Hank Aaron ejecuta el último lanzamiento ceremonial en Turner Field, después del juego entre los Bravos de Atlanta y Tigres de Detroit. 2 de octubre de 2016 en Atlanta, Georgia | Fotografía de Daniel Shirey | Getty Images North America | AFP
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Henry Louis Aaron tenía 20 años cuando debutó en 1954 en las Grandes Ligas y se fue sin poder dar hits en cinco turnos. Su primer imparable, por cosas de la providencia del béisbol, lo despachó el 15 de abril, cuando se cumplían 7 años del debut de Jackie Robinson.
El 8 de abril de 1974 en Atlanta, ante 53.775 aficionados y casi veinte años después, el nacido en Mobile, Alabama, disparó el jonrón 715 con el que superó la marca de Babe Ruth.
No pocas humillaciones debían soportar los jugadores “de color” que estaban en la Gran Carpa; igual que sus predecesores, Aaron había jugado en las Ligas Negras y como la mayoría de los peloteros tuvo que transitar por la Menores. En “Jacksonville Tras” quedó como líder en hits, dobles, carreras impulsadas, promedio de bateo y recibió el premio Al Jugador Más Valioso de la liga.
Cuando Aaron comenzó a jugar béisbol en las Mayores, aunque podían celebrarse avances, el racismo seguía siendo un problema en buena parte de la sociedad estadounidense que despreciaba a los afroamericanos y estaba convencida de que no debían formar parte de la organización de las Grandes Ligas.
Todavía no se sabía casi nada de un pastor bautista llamado Martin Luther King, pero ya hombres como Jackie Robinson, Satchel Paige, Roy Campanella, Willie Mays, Willard Brown y Larry Doby, entre otros, “jugaban” por la conquista de los derechos civiles desde los parques de pelota en una intuitiva acción de “no violencia activa”.
La “batalla” se daba en los estadios de béisbol y era punta de batazos, buenas jugadas, de talento e inteligencia para jugar pelota, disciplina y todo lo requerido para ser un grandeliga, pero más, porque había que imponerse a las dificultades generadas por la discriminación racial.
Pararse en el plato a obviar las palabras ofensivas. Respirar profundo y tener paciencia ante lanzamientos recostados que llevaban intención de lastimar y no soltar el bate para darle su merecido al agresor. No fue fácil soportar todo aquello, pero había que seguir y ellos así lo hicieron.
Hank Aaron en su primer año dejó promedio de bateo de .280 y disparó 13 cuadrangulares de los 755 que dejó en su cuenta definitiva.
La posibilidad de alcanzar el récord de Babe Ruth era una realidad en el verano de 1973. A sus 39 años, Aaron terminó la temporada con 40 jonrones y quedó con 713, a uno sólo del “Babe”, así que en abril debía ocurrir lo que muchos esperaban y otros deseaban que no sucediera.
Durante el invierno, Aaron fue amenazado de muerte varias veces, recibió montones de correos racistas de aficionados que se negaban ver a un hombre negro superando el récord de Babe Ruth.
Sin embargo Aaron también recibió mucho apoyo, incluyendo a Claire Hodgson, viuda de Babe Ruth, quien reprochó a los racistas y afirmó que su marido hubiera apoyado el intento de romper su récord.
Los Bravos comenzaron la temporada de 1974 con una serie de tres juegos contra Cincinnati y la gerencia de los Bravos quería que Aaron rompiera el récord en Atlanta, así que decidieron que Aaron no jugaría en los primeros tres partidos de la temporada.
Entonces el comisionado Bowie Kuhn ordenó que Aaron debía jugar en dos de los tres partidos. En su primer turno contra el lanzador Jack Billingham, Hank Aaron empató a Babe Ruth y no dio más jonrones en la serie.
(El comisionado Bowie Kuhn se excusó alegando un compromiso previo y no estuvo presente en el histórico momento).
Así que fue en Atlanta donde Aaron conectó el cuadrangular número 715 para dejar atrás a Ruth, ocurrió en el cuarto inning contra el lanzador de los Dodgers, Al Downing.
La pelota cayó en el bullpen de los Bravos, donde fue fildeada por el lanzador relevista Tom House, mientras Aaron daba la vuelta al cuadro en medio de una gran celebración que incluyó fuegos artificiales.
En el video que registró el momento puede verse a dos estudiantes universitarios que corrieron para alcanzarlo y felicitarlo cuando recorría las bases, una irregularidad que no sería posible hoy en día.
La madre de Aaron corrió para recibirlo en el plato y darle un abrazo intenso y casi interminable, después confesó que lo hizo para proteger la vida de su hijo.
Aaron dijo después: “No puedo recordar un día de este año o el pasado, que no haya oído el nombre de Babe Ruth. No quiero que se olviden de (Babe) Ruth, sólo quiero que me recuerden.”
Mari Montes
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