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En 2005 la mayoría de los venezolanos se sentía optimista por el comienzo del mayor boom petrolero de la historia y la dosis de fe que inyectó el incesante relato de Hugo Chávez, que dibujó un futuro de progreso y prosperidad. Sin embargo, por aquellos días se sembró la semilla del descontrol monetario que hoy tiene a Venezuela en el túnel de la hiperinflación.
Omar Zambrano, quien formó parte de la Gerencia de Investigaciones del Banco Central de Venezuela y se ha desempeñado como economista principal del Banco Interamericano de Desarrollo en Bolivia, Perú y República Dominicana, analiza cómo una serie de decisiones tomadas durante el gobierno de Hugo Chávez impactan hoy al país. Opina que quienes afirmaron que Venezuela no caería en hiperinflación por tener una economía petrolera divulgaron una noción sin respaldo teórico y que no admite contraste empírico.
“Este brote hiperinflacionario es producto directo de la destrucción total de la institucionalidad monetaria, cuya demolición comenzó en 2005 con la primera reforma de la Ley del Banco Central de Venezuela, que dio pie a modificaciones posteriores que ampliaron los males. Las reformas introdujeron tres factores que causaron el descontrol total de la cantidad de dinero que circula en la economía y en gran medida la inflación es un fenómeno de naturaleza monetaria”, dice Omar Zambrano.
“El primer factor es que el Banco Central dejó de ser el organismo que recibía todas las divisas que ingresaban a la economía, una condición que le permitía tener cierto control sobre la cantidad de bolívares mediante la compra y venta de dólares. Esto se perdió y PDVSA pasó a tener control sobre gran parte de los fondos en dólares y al final PDVSA se convirtió en una empresa politizada y poco transparente”.
“La segunda reforma legal permitió que el Banco Central financiara a empresas públicas, en particular a PDVSA. Por esta vía el Banco Central financia monetariamente el déficit fiscal, una de las cosas que viola uno de las prácticas fundamentales de la banca central”, explica Zambrano.
Como tercer punto refiere el nivel óptimo de reservas. “Bajo ese mecanismo el Banco Central creó un supuesto nivel óptimo de reservas internacionales y los dólares que superaban este nivel pasaron a manos del Gobierno. Esto le permitió al Gobierno crear fondos de desarrollo en dólares, en especial el Fonden, que resultaron un agujero negro. De esta forma se le impidió al Banco Central acumular reservas internacionales durante el boom petrolero, reservas que hoy hacen una falta enorme”.
“Estas tres cosas mataron la función del Banco Central, que básicamente es la preservación del valor de la moneda. Con el primer mecanismo se le ataron las manos porque perdió el control sobre la cantidad de dinero. Con el segundo comenzó a expandir de manera muy descontrolada la cantidad de dinero financiando un déficit fiscal cada vez más alto y con el tercero se le imposibilitó acumular reservas internacionales”, resume.
Los desequilibrios se han acentuado de manera notoria y el país sufre una veloz escalada de los precios. ¿Se puede afirmar abiertamente que estamos ante una hiperinflación?
Sin duda Venezuela entró en una hiperinflación, la primera en el hemisferio occidental desde el colapso de la antigua Yugoslavia. La anatomía del proceso ha sido la que se conoce de estos episodios: cada día la gente reconoce que los bolívares ya no les sirven para nada, ocurre lo que técnicamente se conoce como un colapso en la demanda de dinero, que es lo que da pie a la hiperinflación. Estos episodios se caracterizan por una inestabilidad extrema, la inflación puede alcanzar cifras de cinco mil, diez mil por ciento, en realidad cualquier cifra es posible, porque no existe nada que ancle los precios, no hay límite.
¿Hay un peligro real de llegar al momento en que la gente ya no quiera para nada los bolívares y sienta la necesidad de salir de ellos lo antes posible?
Sí. No solo estamos en riesgo de que eso pase, sino que ya está ocurriendo. El dinero tiene motivaciones para que la gente quiera tenerlo: que sirva para transacciones, que sirva para ahorrar o para guardarlo para casos de emergencia. Estas motivaciones se debilitan cada día. En Venezuela hay factores que sirven de contención a la posibilidad de que la demanda de dinero caiga completamente como las limitaciones para que la gente pueda cambiarse libremente de moneda e impedimentos para que los bancos otorguen financiamiento, pero en general, los controles nunca han sido suficientes para evitar que se desate un proceso hiperinflacionario. Es más, la mayoría de las hiperinflaciones modernas han sucedido en economías con controles de cambio, de precios y restricciones al crédito.
¿La inflación se acelera en esa dirección?
La inflación medida por la mayoría de las fuentes privadas indica que entre octubre y noviembre de 2017 se traspasó el umbral clásico de 50% mensual que indica el inicio de la hiperinflación venezolana. Lo más preocupante es que este proceso no es lineal y la inflación puede seguir acelerándose sin límite. Es posible ver inflaciones de 100%, 200% o 500% al mes.
Algunos economistas han afirmado que Venezuela por ser una economía petrolera está exenta de sufrir una hiperinflación. ¿Qué opina?
Lamentablemente ha habido colegas, tanto del gobierno como de la oposición, que han enturbiado este debate introduciendo exóticos conceptos que nada tienen que ver con lo que uno aprende en esta profesión. Hasta hace muy poco había analistas que afirmaban que en Venezuela no habría una hiperinflación, que Venezuela era distinta por ser una economía petrolera. Esta noción no tiene respaldo teórico, ni admite contraste empírico posible. Ha habido hiperinflaciones en países con una estructura económica parecida a la nuestra. Por ejemplo, Bolivia era una economía altamente dependiente de un commodity, un país cuyo fisco y su balance externo dependía de ese commodity, y en Bolivia se desató una fuerte hiperinflación en los años ochenta.
¿Para enfrentar la hiperinflación es necesario un cambio político?
Es virtualmente imposible que un gobierno como el de Nicolás Maduro pueda lograr un nivel de credibilidad donde las medidas que anuncie sean vistas como un cambio de rumbo sincero. El riesgo con este tipo de gobiernos es que mañana podría anunciar un conjunto de medidas económicas que suenen bastante racionales y aun así podrían no tener éxito porque nadie las creería. Son las mismas caras, los mismos conductores, que han producido esta debacle. La teoría indica que estos procesos se pueden detener de una manera relativamente rápida pero casi siempre esto ha sucedido en medio de un cambio de rumbo que incluye un cambio no solo de políticas, sino de actores.
¿La credibilidad es el ancla para el ajuste?
Sin credibilidad es muy poco probable que un programa, aunque esté más o menos bien diseñado, tenga éxito. Es por eso que es necesario abordar el tema de la credibilidad, no solamente son las medidas sino todo el empaque. Es vital enviar señales claras, solo un cambio de rumbo dramático, con un plan coherente, comprensivo y con fuerte respaldo del financiamiento multilateral y bilateral, puede enviar a los mercados las señales correctas para tener éxito.
¿El tema de fondo en la hiperinflación que sufre Venezuela es fiscal?
En Venezuela el problema de fondo es fiscal. La dinámica de tener un fisco insaciable, sin opciones legítimas de financiamiento es la raíz del problema. La decisión del BCV de alimentar esta dinámica es la que ha creado el tsunami monetario que nos metió en la hiperinflación. Venezuela necesita reformas profundas en el plano fiscal, complementadas con reformas que conviertan nuevamente al Banco Central en un actor sano para la economía.
¿Cómo abordar el tema de la gradualidad o shock en un eventual ajuste que busque frenar el deterioro de la economía?
Pienso que la discusión sobre la gradualidad o shock ya dejó de ser en cuánto tiempo eliminas el control de cambio o de precios. Deben ser eliminados inmediatamente como parte integral de cualquier intento de estabilización. La discusión sobre gradualidad pasa a ser en cuánto tiempo puedes levantar el financiamiento monetario del déficit fiscal. Esto dependerá de en cuánto tiempo consigues opciones legítimas de financiamiento. ¿Cuál puede ser la magnitud del ajuste fiscal en una economía que está en el cuarto año de recesión y que hay que ponerla a crecer lo antes posible para que el mercado de trabajo comience a funcionar y genere algo de recuperación en los salarios? Ese es el debate.
¿Argentina podría servir de modelo en este sentido?
Argentina tenía una situación similar a la de Venezuela y eliminó gradualmente el financiamiento monetario, no lo hizo de la noche a la mañana. Lo hizo a medida que fue contando con fuentes de financiamiento no inflacionarias. Ese es el tipo de gradualidad que creo que hay que discutir.
¿No sería contradictorio tratar de frenar la inflación y a la vez intentar estimular el consumo en la primera fase de un plan para rescatar la economía?
Una estabilización en Venezuela no está exenta de riesgos. Con los servicios públicos colapsados y la red de protección social desmantelada, es difícil imaginarse un ajuste fiscal draconiano del lado del gasto. Si logras un acuerdo voluntario con los acreedores para reestructurar la deuda externa y salir del default, si obtienes apoyo de organismos multilaterales y financiamiento, puedes crear espacio para mejorar la situación fiscal primaria, al mismo tiempo que articulas un plan de emergencia para tratar de recuperar el nivel material de vida de los venezolanos más vulnerables. Pero hay que tener presente que al fisco venezolano le hace falta una reforma profunda no solo de ingresos, sino también de gastos que pasa por eliminar los subsidios ineficientes y regresivos. Del lado de la inflación, se discuten varias opciones dada la gravedad del proceso hiperinflacionario. En general, la eliminación del control cambiario permitiría sincerar las cuentas fiscales y eliminar parcialmente la presión que existe para la monetización del déficit operativo de PDVSA y parar la generación de dinero inorgánico. Al mismo tiempo, hacer una reforma legal para que el Banco Central recupere sus atribuciones, reforzar su carácter técnico y su credibilidad. Esto contribuiría a estabilizar el tema de inflación de una forma relativamente rápida.
Víctor Salmerón
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