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El 29 de junio de 1817 una expedición proveniente de Baltimore, liderada por el escocés Gregor MacGregor, tomó la isla Amelia en la Florida española y fundó una república. Las reacciones del gobierno estadounidense no se hicieron esperar. El presidente James Monroe reclamó las tierras y seis meses después terminaba aquella aventura.
Florida representaba un punto estratégico para la victoria final sobre el ejército realista, al menos dentro de la mentalidad independentista del ejército patriota que llevaba a cabo la contienda contra la monarquía. Su ubicación en el Caribe y la cercanía con Cuba permitía el tránsito de municiones y abastecimiento a las banderas del rey en la América meridional, pacificada desde 1815 por el peninsular Pablo Morillo y vista desde el exilio por los principales cabecillas de la desobediencia monárquica, entre ellos Simón Bolívar, quien recorría el Mar de las Antillas en busca de apoyo británico para la causa, visitando las islas de Jamaica y Haití, lugares donde se reunió con importantes figuras.
Pero fue a finales de junio del año ‘17, cuando se elevó sobre un mástil en el Fuerte San Carlos de Fernandina, capital de la isla, por vez primera, la bandera que identificaba a la recién nacida república. El movimiento armado ya venía fraguándose desde marzo de ese año, cuando MacGregor salió de Venezuela rumbo a Filadelfia, lugar en el que reclutó a un grupo de hispanoamericanos comprometidos con los ideales de la emancipación. Las reducidas tropas españolas, bajo el mando de Francisco Morales, encargado de la isla desde 1816, habían sido vencidas y el lugar se convirtió en la sede del nuevo gobierno presidido por MacGregor. La poca cantidad de hombres encargados de la defensa y al mando de Morales había sido denunciada ante José Coppinger, gobernador de la provincia y residente de San Agustín, pues ya corrían los rumores sobre una presunta invasión a la isla.
Una de las primeras acciones del escocés sobre el proyecto de las Floridas fue la organización de las instituciones y de las autoridades republicanas. Con el apoyo de Pedro Gual, abogado venezolano, comenzó a esbozar la organización de la infanta república, como la llamó. El siguiente paso fue establecer relaciones con los países fronterizos, entre ellos los Estados Unidos. Esto es importante porque MacGregor no vio, al menos a largo plazo, la perdurabilidad de la República de las Floridas como un Estado independiente, pues en una carta citada por Tulio Arends en su libro La República de las Floridas (1817-1818), publicado por la Academia Nacional de la Historia de Venezuela en 1986, MacGregor dijo: “Que hasta donde pueda depender de él, favorecerá la disposición existente de la gente de dicha sección para confederarse con los Estados Unidos, dejándolo a la voluntad y política del gobierno y a las circunstancias políticas que puedan ocurrir, lo cual indicaría el mejor tiempo para su admisión en la Unión. Que entre tanto, él lucharía para mantener (el sitio) como el mejor depósito para colectar y organizar los suministros necesarios para el establecimiento de la Independencia Suramericana (…)”.
Los días pasaron y llegó el mes de agosto. MacGregor empezó a ejecutar su plan en ayuda a la independencia hispanoamericana, declarando el bloqueo a las costas de las Floridas. También se tomó en cuenta el presupuesto de la república, se instaló una imprenta, se otorgaron más patentes, se imprimieron billetes y se enviaron viajes a otros anclajes del Caribe. La República de las Floridas comenzó a tener forma, aunque su estabilidad duraría poco: el escaso apoyo recibido de los contactos de su fundador hizo que las relaciones políticas y económicas internas empezaran a mermar; al mismo tiempo que el gobierno norteamericano de Monroe planteaba su intervención y calificaba de piratería a sus ejecutores, tras una orden emitida por el Departamento Naval de Estados Unidos.
Ruggles Hubbard, abogado y sheriff de Nueva York, llegó a principios de septiembre a Amelia, a bordo de El Morgiana. Con él empezó el declive del proyecto de Gregor MacGregor. Al negarle recursos y ayuda financiera, lo incitó a dimitir el gobierno y a huir con su esposa; también por el tenso ambiente de descontento que se respiraba en la isla y que fue desahogado frente a la ofensiva española que el gobernador Coppinger envió un día después. La historiadora Ana Joanna Vergara Sierra califica a este momento como el segundo de tres etapas: siendo el primero el iniciado por MacGregor y el tercero el del gobierno provisional que se instaura más adelante. Hubbard estuvo acompañado de Jared Irwin, georgiano excongresista de Pensilvania, y ambos asumieron la administración hasta ser desplazados por la llegada de Luis Aury, quien pisó la tierra isleña el 17 de septiembre.
Aury, un francés proveniente de Texas, llegó con una patente de corso y anexó el territorio a la vieja Nueva España que, al igual que los territorios suramericanos, peleaba su independencia contra la monarquía de Fernando VII. Aury era conocido por sus actividades corsarias en las tierras del oeste texano y su llegada no fue recibida con beneplácito por los exhombres de MacGregor, abandonados en la isla bajo las órdenes de Hubbard e Irwin, y tuvo que negociar con ellos. Sin embargo, su carácter decisivo en la política lo llevó a triunfar, consiguiendo la distinción de Comandante en Jefe de las Floridas durante el escaso tiempo que ya le quedaba a la aventura caribeña.
Los meses de octubre y noviembre fueron decisivos en Amelia. Bajo la administración de Aury y con el apoyo de los hispanoamericanos ilustrados, el proyecto republicano comenzaba a delinearse progresivamente, incluso con los preceptos de una ley marcial que garantizaba el orden y ponía fin a las rivalidades internas, pues se habían conformado dos bandos: uno que apoyaba a Aury y otro a Hubbard e Irwin, quienes asumieron cargos menores rangos una vez el francés ocupó el de comandante en jefe. Con la llegada de Pedro Gual, Hubbard se regresó a los Estados Unidos y el venezolano se quedó con su puesto. Así se organizaron elecciones para elegir a los representantes de un pequeño cuerpo parlamentario cuyo objetivo era la redacción de las directrices de un gobierno provisorio. El proceso electoral se llevó a cabo en 48 horas y entre los representantes escogidos figuraban hombres de diferentes nacionalidades.
Dentro de las características del documento fundacional estaba la existencia de una democracia liberal compuesta por tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y la subordinación del poder militar ante el control civil. No obstante, la activa destreza de Aury en lo militar y en el desarrollo de la política floridana se vio interrumpida por las intenciones expansionistas del presidente Monroe. Tres días antes de Navidad, el comodoro J. D. Henley y el mayor James Bankhead le notificaron al corsario francés las intenciones de tomar posesión de la isla y, a pesar de negarse, terminó cediendo. Entonces, los estadounidenses ocuparon el territorio al mando de Andrew Jackson. Permanecieron allí hasta la firma del Tratado de Adams-Onís en 1819 y su ratificación dos años después. Fue así como la Florida dejó de ser hispana y pasó a manos del gobierno federal estadounidense, alcanzando ser el estado número 27 de la Unión en marzo de 1845.
MacGregor y sus hombres
Gregor MacGregor llegó a Caracas a finales de 1811 e inmediatamente se posicionó entre los principales de la ciudad debido a su ascendencia anglosajona y a las propiedades acaudaladas que ostentaba entre los peninsulares y criollos de las antiguas colonias fernandinas. Salido de la Universidad de Edimburgo y con una voluminosa biblioteca traída junto a cuatro criados, un músico y un secretario personal, empezó a cautivar el interés de los excolonos en un momento tan crucial como lo era la fundación de la república, entonces presidida por un triunvirato en el ejecutivo, en vísperas de que la primera constitución fuese sancionada por el Congreso. Sin embargo, al año siguiente, el terremoto de 1812 terminó con las riquezas del extranjero y cambió su vida por completo.
Así lo dice Arends en su libro: “En el tremendo terremoto de 1812, el cual arruinó al país entero, MacGregor pierde todas sus pertenencias. Pero el mismo año, se convierte en ayudante del General Miranda y su título de coronel es reconocido. Al poco tiempo es ascendido a General de Caballería en reconocimiento a su comportamiento en los encuentros de La Cabrera y Tapa Tapa. Ocurrida la Capitulación y la consecuente pérdida de la Primera República, Mac Gregor logra escapar con su nueva esposa (se había casado en Maracay con una prima de Bolívar) a Curazao. Posiblemente de común acuerdo con Bolívar pasan a Nueva Granada”.
Tras esto, este personaje se introduce de lleno en la situación política que se empezó a vivir en el territorio, tanto de Venezuela como de la Nueva Granada, donde residió por un tiempo y se mantuvo en contacto con el Libertador. Movido por el estallido de la guerra, lideró tropas y se convirtió en uno de los estrategas de la independencia neogranadina. Después de la llegada del Pacificador Pablo Morillo, salió hacia La Española y se refugió junto a su familia. Participó en la expedición hacia la reconquista venezolana del ejército patriota y pisó el oriente del país en mayo de 1816. Después de realizar una hazaña por los Valles de Aragua en la región central, dejó la causa y se embarcó en la aventura de Amelia.
Pero MacGregor no actuó solo, estuvo acompañado de un grupo de americanos meridionales, que habían llegado al territorio norteamericano huyendo de la persecución de la monarquía y esperaban cualquier atisbo para reanudar la empresa emancipadora. Filadelfia, la primera capital de la Unión y sede del Congreso Continental que declaró la independencia en 1776, era el nido revolucionario de los hispanoamericanos radicados en los Estados Unidos. Fue desde el puerto de Baltimore de donde salió la expedición liderada por MacGregor con dirección a la Florida. Hombres como Juan Germán Roscio, que para ese año publicaba El Triunfo de la libertad sobre el despotismo, estuvieron implicados en el asunto en cuestión. Pedro Gual fue otro venezolano que no sólo participó en la expedición, sino que fue uno de los padres fundadores de la república floridana.
Con ellos también estaban Lino de Clemente y Luis Brión, acompañados de Agustín Codazzi y Constante Ferrari. La participación de estos hombres no fue fortuita, pues antes de la toma isleña, habían suscrito un documento para lo ejecutado en junio de 1817. Arends lo comenta en Sir Gregor Mac Gregor. Un escocés tras la aventura de América: “En dicho documento se autoriza a Mac Gregor para armar barcos y otorgar provisionalmente rango naval y militar a los oficiales, hasta que el gobierno que se establezca por libre voluntad de sus habitantes, organice los diversos departamentos en la forma más conveniente”. Con lo anterior podemos dilucidar que efectivamente hubo un interés por parte de los representantes de las antiguas colonias hispanas, en formar un gobierno independiente en el territorio de la Florida española, antes de ser cedido a los Estados Unidos.
Historiografía y opinión
La carencia historiográfica sobre lo suscitado a partir del 29 de junio de 1817 generó la aparición de diferentes versiones sobre lo acontecido. Estas narraciones, casi siempre, responden a interpretaciones políticas que, en medio de las circunstancias actuales y de la falta de bibliografía especializada, tienden a ser panfletarias, sin contenido crítico e indagación sobre los acontecimientos y sus actores. La mayoría con un sólo interés: vincular el suceso con la figura de Bolívar que sirve, además, como justificación histórica para el lenguaje discursivo de las consignas y programas políticos de nuestros días, cosa que termina desfigurando la realidad histórica vivida dos siglos atrás, forzando las circunstancias a las que respondieron los hechos desde el tiempo presente, pues el Libertador no fue artífice directo aquellos actos realizados por Gregor MacGregor.
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ARENDS, Tulio. La República de las Floridas (1817-1818). Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1986.
Sir Gregor Mac Gregor. Un escocés tras la aventura de América. Caracas, Monte Ávila Editores, 1991.
BUSHNELL, David. “Las Floridas. Una república independiente con raíces neogranadinas”, en: Credencial Historia, Nº 46, Bogotá-Colombia, 1993.
DAVIS, Frederick. “MacGregor’s Invasion of Florida, 1817”, en: The Florida Historical Quarterly, volumen VII, Nº 1, Julio de 1928, pp. 3-71.
VERGARA SIERRA, Ana Joanna. ¿República pirática?: Los Diputados de la América Libre y la República de las Floridas (1815-1819). Trabajo de grado para optar al título de Magíster en Historia de las Américas, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2013.
Jesús Piñero
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