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El sistema inmunitario no funciona como un ejército. Su función principal es vigilar, es decir, patrulla y alerta a nuestro organismo y se asegura que todo esté bien. Cuando una infección u otro peligro amenaza el sistema inmunitario responde vigorosamente eliminando al invasor. Su segunda función es proteger, generando memoria inmunológica, que no es otra cosa que guardar una huella del invasor para educar a su plétora de células para reconocerlo en sucesivas amenazas y anularlo.
La red inmunológica está dividida en dos subtipos: innato (o natural) y adaptativo (o adquirido). La primera elimina más del 95% de las amenazas internas y externas. El segundo se encarga de las amenazas más difíciles, como las enfermedades infecciosas.
Invasores como los coronavirus recién infectan a los humanos. Ellos están cargados de artimañas para evadir nuestra respuesta inmunitaria. Para eludir este invasor, los humanos desarrollamos medicamentos y vacunas. Copiando y tomando de la naturaleza y utilizando tecnología, incorporamos antibióticos, anticuerpos y muchas más herramientas en la búsqueda de una bala mágica que anule a los patógenos.
¿Cómo participan los linfocitos B?
Una vez que un ser humano está expuesto al coronavirus, ya sea por infección natural o por una vacuna, las interacciones entre los antígenos virales y los anticuerpos en las superficies de los linfocitos B activan la división celular específica contra el coronavirus, cambio del tipo de anticuerpo, maduración celular y residencia celular en los epitelios y endotelios.
La mayoría de las personas saludables que se infectan generan memoria inmunológica dada por linfocitos B memoria, los cuales producen anticuerpos y cooperan con linfocitos T para dirigir una respuesta efectora que elimina al virus.
Después de encender la respuesta inmunitaria contra el virus, el sistema inmunitario del individuo sano generalmente protege contra futuras exposiciones al coronavirus y puede proporcionar anticuerpos convalecientes para la protección pasiva en huéspedes sin tratamiento previo.
Aumento de anticuerpos en covid-19
Es importante señalar que además de esos anticuerpos que nos protegen, los humanos aprendimos cómo generarlos en el laboratorio y los usamos para muchas cosas, por ejemplo, son los que están en las pruebas serológicas que permiten identificar al coronavirus de covid-19.
Pero ¿qué sabemos de estos anticuerpos en covid-19? En uno de los primeros trabajos, un grupo de investigadores chinos observó un aumento de la respuesta IgG que está estrechamente asociado con la gravedad de la enfermedad. Otro estudio mostró que menos del 40% de los pacientes manifiestaban la presencia de anticuerpos totales (IgM + IgG) en los primeros 7 días de enfermedad, la cual luego aumenta rápidamente al 100% para el día 15 después del inicio. Este aumento de anticuerpos totales se asoció con un curso clínico severo en pacientes con covid-19, el cual fue significativamente más rápido que el aumento de IgM e IgG. Un tercer artículo publicado en la revista Nature Medicine demostró que dentro de los 19 días después del inicio de los síntomas, el 100% de los pacientes dieron positivo usando la IgG antiviral. Estos estudios y otros más indican que la activación y proliferación de linfocitos B ‒las células productoras de anticuerpos‒ en pacientes con covid-19, especialmente en casos severos, se correlacionan con un pobre resultado clínico y baja supervivencia.
Con respecto a los pacientes con covid-19 asintomáticos, un artículo reciente comparó grupos de sintomáticos con asintomáticos, demostrando que las personas asintomáticas tenían concentraciones de anticuerpos mucho más bajas. El seguimiento señaló que aproximadamente el 40% de las personas asintomáticas no tenían anticuerpos detectables después de 8 semanas.
Estos resultados sugieren que los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 no perduran mucho tiempo. Pero esto no excluye la existencia de linfocitos T y B de memoria, capaces de resurgir de sus estados latentes para proteger contra una reinfección.
Amplificación de la infección dependiente de anticuerpos en covid-19
La amplificación de la infección dependiente de anticuerpos (ADE) de las enfermedades virales es un fenómeno en el cual los anticuerpos neutralizantes preexistentes a ciertas concentraciones mejoran la entrada y replicación del virus, lo cual se ha observado en varias enfermedades virales, como los virus ébola, dengue y el coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS). Estos resultados respaldan la relación entre el aumento de anticuerpos y el mal curso de la covid-19. Sin embargo, la respuesta inflamatoria mediada por ADE y la asociación de anticuerpos preexistentes con la progresión y la gravedad de la enfermedad en covid-19 requieren más investigación.
Terapia con plasma de pacientes convalecientes
El plasma de pacientes convalecientes que se han recuperado de una infección viral se puede utilizar como terapia para pacientes con covid-19, sin eventos adversos severos. Una posible explicación para la eficacia de esta terapia es que los anticuerpos presentes en el plasma convaleciente pueden inhibir la viremia. De hecho, varios estudios han mostrado tasas de mortalidad más bajas para los pacientes tratados con plasma convaleciente que aquéllos que no recibieron esta terapia. El principal inconveniente con la terapia de plasma convaleciente, a pesar de su rápida disponibilidad, es el despliegue necesario para obtener grandes volúmenes de infusión y algunos eventos adversos para transfusiones de plasma, los cuales deben rastrearse cuidadosamente.
La última semana de julio 2020, Bill Gates habló de su visión a futuro de la pandemia de covid-19, diciendo que el resto de este año se presentarían nuevas y novedosas formas de hacer el diagnóstico del SARS-CoV-2 y terapias para covid-19, y en el primer semestre de 2021 algunas vacunas para frenar covid-19 estarán disponibles.
En relación con lo primero, se conocen algunos avances de nuevos métodos de diagnóstico para detectar material viral de distintas maneras: 1) ajustes para generar una PCR más rápida y fácil de usar en campo; 2) uso de la herramienta CRISPR de edición de genes para seleccionar fragmentos genéticos que generen mejores anticuerpos para identificar al SARS-CoV-2; 3) la identificación de distintas proteínas de la superficie del coronavirus. Muchas de estas pruebas se están validando en la actualidad con muestras clínicas y algunas ya están en ensayos clínicos.
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Félix J. Tapia es biólogo de Concordia University, Montreal, Canadá e inmunólogo de la Universidad de Londres, Reino Unido. Profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y jefe del Laboratorio de Biología Molecular, Instituto de Biomedicina, UCV. Ha publicado más de 100 artículos en revistas científicas y capítulos en libros. Algunas de sus distinciones son: Miembro Honorario de la Sociedad Venezolana de Dermatología (1993); Premio Fundación Empresas Polar “Lorenzo Mendoza Fleury” en 2005; Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL, 2018); Premio “Voz de la Ciencia 2019” del Instituto de Investigaciones Biomédicas e Incubadora Venezolana de la Ciencia. Además, ha sido miembro de comités editoriales de varias revistas científicas y activo en el ciberespacio con publicaciones en varios blogs.
Félix J. Tapia
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