Fotografía de Pablo PORCIUNCULA / AFP
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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el despliegue de una «operación militar» sobre Ucrania el jueves, 24 de febrero de 2022. Su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, acusó a las fuerzas rusas de matar a 16 niños y herir a 15 durante la invasión del país, mientras que la agencia de la ONU para la infancia, UNICEF, afirmó que 7,5 millones de niños y niñas se han quedado atrapados en medio del conflicto y requieren ayuda y protección urgente.
La Coalición para Detener el Uso de Niños Soldados aseguró en su reporte de diciembre de 2003 que, pese a que algunos estudios sugieren que 300.000 niños en más de 30 países participan de forma activa en conflictos armados -llevando armas, luchando, siendo espías, cocineros y, en el caso de las niñas, usadas como esposas de soldados-, se desconoce el número real de reclutamiento infantil.
La realidad de la guerra no afecta únicamente a los niños que están directamente en las zonas de conflicto. Infantes y jóvenes alrededor del mundo pueden ser testigos de los eventos violentos que en ella se desarrollan a través de internet y, pese a estar lejos, pueden sentir temor y ansiedad. El profesor de psicología en la Universidad de Ulster, Ed Cairns, dijo que «la mayoría se está dando cuenta recientemente de los efectos adversos que la guerra tiene en los niños». Ellos «escuchan cómo los adultos hablan de una posible tercera guerra mundial. Sienten miedo, ansiedad«.
Paco Herrero Azorín, especialista en Educación social y Pedagogía del cuidado, dijo a El País que «los niños y las niñas forman parte de la ciudadanía y tienen derecho a tener claves que les ayuden a interpretar el momento, máxime en un contexto en el que estamos siendo todos y todas bombardeadas por información y desinformación. También es importante que tengan la información que han de conocer para poder participar, y no sentirse marginados de las múltiples conversaciones que se van a mantener a su alrededor».
Desde Prodavinci, presentamos 4 claves para mantener conversaciones sobre la guerra con niños.
1) Empezar con expectativas realistas, proporcionando un espacio seguro para los niños.
UNICEF, en su guía sobre cómo hablar a los niños y niñas sobre desastres, emergencias y catástrofes, basada en un artículo escrito por el Dr. Christopher Bellonci, psiquiatra especializado en salud mental infantil y buenas prácticas, denotó que los niños pueden sentir miedo, pero no necesariamente lo van a demostrar, y para esos casos es importante no minimizar el peligro falsamente y mantener un comportamiento realista ante la situación, pero sin dramatizar y manteniendo la calma.
A fin de apoyar a los niños, los cuidadores deben proporcionarles un espacio seguro para expresar sus sentimientos sobre lo ocurrido, normalizar su preocupación o tristeza al respecto y recordarles que son queridos y van a estar protegidos si alguna vez algo malo ocurre.
2) Adaptar los mensajes y conversaciones según la edad y desarrollo evolutivo de los niños.
Un factor que influye en la manera en que los niños responden a desastres y emergencias es su edad: «Por ejemplo, a los cuatro años mostrará su preocupación queriendo dormir en la cama de sus padres, con ocho años intentará no ir al colegio (quizás diciendo que se encuentra mal) y en la adolescencia discutirá más de lo normal con sus padres«.
El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid en su guía para menores viviendo una guerra expuso que es esencial adaptar la conversación a la edad y el desarrollo del niño y generó lineamientos a seguir para hacerlo de forma adecuada:
- Para niños menores de 3 años: es esencial ofrecer un mensaje corto y concreto y mantener rutinas estando todo el tiempo que pueda a su lado.
- Para niños de 3-6 años: hay que preguntarles cómo se sienten y responder solo a lo que quieran saber de forma concisa.
- Para niños de 6-11 años: es recomendable entablar conversaciones en las que se pueda hablar de sentimientos junto con información que responda a sus preguntas sin entrar en detalles innecesarios.
- Para adolescentes de 12 años en adelante: lo ideal es mostrar confianza en ellos, en sus opiniones y propuestas, dar valor a sus emociones y a sus contribuciones y ofrecerles información hasta donde ellos quieran saber.
3) Vigilancia constante de imágenes que consumen vía redes sociales o televisión.
Los cuidadores deben vigilar la exposición de los niños a noticias sobre el desastre porque ver o escucharlas puede causar trauma adicional o insensibilizarlos ante la violencia y sus consecuencias. No todas las noticias son aptas para niños. En ese sentido, deberían tener ayuda al procesar las noticias que sí reciban al respecto.
La psicóloga especializada en infancias, Irene Ladrón de Guevara, aconsejó evitar el relato detallado de eventos violentos y especialmente no usar «expresiones propias de miedo, impotencia o rabia. La mejor manera de prevenir el impacto negativo de los acontecimientos sobre el bienestar de los niños pequeños es comprender que pueden no tener recursos intelectuales ni emocionales para lidiar con información que incluye amenazas inminentes».
4) Estar atentos a cualquier reacción tras tener conversaciones con respecto a la guerra o cualquier otro tipo de violencia.
Como cuidador, es importante averiguar qué saben, quién les contó y qué vieron primero. Para eso, de Guevara recomendó tener charlas abiertas y responder honestamente todas las preguntas que tengan, siempre teniendo cuidado de no darles información de más.
El papel de los cuidadores es de contención, pues antes o después de preguntar, los niños tienden a intentar procesar la información que reciben por sí solas, sin mucho éxito. De Guevara dijo que hay que estar atentos a cualquier reacción emocional o cambio de hábitos en los niños luego de tener conversaciones sobre la guerra o eventos violentos: «pueden quejarse de dolor de estómago, volver a mojar la cama, llorar o pelear sin razones evidentes».
Está bien si el cuidador no tiene todas las respuestas a los planteamientos que harán sus hijos, aseguró Abel Sarabia, psicólogo-psicoanalista y coordinador adjunto de la organización venezolana para la promoción y defensa de derechos de la niñez y adolescencia. Lo importante es abordar el tema al tenerlas y pedir un tiempo para pensar.
Para Sarabia, las situaciones difíciles presentan oportunidades a los padres para abordar temas como violencia y, además, presentar mecanismos para transformarla: «con esto se trata la solidaridad, corresponsabilidad y cómo generar condiciones para que no vuelva a pasar«.
Francis Peña
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