Perspectivas

Félix G. Arellano: “Lo que vemos en Ucrania es producto del chantaje nuclear”

10/04/2022

Félix Arellano retratado por Jonathan Lanza

Lo malo de vivir en un mundo globalizado es que cualquier movimiento telúrico superior a 6 en la escala de Richter tiene impacto y consecuencias en las regiones más remotas del planeta, incluida esta comarca llamada Venezuela. El tsunami de la invasión de Ucrania no solo va a cambiar la geopolítica y el mapa de poder en el mundo, sino que va a llegar a lugares tan aislados como Corea del Norte e Irán. Ya no se trata solamente de competitividad, desarrollo del capital humano y nuevas tecnologías, sino de simple fuerza bruta, como la que despliega el déspota de Vladimir Putin en Ucrania. De este tema, y del eco que pudiera tener en el país, hablamos con el internacionalista Félix G. Arellano*.

No solo en los regímenes autoritarios -Rusia y China-, sino desde los propios Estados Unidos, hay un desprecio hacia la legalidad internacional que se estableció a raíz de la creación de las Naciones Unidas. Diría que la soberanía de los Estados, la autodeterminación de los pueblos, por ejemplo, está en cuestión. Más allá del orden mundial que se está configurando y de los cambios que estamos viendo, ¿cuál va a ser el papel de las Naciones Unidas? ¿El organismo es necesario o, como dijo el señor Donald Trump, es un club de burócratas que se reúnen para jugar golf en Nueva York?

La invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto la gran debilidad de las Naciones Unidas. Pero ese organismo nació débil, el mismo día que se firmó el tratado (en la cumbre de San Francisco). Desde ese momento ya estaba claro que venía atrofiada, venía débil, porque tenía el veto. Y el veto es el instrumento que ha paralizado la organización. Lo estamos sintiendo con mucho rigor porque estamos viviendo el presente, en el que la información, además, circula de forma masiva gracias a las nuevas tecnologías. Pero si nos vamos al pasado, a la guerra de Corea, a la guerra de Vietnam o a cualquiera de los conflictos importantes, donde alguno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China) estuviera involucrado, veremos que la organización ha sido inútil. No ha podido entrar de lleno en los grandes conflictos de la humanidad a partir de 1945, precisamente, por el derecho a veto. Ahora, ¿eliminar el veto es garantía de que la organización va a ser más eficiente? No necesariamente. Pero sí le abre un mayor espacio de acción que hoy no tiene.

Desde sectores académicos influyentes se perfila un nuevo orden mundial encabezado por los países más poderosos. Algo de eso estamos viendo ahora. Esto es, sencillamente, fuerza y poder militar.

Eso, de alguna manera, ya lo tenemos. El G-20 es un foro que reúne a las 20 principales economías del mundo. Después están todos los que tienen proyectos nucleares. Actualmente, el tema más sensible no es quién tiene la economía más eficiente, más competitiva, no. Aquí lo que estamos enfrentando es quién tiene armas nucleares, porque ese es el gran chantaje. Occidente lo ha hecho muy bien en no participar directamente en la guerra de Ucrania. Digamos, yo Estados Unidos o yo OTAN, porque la consecuencia más evidente, más dramática, sería el riesgo de una Tercera Guerra Mundial. Pero, por otro lado, la invasión de Ucrania le confirma a Irán que tiene que desarrollar su programa nuclear, cueste lo que cueste, porque eso es lo que le va a dar el espacio, el respeto, el papel determinante en el mundo. Igual para Corea del Norte. Lo lamentable es que ese es el ejemplo para el resto. Si tú quieres que te respeten, si tú quieres ser un actor de peso, ya no es un problema de tecnología, aunque eso pese -la competencia por el 5G de Estados Unidos con China o la innovación tecnológica-, pero el drama que la gente ve con terror, es el hecho de que Ucrania esté sola, que veamos las masacres y pareciera que nadie hace nada, y eso es por el chantaje nuclear.

Occidente envía armas a Ucrania, aplica sanciones económicas y presión diplomática. Pero hasta ahí… ¿Diría que eso es por el chantaje nuclear?

Bueno… también ha habido el chantaje energético, ¿no? Pero quizás el gran temor es que lo que ha sido un buen ejemplo de coordinación al interior de la Unión Europea lleve a una división por la dependencia energética de Alemania y los antiguos países de la órbita soviética que dependen del gas y del petróleo de Rusia. Una señal la podríamos ver en las sanciones financieras, no se aplican a todos los bancos, porque “nos afecta”. Yo creo que Putin está jugando a que si esto sigue y se mantiene, las sanciones pierden peso y si se debilita la unidad europea, el triunfo de Putin será evidente.

Desde esa perspectiva, no creo que veamos a Rusia como una potencia en decadencia, como un gigante con pies de barro. Rusia puede mantener esta situación por más tiempo de lo que la gente cree, mientras tanto el conteo en la estación de gasolina corre a su favor. ¿Qué vislumbra en el mediano y largo plazo?

A mediano y largo plazo, las sanciones se debilitan y tienden a beneficiar al sancionado, que las manipula política y mediáticamente, mientras encuentra formas de evadirlas. Además, hay un club de gobiernos autoritarios. No está sola Corea del Norte, no está sola Irán. No está sola Cuba ni Venezuela. Esos países, además, tienen detrás una fuerza económica muy importante que es China, de tal forma que van encontrando el camino para salir de ese atolladero y lograr algún nivel de recursos. Lo difícil para Occidente es mantener esa unidad en el largo plazo.

Europa sigue siendo el teatro de operaciones, lo fue en la Segunda Guerra Mundial, lo fue en el 91, con la guerra en los Balcanes, y ahora en Ucrania. En juego hay mucho que perder, ¿no?

Rusia también tiene mucho que perder, tanto en el ámbito político como en el económico. Si bien uno no puede decir que es un país con una economía enana, ya desde la Unión Soviética su escasa competitividad era crónica. No tenía un protagonismo en el sector tecnológico o la industria punta. Diría que era un país con una economía en desarrollo, concentrado en la producción de bienes primarios. Así como uno estudia el caso de los países latinoamericanos, que siempre han exportado materias primas, por esa vía -antes y después- ha ido Rusia. No obstante, la importancia que la Unión Soviética le dio a la industria, a la educación superior, al fomento de las matemáticas, la física, las ciencias duras, por ejemplo, pero eso no se tradujo en el desarrollo tecnológico que está alcanzando China. En el plano militar, creo que Putin creyó en esa tesis de las “intervenciones quirúrgicas”, donde muy rápidamente se puede dominar y salir exitoso. Yo creo que esa es una teoría que se crea con fines mediáticos, políticos e ideológicos, pero que no existe.

El primer país que habló de intervenciones quirúrgicas fue Estados Unidos, pero no logró sus objetivos en los países en los que ha intervenido militarmente. El caso de Irak, por ejemplo. 

Tampoco en Afganistán. Lo curioso es que en Venezuela (la teoría de la intervención quirúrgica) generó ruido y todavía hay gente que sigue creyendo en ella. Pero la mejor demostración de que eso no existe es, precisamente, Ucrania, un país que no tenía un elevado desarrollo tecnológico y militar, pero está reaccionando. Claro, por otra parte, pareciera que el objetivo de Putin es acabarla, bien para tenerla solo para él o bien para reconocer su autonomía, siendo ya un país destruido, un país de tierra arrasada. En cualquiera de los dos escenarios, creo que a Putin le conviene lo que ha venido haciendo, en esa ecuación perversa de dejar una Ucrania muy débil.

Cuando empezó esta invasión, parecía inconcebible que la destrucción de Alepo (en Siria) se convirtiera en el gran blanco de la artillería rusa en Ucrania. Sin embargo, fue así. 

En ese momento, también las Naciones Unidas demostró su enorme debilidad. Nuevamente, por el veto. Ahora, volviendo al planteamiento inicial. ¿Eso implica que hay que cerrarla? No lo creo. ¿Sirve para algo? Creo que sí. Y ahí surge la duda. Sin el instrumento del veto, Naciones Unidas tendría que trabajar con mayor intensidad. No sacaría el tema de la agenda, como ocurre actualmente. Eso obligaría a las partes a buscar una negociación, ya que vendría una votación calificada, en la que los cinco miembros permanentes (del Consejo de Seguridad) tendrían un mayor porcentaje de votos que los 10 rotativos, pero nada de esto está planteado porque nadie tiene escrita una reforma de las Naciones Unidas. Y eso a pesar del rechazo que genera en la humanidad, en su conjunto, la parálisis de la organización. Pero si la ONU fuera el epicentro de la negociación, si en ella se estuviera construyendo una hipótesis como la que se visualizaba en enero (el estatuto de neutralidad de Ucrania, similar al que tiene Suiza) sería algo envidiable, porque Suiza tiene acuerdos con todo el mundo. Esa figura, el paquete de negociación y el papel de la OTAN, es algo que Putin pudo haber negociado. Y si el temor para él es que todos los misiles del mundo apuntan a Moscú, bueno, vamos a revisar eso. Esa presión de enero yo creo que pudo contar con el apoyo de Alemania, Francia, China, India, Suráfrica. No estoy nombrando nada despreciable.

Sí, pero el asunto es que ya eso no es posible. 

No lo veo así, porque alguna negociación está planteada. ¿Que Putin la ha puesto más difícil? Sí, porque en la medida en que comete crímenes de lesa humanidad, la dificulta aún más. Pero ¿qué es lo que se plantea comúnmente, digamos, en un caso cercano? Hay que negociar con la FARC, y no es la madre Teresa. Entonces, ¿por qué no negociar con Putin, no obstante, las atrocidades que está cometiendo? Pero si antes de firmar el acuerdo le dices que lo está esperando la Interpol, él nunca va a firmar. Yo no veo esa posibilidad despreciable si participan actores más equilibrados, incluso lo que está haciendo Turquía, con todo el talante autoritario de Erdogan, yo le felicito el esfuerzo que está haciendo estos días.

El hecho de que Turquía esté haciendo este esfuerzo diplomático, que no lo hace de gratis…

… Nadie lo hace de gratis, pero está ayudando a la humanidad.

También se está jugando su papel como potencia emergente.

Y su ingreso a la Unión Europea, casi de forma exprés y el hecho de tener una diplomacia activa a favor de la paz.

Yo no veo signos de que tal proceso se vaya a dar.

No lo sé, entre otras cosas, porque no creo que las negociaciones tengan que ser públicas o por micrófono. Lo que Zelenski dijo en enero, que era una humillación para el pueblo ucraniano (hablar de un estatuto de neutralidad), ya no lo dice. Y Putin, que en la mañana dice una cosa y en la tarde hace otra, ha dado señales de que algo se negocia. Claro, él aspira a mucho más. Esa es la parte más dura. Y lo ha agravado más con los delitos de lesa humanidad. Sí, tanto la mitad de la humanidad como del Congreso de Estados Unidos se hará la pregunta: ¿vas a negociar con un genocida? ¿Te vas a sentar con Hitler en la mesa? Bueno, ¿con quién más se negocia?

Exigencias como las que se hicieron en el Acuerdo de Yalta (valga decir la rendición incondicional de Alemania y Japón), no creo que sean posibles actualmente. 

No estoy diciendo eso. Putin es el que está jugando a la rendición incondicional de Ucrania. Yo creo que cuando se incorporó en enero el equipo de Normandía (Francia y Alemania) es porque se estaba trabajando para llegar a un acuerdo, que no era: mire, Putin, salga de todo y entregue todo. Eso no es una negociación, así como no lo es que tú le pidas a Zelenski: entregue todo a cambio de nada. Entonces, e insisto en esto, Putin quiere tener una Ucrania muy debilitada, muy destruida.

Vamos al tema energético. Yo creo que la misión que envió Biden a Caracas abre varias interrogantes. Una. ¿Esta reorganización del mundo es, para Estados Unidos, a largo plazo? Lo segundo es que ni de cerca ha llegado el fin de la era de los combustibles fósiles. No hay capacidad para hacer la sustitución por energías renovables en ningún orden. ¿Este escenario favorece a Nicolás Maduro?

Ya el solo hecho de que haya habido entrevista, de que haya habido visita a Caracas y que haya sido en Miraflores, por supuesto que suma a favor de Maduro. ¿Cuál era el objetivo de Maduro desde que se está hablando de negociaciones? Crear un canal directo con la Casa Blanca. Él podría decirle al mundo que ya se creó ese canal, pudiera ser que no. Hay quienes dicen que hay un alto funcionario de la Casa Blanca que sigue con el tema de Venezuela, porque aún hay presos políticos, presos de nacionalidad estadounidense. Ese alto funcionario tiene acceso directo a Miraflores. Entonces, el canal que tanto soñaba Maduro meses atrás se está dando. ¿Es un cambio de 180 grados en los dos escenarios? No lo creo. Ni lo es en Estados Unidos ni lo es en Miraflores. Pudiera ser una maniobra hábil e inteligente de parte de Biden y lo digo porque no creo que, en un mundo tan complejo, asumir posiciones rígidas y camisas de fuerza sea la mejor opción. En consecuencia, así como Barak Obama abrió un canal con Cuba, explorar una aproximación a Venezuela, en la que los temas humanitarios, de los derechos humanos, sean parte de la agenda, me parece que es algo muy importante. También el resto de los intereses, incluyendo el tema de la energía. Yo no veo tan cercana la posibilidad de que Venezuela pueda llenar el vacío que pudiera dejar el petróleo ruso.

Félix Arellano retratado por Jonathan Lanza

PDVSA se convirtió en una fachada, en un slogan. No hay capacidades ni recursos financieros para levantar la producción. Pero esa visión nacionalista que prevaleció en el siglo pasado es irreal. Yo creo que el gobierno de Maduro -o de un eventual sucesor dentro del chavismo- no tendría ningún prurito en decirles a las trasnacionales y a los agentes que van a participar del negocio, que hagan las leyes, como lo hizo Juan Vicente Gómez. 

Aquí se habla de un proceso de apertura al mundo, pero legislaciones como la del control de precios siguen engavetadas y el día en que me interese sacarlas, las saco. ¿Cuál es la confianza jurídica de eso? ¿Cuál es el modelo que les estás ofreciendo a las empresas? ¿Que vengan, traigan sus taladros y hagan inversiones muy cuantiosas, pero prepárense, porque en cualquier momento les expropio los taladros? ¿Esa es la seguridad jurídica?

No, la seguridad jurídica es la que había en la Cuba de Fidel Castro, la promesa de que se iban a respetar los acuerdos y las empresas pueden repatriar sus ganancias a un tipo de cambio establecido entre las partes y garantizado por Fidel Castro. Lo que demuestra, precisamente, que no hay tal seguridad jurídica, solo el compromiso de un dictador. Pero Castro cumplía su palabra. 

Claro, pero se cumple hasta cuando se quiere. Y no hay ninguna seguridad, ni ningún canal jurídico, que no sea la excelente relación con la mano que lo decide todo. No sé si estamos a ese nivel tan cubano, pero sí sé que estamos en un autoritarismo hegemónico. Entonces, ¿las empresas están interesadas en aprovechar este subsuelo porque viene un incremento de los precios? ¿Eso va a ser rentable? Creo que esa posibilidad de que el tema venezolano sea muy relevante para la Casa Blanca por el punto energético, está sujeto a muchas variables, a muchas limitaciones. Una de ellas son las elecciones de medio término (elecciones al Congreso en Estados Unidos) y la elección presidencial luego. Yo creo que las perspectivas de que Biden sea reelecto son muy pocas. Entonces, ¿cómo se planifican las inversiones? Yo creo que se abordó el tema energético, porque Chevron opera en Venezuela.

¿Realmente cree que la visita de la misión estadounidense fue para darle prioridad al tema de los derechos humanos?

No fue para eso, fue para hablar de Chevron, para hablar de presos estadounidenses, pero no para llegar a un acuerdo inmediatamente. En consecuencia, la negociación continúa. Estados Unidos ha sido un aliado importante del tema democrático venezolano y ha puesto varias variables en el paquete de la negociación, no una sola.

¿No será que el gobierno de Biden se desmarcó del Gobierno interino y ante el fracaso de una oposición dividida y fragmentada decidió negociar directamente con el señor Nicolás Maduro?

Vuelvo a repetirlo, yo no veo un cambio de 180 grados en la política de Estados Unidos hacia Venezuela. Veo una acción exploratoria, de ambos lados, que beneficia a Maduro, entre otras cosas, porque está muy interesado en que se levanten las sanciones. No solo las económicas, sino las personales. Creo que estas últimas se agudizan más aún, si se pierde la plataforma financiera de Rusia. Esa era una opción para que las fortunas personales, vía Rusia, entraran a Europa, entre otras cosas, porque Rusia estaba excelentemente vinculada a Europa en todos los planos económicos y en particular en el plano financiero. Si el tema de las sanciones personales se agudiza, entonces la necesidad de llegar a unos acuerdos con Estados Unidos, se vuelve una necesidad muy importante. Hay incentivos para que eso ocurra, pero la Casa Blanca no ha enviado una sola señal de que eso fuera posible en el corto plazo. No ha habido un cambio importante de su política. No olvidemos que hubo una reacción (a raíz de la misión que vino a Caracas) tanto de los representantes republicanos como de los demócratas en el Congreso. Entonces, esto va más allá de la polarización de la política estadounidense. Biden no ha decidido nada con relación a lo que acabas de decir. Eso no es lo que está planteado, pero así mismo creo que Estados Unidos está consciente de esas debilidades. Quizás tenga alguna responsabilidad por la forma en que ha apoyado a unos grupos y a otros no. Pero Estados Unidos no puede ser la maestra que nos diga cómo hacer oposición o cómo coordinarnos. Yo insisto en que no hay un cambio de política y que, en esa aproximación, que me parece interesante, la Casa Blanca tenga en cuenta que hay en juego temas tan importantes como la libertad de expresión y los derechos políticos de los venezolanos. Que no lo olviden cuando estén construyendo el texto de los acuerdos.

¿En una negociación de esa índole se pueden incluir los temas institucionales, las garantías electorales, los derechos humanos? 

Absolutamente, para eso son las negociaciones. ¿Qué fue lo que vimos en el primer texto de la negociación del Gobierno colombiano con las FARC? Bueno, ¡lo que estaba en juego era la constitución colombiana! Precisamente, cuando las FARC se atrevía a cuestionar el modelo de desarrollo. Todo es negociable, si lo permites. Seguramente, Miraflores dirá que no acepta nada. Entonces, Estados Unidos dirá si las sanciones continúan.

En el plano estrictamente interno, y aquí hay que tomar en cuenta la extrema debilidad de la oposición venezolana, no creo que esté en capacidad de introducir tantas demandas en el paquete de negociación.

No lo veo así. El éxito de Maduro, al día de hoy, es dividir. Ha cortado a los partidos políticos en pedazos. Divide y vencerás, desde que el ser humano camina. Pero Biden mantiene la representación del gobierno interino en Washington. Algún acceso tiene a la Casa Blanca. Ese es un canal de presión. Hay, además, organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil. Nuestra tarea es coordinarnos, pero si eso no es posible, entonces Washington va a recibir 50 papelitos que más o menos dirán lo mismo.

*Internacionalista. Doctor en Ciencias Políticas (UCV). Profesor asociado. Exdirector de la Escuela de Estudios Internacionales. Coordinador del área de Relaciones Internacionales y Globales (FACES). Articulista de opinión. Miembro de la Mesa de Análisis de Coyuntura del Centro de Estudios y de Gobierno de la UCAB.


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