Entrevista
Emilia Díaz-Struck: “El periodista no es la historia, la historia es eso: la historia”
por Hugo Prieto
Emilia Díaz-Struck. Fotografía de Lietuvos Respublikos specialiųjų tyrimų tarnyba | Flickr
Hay una frase que, al paso del tiempo, se convirtió en un clásico: “La economía es muy importante para ser dejada en manos de los economistas”. Su autor es Steve Keen, profesor de Economía y Finanzas en la Universidad de Western Sydney. Estoy convencido de que esa sentencia aplica para el periodismo. Sobre todo, en esta época, en la que cualquiera puede difundir una información, o una noticia falsa, en las redes sociales.
¿Para qué sirve el periodismo? ¿Qué lo motiva? ¿Qué métodos hay detrás de cada historia? El lector debería interesarse en la respuesta a cada una de estas preguntas. Al fin y al cabo, el periodismo es, después de la plaza pública y el parlamento, el lugar donde lo público se ventila con toda su fuerza y alcance. Entonces, lector, no vaya a pecar de ingenuo y se deje tomar el pelo. Quien habla es Emilia Díaz-Struck*, periodista venezolana afincada en Washington, la ciudad donde se bate el cobre.
¿Qué dirías del periodismo de investigación en América Latina?
En América latina ha habido una reducción de los espacios para la investigación periodística en los medios tradicionales y, como resultado, los periodistas han creado sus propios medios, sus propios emprendimientos. En toda la región se han incrementado las limitaciones a la libertad de prensa, al igual que el acceso a la información pública e incluso en temas de seguridad. Estamos hablando de limitaciones que imponen los gobiernos, pero también de actores que se investigan, que presionan e incrementan los riesgos del trabajo periodístico, como grupos asociados al crimen organizado o la corrupción. En ese contexto tan complejo, y como consecuencia de esas presiones, varios periodistas de la región se han visto obligados a irse al exilio.
Las grandes cabeceras mediáticas destinaban recursos a los que podríamos llamar los antecedentes del periodismo de investigación, pero quizás por razones políticas, por los costos o compromisos con los factores de poder, surgieron medios alternativos enfocados en la investigación. La gran duda planea sobre la sostenibilidad de esos medios. ¿Qué visión sobre estos emprendimientos en el futuro inmediato?
Definiría a estos emprendimientos como un periodismo que resiste. La respuesta, para algunos periodistas fue: Resistimos y creamos el espacio, entre otras cosas, porque el costo de publicar en internet es mucho menor al de publicar en papel. Pero las investigaciones toman tiempo. Entonces, ¿cuántos meses de salario hay que pagar para que un periodista haga una investigación? Además, hay costos adicionales, la reportería, el acceso a bases de datos (no todas son gratuitas), la logística, todo eso se suma al costo final de una producción. Otro tema es: ¿cuál es el tamaño de una redacción en estos emprendimientos? La gran mayoría son medios sin fines de lucro, que dependen de muchos donantes. No todos tienen fondos para colocar en la región. ¿Qué pasa si a los donantes se les reducen los fondos o cambian de prioridad? Los periodistas tienen que buscar ingresos para mantener sus emprendimientos vivos. Algunos han logrado que sus audiencias paguen buena parte de la producción periodística. Ese es otro de los caminos que ayuda a financiar la sostenibilidad de esos emprendimientos. Otros han explorado otros modelos económicos, que dependen de pautas publicitarias y otras formas de comercialización. Conllevan riesgos. No hay una respuesta única a cómo hacerlos sostenibles.
Hay una línea transversal característica de América Latina: los medios tradicionales están emparentados a los distintos factores de poder -económicos, políticos, culturales-, esa es una de las razones que impulsan la creación de estos emprendimientos. ¿Los donantes, de alguna manera, sugieren, imponen, marcan líneas, para que determinados intereses se reflejen en las investigaciones periodísticas?
No. Ahí la clave consiste en conseguir los donantes correctos. Hay donantes que únicamente financian el costo de la operación. Y, por tanto, no tienen ninguna injerencia en la agenda periodística. El donante es consciente de la credibilidad del medio y respeta la autonomía de los periodistas, por lo que financia parte de su actividad. Hay otros donantes que abren concursos para que los medios investiguen ciertos temas. Ahí lo que hay que ver es si esos temas forman parte de la agenda propia de los periodistas. Si fuese el caso, tampoco podemos hablar de injerencias en el trabajo periodístico. ¿Cómo mantener la independencia del medio? Identificando esquemas de financiamiento como los que acabo de mencionar y diversificando, hasta donde sea posible, el número de donantes. Eso te permite mantener la sostenibilidad. Claro, hay un riesgo si el medio no tiene claridad hacia dónde quiere ir. Pero si su misión y objetivos están claramente definidos, no tienen necesidad de arriesgar su independencia.
Quisiera traducir el término periodismo de investigación en términos económicos y editoriales. Por un lado, son los recursos que se ponen a disposición de los periodistas y por el otro entra en juego el prestigio, la profundidad de la marca de medios como The New York Times o La Nación de Argentina. ¿Cómo abrir nuevos espacios cuando el periodismo, desde el punto de vista empresarial, tiene la tendencia de ser un monopolio?
En ese camino, vemos buenos ejemplos en América Latina. Y también a nivel global. Me refiero al tema de las colaboraciones periodísticas para investigaciones. Alianzas de medios que investigan conjuntamente un tema. Porque, en efecto, cuesta mucho dinero: cuesta la logística, cuesta tener la gente que tiene la experiencia, las fuentes, el tiempo. Y se puede complejizar más, si estamos hablando de reportería tradicional, pero ¿qué pasa cuando necesitas trabajar con especialistas en análisis de datos? ¿O tienes que verificar todo y ponerlo bajo el examen de una asesoría legal para la investigación que se va a publicar? En las investigaciones, hay distintas escalas: local, regional, global, que se pueden ver de distintas maneras. Vemos proyectos en los que se arma un pool de reporteros que comparten información para profundizar y conectar historias que, actualmente, cruzan las fronteras (el lavado de activos, el narcotráfico, entre otras). De tal forma que tienes (para una investigación específica) un reportero en Venezuela y uno en Colombia. Ya no es sólo la ecuación de un medio, sino del poder que significa ir juntos, lo que le da más fuerza al trabajo. Ya no se trata del gran medio que monopoliza una historia, sino de emprendimientos que suman audiencias y espacios geográficos, lo que conlleva a un mayor impacto de las historias. Los trabajos colaborativos son la respuesta.
¿Cuál es el impacto que han tenido las nuevas tecnologías? Para una mente analógica, el método puede seguir siendo el de la vieja escuela, pero es un método en desuso o enterrado. Ahora hay nuevas herramientas, pero hay que saber usarlas, si de verdad quieres hacer una buena investigación. ¿Qué bondades han traído las nuevas tecnologías al periodismo de investigación?
Es muy interesante, creo que hay cosas de la vieja escuela que se mantienen y siguen aplicando. Lo que tiene que ver con estándares éticos, con temas de verificación, con temas de interés público y también, incluso, con temas de pensar la narrativa de una historia o de cuáles son las preguntas que uno se hace al hacer una investigación, por ejemplo. Ahora, en términos de herramientas, diría que se han multiplicado. Y eso trae retos y oportunidades, al mismo tiempo. Uno puede pensar en una colaboración como Panama Papers o cualquier otra colaboración transfronteriza. Se da y se puede hacer gracias a las nuevas tecnologías por varias razones: ¿Cómo se comparte una información de forma segura? ¿Cómo se miden e interpretan los datos? Incluso, ¿cómo usar herramientas para crear una redacción virtual, donde los periodistas pueden compartir, comunicarse y avanzar en una investigación? Proyectos como ese no hubiesen sido posible sin esas herramientas.
El periodismo tiene una faceta farandulera, fuegos artificiales que deslumbran a la audiencia, puro efectismo y poca información. X es una celebración permanente del año nuevo chino. ¿Un periodista puede ser influencer o debería ser influencer?
El tema de las redes, (en parte) las nuevas tecnologías o se endiosan o se demonizan. Creo que tenemos que volver al principio, a la pregunta: ¿Para qué estamos haciendo periodismo? Vieja o nueva escuela, siempre hay que ahorrarse la tentación de los fuegos artificiales. El principio del periodismo es el interés público al servicio de la sociedad. Contar historias, investigaciones, que pueden relacionarse con temas que nos involucran a todos, lo que le permite a la gente saber lo que está pasando y tomar decisiones. ¿Qué pasa con las herramientas? Ellas pueden servir para distintas cosas pero la pregunta es cómo está pensando el periodista para llegar a una audiencia. Con tanta información que se está generando al minuto cada día, tenemos que apegarnos al estándar de la información de calidad. Buscar historias que sean útiles para distintos contextos: local, regional o global. Pero la esencia es que sean historias de interés público. El periodista no es la historia, la historia es eso: la historia. Entonces, el periodista usa distintas herramientas para llegar al ciudadano.
Voy a plantear las cosas de otra forma. Hay periodistas que hacen sugerencias (en realidad son lecciones) de qué cosas puedes hacer y qué no, ante ciertos eventos. Por quién votar, por ejemplo, y por quién no. Creo que eso no tiene ningún interés público, a menos que tú seas un influencer y quieras “agitar” a tus seguidores, a la usanza de un activista político. ¿Qué está haciendo ese periodista en las redes sociales?
No está haciendo periodismo, en efecto. Por esa razón, digamos, en los periódicos impresos se separaba la sección de opinión del resto de la información, de modo tal que el lector se ubicara, claramente, frente a lo que es una opinión y pudiera decidir si la comparte o no. El periodismo, cuando no es opinión, es otra cosa, de la cual ya hemos hablado. En el momento en el que vas viendo los lineamientos éticos de asociaciones de periodistas, de agencias de noticias, de medios respetables, entiendes que el periodista está para recolectar la información, para sumar esas piezas y contar una historia. Para contar los hechos que ha recolectado, bien sea si fue a cubrir una noticia y dar cuenta de ella. No es lo que piensa sobre esa noticia. Ese no es su trabajo. Hay que tener mucho cuidado, porque cuando un periodista comienza a asumir posturas y se orienta a influir en las audiencias, deja de hacer periodismo. En esa medida, el periodista comienza a cruzar una frontera que luego, cuando va a hacer su trabajo, hay todo un tema de la credibilidad, ¿Por qué está haciendo una nota u otra? Al caer en esa tentación, se corre el riesgo de que, una vez publicado su trabajo, la audiencia cuestione la validez de lo que hace. Te metes en unas aguas un poco complicadas.
El periodismo de investigación se ha convertido en una ciencia exacta, como la física o la química. Hay una serie de indicios, de variables, de métodos, que demuestran una hipótesis. Se sacrifica una capacidad para expresar sentimientos, emociones, aspectos psicológicos y quizás figuras literarias, narrativas. Entonces, el periodismo de investigación y el periodismo en profundidad (incluido otros géneros) son continentes que se separaron, como se separaron los continentes hace millones de años y ya no los podemos ver igual. ¿Tú qué crees?
Hay varias formas de hacer periodismo y cada una cumple funciones distintas. En el caso del periodismo de investigación, en efecto, deriva y toma métodos de las ciencias sociales. Entonces, sí, hay un método detrás. Creo que no deja de lado una nueva narrativa, puedes tener buenas historias de investigación bien contadas. Pero influyen los temas que se investigan. Hay temas sumamente complejos, como el de las estructuras financieras, en el que se sigue la pista del dinero, de los nombres de las personas involucradas en sociedades anónimas, (de lo que puede ser una estructura Ponzi, por ejemplo), lo que te lleva a pensar en las víctimas que fueron objeto de una estafa. Una vez más la pregunta: ¿Por qué a la audiencia le va a importar esto? Los hechos que surgen en la investigación, en efecto, tienen que estar blindados, verificados, por muchas razones, pero eso no excluye la posibilidad de contar una buena historia. La posibilidad de tener testimonios de primera mano y ese componente humano dentro de las historias. Yo creo que puedes tener una buena crónica como parte de una investigación. También hay otros géneros, una buena entrevista, una buena crónica, que conectan con las audiencias y cumplen una función importante para el ciudadano.
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*Directora Ejecutiva de la Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN). Anteriormente fue editora de datos e investigación y coordinadora para América Latina del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Durante más de una década, Díaz-Struck participó en más de 20 proyectos de investigación colaborativos del ICIJ, que han sido premiados, entre otros: Offshore Leaks, Implant Files, FinCEN, Pandora Papers. Ha trabajado con periodistas en más de 110 países y territorios en investigaciones colaborativas. Fue coordinadora del área del periodismo de investigación en el Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela. Reportera residente en el Centro de Reportajes de Investigación de Nueva Inglaterra de la Universidad de Boston y Connectas. Colaboradora de The Washington Post, la revista Poder y Negocios, los medios venezolanos El Universal, El Mundo y Armando.info, del cual fue cofundadora. Ha sido profesora en la Universidad Central de Venezuela.
Hugo Prieto
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