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Distintas mediciones como la que realiza la Asamblea Nacional señalan que la crisis económica ingresó en el territorio de la hiperinflación. Más allá de medir la velocidad con la que aumentan los precios existen temas de fondo que aún no han sido abordados por los expertos: ¿Cuál ha sido el impacto en términos de crecimiento en los países que ya han padecido este desequilibrio? ¿Venezuela está ante un fenómeno coyuntural o estructural? ¿Cuánto puede tardar la recuperación una vez se aplican los correctivos?
Douglas Barrios, economista e investigador del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, responde estas interrogantes utilizando como base el trabajo que lleva a cabo con su colega Miguel Ángel Santos para analizar la hiperinflación venezolana desde distintos ángulos.
El trabajo analiza los episodios de hiperinflación en los últimos treinta años. ¿De cuántos países estamos hablando y qué parámetro se utilizó para incluirlos en la lista?
Utilizamos la métrica que estableció Philip Cagan que nos dice que un país sufre hiperinflación cuando la inflación alcanza 50% en un mes y culmina cuando en un período de doce meses no ha habido otro mes de 50%. En los últimos treinta años 37 países cumplen con esta condición. Una primera cosa curiosa es que este es un fenómeno que prácticamente ya no ocurre, 90% de los casos sucedió entre 1985-1995. De 2007 para acá solo ha habido el episodio de Zimbabue y ahora Venezuela. Si observamos un poco más atrás el caso previo es el Congo en 1998.
¿Existe algún patrón en la duración que tuvieron estos episodios de hiperinflación?
En el 60% de estos casos la hiperinflación duró hasta cuatro meses y en el 40% doce meses o más. Las hiperinflaciones de menor duración, que catalogamos de coyuntural, ocurrieron en países que atravesaron un período de ajuste, por ejemplo, naciones que tras dejar de ser repúblicas soviéticas vivieron un proceso de normalización a los precios de mercado. En los casos de mayor duración, que catalogamos de estructural, el episodio más prolongado es el de Nicaragua que llegó a padecer hasta cinco años de hiperinflación.
¿En términos de crecimiento qué ocurrió durante estos casos de hiperinflación?
En general los países perdieron aproximadamente diez puntos de PIB per cápita en cada uno de los años que tuvieron hiperinflación. También hubo efectos duraderos: después del fin de la hiperinflación durante los primeros tres años, en promedio, los países perdieron 2,9% al año de PIB per cápita y durante los primeros cinco años 1,9%. Para Venezuela esto es muy preocupante porque en los últimos cinco años ya ha perdido 38% de su PIB per cápita.
¿Es común que ocurra una hiperinflación acompañada de una depresión económica como la que sufre Venezuela?
No es común una hiperinflación en medio de un colapso económico, entendiendo por colapso una caída de al menos 15 puntos en el PIB per cápita en tres años. Solo 13 países de los que hemos analizado han padecido este tipo de desequilibrio.
¿En estos casos de colapso e hiperinflación en cuánto tiempo ha podido recuperarse lo perdido durante la crisis en términos de PIB per cápita?
Una vez culminó la hiperinflación, de los 13 países que además sufrieron un colapso, cuatro recuperaron el PIB per cápita durante los siguientes diez años. Pero hablamos de países que tuvieron hiperinflación de un mes. En general, a muy pocos países les ocurrió una hiperinflación acompañada de un colapso y a los que les sucedió y no lo controlaron rápidamente se les hizo más difícil el patrón de recuperación. Para Venezuela esto indica que será complicado regresar al PIB per cápita de 2012, al menos durante los próximos diez años.
¿El PIB de 2012 no es una referencia inflada ya que ese año el gobierno de Hugo Chávez gastó de una manera alocada en medio de la campaña para las elecciones presidenciales?
Se puede decir que ese PIB per cápita estaba artificialmente inflado y es verdad, ese nivel no era sostenible en sí mismo. Es una discusión interesante porque al final del día uno quisiera hacerlo en función del PIB potencial, pero allí entramos en el debate de si se trata del PIB potencial previo a la crisis o posterior. Tal vez una manera de abordar este tema es tomar un período un poco más amplio y no solo el año previo al comienzo de la crisis.
Durante la hiperinflación la atención suele concentrarse en cuánto es la tasa de inflación mensual pero aparte del aumento de los precios existe una devastación en el ahorro de las personas. ¿Qué indica esta medición en el caso de Venezuela?
Efectivamente, también hay que observar en qué magnitud decaen los activos. Una persona que trabajó durante toda su vida y ahorró para alguna emergencia, enfrentar la vejez o dejarle algo a sus hijos. ¿A qué velocidad desaparece el valor de estos bolívares? Para determinar esto empleamos una métrica que calcula en cuánto tiempo desaparece la mitad del valor de estos activos líquidos. Hasta hace un mes esto estaba ocurriendo cada noventa días y ahora cada cincuenta días. En otros casos de hiperinflación esto ha llegado a suceder cada tres semanas e incluso cada día.
Cuando esto se agudiza pierde todo sentido conservar bolívares.
Así es. Esto alimenta muchísimo el hecho de que la gente sienta que ya no tiene ningún sentido tener un bolívar como reserva de valor y por eso tratan de cambiar esos ahorros a otra moneda o compran cualquier cosa.
En los casos más severos de hiperinflación la caída del valor de los activos líquidos a la mitad es diario. ¿La hiperinflación venezolana está en un estado embrionario puesto que esto está ocurriendo cada cincuenta días?
Sí, Venezuela se encuentra en una etapa incipiente del proceso hiperinflacionario. Si observamos la medición que dice en cuánto tiempo el dinero cambia de manos, es decir, cuántas veces la base monetaria da la vuelta durante un año, en el caso de Venezuela es doce veces y en hiperinflaciones agudas como la de Bolivia 900 veces.
¿Qué se hizo para que las hiperinflaciones incipientes no explotaran?
La lógica donde fue un problema coyuntural es que se debió a un efecto momentáneo, por ejemplo, al salir del control de precios hubo hiperinflación por uno o dos meses. Aún no está claro si donde ha durado más tiempo y se le cataloga de estructural es porque una vez que supera los cuatro meses es muy difícil de detener o si los gobiernos que caen en este tipo de hiperinflación tienen capacidades técnicas limitadas o concepciones ideológicas que les impiden tomar las decisiones adecuadas.
¿Venezuela se encamina a ser un nuevo caso de hiperinflación estructural?
Venezuela no está en un proceso de racionalización de precios, unificación del tipo de cambio o eliminación de subsidios ineficientes. El país sufre una hiperinflación por otro tipo de razones, entonces pareciera que hay elementos estructurales.
¿Dónde ubicaría el epicentro del desequilibrio?
Se está financiando el déficit público con emisión monetaria. Frank Muci, un colega nuestro, calculó que 80% de las operaciones del Estado se financian con emisión monetaria. Esta emisión monetaria se encuentra con un mercado de bienes que no existe. Si nos enfocamos en elementos intensivos en actividad económica como comercio, manufactura, construcción y transporte el PIB per cápita ha caído 60% en los últimos cinco años. Entonces, esta gran cantidad de dinero se está peleando por bienes cada vez más limitados.
¿Y el déficit es por la caída del ingreso en prácticamente todos los frentes?
La base de ingreso de la República está en caída libre. La recaudación tributaria en términos reales cae a una tasa anual de 53%, los ingresos petroleros descienden por el declive de la producción y porque Pdvsa vende buena parte de sus dólares a una tasa artificialmente baja de 10 bolívares. El financiamiento externo se cerró mucho antes de las sanciones de Estados Unidos, recuerda que la operación que hizo el gobierno con Goldman Sachs se realizó a una tasa implícita de 48%, una tasa difícil de catalogar de préstamo.
Un aspecto que llama la atención es que el déficit que se cubre con emisión monetaria se produce en un contexto en que el Estado no cumple con sus funciones esenciales.
Es un estado con déficit pero que no cumple con ninguna de sus funciones. El déficit sucede en un contexto donde los colegios no tienen almuerzo para los niños, hay un colapso en la infraestructura de salud. Si bien se pueden tomar medidas para mejorar la eficiencia del gasto y, por ejemplo, eliminar subsidios regresivos e ineficientes, hay que tener claro que este no es el Estado que queremos; deseamos uno que garantice la provisión de bienes públicos, seguridad, educación, salud y ese Estado es más grande que el actual. No se trata solamente de racionalizar el gasto y optimizarlo, hacia el futuro hay que pensar en aumentar las fuentes de ingresos.
¿El déficit no se ha magnificado por la decisión del gobierno de venderle dólares a grupos privilegiados a la tasa irreal de 10 bolívares?
En buena parte el déficit de Pdvsa se explica por eso, porque Pdvsa está forzada a regalar esos dólares que genera a la tasa de 10 bolívares. Pero la tasa de cambio habla de cómo repartimos los dólares que tenemos, pero la realidad es que tenemos pocos dólares por la caída de las exportaciones, el descenso del precio del petróleo y los pagos de deuda externa. Si hubiese una fuente de financiamiento importante como el BID, Banco Mundial, el FMI y otros países se podría unificar el tipo de cambio.
Al final parece que para salir de este túnel el país tiene que aprender lo que es cosa sabida en la gran mayoría de los países desde hace bastante tiempo.
Habrá que hacer las cosas que el resto del mundo aprendió: mantener la independencia del Banco Central y evitar que financie el déficit de las empresas públicas, ordenar las cuentas fiscales, acabar con la enorme ineficiencia con la que el gobierno hace política social, crear un esquema de subsidios directos y progresivos, pero nada de esto funciona si no se reactiva la economía. Y eso requiere resolver el problema del flujo de divisas.
Víctor Salmerón
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