UEFA Champions League

No preguntes lo que Messi puede hacer por ti

Fotografía de Josep Lago | AFP

25/10/2018

No hubo morbo. La respuesta a la pregunta de si el Barcelona sufre de messidependencia deberá esperar por un rival más exigente. Si dejamos ese tema en espera, debemos aceptar que el conjunto blaugrana realizó un partido serio.

Incluso, por momentos, nos mostró pinceladas del fútbol provocativo y febril que nos enamoró, como aquella joya de Luca Guadagnino llamada Call Me by Your Name.

El fútbol, decíamos al analizar el presente del Real Madrid, es mucho más que lo que sucede en la cancha. Pero también, por 90 minutos, puede ser solo eso. Cuando hay talento y memoria, te puede salir cara y no cruz al lanzar la moneda.

Ernesto Valverde apostó por un equipo solidario y menos explosivo. Por explosivo nos referimos a esas desbandas individuales de Dembélé que terminan por enloquecer a sus compañeros y partir al equipo entre delanteros y mediocampistas.

Rafinha respondió a la confianza. No es Messi, pero puede saltar del mediocampo al área flotando, como Michael Jordan. Es injusta la comparación entre el hispano-brasileño y el argentino, aclaremos. Simplemente queremos resaltar, para bien, que entendiendo las diferencias –nadie se acerca al 10– es una pieza que merece una mejor valoración.

De hecho vale la pena ver su gol desde el inicio. Defiende la pelota como un “5”, avanza como un “8” y define como un “9”. Luis Suárez lo comprende todo y le asiste con un movimiento poco ortodoxo, un manjar que el brasileño no desaprovecha.

Hay que detenerse en el caso de Suárez, un delantero que no se obsesiona con el arco. El uruguayo entiende perfectamente que no pasa absolutamente nada si su mayor aporte es que otros consigan el botín.

Para comprender mejor la labor de Suárez y sus movimientos, recomiendo leer este trabajo de Alex Demás, un exfutbolista y analista para The Tactical Room.

Ni el gol espabiló al Inter, que entró al Camp Nou como ingresan los que dan por bueno el 0-0. Y ya sabemos lo que reza el dicho: el que busca el empate termina perdiendo.

El 2-0 es también una ratificación del talento de Arthur Melo. Hablando de comparaciones, al brasileño no le ayuda que le digan “el nuevo Xavi”. De hecho, ya es la hora que los fanáticos del Barcelona dejen de suspirar por algo que no volverá.

Si con una muestra de sangre pudiésemos clonar a un jugador, la copia tendría que pasar por exactamente lo que vivió el original para responder de la misma forma en el campo. De allí lo inútil que resulta comparar futbolistas.

“Morris (2000) realizó una revisión de investigaciones sobre las características psicológicas de los jugadores de fútbol con talento, con el objetivo de determinar variables psicológicas que puedan ser utilizadas en la identificación y desarrollo de talentos. Morris concluye que ha habido un importante número de trabajos durante los últimos 30 años, pero no se ha revelado ningún patrón claro”, se lee en la tesis “Diferencias individuales en estilos de personalidad y rendimiento en deportistas”, de Alejo García Naveira para la Universidad Complutense de Madrid.

Frases como “el nuevo Pelé, Puskás, Di Stéfano, Maradona…” son construcciones narrativas pensadas en la masa, pero que no tienen base científica ni aportan nada a la comprensión de la disciplina. Se usan para generar discusiones que explotan el carácter más banal de la disciplina.

Dicho lo anterior, es difícil asegurar que el partido contra el Inter responde completamente al ADN del Barcelona. Entendiendo ADN como el uso de la pelota como herramienta y la ubicación y movimiento de los jugadores como medio para aventajar al rival.

La pasividad del equipo italiano en el primer tiempo y el abandono de la presión pasados los primeros minutos de segundo, le permitieron al Barcelona administrar la ventaja con muy pocos baches. Cuando se presentaron, Ter Stegen realizó su acostumbrado aporte.

Pareciera, incluso, que Clément Lenglet sí puede darle la seguridad al centro de la zaga, punto flaco del Barcelona 2018-2019. Se deberá esperar –y perdón por insistir en esto– por un contricante que obligue a los volantes y defensas a retroceder. Cuando esto sucede, es cuando los de Valverde sufren.

Volviendo al juego. El segundo gol refleja cómo el equipo español resolvió, comprendiendo en qué zonas hace daño. Todo esto como consecuencia del desgaste del contrario y obviamente la calidad de sus individualidades.

Así, Rakitić, que apareció muy retrasado en la primera parte, se ubica en su zona de influencia sin ningún tipo de marca, ve el pasillo y lo aprovecha. El balón recorre el espacio donde Jordi Alba define como un “7”. 2-0 y partido sentenciado.

Luce cómodo el Barcelona en su grupo, después del enredo del Tottenham con el PSV (2-2). El Inter no está ni cerca de pelearle el puesto y el Real Madrid tiene muchas tareas pendientes por resolver para competir en la Liga. Desde esa tranquilidad, Valverde se puede dar el lujo de esperar por el regreso de Messi.

Y poder esperar, en un fútbol voraz que se come a técnicos y jugadores por igual, es una bendición que hoy ningún otro club se puede dar.


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