Actualidad
Fotografía, arte y periodismo (o la producción social de información a través de la fotografía)
por Marcelino Bisbal
I
Estas palabras que hoy me toca pronunciar, en nombre del Instituto de Prensa y Sociedad-Venezuela (IPYS-Venezuela) a quien represento, para dar apertura y bendición a la edición 61 de la exposición del World Press Photo-2018, podrían haber sido tituladas también como LA FOTOGRAFÍA PERIODÍSTICA O LA INTERPRETACIÓN DE LO REAL. Porque la fotografía, y mucho más la fotografía periodística o el fotoperiodismo, o como también se le llama el periodismo gráfico o simplemente el reportaje gráfico constituye una ventana al mundo. Todos los teóricos y estudiosos de la fotografía desde Roland Barthes hasta Walter Benjamin, pasando incluso por semiólogos como Gillo Dorfles, Umberto Eco, Abrahan Moles, Charles Morris, José Luis Prieto, Eliseo Verón… y otros tantos coinciden en que la fotografía no es una reproducción fiel y precisa de lo real, sino que ella es una interpretación de lo real. En ese sentido es hermana del periodismo.
Desde esa perspectiva teórica, que merecería una explicación más detallada y profunda de lo que unas breves palabras de presentación pueden dar de sí, es que se puede hablar y se habla de que la fotografía es un lenguaje. Si el lenguaje debe ser visto en un contexto social, la fotografía en cuanto lenguaje debe ser considerado también dentro de un contexto social. La otra significación que hay que darle a la fotografía es en relación a su función comunicativa, pues el lenguaje debe ser observado como un medio de comunicación.
El otro tema que quiero apuntar, veremos luego como lo empatamos con la presencia de esta formidable exposición que hoy estará entre nosotros hasta el 14 de marzo, es el de la estética en cuanto la fotografía es una obra de arte. Esta idea tiene que ver con las formas de presentación-representación que adquiere la fotografía en cuanto médium. Aquí nos estamos refiriendo, en el caso del reportaje fotográfico, pero que también puede ser una entrevista fotográfica o simplemente una crónica fotográfica, al fotoperiodismo como documento “histórico-estético”. Apunto esta idea de manera esquemática para citar al italiano Gillo Dorfles cuando nos dice que la fotografía “está ligada a una determinada atmósfera de época, a un especial tipo de encuadre, de cómo nuestra manera de estar-en-el-mundo, y nuestra manera de ver-el-mundo, cambia con increíble rapidez y cómo cualquier acto nuestro conserva la impronta de esta mutación. La fotografía, precisamente por su adherencia a la realidad, y al mismo tiempo por su indiscutible cualidad de extrinsecadora de la personalidad del fotógrafo puede, pues, constituir un delicadísimo espía de nuestra actitud estético-perceptiva en una determinada época y puede convertirse siempre, principalmente, en una de las fuentes para el conocimiento -estético además de científico- del comportamiento artístico de una determinada civilización”.
Vista así las cosas, la relación entre la fotografía en cuanto síntesis de la realidad y en cuanto obra de arte, es lo que nos expresara el francés Nadar Jury quien fuera fotógrafo, periodista, ilustrador, caricaturista y aeronauta:
«La fotografía es un descubrimiento maravilloso, una ciencia que ocupa las mentes más sagaces, un arte que agudiza los espíritus más sagaces, y cuya aplicación está al alcance del último de los imbéciles ( …). Este sobrenatural invento es ejercitado cada día, en cada casa, por todos los que la llegan a conocer (…). La teoría fotográfica se aprende en una hora; las nociones elementales prácticas en una jornada…, pero yo os voy a decir qué es lo que no se aprende: el sentimiento de la luz, la apreciación artística de los efectos producidos por los días diversos y cambiantes, la aplicación de tal o cual efecto según la naturaleza de la fisionomía que el artista debe reproducir. Y lo que es más difícil de captar aún, la inteligencia moral del tema, ese tacto rápido que nos pone de inmediato en común con el modelo; hacerle moverse y dirigirse según sus hábitos, sus ideas, sus caracteres, hasta otorgarle -y no superficialmente-, una sencilla reproducción plástica, visible incluso para el último sirviente de laboratorio, con el parecido más familiar, más favorable y más íntimo. Este es el lado sicológico de la fotografía, y no me parece demasiado atrevida la palabra».
II
Esas ideas expresadas muy rápidamente, incluso de forma esquemática, me surgen al ver y apreciar como simple espectador o perceptor las 137 fotografías aquí expuestas, de 42 fotoreporteros, de 22 países, en ocho distintas categorías y elegidas por un jurado que tuvo que vérselas con las 73.044 imágenes enviadas por 4.548 fotógrafos provenientes de 125 países a la Fundación World Press Photo con sede en la capital holandesa y que ella está desde 1955 cuando se creó. Quien dirige la Fundación,Lars Boering, llegó a decir que todo ese conjunto de fotografías “son escenas enviadas por agencias, medios de comunicación o los propios fotógrafos, testigos de situaciones candentes. Pero también hay series preciosas de otros acontecimientos positivos que merecen atención desde el punto de vista internacional. Otra corriente que puede influir con más fuerza en el futuro”.
III
Ya para finalizar. Tengo que confesar que al ver la muestra fotográfica que hoy estamos abriendo con el apoyo y auspicio de la Embajada del Reino de los Países Bajos; con la iniciativa del Instituto de Prensa Y Sociedad (IPYS-Venezuela) para que esta muestra estuviera en nuestro país después de 10 años de ausencia entre nosotros; con el invalorable esfuerzo del Centro Cultural-UCAB en las manos de la profesora Mabel Calderín y todo el equipo que la acompaña (Humberto Valdivieso investigador, el museógrafo Manuel Eduardo González, la periodistas Yelitza Méndez y el historiador Wuleiams Castellano y la asistencia profesional del gran fotógrafo nuestro el amigo Vasco Szinetar) me convocó a repasar mis viejas lecturas ya olvidadas desde hace mucho tiempo y que merecen ser recordadas en este momento, aquí y ahora, para quienes visiten la exposición no solo se queden con la simple y llana observación. La idea es que seamos capaces, como observadores-perceptores, de ir más allá…
Solo voy a citar un ensayo que no tiene pérdida, a pesar de haber sido escrito hace ya casi 90 años, por Walter Benjamin: Pequeña historia de la fotografía y que tiene su complemento de análisis e interpretación el ensayo de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.
En Pequeña historia de la fotografía vamos a encontrar un precioso análisis filosófico, estético, artístico, social y cultural en donde Benjamin “intuye a tiempo la revolución que sobre el arte tradicional operarían estas formas (se refiere Benjamin a la invención del cine, la radio, la caricatura, la fotografía…) que ascienden pujantes desde las márgenes de lo establecido”. Para darnos cuenta desea idea expresada por Jesús Aguirre, traductor y especialista de la obra benjaminiana, citemos al propio Walter Benjamin cuando nos dice que
“La cámara se empequeñece cada vez más, cada vez está más dispuesta a fijar imágenes fugaces y secretas cuyo shock deja en suspenso el mecanismo asociativo del espectador. En ese momento tiene que intervenir el pie que acompaña a la imagen, leyenda que incorpora la fotografía a la literaturización de todas las condiciones vitales y sin la que cualquier construcción fotográfica se quedaría necesariamente en una mera aproximación. No en vano se han comparado las fotografías de Atget con las del lugar de un crimen. Pero, ¿no es cada rincón de nuestras ciudades un lugar del crimen, no es un criminal cada uno de sus transeúntes? ¿No es obligación del fotógrafo, descendiente del augur y del arúspice, descubrir en sus imágenes la culpa y señalar al culpable? No el que ignore la escritura, sino el que ignore la fotografía, se ha dicho, será el analfabeto del futuro”.
IV
No quiero seguir rastreando mis viejas lecturas. Vayamos ahora a disfrutar de esa excelente exposición que abarca una interpretación del mundo actual. Una muestra que ha sido vista en 100 lugares del planeta, en 45 países y vista por más de 4 millones de personas. Una exposición, como todas las exposiciones de la Fundación World Press Photo, que nos muestra una pequeña porción de la historia de la fotografía contemporánea como historia del periodismo actual. Porque la historia de la fotografía es también la historia del periodismo.
Algo que nos recuerda esta muestra, como las 61 ediciones que ya tiene sobre sus hombros el World Press Photo, es que “lejos de leer el mundo real como un álbum de fotografías…, habrá que aprender más bien a leer las fotografías como el mundo real: y esto no podremos controlarlo siempre, a causa del tiempo y del espacio”.
Dicho esto, vayamos a disfrutar de la exposición…
Marcelino Bisbal
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