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Fiel es la voz de un hilo del temblor. Lo que intenta decirse, confesarse, excavarse, orarse alcanza la suficiente y elevada delgadez de un hilo. Como en todo lo que teme ser infiel, aquí en cada verso, en cada espacio entre una estrofa y otra, en cada salto de un poema a otro, en cada pausa nuestra ante cada uno de los acontecimientos secretos de este libro, una voz casi susurro nos anuncia la posibilidad de ser y hablar limpio: vaciarnos de mentiras, prepararnos para ser reales (Rafael Cadenas dixit), hacernos amados amando.
Fiel es un documento del temor. En sus poemas subyacen las causas y consecuencias de saber amar, de no saber amar; de ser amado y dejar de serlo; de aguardar la luz, de vestirse con sombras; del desmoronamiento de la casa y del erguimiento espiritual, casi sagrado (por real) de la misma. Leemos con dolor sin lesiones las distancias de una confesión, que como sostuvo Simone Weil, tuvo que suponer y sentir el fin de la cercanía íntima, para lograr mudar sus exterioridades e interioridades. Alguien nos comparte su desnudez, pero también su hambre de vestidos. Hay un viaje a la región que viste cuerpo y espíritu en un río que los dota de bailes y alabanzas. una consecuencia: agradecer en voz baja.
Así habla Fiel: en voz baja. No hay gritos. No hay reclamos. No hay quejas. Sí un cuerpo, su garganta, la sinfónica armonía de las cuerdas vocales de alguien que anhela y ama ser lo amado. Una causa: ha visto y padecido el desmoronamiento. Ha despertado sin el paisaje prometido. Y con ello, sin el lenguaje prometido en los juegos del cariño y el afecto. Así, no queda otra ruta, otro viaje, que no sean los servidos por las familias de lo real, pero invisibles a lo ajeno y distante al temblor antiguo.
Fiel testimonia la brevedad: esa confirmación de la trascendencia. Describe el tránsito de la ilusión a lo verdadero. Irse es confirmado como la única posibilidad de volver. Son los pájaros y el canto de Eugenio Montejo, esa garganta que nos describió amorosamente las consecuencias celestiales de morir. Alejandro Suárez, pertenece a esa tradición. Su aire, nos dirá siempre Carlos Monsiváis, es de esa familia, la que descubrió en el cese de las vanidades, la infinita y eterna posibilidad de vivir, de ser fiel a la respiración donada por lo bendito, por la Gracia de los que nos hacen necesitados, hambrientos y quietos animales de la verdad.
Lo que fue real para Roberto Calasso debería serlo para nosotros. Se trata de las certezas del misterio. En el poeta Suárez se confirma aquél: la pérdida es el comienzo de la serenidad, de la fe y de la empresa de amar y ser amado. Eso lo sabían los antiguos, los elegidos, los limpios, los quemadores de basuras. Perder es la visita de lo transitorio; es recibir las llaves de la casa que haremos hogar: el recinto del rigor, el taller donde se talla las piedras del cortejo; el templo, la sinagoga, la mezquita, la iglesia donde la súplica será para invocar y convocar las virtudes inútiles.
Fiel es la partitura amorosa de un cuerpo hincado cuya ofrenda es un árbol que hospeda y agasaja a los pájaros. Éstos nunca mienten, cantan para ser fieles, saltan para no dañar las ramas. Algo sufí late en este libro: ser amado amando.
Fiel (selección)
por Alejandro Suárez Atencio
Brasa
Hay que soplar el carbón de a poco
Empezar
una
y otra vez
Rezar la belleza en el quinto día
Perder la fe
Empezar de nuevo
***
Carbón
Voy a lavarte la cara
Tengo este paño que me sale desde la boca
De adentro de los dientes
Para lavarte la cara
Es que ando con este carbón encendido
y las ganas terribles de simetría
Un poco de aquello que hablamos
Lavar la cara con las dos manos
Decir que sabemos lo nuestro
Poner todo limpio
Desde arriba hasta abajo
Es por eso que amamos
Que colgamos la ropa
Que salen pájaros de la boca
Que hacemos rigor
***
Pobreza
Hace frío y hace plomo en nuestra pobreza
Es necesario arropar
Cantar el trabajo
Limpiar los gritos que muerden la espalda
Es necesario el bautizo
Ponerle un nombre a la pobreza
Darle madera a la plegaria
que venga la fuerza
para callar por dentro
que venga la fuerza
para aguantar la subida
que venga el milagro
para tallar la voz
Es necesario que se abran los brazos
Que nazcan el árbol y la candela
***
Piedras
Voy a poner esta piedra por la derecha
Para empezar el aguante
Voy a poner esta piedra en la izquierda
Para decir amén
Con ambas manos voy a limpiar las ollas
Voy a buscar la comida
Voy a dejarte una casa
Esta es mi carne
Aquí las piedras
Este es el destino
Acá el alimento
Una piedra en la derecha
Otra en la izquierda
Que comience la unción
Que todo se llene de lengua
Que nazca la casa
Que le pongan un nombre
Que sea Verdad
***
Hogar
Los pájaros llegaron conmigo. Hicieron el árbol y la tormenta. Sonaron como las brujas. También me dieron esta corona, esta pequeña pluma cubierta de sangre. Fueron los pájaros que llegaron conmigo, en la tormenta y en el amor.
***
Coro
Nosotros sabemos de esto
Somos la casa vacía
Saliva y lengua
Espalda y cáscara
Sabemos de andar así
Extraños a todo
Hechos polvo
Hechos canto
Somos la casa vacía
Los restos de la comida
La talla de las camisas
Espalda y cáscara
Nosotros sabemos de esto
De pocas palabras
Somos la casa vacía
La lengua y la saliva
La paciencia
y el carácter
***
Alejandro Suárez Atencio. Fiel (Caracas, Editorial Eclepsidra, 2021).
Alexis Romero
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