Entrevista

Andrés Eloy Burgos: “El espionaje nos permite ver la guerra desde lo más humano”

Andrés Eloy Burgos retratado por Alfredo Lasry | RMTF

15/10/2023

El período de la historia de Venezuela visto desde el prisma de los servicios de inteligencia, de los espías, que jugaron un papel determinante en las acciones políticas y militares que tomaron Domingo de Monteverde, José Tomás Boves y Pablo Morillo, por el bando realista, así como Francisco de Miranda y Simón Bolívar por el lado patriota. El lugar donde la epopeya y el heroísmo no cuenta, pero sí el vale todo y el fin justifica los medios. La información es poder. Esto es tan viejo como el archiconocido manual de Sun Tzu: El arte de la Guerra

Esta es la línea de investigación que sigue el estudio del historiador Andrés Eloy Burgos*, cuyo título es La Guerra Invisible (Espías y espionaje en la guerra de independencia venezolana 1810-1821).  El papel de la jerarquía eclesiástica, de las clases sociales, de los grandes hombres, pero también de las mujeres, ninguneadas por la visión androcentrista de la historiografía universal. Esta tesis obtuvo el primer lugar del Premio de Historia Rafael María Baralt, auspiciado por la Academia Nacional de Historia de Venezuela y la Fundación Bancaribe.  

¿Por qué eligió el tema del espionaje, de los servicios de inteligencia, como hilo conductor de la historia de Venezuela?

Lo primero que hay que decir es que ese estudio nace de la angustia de un estudiante de maestría. De mi interés eran varios períodos, varios personajes. Pero no había dado con el tema. Después de una revisión en el Archivo General de la Nación, en el Archivo de la Academia de la Historia, en la parte referida a Gobernación y Capitanía General, me topé con varios casos de espionaje que me llamaron la atención. Verlo, no ya en fuentes bibliográficas sino en fuentes primarias. En un solo día, encontré más de 20 reseñas de casos de espionaje durante la Independencia, particularmente del año 1821 y 1822, en uno estaba involucrada una mujer y en otro un cura. Luego indagué sobre el estado del arte, ¿vamos a ver quiénes han estudiado este tema? Y mi mayor sorpresa es que nadie había hecho un trabajo específico. Quiero aclarar esto, porque había menciones, es un tema que está de anteojito, pero ¿un trabajo específico que investigara si realmente había sistemas de espionaje y que, además, conectara los puntos entre casos aislados? No existía. Recuerdo que hablé con el historiador Tomás Straka, quien terminó siendo mi tutor, quien me dijo: Andrés, esa investigación no existe y ahí tú podrías hacer un aporte a la historiografía de la Independencia

Una de las primeras acciones que toma el gobierno de la Primera República fue revisar la correspondencia de la población y someterla a vigilancia. Pero más que un sistema de inteligencia, esas medidas hablan de una actitud persecutoria y represiva. ¿Qué pensó cuando leyó estos primeros informes?

Lo que siguió al movimiento del 19 de abril fueron alzamientos y focos armados realistas que se oponían al régimen republicano. Sectores sociales y políticos que estaban en contra del golpe de Estado que depuso al capitán general y a las autoridades monárquicas. Fue nuestro primer golpe de Estado. Así nació nuestra república. Se aplica este tipo de medidas para prevenir mayores daños. Son medidas policiales orientadas a preservar el orden público. Todo esto se entrecruza. Pero subyace una clara intención de obtener información de los ciudadanos. Saber qué piensan, con quienes se reúnen, en qué pasos andan, para saber si eres afecto a la república o a la monarquía. 

Y también para imponer el miedo.

El miedo en la política es un factor muy importante. Carlos Marín, investigador venezolano, precisamente, estudió el miedo político en el período de la Independencia. El espionaje es uno de los instrumentos para construir el miedo político, el miedo social de control. Entonces, no debería sorprendernos que estas acciones las haya tomado la junta de gobierno. Ellos entienden que tienen que defenderse.

Mientras esto ocurre, los mantuanos están espiando a Francisco de Miranda. Se corrió la versión de que Miranda quería instaurar en Venezuela una república de negros, como Haití. Se aprecia claramente que el mote de república boba le quedaba ajustado a la junta de gobierno. Algo insólito: espiaban a su máximo jefe militar, que además manejaba fondos reservados. Se diría, actualmente, una partida secreta. 

Sí, el gobierno de Caracas le confiere poderes extraordinarios. Unos fondos reservados para la inteligencia secreta. Es un hecho comprobable, además, que en mi estudio conecto con los informes que le está dando José Miguel Sanz sobre un espía que actúa en La Guaira. Es sólo un caso. Estoy seguro de que en un estudio más amplio nos vamos a encontrar con muchos más casos como ese, reseñados como PB, un nombre clave, seguramente, pudo llamarse, tanto como Pedro Brito o Pablo Briceño. Para mí, este caso es muy representativo de la conciencia que se tenía sobre la importancia del espionaje y de este tipo de mecanismos dentro de la guerra. 

Del uso del espionaje había plena conciencia en el bando realista. Ya, desde 1811, el arzobispo de Caracas, Narciso Coll Prat, estaba organizando su propia estructura de espionaje. 

Afortunadamente, estudios más contemporáneos han tratado de desmitificar a algunos actores. Desde un libro clásico de la historiografía, como Historia de la Primera República, de Caracciolo Parra Pérez, ya ves la beligerancia, la terrenalidad, si se puede llamar así, de las acciones de la Iglesia, sacerdotes y frailes, que están por todo el territorio. Para mí no representó ninguna novedad confirmar la forma en que ellos estaban actuando y lo que estaban haciendo. Ya hay muchos trabajos, artículos científicos y estudios que muestran cómo la Iglesia se dividió en bandos, a favor y en contra del movimiento del 19 de abril. 

En Venezuela no había una estructura de espionaje como tal. Había intentos, organizaciones muy rudimentarias. Lo que uno advierte, en su estudio, es que el arzobispo de Caracas le asignó a un grupo de sacerdotes una nueva materia: el espionaje. 

Coll y Prat no es propiamente un innovador. Ese papel lo ha jugado la Iglesia en distintos contextos. El confesionario es quizás el lugar por excelencia para el secretismo, donde la gente desnuda el alma. Pero con este tipo de investigación, nosotros podemos evidenciar, de manera más concreta, que la Iglesia no sólo atendía necesidades espirituales, sino que servía para asuntos muy terrenales, muy concretos, de la política y especialmente del poder. 

La información que recaba y sistematiza Coll y Prat es de enorme utilidad para los realistas, en momentos cruciales de la guerra. De ella se sirve, nada más y nada menos, que José Tomás Boves, el primer líder popular que arrasa con la causa independentista. 

Esa información sirvió para tomar acciones políticas y militares. Voy a una cita: “Se impuso mi consejo y mis palabras le sirvieron de norte”, es lo que dice en los memoriales. Obviamente, Coll y Prat no dirige a Boves, pero él le presta atención. Es una pieza que le sirve para reorganizar el poder monárquico en la provincia de Venezuela. Yo me cuido mucho, porque tengo que ser responsable, pero no me privo de afirmar que, en este caso, fue la estructura de espionaje más eficiente entre 1811 y 1815, un período en el que no existía un ejército regular, ni en el bando patriota ni en el bando realista. En realidad, los ejércitos y sus estructuras se fueron conformando, se fueron desarrollando, a medida que la guerra avanzaba. Es con la llegada de Morillo, por primera vez, que en Venezuela hay un ejército bien constituido, con sus jerarquías bien definidas. El uniforme, por ejemplo, no es un adorno, significa jerarquía y estructura de mando. 

En la dimensión de lo que significó la huida a Oriente es que podemos ver la importancia del espionaje que organizó el arzobispo de Caracas y la valiosa información que puso a disposición de José Tomás Boves. 

Este es un tema que ha desarrollado mejor Diego Navarro Bonilla, un teórico español que ha publicado numerosos libros sobre el fenómeno del espionaje a lo largo de la historia. Él habla ahí de lo que se conoce como el ciclo de la inteligencia secreta. Es decir, la labor que se cumple desde el momento en que alguien recaba un dato, que es de interés para la estructura de poder y lo convierte en algo de utilidad para tomar una decisión política o una acción militar. Lo que comentas tiene de fondo el funcionamiento de ese sistema. No es el caso de un soplón, sino como se inserta eso dentro de la estructura de poder e influye en la toma de decisiones. Por eso, en el caso de Coll y Prat, podemos afirmar que él está haciendo espionaje, porque la información que recaba, vía documentos, cartas o transcripciones orales, es cuando él participa en el ciclo de la inteligencia secreta.  

Boves es jefe de un movimiento popular.

Sí, claro. El primer jefe de la democracia venezolana, dicen algunos. El espionaje fue particularmente valioso para obtener el triunfo en la batalla de San Carlos, en la batalla de La Hogaza.

Andrés Eloy Burgos retratado por Alfredo Lasry | RMTF

Hace una reivindicación del papel de la mujer. Una reivindicación de género, diría yo. Más allá de las individualidades o de los clichés que le atribuyen a la magia de la seducción femenina. Menciona los casos de Teresa Heredia y Lorenza Armas. ¿Lo hace porque en la historiografía venezolana el papel de la mujer es anecdótico? 

Y el caso de Elogia Concha (hacia 1820). ¿Qué ocurre? Yo creo en esa frase de Benedetto Croce, de que toda historia es historia contemporánea. Desde nuestro lugar de enunciación temporal, yo veo una necesidad que atender también desde la historia. Eso no significa falsearla o adulterarla. No estoy deformando la historia, en tanto y en cuanto, estoy refiriendo los hechos tal como ocurrieron. Pero me vi en la necesidad de aislar estos casos para visibilizar la acción y el papel que jugaron unos personajes que, tradicionalmente, han sido invisibilizados. Thomas Carlyle dice que la historia es la historia de los grandes hombres. Eso fue de utilidad en un principio, pero quizás se convirtió en un problema. Algo que había que resolver, entre otras cosas, porque si no eras un gran hombre, no eras susceptible de ser historiado. Y este fue el punto significativo, en el momento en que decidí tomar este tipo de casos. No podemos seguir haciendo una historia androcéntrica. En líneas contemporáneas de investigación, el papel de la mujer ha cobrado relevancia. Inés Quintero, por ejemplo, ha escrito no pocos trabajos en esa línea. Mirla Alcibíades también lo ha hecho, porque es necesario e importante. 

Voy a una cita de su libro: “Hasta ahora no se ha encontrado un personaje equivalente a Juan Manuel Silva, un individuo, cuyos servicios de inteligencia secreta, hubieran podido arrancar tan auténticos elogios, tanto de Bolívar como de Morillo”. Morillo que viene a sofocar la rebelión patriota y a crear en Venezuela un ejército moderno, lo que obliga a los patriotas a hacer lo propio. ¿Qué podría decir del significado que tuvo Juan Manuel Silva?  

A este personaje me lo encuentro en los propios documentos. En primer término, en los documentos de Bolívar, quien trata de atraerlo, de ganarlo para la causa independentista. Y después en las cartas de Morillo, doliéndose porque Bolívar lo ha convencido y Juan Manuel Silva ha cambiado de bando. Esto ocurre a final de 1820. Bolívar no se ahorra tinta tratando de convencerlo. Le envía varias cartas. Le ofrece grado militar, tierras y seguridad. En las filas realistas tenían conciencia de que era Silva quien los mantenía informados de todo lo que ocurría en territorios de lo que hoy es Colombia. De la ventaja que esa información proporcionaba en la preparación y desenlace de las batallas. Todo eso está expuesto en fuentes primarias. No estoy citando una interpretación o de un libro escrito por alguien. Estoy leyendo las cartas específicas de los autores. Le otorgo esa relevancia porque estamos hablando de un espía que se están disputando los líderes y conductores de la guerra. 

Este hombre sabe perfectamente lo que es el poder. Ya, para 1820, la balanza de la guerra empieza a inclinarse a favor de la causa patriota. Lo que da pie para pensar que Silva cambió de bando en el momento preciso. Claro, esto es una especulación propiamente periodística. 

Si, pero es válida, entre otras cosas, porque hay una característica constitutiva en la mayoría de los espías. Me refiero al doblez. Existe el doble agente, ¿no? Es una de las tantas formas en que se presenta un espía. Actúan movidos, no por una causa sino por la oferta que haga el mejor postor. Silva no se va al primer ofrecimiento que le hace Bolívar. En efecto, el calcula el momento. La figura de Silva está muy lejos de una lectura epopéyica, ahí está la guerra desde lo humano, muy humano.  

Bolívar ordenó espiar los movimientos de las tropas realistas en los lugares más estratégicos alrededor del campo de Carabobo. La práctica hizo al maestro del espionaje. Esta no es la faceta que nos muestra la historia del Libertador. Para la batalla decisiva, la que selló la Independencia de Venezuela, el espionaje realista está debilitado, pero el patriota estaba en su apogeo. 

A la inteligencia secreta, así como al espionaje, hay que otorgarle el lugar y la importancia que se merece. Me remito, al principio de mi estudio, a uno de los manuales de guerra más icónicos de la historia. El archiconocido Arte de la Guerra de Sun Tzu. Ahí es donde está precisamente un planteamiento fundamental: Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo serás invencible. ¿Qué nos dice esa frase? El papel central que juega la información en la guerra. Yo creo que ya, en ese momento, Bolívar ha perfeccionado el aparato de espionaje de los patriotas. A través de su formación militar, le ha llegado ese convencimiento. 

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 *Profesor de historia egresado del Instituto Pedagógico de Caracas, con mención honorífica Magna cum Laude. Migister en Historia de Venezuela por la UCAB. Investigador del Centro Nacional de Historia. Profesor de la Cátedra de Historia de las Ideas Pedagógicas en Venezuela en la Escuela de Educación de la UCV. Actualmente es miembro de la Fundación Red Historia Digital de Venezuela, dedicada al desarrollo de las humanidades y al rescate y preservación de fuentes históricas. 


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