Álbum de familia

El amigo peruano

Fotografia de álbum familiar, 1938. Autor desconocido ©Archivo Fotografía Urbana

02/02/2023

 

Aquel peruano se llamaba Juan

y no tenía cómo saber que se ahogaría poco tiempo después

en el mar Báltico.

Un año antes estando en Craiova en Rumanía

salimos a caminar por los rieles del tren

en una noche nevada que endurecía la tierra como nunca.

Caminábamos buscando los bares

frecuentados por los obreros ferroviarios:

gitanos aceitunados capaces de lanzar un adoquín

a treinta metros como si fuera un guijarro.

Mientras nosotros solo dábamos traspiés

hasta llegar al lugar en el que terminaba la vía férrea.

Justo allí, al interrumpirse los rieles

con sus durmientes de concreto

logramos ver que había zanjas

alineadas, eran socavones muy negros.

Debo decir que la vida siempre se anuncia

con imprevistas apariencias,

y esto lo pensé al ver que Juan se arrojaba a una de esas fosas.

Yo quise borrar

¡semejante chanza!

con un gesto descalificador, pero él insistió:

—¡Vamos, lánzame una palada, que sea una, rebosante de tierra!

Luego de la resurrección

seguimos bebiendo el luminoso vodka Stolichnaya:

Lo real había perdido aparentemente su gravedad.

Y así logramos llegar al bar

abarrotado de gitanos ferroviarios.

Vomitamos varias veces al retorno del festejo

apoyándonos uno en el otro como eslabones acerados,

arrojamos el alma inmunda,

porque también se puede existir plenamente de esta manera:

 

Aunque hoy me doy cuenta,

de que el telón de fondo de aquella farra nocturna

 

no lo intuíamos

 

era el afantasmado mar Báltico.

 

***



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