Conversación sobre lo inútil

Santos López: “El merecimiento nace de la gratitud”

TEMAS PD
Destacadas
Te puede interesar
Los más leídos
12/12/2024

Santos López retratado por Guadalupe Borzacchini

Santos López nació en la Mesa de Guanipa, en 1955. Ha publicado, entre otros, los poemarios: Otras costumbres (1980), Alguna luz, alguna ausencia (1981), Mas doliendo ya (1984), Entre regiones (1984), Soy el animal que creo (1987), El libro de la tribu (1992), Los buscadores de agua (1999), El cielo entre cenizas (2004), La Barata (2013), Azar de almendra (2016), Canto de luz negra (2018), Dido (2023). Recibió el Premio Municipal de Poesía de Caracas en 1987 y en 2001. Se alzó con el Premio Nacional del Libro de Venezuela 2004, otorgado por el Centro Nacional del Libro. Es editor, periodista y gerente cultural. Fue director-fundador de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde, institución con la que realizó doce ediciones de la Semana Internacional de la Poesía de Caracas. Asimismo, creó el Festival Internacional de Tradiciones Afroamericanas (FITA), con el que llevó a cabo cinco ediciones.

Para que un poema vuele verticalmente, como deseaba Joseph Brodsky, ¿debe ser escrito por un poeta con la boca volteada hacia adentro?

Tu pregunta se refiere a un verso imperativo que escribí en 1985 que dice: «Voltéate la boca hacia adentro». Es nuestra voz la expresión audible de nuestro Ser, no es la palabra, me atrevo a decir. Porque nuestra voz es la vibración de todo nuestro cuerpo y nuestro Ser. Por ejemplo, la voz de nuestro cuerpo es el dolor y su silencio es la armonía, el equilibrio. El sonido corresponde a la tierra. El silencio corresponde al cielo. Y los dos engendran armonía. Nuestra voz viene de lo profundo, así como los vapores que salían de lo profundo de la tierra y que la Pitia percibía y la inspiraban. Así nuestra voz proviene de un profundo anhelo interno, de una esencia, de nuestro Ser. Fíjate: desde la perspectiva espiritual, la respiración representa la alimentación celeste; pero cuando de oráculos se trata, tenemos que aprender a respirar desde la tierra, dentro de la tierra. Voltearse uno la boca hacia adentro es volvernos un oráculo: tener acceso al poder de las palabras y a las palabras de poder. Hoy entiendo que un poema no solo vuela verticalmente hacia arriba, lo cual es un vuelo invisible; sino que también vuela en descenso y también vuela horizontalmente.

¿Es posible la belleza de la trascendencia sin que seamos seres de reverencias sagradas?

Entiendo que la belleza es solo la belleza, no necesita ningún adjetivo, ningún traje. Además, no pertenece a ninguna iglesia ni logia artística ni partido político. Y la poesía es la percepción directa de la belleza de lo desconocido. Es besar la alegría mientras vuela, no apresarla en la memoria (parafraseando a Blake); es el instante. Junichiro Tanizaki subrayó: «La belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra». Y recuerdo esto: después de la Bondad, la Belleza es un alimento del alma. Además, el mundo trascendente muchas veces suele ser pavoroso y terrorífico.

¿De dónde viene la voz de tinaja de tus poemas?

Siempre guardo el recuerdo de ver a mi madre cargar agua con una tinaja en la cabeza con hermoso balance y equilibrio, y un atado de leña en la espalda. Caminaba haciendo esta tarea en la Sabana de Guanipa por varios kilómetros. A mí me dejaba en un hueco en la tierra al cuidado de mis tías. Esa voz de tinaja que tú observas proviene de mis madres ancestrales, mujeres indias k’ariñas, y así lo reconocí cuando escribí este poema que titulé

 

Vasija del corazón

Extrañamente algunas veces somos herederos de un corazón que,

como una vasija, otros han llenado primero.

Desde hace muchísimos años una tinaja permanece en un rincón de mi casa.

Perteneció a mi madre, pero primero fue de mi abuela y, mucho antes, de mi

bisabuela…

De la tinaja, ellas solo bebieron agua fresca. Y siempre la tuvieron llena, incluso

conocieron al hacedor de la vasija.

Hoy, sin embargo, yo la conservo vacía, sin saber el porqué.

Insisto en cubrirle la boca cuidadosamente, así como lo hacían mi madre y

mis abuelas para mantener el agua limpia y clara.

Tal vez creo que en su fondo reposa todavía algún silencio que en vano

intento descubrir.

O quizás no quiero que hable, me revele todo y sienta de pronto mi sed saciada. 

 

¿Por qué la transfiguración en estaca?

Estaca es una palabra muy sonora. Me gusta su sonido seco. Y su imagen de lo vertical. Es lo más parecido al ancestro. Un árbol cuando muere, se seca y se vuelve una estaca. Y recuerdo que mi abuela acostumbraba a llevar las ofrendas a sus muertos al pie de un árbol seco todos los lunes a las seis de la tarde. Y al final, uno se vuelve un ancestro. En muchos poemas hago alusión a esta metáfora. Pero es en este poema donde sentí una cierta plenitud:

 

En todo madero yace uno de mis ancestros.

Miro el techo de la casa y veo en las traviesas a toda mi familia;

Sostienen dos líneas en el cielo que brillan noche y día.

Los muertos acogen a las doce en punto una sonrisa para el recuerdo,

Arriba abren ranuras, asoman algún dedo.

Otros maderos yacen claveteados como cristos.

En el patio, la ronda de estacas con alambre de púas son estatuas

A los hijos que han finado antes de tiempo, y ahora se les retiene.

Acaricio delicadamente las patas de la mesa, y siento a mi madre,

Espléndida y lujosa con su mantel de ofrendas.

Y allá en el centro de la casa, un vertical y blanquísimo palo;

Es el ánima de mi abuela que me enseña:

«El amor es la idea de lo que no muere.

Siempre tenemos la esperanza de que todo está vivo».

 

¿Qué significa que en tus poemas las palabras sean hormigas?

Las palabras tienen un vínculo impecable e invisible para mantenerse juntas. Tal cual las hormigas. En una aldea africana un maestro muy viejo me hizo una pregunta que me dejó perplejo: me dijo, si tienes que escoger ser un caballo o una hormiga para andar en el mundo, ¿qué escogerías? Las hormigas se mueven de forma colectiva, ninguna pierde su paso, su orden, su ritmo… es una armonía maestra, una hilera deslumbrante, un vocerío.

Santos López retratado por Guadalupe Borzacchini

¿Escribir un poema exige haber aprendido a contar los días?

La imagen del Contador de días la tomé de un libro extraordinario de Benjamín y Lore Colby, y escribí ese poema largo que titulé «Dialecto fogaje» sobre la experiencia de contar el tiempo. Entre nosotros, nadie como Borges para una contemplación del tiempo. Pero yo me adentro desde una perspectiva chamánica; hice algo muy diferente. Ser un contador de días es algo inefable. Decía Mircea Eliade que el tiempo histórico es el mismo tiempo lineal. La relatividad de ese tiempo histórico la vemos así: los musulmanes cuentan el tiempo desde que Mahoma salió de La Meca, los griegos desde el año 312 a. C., los romanos desde la fundación de Roma, los judíos dicen que el mundo comenzó el año 3.760 a. C. Hasta que Dionisio el Exiguo, a pedido de Carlomagno, comenzó a contar el tiempo a partir del nacimiento de Jesús, convención que se mantiene hasta hoy. Escribir poesía es adentrarse en el misterio del tiempo-espacio. Y si uno llega o no a su comprensión ya es cuestión del destino. El tiempo transcurre más rápido cuando nos acercamos al final. El día de un viejo es cortísimo. Si lanzamos una piedra hacia arriba, lo vamos a comprobar. Ya lo dijo Ibn Arabí: nuestro tiempo se convierte en un sólido en la Quinta Dimensión que es esa «expansión que requiere la divinidad, donde nuestras vidas se estirarán como una piel». Y para mayor desgracia, no tenemos en castellano una palabra que distinga o diferencie un día (con su noche) del simple día (sin noche). Ja. ¡Qué carencia!

¿Es el silencio la corona de oro de la garganta?

Amigo Alexis Romero, esta es la pregunta más críptica que me han hecho en mi vida. Trataré de responderte. El dolor es el sonido de nuestro cuerpo en desequilibrio. El silencio es el signo de nuestro cuerpo en equilibrio y balance. Pero más allá del cuerpo hay un entorno natural con el que interactuamos y una sociedad, porque los seres humanos vivimos en sociedad y compartimos generacionalmente instituciones, trabajo, juegos, experiencias, es decir una cultura… pero esta es solo una realidad, de otras tantas más. Esta concepción compartida de la realidad está en crisis porque es una eclosión de la razón. Y dentro de ella no hay cabida para el silencio. Esta cultura de la razón renunció al silencio. Solo aprendemos la razón y el lenguaje; estamos de espaldas al silencio. Necesitamos obtener el silencio.

En la poesía ¿por qué Dios es un estilo?

Cuando hablamos de Dios, no quiero voltear hacia las religiones porque sería una visión mediocre, llena de velos y muchas creencias y sobre todo supersticiones. Sin embargo, diría que en todas las cosas hay religiosidad. La práctica cotidiana en la cual no hay separación en el camino de la vida desde Dios-los dioses-divinidades, a pesar del tiempo y del lugar, debe ser preservada. Suscribo la enseñanza de Mansur. Dios es adentro. Dios es un estilo. William Blake dijo: si hay algo divino en el hombre, esto es la imaginación. Hay divinidad en nuestro adentro. Hay una infinita imaginación, diría Jorge Luis Borges. No hay nada en el mundo que no lleve alguna muestra de la virtud divina. Dios se deja ver a través de sus criaturas, brilla en toda la creación. Hussein Ibn Mansur el-Hallaj (el algodonero o cardador de lana) fue acusado de hereje y desmembrado porque dijo: «Vi a mi Señor con el ojo del corazón. Le dije: ¿Quién eres tú? Me respondió: tú. Yo soy la Verdad». La poesía sufí que ha irradiado su luz hacia Occidente considera que Dios mismo es quien invoca, Dios mismo es invocado (se invoca a Sí Mismo) y Dios mismo es la invocación. El misterio de la vida consiste en que este acto divino debe pasar a través del hombre. Se trata de nosotros como seres divinos, sagrados. La vida espiritual no es un postulado teológico, ni filosófico, tampoco religioso, sino una realidad que está más allá del alma: es una experiencia iniciática; y también poética. Esta es una enseñanza de Mansur: encontrar por nosotros mismos una imagen de Dios por mediación del asombro y del misterio; no de la razón.

¿Es posible el poema en un ritmo que no es ritmo, sino saliva?

Yo no antepongo de esta manera las cosas. Fíjate que la saliva, dentro de los fluidos corporales, juega un rol preponderante; está considerada con un rol tan importante en comparación al semen, la leche materna, las lágrimas y la orina… Ya en la digestión está su primer rol… Y para ilustrarte lo que te señalo te puedo contar cómo puede viajar una oración de bendición con la saliva. En mi aldea Ode Remo, en Nigeria, usualmente las madres y los padres y los maestros suelen darte la bendición pronunciando una oración y escupiendo luego sobre la coronilla de tu cabeza. La saliva es el pegamento del poder de las palabras.

¿Cuando dices poema, dices ruego?

Ruego es una bella palabra. Está llena de voluntad. Sí, lo diría.

¿Nos ayuda la poesía a alimentar a nuestros muertos?

Alimentar a nuestros muertos es un concepto muy chamánico. La palabra es nuestro más inmediato ancestro, pero a la vez hemos perdido nuestra palabra, la que somos. Caminanos sin estar parados sobre los hombros de nuestro ancestro primordial. Los vivos y los muertos andamos juntos. En la poesía es a través de los autores vivos que los muertos siguen con vida, decía también Eliot. Nos hace falta más conciencia ancestral. Llamo conciencia ancestral en la poesía a la intención que arrastra nuestra alma, que no es la del cuerpo. Precisamente la poesía nos demanda alimentar a nuestro primer ancestro que es la palabra.

¿De dónde viene la luz oscura de tus poemas?

Del silencio. Negra, más negra que lo negro es la novia del amor. Esto va a retumbar en los oídos en este milenio. Tuve un sueño con Senior, y me decía: «Lo que tiene luz se crea en la oscuridad de la luz». El amor es luz y siempre guarda un diamante como nostalgia: eso que llamamos luz negra, de donde proviene todo; es decir: el silencio.

Ante el misterio, un poeta no dice, gaguea los verbos. ¿Por qué?

Todo misterio es inefable. Carl Sagan dijo que la tierra se acumula en la oscuridad. Mira qué frase tan poética y hermosa. Pues nosotros somos esa tierra. Le pertenecemos a la tierra. Vivimos en su seno. Y gagueamos los verbos, la vida, porque estamos en tierra, y siguiendo con Sagan, la tierra es un hermoso cementerio, y de vez en cuando sacamos de sus entrañas a algunos de nuestros ancestros. Es el gagueo ante la vida. Lo mejor de la vida es la poesía y eso se llama misterio.

¿Por qué nos inquieta y angustia no saber ver el amor escondido del amor?

El amor escondido del amor es algo muy sublime, ya que no amamos, el amor sucede. Pero quiero mostrar la genética que me llevó a escribir «Canto al amor escondido del amor». Dice Adonis:

La persona no ama en realidad a nadie más que a sí misma, pues no ama en el otro más que a sí. Nadie ama al amado por el propio amado, sino por él mismo, por el amante. El amante está sometido, por tanto, al amor, no al amado (…) Cada vez que el amante bebe del amor aumenta su sed del mismo.

¿Cómo escribir un poema nítido con la nitidez de la cayena herida?

No se puede escribir sin ritmo. La naturaleza toda es rítmica. Al respirar, la naturaleza nos respira, así encontramos su ritmo. Nuestra expresión fonética es música. Muchas veces puede suceder que tu ritmo sea exótico, muy fuera de lo común. Pero es ritmo. La maestría de un poeta llega o no llega. Si llega es con el hallazgo de una voz y de un lenguaje, cuya técnica se vuelve intuición.

¿La piedad abandonada también es colonizada por una araña?

La desgracia es una calamidad seria. Y la piedad es ocasionada por el espectáculo de la desgracia inmerecida. La idea de la araña que coloniza todo lo que el hombre abandona la tomé del poeta mexicano José Emilio Pacheco: la araña en esa labor es una imagen potente y muy actual. Es la imagen de una catástrofe. Pero la piedad siempre está habitada.

¿Merecemos aspirar que un poema sea la cicatriz de un cielo?

La poesía vive en la cima de las montañas; uno vive en los valles, las planicies, en las llanuras. Y como las palabras viajan de las alturas de los picos de las montañas hasta los valles, pierden claridad, brillo y luminosidad. El merecimiento nace de la gratitud. El secreto encerrado en la materia es el de la divinidad del hombre… La cicatriz del cielo.

¿Un poema ocurre cuando has heredado cerrar los ojos?

«Heredas cerrar los ojos / Para continuar por dentro / Un canto, / Un tono / Y un milagro…»  esa estrofa es un leitmotiv para asomar el tema de la percepción que es crucial en la creación poética. La herencia es nuestro ADN, el hardware, todo un contenido de acondicionamiento, aunque también hay otros contenidos relacionados con el instinto. Una memoria genética que hace de vaso comunicante entre los ácidos nucleicos y el Inconsciente. La percepción no es subir una escalera, sino dar un salto, un milagro, así como lo esboza la física cuántica. Dentro del sendero espiritual que practico, he dicho que la percepción está de puente entre la Voluntad y la Expresión. Antes de denominar, nombrar, expresar la realidad, estaría la percepción, una especie de software. Porque la percepción misma participa del hecho general de la creación. Es que percibimos esa realidad solo como imágenes (visuales, auditivas, táctiles… o complejas). Desde este punto de vista cognoscitivo, la percepción es principalmente una organización dinámica del entorno, y es aquí en el entorno donde alcanzará su expansión o su contracción. La percepción debe ser siempre nueva.

Tu poesía es un templo de la piedad en permanente edificación. ¿Es tu respeto y amor por la comunión entre vivos y muertos?

El alma tiene un pie en lo vivo y otro en lo muerto. Los vivos y los muertos hacemos el alma, andamos juntos. Vuelvo al tema de la palabra como ancestro. Toda palabra actúa, así como lo esbozó Bruno Snell. Igual como un ancestro actúa dentro de uno, vive dentro de uno y continúa adentro por muchas generaciones; el rasgo ancestral de la palabra actúa. Es lo ancestral lo que nos une imperceptiblemente: ser, tener y hacer. La palabra es padre y madre mucho antes que nuestros padres biológicos. El lenguaje que está antes que nosotros ha ordenado nuestro mundo. Lo siempre inestable es la significación de las palabras. Por eso la interpretación es algo nuevo cada día. Es una hermenéutica interminable, como lo es un oráculo.

Honrando a William Blake, después de leer tus poemas nos queda en las manos el advenimiento de un milagro. Diría Czesław Miłosz, es una obra contra lo moderno. ¿Qué opinas al respecto?

Un rasgo hostil de lo moderno es el hombre maquinal, autómata, zombi. Cada vez el ser humano tiene menos autonomía; su libertad está siendo cada vez más profanada. Las nuevas tecnologías son un espejo del ego y operan como un hechizo que aprisionan cada vez más el corazón del hombre. Existe una clara intención para el desecamiento no solo de la tierra sino también del corazón del hombre. Nos toca refinar nuestras percepciones, pensamientos y emociones. Y eso solo se hace pensando con el corazón. La verdad vive allí.

¿Por qué la ausencia de ironía en tus poemas? ¿Podríamos hablar de una ironía muerta?

Fíjate que nunca había advertido este rasgo en mi poesía. Eres la primera persona que me lo dice. A ver, si de ironía se trata, uno puede intuir que la ironía que sale de nuestra boca regresará a nosotros como un veneno amargo que tendremos que tragar; pienso en Sócrates, cuya ironía al defenderse del juicio en su contra le costó la vida. Yo no podría invocar en el día a día con ironía, con veneno en la boca, con tanta astucia y artilugios. Si el poeta quiere cantar ¿para qué necesita la ironía?, ¿para qué necesita cubrirse de esa tela negra del miedo y la rabia?

Decía Paramahansa Yogananda que en el universo todo es necesario e iluminado. ¿Escribes desde allí?

Yo no sé nada. Solo percibo que cuando hago poesía, algo dentro de mí se desangra y con esa tinta escribo.

El maestro sufí Ibn Arabí sostenía que lo que nos unifica amorosamente es la humildad. Presenciamos sus enseñanzas en tus libros. ¿De qué material son los poemas escritos desde la arrogancia?

Una persona con carácter arrogante se mueve en una orilla turbia, y así el amor es imposible. Yo no sé de qué material podrían estar hechos poemas así, no soy experto, pero diría con Rumí: «Soy un zapatero con mucho cuero, pero lo cortaré y lo coseré de acuerdo a las dimensiones del pie». Uno hace lo que humildemente aprendió de otros maestros.

¿Es parte de tu fluir ante lo sagrado la preeminencia de lo connotativo en tu poesía?

Lo que la vida desea crear o producir a través de nosotros me produce gozo. Esta transformación encarna una voluntad que crece lentamente a través del tiempo y nos permite ser lo que somos. Esto es lo que la vida nos pide que seamos. Llevar la vida de esa manera es uno poder maravillarse día a día. No hay nada más que hacer. Uno está sin protagonismo. Parafraseando una enseñanza Zen, diría: Antes de la iniciación, yo buscaba agua y barría el patio; después de la iniciación, busco agua y barro el patio. Este sería mi fluir ante lo sagrado. El rasgo connotativo en mi poesía no está prescrito por mí, escapa de mí; toda significación está en el uso. Lo que sí subyace es la carga simbólica. Diría, a fin de cuentas, las palabras, como los muertos, hablan a medias; siempre dicen a medias lo que tienen que decir.

¿Cuál es la función del mito en la poesía?

Ser primitivo significa que me reafirmo en la realidad primordial, primera: la del Mito, antes que la del Logos. Lo esencial es proyectarnos a ese tiempo primordial y abolir lo transitorio. Hay que caminar hacia lo desconocido. Ven, caminemos hacia lo desconocido. Ven, siéntete desorientado para que aprendas algo nuevo. Ven, diviértete ante lo impredecible y misterioso. Esa sería mi canción.

¿Sin metáforas es posible reverenciar y presentir el misterio?

La metáfora subyace en todo misterio. Ya lo dijo bellamente Fulcanelli: «No se reconoce al manantial sino por la sed, y la sed no obra sino cuando alcanza un grado suficiente de intensidad, atizada no solo por la sequedad, sino por el recuerdo del frescor de las aguas».

¿Qué hace un poeta cuando su espacio y tiempo están rotos?

Nada. Ya su cabeza está rota. La poesía pasó. Solo lo rozó por un instante.

Sin compasión ¿es posible escribir un poema?

La compasión es un amor muy elevado, muy noble. Es posible escribir un poema sin compasión, sin amor.

¿Qué debemos oír del jaguar que salta en tus poemas?

El jaguar de mis poemas es la voz de la muerte. Saber que somos mortales y ese jaguar nos recuerda que hoy es el último día. La muerte, la Barata, es nuestra maestra, amiga y mejor consejera. Sin ese molde que es el jaguar, su permanente acecho, mi consciencia no se sustenta.

Jaguar de cabeza herida dice:

 

Cuando niño yo era un jaguar y podía atravesar el día y la noche

con un solo salto.

Yo era un jaguar resplandeciente en el pajonal

Quienes me podían tocar, me veían las venas, los gruesos lunares.

Yo era un sólido negror con gotas de oro.

Yo jaguar era una invisible muerte que provocaba el delirio en las presas,

así danzaba, así comía.

Entretanto, el niño que en verdad era acrecentaba su reflejo.

Inexperto y hambriento, subía a los árboles, corría con mi familia,

me impacientaba.

Ya joven seguí siendo un jaguar, me hice más oscuro y secreto por las estrellas.

Viví en una cueva con demasiados cráneos, como una gran constelación.

Comprendí también que el mundo era un espejo.

(Después no volví a ser jaguar.

Y tal vez hoy ya no lo sea)

Pero sé, más allá de la vejez

En algún lugar anda un jaguar con la cabeza herida, y me espera

para culminar juntos un viaje.

El viaje antes de la palabra que nos regresa a casa en silencio.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo