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A propósito de Michael McClure y “La barba” en Caracas

12/05/2020

Retrato de Michael McClure tomado de la página web oficial michael-mcclure.com

Veo la información de la muerte de Michael McClure (1932-2020), uno de los integrantes esenciales de la generación beat, movimiento artístico subversivo norteamericano de las décadas de los 50 y 60. El término se refiere a un grupo de escritores estadounidenses, así como al movimiento cultural que originaron. Algunos de los autores imprescindibles de citar son Allen GinsbergJack Kerouac, William Burroughs y Lawrence Ferlinghetti.

Beat es una palabra de la jerga afroamericana en contexto anglosajón, cuyo significado es «cansado», «abatido»; otros la entienden como «golpe». En cualquier caso, tiene sentido, por cuanto el movimiento expresó el hastío de soportar el sistema de vida norteamericano y literalmente sacudió con violencia y trascendencia histórica los valores del mismo.

Los rasgos definitorios de la cultura beat son el rechazo a los valores estadounidenses tradicionales, el uso de drogas, una gran libertad sexual y el apego a la filosofía oriental. Esta nueva forma de ver las cosas dejó su principal influencia y legado en la posterior contracultura o movimiento hippie.

Kerouac fue quien acuñó el término beat; más adelante, los que se sentían incómodos con el nuevo pensamiento lo alteraron en la forma beatnik, una combinación del vocablo original con la sílaba final de la palabra rusa sputnik, cuyo significado es «satélite», y fue la denominación de una serie de tales artificios lanzados por la Unión Soviética. El propósito era dar a entender que esos desarrapados drogadictos cuestionadores del sistema de vida norteamericano eran agentes del comunismo. Pero el objetivo no prosperó, y beatnik se popularizó como sinónimo de beat.

Esta ideología se extendió mucho más allá de la literatura. Influyó en la música y en las artes plásticas; fue uno de los disparadores de la eclosión sexual de la década de los 60; marcó un estilo de vida de varias generaciones, todavía hoy sobreviviente en algunas minorías. En la música pop vanguardista de la época se hizo sentir en cantautores de leyenda como Bob Dylan, Tom Waits, Jim Morrison o Janis Joplin. En menos palabras, alteró la cultura del mundo occidental.

McClure fue poeta y dramaturgo y una de sus obras con historia es La barba. Es una pieza de vanguardia, para su época, en la que ocurre el encuentro de dos figuras de la mitología de lo cotidiano (Rodolfo Izaguirre dixit): la actriz Jean Harlow y el bandolero Billy the Kid.

El meollo de la idea es el conflicto entre el sometimiento a las normas y la transgresión. Las pasiones desatadas de los personajes conducen a un final para la época insólito e inadmisible por la moral imperante, en el que el cowboy delincuente y la estrella de cine asumen su libertad y realizan un cunilingus. El curioso título de la pieza se debe a que al hacer esa caricia orogenital, el hombre hunde la nariz en los pelos del Monte de Venus, dando la impresión de tener barba.

El estreno fue en el teatro Taller del Actor, el 18/12/1965. De ahí pasó a otras salas y progresivamente fue captando público, así como atención de la policía y demás guardianes de la virtud pública.

Por esos mismos tiempos habían tratado de censurar el poema Aullido ,de Allen Ginsberg, sin lograrlo; pero firmes en su empeño de resguardar el pudor colectivo, acusaron a los actores de tres cargos: «obscenidad», «conspiración para cometer delito grave» y «actos lascivos, o conducta disoluta, en lugar público». Después de meses de deliberación legal, el juez J. Karesh, de la Corte Superior de San Francisco, dictaminó que, si bien la obra contenía material «problemático», no venía a lugar someter esta clase de trabajos intelectuales a la ley, de modo que los cargos fueron retirados.

No obstante, las autoridades de San Francisco prohibieron la presentación de La barba, de modo que la trasladaron a Los Ángeles, donde una vez más fue objeto de censura. Según lo recuerda McClure: «Los actores consiguieron dos ovaciones de pie, una al caer el telón y otra cuando los agentes de la ley los arrestaron al salir del teatro».

Finalmente, fue a tener a Nueva York sin mayores dificultades. Paralelamente, La barba se extendió por Norteamérica y el resto del mundo. Fue un éxito en Londres y se convirtió en el mandoble de los grupos de teatro estudiantiles norteamericanos, animados por el espíritu de rebelión de esos tiempos.

En Venezuela se hizo sentir a finales de los sesenta; Rolando Peña cuenta cómo ocurrió el acontecimiento:

«Conocí a Michael McClure en el año 66, a través de Allen Ginsberg y demás amigos. Cuando montaron La barba, en NYC, fui invitado al estreno, el cual fue apoteósico; para hacer el cuento corto, cuando el gran pana Héctor Mayerston me vino a visitar a NY, le conté lo de La barba y le di una copia de la obra, que por cierto me había regalado Michael. A él le encantó y me dijo que la trataría de montar en Caracas. Respondí que me parecía excelente, y que, por favor, me avisara para decírselo a Michael. Un día me llamó Héctor y confirmó que estaban ensayando la obra; la montarían con Haydée Balza, bajo la dirección de Alberto El Chino Rodríguez…»

La barba se estrenó en el teatro del Ateneo de Caracas. Y, como en las oportunidades precedentes en California, la presentación fue censurada por disposición de alguna autoridad al cabo de su tercera función; no estoy seguro si fue bajo el gobierno de Leoni o del primero de Caldera.


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