estamos conversando. Por ejemplo, hay ahora una discusión global que tiene su aterrizaje en América Latina y en otros países, que tiene que ver con el asunto de la renta básica universal. Este tipo de discusiones son claves.

Cuando hablamos de renta básica universal, en los países europeos eso es algo que ya más o menos va en marcha. Necesitará ajustes, debates, y conversaciones para ver de dónde salen los recursos, pero es una discusión que ya está bastante avanzada. En cambio, en América Latina es un tema incluso mal visto por muchas personas, por una creencia de que si la gente no está trabajando no tiene derecho a devengar.

Aquí en la región es una discusión todavía muy precaria, porque lo primero que hay que hacer es convencernos como ciudadanos de que la renta básica universal es un derecho y que hay muchas condiciones que hacen que una persona tenga derecho a acceder a una renta básica aunque no esté en condiciones de ser productiva.

Entonces, aparte de las discusiones que tienen que dar los gobiernos, y de la discusión relacionada con la apropiación presupuestaria para este tipo de medidas, también hay que hacer una labor de pedagogía ciudadana con respecto a los derechos básicos de las personas. Eso es todavía un reto enorme para nuestras sociedades latinoamericanas.

La otra discusión global que también se está dando, y que nosotros en su momento hemos recibido bastante bien, es el tema del gravamen a grandes fortunas y riquezas ocasionales. Es un tema que se viene discutiendo en diferentes espacios y esperamos que vaya teniendo avances, porque es otro debate de mucha relevancia actualmente: la necesidad de que se pague la recuperación de manera un poco más solidaria

Luego hay otros temas sobre los cuales también hay que poner el foco. Por ejemplo, el levantamiento de patentes para las vacunas contra la covid-19. Ya es hora de que el conocimiento y la tecnología se compartan. Así, los países podrían hacer su propia producción de vacunas para no ser tan tremendamente dependientes.

Esto es un tema de salud, pero con un impacto económico tremendo. Entonces ese es el tipo de cosas que nosotros esperaríamos que se conversen en un foro como el de Davos, que es netamente económico pero que tiene que ver también con estos temas, y que hayan avances en estas discusiones globales.

¿Cuál es el papel de los movimientos sociales y la sociedad civil en la búsqueda de soluciones duraderas a la desigualdad?

Lo primero es que organizaciones como Oxfam nos consideramos parte de la sociedad civil. Tal vez una sociedad civil un poco más globalizada pero que siempre habla desde los territorios y desde lo que pasa en el día a día. Entonces, como actores de la sociedad civil, nosotros estamos haciendo una contribución para abrir el debate sobre estos temas. Pero si hablamos en términos de la sociedad civil menos globalizada, el rol es vital.

La sociedad civil tiene que conocer que esto está ocurriendo. Con este informe de Oxfam, por ejemplo, hemos tenido un impacto importante en los medios de comunicación y una buena difusión de esta información, pero si uno pregunta al ciudadano promedio, las personas no están muy enteradas de estos asuntos. Creo que conocer y ayudar a difundir lo que está pasando es vital, porque de lo contrario, difícilmente lograremos que la ciudadanía avance en los pasos siguientes para empezar a atender el problema de la desigualdad.

En segundo lugar, la sociedad civil tiene que indignarse. El mundo nos está haciendo personas cada vez más pasivas y muy conformistas. Para contrarrestar eso es muy importante estos temas nos generen indignación. ¿Y toda esta indignación y todo este conocimiento para qué? Para actuar.

Hay muchísimas posibilidades de acción. Hay movimientos globales y latinoamericanos que están bastante enfocados en estos temas de desigualdad, orientados a abrir los debates, a señalar y conversar sobre la problemática, pero hay un asunto fundamental que tiene que ver con cómo estamos gestionando nuestros patrones de consumo, por ejemplo, y cómo estos patrones de consumo están ayudando a que esas fortunas exorbitantes de las que venimos hablando se incrementen más. Entonces hay que reflexionar.

Hay que analizar, de manera muy consciente y como adultos que somos, cuáles son las repercusiones y las cosas que hay detrás del consumo que tenemos, porque eso, por señalar solo uno de muchos elementos, es lo que está alimentando esta bestia de la desigualdad.


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