Barcelona vs. Real Madrid: 15 minutos contra 75

Fotografía de Lluis Gene | AFP

28/10/2018

El partido estaba decidido antes de jugarse. La imagen del Real Madrid contra el Victoria Plzen no era un espejismo, tampoco el rendimiento del Barcelona ante el Inter. El resultado, después de los 90 minutos, refleja tan desiguales presentes.

Debemos apuntar muy bien la mira para no perdernos en el bosque. Es cierto que Julen Lopetegui está de manos atadas en muchas posiciones. Ver a Varane y Marcelo luchando con sus limitaciones físicas (ambos salieron por lesión) lo demuestra.

También es cierto que ni con tres jugadores se puede suplir la ausencia de Cristiano Ronaldo. El peso ofensivo recae sobre Benzema, quien ha sido el más regular desde la partida del portugués. Pero ese poste y disparo que lamió la red es un resumen del regular aporte del francés como “9”.

Además de los problemas físicos, Lopetegui heredó a un equipo con los rendimientos individuales más pobres post-Mundial. Sergio Ramos, Kroos, Bale, Modric e Isco (la lesión podría servirle de coartada) están en un nivel competitivo muy bajo. De allí que se le facilite el trabajo a los rivales.

“No podemos culpar al entrenador, la culpa es de los jugadores, de los que estamos en el campo. El 5-1 es la imagen de la temporada que estamos haciendo. Hay que correr más, hay que jugar más…», dijo Casemiro, uno de los más entregados: terminó jugando de central en el clásico.

Aquel partido contra la Roma (3-0), que nos encandiló a muchos fue la excepción del Madrid. Quedará como un bonito recuerdo de lo que pudo ser. Esa goleada, no obstante, advertía que para competir, el 11 blanco estaba justico. Todos debían estar bien físicamente y motivados para mantener la dinámica. No ha sido el caso.

Las temporadas largas premian a la regularidad. Los torneos cortos a los enviones anímicos. Sin calidad, no obstante, es muy difícil competir en uno y otro. Cuando se habla del Real Madrid que ganó la tercera Champions al hilo, no se le contrasta con un hecho claro: quedó a 17 puntos del Barcelona y fue superado en la tabla por el Atlético de Madrid en la Liga.

Desde allí debemos empezar a sacar cuentas de un equipo que no halló reemplazo, o no quiso encontrarle, a su delantero estrella, un hombre que garantizaba 50 goles por temporada. La salida de Zidane, por el contrario, se veía como un mal menor. Más allá de las formas, de la manera en que se contrató a Lopetegui, pocos dudaban del talento del entrenador de la selección de España para salir adelante con este proyecto, o al menos para mantenerlo.

Ha quedado claro, no obstante, que como cualquier sistema vivo, hay cambios que afectan a los equipos. Como analizábamos en una entrega anterior para Prodavinci, el resultado de los cambios pueden ser buenos o malos, pero el equipo no vuelve a ser el mismo. Para despecho de los seguidores del conjunto merengue, les tocó la cruz de la moneda.

Sin pretender ocupar el lugar de los sicólogos, el Madrid se mueve en el terreno de la ansiedad, que explica lesiones reiterativas y comportamientos competitivos negativos. No voy a marearlos con esto, pero invito a leer la tesis de Milton Fabián Milton: “Fútbol, ansiedad y psicología deportiva”.

Además, algo que se repite es la dificultad que tienen los jugadores para estar motivados los 90 minutos. Puede bastarle al Madrid un cuarto de hora para liquidar a un rival promedio o menos, pero ante plantillas de igual o mayor estructura, como el Barcelona, eso no es suficiente. Ni debería serlo.

Fueron esos 15 minutos los que le permitieron al equipo de Lopetegui volver de la ultratumba en el segundo tiempo. Anotó un gol –de Marcelo, el lesionado– y pegó dos postes, uno de Modric que no ha vuelto a estar en modo The Best. Cuando esas ráfagas de adrenalina pasan, la plantilla regresa a su aburguesamiento.

Si tomamos en cuenta las declaraciones de Cristiano Ronaldo, quien dice que quiso buscar una nueva motivación en el fútbol italiano y el abandono de Zidane tras ganar la última Champions, se intuyen los problemas que enfrentaría este combinado para seguir en la línea de resultados positivos.

Hace días, en una columna, escribíamos “No preguntes lo que Messi puede hacer por ti”. La frase debería continuar con “pregúntate lo que puedes hacer por Messi”. Y en la cancha se pudo ver.

Dejando a un lado los problemas del Real Madrid, es obvio que el Barcelona tiene una idea más clara de lo que debe hacer en el campo y su nómina se encuentra más equilibrada que la de su archirrival.

Así, Suárez pasó de asistidor en el encuentro ante el Inter, al “9” letal que muchos le reclaman. Es la consecuencia de un equipo que aún tiene margen de maniobra. El problema de Valverde no es de calidad, que la tiene en el banco, sino de administración y ocupación.

Lopetegui, y aquí sí queda retratado, puso a Bale a correr detrás de Jordi Alba y eso se pagó. En el primer tiempo, fue el galés y Benzema, dos de los cinco jugadores que más corrieron. Al finalizar el partido, apenas llegaron a cinco remates entre los dos.

Parte de la labor de un entrenador no es solo hacer un once, sino corregir en el camino y responder al movimiento de enemigo. Como en el ajedrez. El ingreso de Semedo y Dembélé, después de esos 15 minutos iluminados del Madrid, lo comprueban. Vidal, con gol incluido, terminó de tumbar al rey blanco.

¿Del otro lado qué tuvimos? La ubicación de Lucas Vázquez como carrilero, que sirvió para ese envión ilusorio de la épica. Pero luego Asensio y Mariano convalidaron la diferencia entre uno y otro club.

Antes de comenzar la 2018-2019, era obvio que el Real Madrid necesitaba de dos o cuando mucho tres nombres esta temporada. Ahora, alejado de la punta y peleando con la Roma su puesto en Champions, pareciera que le urge una plantilla nueva. Sin embargo, la histeria es la peor consejera.

El tiempo suele colocar las cosas en su justa perspectiva. No es la primera vez que esto sucede en la casa blanca, acaso ¿así no fue que llegó Zidane allí?


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