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Zakia Khudadadi, una medalla para las mujeres silenciadas

04/09/2024

Zakia Khudadadi. Fotografía de NikitaKiry | Wikimedia

En un hito histórico, emotivo e irónico, Afganistán ha conseguido su primera medalla en los Juegos Paralímpicos de París gracias a la destacada actuación de una mujer, si una mujer: Zakia Khudadadi. La joven, de 25 años, no solo ha hecho historia en el deporte afgano y en los Juegos Paralímpicos, sino que también ha elevado una voz alta y fuerte en nombre de las mujeres en su país, donde los derechos y libertades han sido severamente restringidos por el régimen talibán.

Nacida con el brazo izquierdo atrofiado y perteneciente a una minoría étnica históricamente perseguida y marginada en Afganistán, los Hazara, Zakia ha enfrentado múltiples capas de discriminación. Su etnia y su diferencia física han marcado su vida, y la llegada de los talibanes al poder en 2021 agravó aún más la situación, especialmente para las mujeres, a quienes se les ha prohibido la práctica de deportes, restringido su participación en la vida pública y, más recientemente, el sonido de su voz.

Hace apenas tres años, Zakia escapaba de los talibanes que acababan de tomar Kabul. En medio del caos de una ciudad sitiada y de las impactantes imágenes de miles de personas huyendo desesperadamente, Zakia, aterrada, seguía las instrucciones de una mujer francesa a la que nunca había visto y que, por teléfono, la guiaba en su intento de abordar un avión que la llevaría a un lugar seguro. El jueves 29 de agosto de 2024, en el Grand Palais de París, Zakia Khudadadi ganó la medalla de bronce en parataekwondo en la categoría de menos de 49 kg. Con una sonrisa juvenil, una figura delicada y un francés remarcable, la joven para-atleta de 25 años ha hecho historia al ganar por primera vez una medalla para el equipo de refugiados.

Aclamada por un público entusiasta que la apoyó con fervor de principio a fin y llevada en triunfo por su entrenadora Haby Niaré, quien trabaja en el Instituto Nacional del Deporte de Francia (Insep), Zakia dejó estallar su alegría, dedicando esta victoria «a todas las mujeres de su país». «Quiero dar esta medalla al mundo entero. Espero que algún día haya libertad en mi país, para todo el mundo, para todas las niñas, para todas las mujeres, para todos los refugiados del mundo. Y que todos trabajemos por ello, por la libertad y la igualdad», expresó. Hay medallas que van más allá del simple marco del deporte y el rendimiento.

Una medalla que pasará a la historia

El equipo paralímpico de refugiados, fundado en los Juegos de Río en 2016, nunca había ganado una medalla en su historia. Este año, el equipo cuenta con ocho atletas provenientes de seis países que «representan a más de 120 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo a causa de la guerra, el conflicto, la violencia y las violaciones de los derechos humanos. Esto incluye al menos a 18 millones de personas con discapacidad, que se enfrentan a mayores riesgos de violencia, discriminación, explotación y abuso, así como a barreras en el acceso a apoyo crítico, asistencia, educación, oportunidades deportivas y medios de vida», así lo explica la página web del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Ser refugiado es pertenecer a una gran nación llena de nostalgias.

Una mujer invencible

Antes de la llegada de los talibanes, Zakia ya había enfrentado muchas dificultades: convenció a los entrenadores, integró el equipo nacional de parataekwondo, ganó victorias y una medalla internacional, la primera para una mujer afgana con discapacidad. Incluso logró clasificarse para los Juegos Paralímpicos de Tokio en 2021, pero la caída de Kabul acabó con sus esperanzas. Fue imposible entrenar, mucho menos competir en esa oportunidad.

Rehusándose a rendirse, Zakia se refugió en casa de unos amigos y envió una botella al mar digital. En un mensaje desesperado en video decía: «Soy una mujer, miembro del Comité Paralímpico Nacional afgano para el parataekwondo. Actualmente estoy atrapada en un apartamento de Kabul, sin poder salir ni entrenar (…) Les pido ayuda. Por favor, tiéndanme la mano y ayúdenme». Publicado en las redes sociales, el video se hizo viral, y Francia fue el primer país en ofrecerle ayuda.

Instalada en su país de refugio, Zakia aprendió francés rápidamente y se integró con una determinación inquebrantable, entrenando arduamente para convertirse en una atleta de alto rendimiento. Su esfuerzo y pasión han dado frutos en París 2024, un logro que trasciende el deporte y se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza.

Su participación en los Juegos se ha convertido en un acto de desafío contra las normas restrictivas de los talibanes, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, la esperanza puede encontrar un camino para brillar. En una impresionante exhibición de técnica y coraje, Zakia superó a rivales con más experiencia y respaldo, llevándose consigo un mensaje de valentía y perseverancia que resuena mucho más allá del tatami. “Sería un sueño hecho realidad ser la primera en ganar una medalla para el equipo paralímpico de refugiados”, señaló antes de la competición. “Si eso sucede, sé cuánta inspiración y esperanza le daría a millones de personas en todo el mundo, especialmente a mujeres y niñas. Les demostraría que, sin importar lo difíciles que sean las luchas que enfrentan, nunca deben rendirse”. Y lo logró.

El triunfo de Zakia es un grito de libertad y dignidad para las mujeres afganas y para todas aquellas que luchan por ser vistas y escuchadas en medio de la opresión. Ha demostrado que los sueños son posibles, incluso cuando todo parece estar en contra, y que, a través del deporte, se puede encontrar una forma poderosa de resistir e inspirar al mundo entero. Su rostro brilla hoy para vencer la opresión, y esa luz ilumina desde ahora la medalla de oro que espera ganar en los próximos Juegos en Los Ángeles en 2028.


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