Las personas guardan distancia entre ellas mientras hacen fila frente a farmacias y abastos. Fotografía de Andrés Kerese | AFP.
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Distanciamiento social: la práctica de mantener una distancia física mayor a la habitual de otras personas o de evitar el contacto directo con personas u objetos en lugares públicos durante el brote de una enfermedad contagiosa para minimizar la exposición y reducir la transmisión de la infección.
Vivimos momentos difíciles.
Las rutinas han sido severamente interrumpidas para individuos y familias alrededor del mundo. A medida que aprendemos a organizar nuestra vida diaria en nuevas condiciones, el lenguaje que elegimos para enmarcar lo que está sucediendo, es muy importante. Al fin y al cabo, vivimos en lenguaje — el lenguaje crea y genera. El lenguaje tiene un impacto directo en nuestras emociones y en las emociones de todos los que nos rodean.
Con esto en mente, quiero invitar a una reflexión sobre el lenguaje promovido actualmente en días de Coronavirus, y específicamente el término distanciamiento social (definición arriba, y más información relacionada aquí). Personalmente, me preocupa el impacto de la elección de este lenguaje sobre la salud mental de las personas; para ser claros, apoyo de completamente las acciones relacionadas distanciamiento social para reducir la transmisión de la infección e invito a todos los lectores de esta nota a seguir las recomendaciones de su gobierno local en ese sentido, en este momento. Necesitamos trabajar juntos para #aplanarlacurva, y evitar el sufrimiento asociado si no actuamos con la urgencia debida. Sin embargo, el lenguaje de distanciamiento social transmite una sensación de aislamiento (“necesito crear distancia socialmente”). El aislamiento como realidad diaria es dañino psicológicamente: la verdad intuitiva de esta afirmación está bien respaldada por evidencia científica, al igual que la conexión entre la fortaleza del sistema inmune y el bienestar psicológico. Además, esta publicación de Science de hace un par de días describe algunas de las consecuencias no deseadas del acto de distanciamiento social.
Lo que he visto hasta ahora aquí en Europa y en EE.UU. es un fuerte sentido de solidaridad y creatividad en el que las personas están encontrando formas de permanecer juntas a pesar del distanciamiento, de vivir el Coronavirus a distancia pero en comunidad: es posible que hayan visto a los italianos cantando de edificio a edificio, a los españoles jugando bingo de edificio a edificio, la carta de un ciudadano de un barrio escocés para ofrecer ayuda con los alimentos y necesidades diarias a mayores de 75, o que hayan sido parte de los grupos de padres por WhatsApp que se apoyan mutuamente para mantener la educación de sus hijos en espacios virtuales. Cada día surgen muchos más ejemplos: la creatividad humana y la necesidad de conexión son esencia de lo que somos, crecen y fluyen, especialmente en tiempos difíciles. Si tienen alguna duda al respecto, revisen el libro Un paraíso creado en el infierno: Las extraordinarias comunidades que surgen tras las catástrofes, de la autora Rebecca Solnit (en ingles, A paradise built in hell).
Mi invitación en este contexto a que consideremos reemplazar en nuestras interacciones en el hogar, con las personas más cercanas a nosotros y en nuestras comunidades el lenguaje de distanciamiento social por la expresión acompañamiento social con distanciamiento físico, para evitar cualquier conexión con un sentido de aislamiento social, utilizando un marco más optimista para describir lo que se requiere en estos momentos. ¿Cómo podríamos apoyar con acciones el uso de este nuevo lenguaje? En primer lugar, estando abiertos a cambiar la interpretación de lo que está sucediendo actualmente, de algo que ‘nos están haciendo’ a algo hecho ‘para nosotros’, lo que significa que hay muchas oportunidades en tiempos difíciles para que elijamos crecer personal y socialmente. En segundo lugar, aprovechando el poder de las tecnologías de comunicación instantánea para mantenernos conectados a distancia: he visto en estos días desde esfuerzos simples como llamadas diarias de Facetime o WhatsApp a seres queridos, hasta iniciativas más sofisticadas y divertidas, como una videoconferencia de Zoom de 10 minutos diarios para bailar en grupo virtualmente. En tercer lugar, mostrando tolerancia, solidaridad, compasión y amabilidad en todas nuestras interacciones durante estos momentos de alta presión emocional.
A medida que pasan los días, necesitaremos más y más acompañamiento social para desarrollar la fuerza psicológica que nos permitirá pasar las próximas semanas en un estado de bienestar y posibilidad, mientras mantenemos la distancia física necesaria y urgente que se requiere para aplanar la curva.
Vivimos momentos difíciles. Mantenernos saludables mentalmente es fundamental.
*un agradecimiento muy especial a la Dra. Jafet Arrieta por su apoyo con esta traducción al español — y por su compromiso constante de sumar.
*
Pedro Delgado es el director del Institute for Healthcare Improvement (IHI) para América Latina y Europa. Vive actualmente en Reino Unido, pero creció en Venezuela. Tiene títulos de summa cum laude en Psicología y en Negocios Globales, y una Maestría en Gestión y Liderazgo en Salud.
Este artículo fue publicado originalmente en la plataforma Medium.
*
¿Cómo prevenir el contagio?
La recomendaciones principales de la Organización Mundial de la Salud son:
- Lavar las manos con agua y jabón con frecuencia, o usar gel desinfectante con una base de alcohol de al menos 60%.
- Evitar tocarse la cara con las manos.
- Cubrirse al toser o estornudar con la parte interna del brazo.
- Evitar el contacto con personas infectadas.
- Mantenerse al menos a un metro de distancia de otras personas en lugares públicos.
- Desinfectar las superficies con las que se tiene contacto frecuentemente.
Si usted ha viajado o ha tenido contacto con personas que hayan estado en países afectados, o presenta síntomas similares a los de la enfermedad, consulte a su médico.
*
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Pedro Delgado
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