Entrevista
Carlos Romero: “Tenemos que salir de la trampa que nos ha montado Guyana”
por Hugo Prieto
Carlos Romero retratado por Alfredo Lasry | RMTF.
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Se han cometido una serie de errores alrededor de la disputa territorial que Venezuela mantiene con Guyana. Uno, entregarle a un tercero, la Corte Internacional de la Haya, la decisión sobre el futuro de la zona en reclamación. Dos, haber sacralizado el Acuerdo de Ginebra, asignándole potencialidades que no tiene. Tres, haber debilitado los intereses de Venezuela, al disminuirle intensidad a la reivindicación de ese territorio, desde 1999.
Carlos Romero*, politólogo y experto en este tema, cree firmemente que la causa es justa de hecho y de derecho y tiene, además, una sólida base jurídica. ¿Cuál es el camino para llegar a un acuerdo? Regresar a una negociación bilateral con Guyana, planteando una plataforma distinta: O una ampliación del Acuerdo de Ginebra o, sencillamente, otro acuerdo. Ya se verá el contexto en que algo así pueda tener viabilidad.
La Corte Internacional de Justicia emitió una decisión sobre el diferendo que mantienen Venezuela y Guyana por el territorio Esequibo. ¿Cómo llegamos a esa decisión?
En primer lugar, vamos a recordar que el Acuerdo de Ginebra (1966) contemplaba, entre otras cosas, la posibilidad de entregarle la dirección de un futuro de negociaciones al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. No necesariamente ir a la Corte Internacional de la Haya. Fue Guterres el que escogió esa instancia. A partir de ese momento, se paralizaron las negociaciones bilaterales entre Venezuela y Guyana. Lo que crea un vacío político que va acompañado de una decisión unipersonal, por parte de Guyana, para que se abra la posibilidad de que sea la Corte Internacional la que dirima, en primer lugar, los asuntos derivados de la controversia entre Venezuela y Guyana y, en segundo lugar, ya específicamente, calificar si el Laudo Arbitral de 1889 es írrito o no. Eso nos coloca en una situación muy peligrosa para los intereses de Venezuela, por dos razones. Una, toda la carga se pone en la Corte Internacional de La Haya que ha demostrado hasta ahora, a mi modo de ver, una parcialidad política a favor de Guyana. Dos, cancela la posibilidad de llevar adelante unas negociaciones de carácter bilateral. Entonces, Venezuela y Guyana están ante un juez que, insisto, no ha sido imparcial.
Sobre este tema se ha pronunciado mucha gente bajo el prisma de la polarización. Mientras más se lee sobre este tema, más confuso parece el asunto y más difusos los intereses del país.
Mucha gente ha dicho que fracasó el equipo negociador y hay que cambiarlo. Lo primero que hay que cambiar es la premisa fundamental, según la cual se había negociado dentro del marco del Acuerdo de Ginebra, pero el Acuerdo de Ginebra ya se acabó, desde el momento en que se le confía a este tercer actor, en este caso el secretario general de las Naciones Unidas, el destino de la controversia. Otra cosa que hay que decir es que cuando Guyana le pide a la Corte que se pronuncie sobre si el Laudo Arbitral de 1899 es írrito o no, cancela el Acuerdo de Ginebra. Diría entonces que, ese instrumento, a mi modo de ver, está cancelado. Me extraña la posición del gobierno, porque insiste en que hay que regresar al Acuerdo de Ginebra.
¿Venezuela, vamos a decirlo en estos términos, también puso en manos de un tercero el futuro del Esequibo?
Ese fue un error ya cometido y ya es tarde para enmendarlo. Venezuela no debió aceptar nunca el cierre, el agotamiento, de las negociaciones. No así Guyana, que le interesaba salir del Acuerdo de Ginebra. Venezuela debió insistir con los buenos oficios y todos los mecanismos que el artículo 4 del Acuerdo de Ginebra brinda, pero aceptó –y ahí radica el error– que esa misión se llevara al secretario general de la ONU, habida cuenta que en principio se sabía que Guterres iba encomendar a la Corte Internacional de La Haya el futuro de la controversia. Pero, insisto, se cometió ese error y ya es muy tarde para arrepentirse.
¿En qué año se cometió ese error?
En el año 2018.
¿Por qué dice, en su opinión, que la Corte Internacional de Justicia ha actuado con parcialidad?
Por diversas razones. Hay dos fundamentales. Primero, porque aceptó la propuesta de Guyana de calificar a la Corte Internacional para dirimir los asuntos del contencioso entre ambos países (Guyana y Venezuela). Segundo, porque no aceptó la posición de Venezuela de calificar si el Reino Unido tenía que ver con el contencioso a estas alturas y emitió un dictamen diciendo que no en la situación actual. En tercer lugar, está la posibilidad de que sea la Corte la que califique si el Laudo Arbitral de 1899 sea írrito o no. De tres decisiones, dos de las cuales ya se han cumplido, da la impresión de que hay especial favoritismo a favor de Guyana, país que, a su vez, recordemos, está bien considerado a nivel internacional por el petróleo que hay en esa región. Guyana se ha movido ofreciendo esos recursos naturales a compañías internacionales, en un momento en el cual Venezuela no tiene la mejor suerte en el contexto internacional. Si nosotros comparamos lo que era Venezuela en 1966 (año del Acuerdo de Ginebra), en el que había un apoyo internacional casi unánime en la justa reclamación de los derechos que Venezuela tenía y tiene sobre el territorio Esequibo, hoy no podemos decir lo mismo.
Mientras lo escucho, pienso que los elementos que se están considerando actualmente son de orden político. Poco, por no decir nada, tiene que ver con la justicia internacional.
Sin duda, es así. Detrás de esto hay una valoración política sobre el papel que juegan Venezuela y Guyana en el contexto internacional actual, así como el papel que juega el Reino Unido, el papel que juega Europa y el papel que juegan los Estados Unidos. En 1966, por ejemplo, Estados Unidos apoyó totalmente a Venezuela en su justa reclamación sobre el Esequibo frente al Reino Unido y, posteriormente, frente a Guyana. Tenemos que recordar que, luego de su independencia (1966), Guyana fue vista como un país de orientación izquierdista, alineada con el Tercer Mundo y, particularmente, con Cuba. Cosa curiosa, Cuba siempre estuvo apoyando a Guyana en el contencioso con Venezuela. Siempre estuvo a favor de Guyana, en el sentido de “la defensa integral de su territorio”, descalificando la justa reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo, que venía dado por todo lo que conocemos sobre el laudo arbitral, que nuestro país considera írrito.
¿En este momento estamos peor o mejor que antes de la decisión de la Corte Internacional?
Indudablemente estamos en una situación muy negativa después de las dos decisiones que se han tomado en la Corte Internacional. Creo que se abre un vacío muy grande, que solamente puede ser recuperado si Venezuela estudia en profundidad el tema, lo coloca en el contexto internacional, eso, por un lado. Y, por otra, presenta la posibilidad de una nueva plataforma, que no sea ni el Acuerdo de Ginebra, ni la Corte Internacional de La Haya. En ambos no tenemos nada que buscar, a mi modo de ver. Tenemos que ser creativos y buscar una nueva plataforma, que permita regresar al campo bilateral, del cual no debimos salir nunca. La internacionalización de este tema, en mi opinión, ha perjudicado mucho a Venezuela.
Recordemos que Venezuela tiene un gobierno que no es reconocido por Estados Unidos, Canadá y varios países europeos. Eso pesa y mucho.
Por supuesto y te repito, Guyana hoy está como una especie de Darling, de favorita entre los poderes fácticos internacionales, fundamentalmente la economía del petróleo. Eso crea un vacío y la única manera de salirse de esa trampa que Guyana ha montado, en relación con la Corte Internacional de La Haya, es salirse también de nuestra propia trampa. Se ha sacralizado el Acuerdo de Ginebra, se le han asignado potencialidades que no tiene. Para mí son cosas del pasado. ¿Qué podemos hacer frente al vacío que tenemos en este momento? Lo tenemos que llenar mediante la reconstrucción de una ofensiva, política y diplomática, presentando un nuevo escenario. No me preguntes cuál nuevo escenario, porque hay varios. Pero siempre dentro del marco político y legal.
La vicepresidenta del gobierno, la señora Delcy Rodríguez, celebró la decisión de la Corte Internacional y dijo dos cosas que contradicen lo que ha dicho. La primera es que el Acuerdo de Ginebra está vigente y lo segundo es que se abre la posibilidad para que se revisen los mapas fraudulentos que, en su momento, trazó el Reino Unido. ¿Por ahí no se abre la posibilidad de obtener un resultado favorable?
Cada vez es más visible, sin lugar a dudas, que el Laudo Arbitral de 1899 fue manipulado e intervenido por los intereses políticos y económicos. Hoy por hoy, Venezuela tiene mayores indicios, mayores pruebas, de que ese Laudo Arbitral fue manipulado, lo que no quita que Guyana insista en que es legal y legítimo. Esa es una clara diferencia que hay en el contencioso entre Guyana y Venezuela. Pero yo creo, honestamente, que esa es una bandera que debemos reforzar. Es decir, nuestra posición de que el Laudo Arbitral de 1899 es írrito. Pero hacerlo dentro del contexto de lo que sería una nueva plataforma. Es decir, yo creo que el gobierno cometió el error de afianzar el Acuerdo de Ginebra, sin advertir que, como en todo negocio, se separaron las partes y Guyana ha sido muy atrevida en, por una parte, romper con el Acuerdo de Ginebra y, por la otra, insistir en llevar el caso a la Corte Internacional de La Haya. En ese espacio, creo que la tesis venezolana juega un papel fundamental y cada día más importante, porque cada día se descubren más y más pruebas que indican que ese Laudo Arbitral fue írrito.
¿Írrito en qué sentido?
En el sentido de que un territorio que le pertenecía y le pertenece a Venezuela, dentro del marco del Uti possidetis iuri, lo consagró como parte de la Corona Inglesa llamada Guayana Británica y que luego fue sancionada como parte del territorio de la República Cooperativa de Guyana. No olvidemos que los venezolanos estamos pidiendo la reivindicación de más del 60 por ciento de lo que Guyana considera que es la totalidad de su territorio, pero la zona en reclamación nos toca por hecho y derecho y debe seguir siendo la bandera fundamental de nuestras acciones diplomáticas a favor de la reivindicación que he mencionado.
¿Todavía hay espacio dentro del Derecho Internacional y la Diplomacia para defender los derechos de Venezuela?
Por supuesto que sí, pero hay que defenderlos de una manera diferente. La evaluación que yo he observado de analistas políticos, de especialistas diplomáticos, a mí modo de ver, se quedan cortas frente al hecho que estamos tratando. Es decir, se ha concentrado en descalificar a la Comisión Negociadora, a descalificar al gobierno, a descalificar la actitud que el gobierno tuvo, primero con Chávez y luego con Maduro, de prácticamente abandonar el interés sobre la buena marcha del Acuerdo de Ginebra, todo eso es verdad. Pero también es verdad que Guyana resultó ser un país que se ha movido y se ha aprovechado del vacío político que mencioné previamente. Pero si queda un espacio, porque la causa es justa y está sujeta a derecho y, por lo tanto, creo que hay que aferrarse a esa posición. No todo está perdido en relación al tema. Claro, no olvidemos que también está marcando la relación con Guyana el ulterior arreglo de la delimitación de áreas marinas y submarinas. En estos momentos, lo que tenemos es un contencioso del territorio terrestre. Es decir, la reclamación de Venezuela de una parte importante del territorio que Guyana reivindica como suyo. Pero, así mismo, hay que recordar que hay una segunda vuelta sobre este problema, me refiero a la delimitación de aguas marinas y submarinas, cuando se acuerde la solución para el reclamo venezolano del territorio terrestre. En una y otra cosa a definir, hay muchos espacios en los cuales uno puede trabajar.
¿Sobre qué bases?
Primero y principal hay una jurisprudencia. Es decir, ha habido casos parecidos en materia de limitación terrestre y delimitación de áreas marinas y submarinas, que pueden servir de soporte para la tesis venezolana. Y, en segundo lugar, hay espacio porque hoy el mundo está más diversificado y es mucho más flexible la oportunidad para reinventar las negociaciones con Guyana. Ahora, si Guyana dice que no, ya es otro problema. Pero en principio, Venezuela tiene que evitar caer en la trampa de la Corte Internacional de La Haya.
Pero el contencioso está en esa instancia y podría estar allí hasta que se tome una decisión definitiva.
No necesariamente. Venezuela puede salirse de la Corte Internacional de La Haya. Considerar que el proceso que ha llevado a esta situación no es sujeto a derecho. Puede haber muchas movilizaciones en relación a este tema. Es difícil.
Hemos visto varios escenarios, pero quisiera precisar, hasta donde sea posible, en qué momento nos encontramos.
El vacío político producido por la entrega al secretario general de Naciones Unidas de la decisión que fuera a tomar él, en relación a qué organismo internacional debía conocer el contencioso, una vez terminadas las negociaciones entre Venezuela y Guyana, previstas en el Acuerdo de Ginebra, tiene que ser respondido de la manera más urgente. Pero se tiene que tomar en cuenta que ni el Acuerdo de Ginebra ni la Corte Internacional de La Haya son salidas que, en este momento, puedan beneficiar a Venezuela. La salida que nos puede beneficiar, en primer lugar, es retomar una posición de denuncia del Laudo Arbitral como írrito, en segundo lugar, un afianzamiento claro de los intereses de Venezuela sobre el Esequibo -algo que no se hace desde el año 1999-, en segundo lugar, plantearle a la comunidad internacional la necesidad de volver a la relación bilateral con Guyana, sea a través de otro acuerdo o con la ampliación del Acuerdo de Ginebra. Ya se verá en qué contexto eso puede darse. Pero la internacionalización del tema y que se entregue, en un mundo multilateral, específicamente a la Corte Internacional de La Haya la decisión del contencioso, a mi modo de ver, es pura pérdida, como también lo es que se pretenda regresar al Acuerdo de Ginebra. Tiene que haber un ofrecimiento de Venezuela de una salida a esas dos instancias.
Tanto Venezuela como Guyana siempre han insistido en todo o nada. Si las cosas se ponen en esos términos es muy difícil negociar. ¿Qué estarían ambos países dispuestos a ceder? Esa es la pregunta. Pero nunca se ha puesto sobre la mesa. Nunca se ha explorado. ¿Qué diría usted?
Efectivamente, la máxima aspiración de los jugadores, en este caso Venezuela y Guyana, ha sido discordante. Para Venezuela es retomar la soberanía del territorio Esequibo en su totalidad y para Guyana es no darle ni un milímetro de territorio a Venezuela. Eso no quiere decir que, dentro del Acuerdo de Ginebra, no haya habido propuestas sobre la base de toma y dame, sobre la base de reducir las aspiraciones, pero creo que tienes razón, siempre hubo la máxima aspiración, nunca hubo, realmente, el gesto de arreglarnos sobre la base de dos, tres o cuatro temas, que sean satisfactorios para cada quien, pero con la reducción, repito, de la máxima aspiración. Ahí, más que negociar, se conversó y cuando llegó el momento del agotamiento de esas conversaciones fue, diría, el acabose. Porque después de tantos años no se logró una negociación y mucho menos un resultado.
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*Politólogo y Doctor en Ciencias Políticas. Profesor titular en la Universidad Central de Venezuela.
Hugo Prieto
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