Béisbol

¡Yo la Tengo!

12/06/2021

A Mari Montes

“No hay cultura sin cultura musical”. Eso era lo primero que leías al entrar al colegio. Aunque nunca me preocupé en aprender a tocar un instrumento, ni siquiera los obligatorios, el cuatro y la flauta, sigo creyendo firmemente en esa frase. Tampoco fui de esos alumnos afortunados que se despedían, a comienzos de julio, hasta el año escolar siguiente porque “habían eximido todas las materias”. Era más bien de los que tenía que regresar al colegio a comienzos de septiembre y sentarme en un salón casi vacío para presentar los tradicionales “exámenes de reparación”. Y no de una sino de varias materias. Durante los cuatro años que me tocó Bolaffi como profesor de matemáticas, como buen magallanero que seguirá siendo, se encargó de arruinar mis vacaciones. Me raspó todos y cada uno de los años que tuvimos que vernos. Lo lógico sería que lo hubiera odiado, pero Bolaffi, aparte de enseñarnos sobre unos supuestos números racionales e irracionales, también nos hablaba de béisbol y nos entretenía discutiendo sobre Jim Palmer, Brook Robinson, Willie Randolph o Gonzalo Márquez. Incluso, algunas veces, los caraquistas del salón llegamos a apostar contra él y su equipo. Bolaffi me enseñó lo que era un porcentaje hablándome de lo por debajo de 300 que bateaba Remigio Hermoso. Así que yo modificaría el lema del colegio y le agregaría algo muy importante: “No hay cultura sin cultura musical – el juego no se acaba hasta el out 27”. Porque no tener un mínimo de cultura musical es imperdonable, pero, en este país, los que no entienden lo que significa que “te cuelen un rolincito entre las piernas” podría decirse que sufren de algún tipo de déficit cultural.

A pesar de que está tan ligado a nuestra cotidianidad, de que es nuestro verdadero deporte nacional, de que todos en algún momento tenemos que lidiar con el trauma de tener algún familiar o amigo magallanero, de que diariamente, y muchas veces sin saberlo, utilizamos expresiones beisboleras como refranes -“Está en tres y dos”, “Está en tercera y anota con toque”, “Está jugando doble play”, “Quita esa cara de ponchao”- , los músicos venezolanos, al menos los contemporáneos, y me encantaría estar equivocado, no han considerado al béisbol, y sus figuras locales, como algo lo suficientemente relevante que amerite formar parte de su repertorio de temas. Algo que sí hizo Rubén Blades en 1984 al destacar el “bate del extranjero” de Tony Armas en «Decisiones», canción que forma parte del álbum Buscando América. «Botaste la Bola», de Un Solo Pueblo, es de las pocas canciones que hace alusión al béisbol venezolano y al para entonces gran ídolo nacional Andrés Galarraga. Además, la pieza cuenta con una de las estrofas más pegajosas  creada por el grupo de música tradicional nacido en Chapellín, de dónde también es El Big Cat:

Yo salí con mi panita 

Me invitó a tomarme un palo e’ron 

Yo pensé que era buen pitcher 

Y el pana me salió cachón” . 

En los Estados Unidos el béisbol no es solo el deporte nacional, también ha ayudado a formar la imagen como nación de ese país. Un ejemplo, posiblemente demasiado obvio: La gorra de béisbol es el fashion statement mundial de la informalidad. Muchas de las grandes figuras de la política, los deportes, la cultura y farándula de los EEUU, igual que en Venezuela, manifiestan cuál es su equipo de preferencia. Muchos son invitados a lanzar la primera bola en un juego importante, o a interpretar el Himno Nacional detrás del home plate, o animar a los fanáticos del estadio durante el seventh-inning stretch. Esto es algo que se toman muy en serio. Basta con volver a ver a Eddie Vedder en el quinto juego de la Serie Mundial del 2016 en Wrigley Field cantando Take Me Out to the Ball Game” desde el mismo palco donde, años atrás, lo hacía Harry Caray para entender lo que significa para esa sociedad un juego de pelotas. 

Llegar a las Grandes Ligas no es fácil, más aún para un dominicano, cubano, panameño, puertorriqueño o venezolano. Hay que destacar mucho para, algún día, terminar llevando el uniforme de uno de los 30 equipos de las Grandes Ligas. Más difícil que llegar es consolidarse y mantenerse. Si hoy en día es complicado, hay que imaginar lo que le debe haber costado a Elio Chacón, que llegó en 1960 a jugar con los Rojos de Cincinnati, como muchos otros jugadores venezolanos de la época, sin saber inglés.

En la temporada de 1961, con Chacón ya consolidado en el campocorto, Los Rojos llegaron a la Serie Mundial contra los Yankees del Roger Maris de los 61 homerunes. En el único juego que lograron ganarle los Rojos a los Yankees, Elio Chacón se convirtió en el primer, y único, venezolano en robarse el home en una serie Mundial. En 1962 fue cedido a los recién fundados Mets de Nueva York, donde jugó también de shortstop. En Nueva York le tocó compartir equipo con Frank Tomas padre y con el centerfield Richie Ashburn. La historia dice que un día, trás uno de esos flys que salen al centro del campo, el centerfield le gritaba a Elio Chacón«I got it! I got it!», para indicarle que se apartara y lo dejara fildear la pelota. Ashburn y Chacón chocaron de frente. Después de tres años en las Grandes Ligas, Elio Chacón seguía sin hablar inglés. Para evitar futuras colisiones, Richie Ashburn aprendió a pedir los flys gritando “Yo la tengo”. Ira Kaplan, fanático de los Mets, bautizó a su banda con esa expresión. Yo la tengo es una de las bandas más famosas del Indie Rock norteamericano de comienzos de los años 90’ y así, de alguna manera, Kaplan le brindó un reconocimiento a su ídolo nacido en Caracas.

The Baseball Project es un grupo formado en 2007 a raíz de unas discusiones sobre béisbol que se dieron entre sus futuros miembros durante la ceremonia de inducción de R.E.M. al Hall de la Fama del Rock and Roll. Está formado por Peter Buck y Mike Mills de R.E.M., Scott McCaughey de Minus 5 , Steve Wynn y su esposa Linda Pitmon de Dream Syndicate. Desde 2008 hasta la fecha han grabado tres álbumes, un EP y varios singles. Durante la temporada del 2010 grabaron para ESPN una canción para cada mes de la temporada. La temática de sus canciones puede ir desde anécdotas sobre Ted Williams, Willie Mays o Fernando Valenzuela, hasta una versión del himno oficial del béisbol de los Estados Unidos, «Take me Out To The Ball Game». En su segundo disco, High and Inside, del año 2011, su fanatismo los ciega y se toman para ellos a Pablo Sandoval junto a Steve Lincecum en la canción «Panda and The Freak».

“The Giants got the Panda. The Giants got the Freak. The Panda’s smoking line drives; the Freak is smoking weed. Panda and the Freak!

Zito named him Kung Fu Panda — that’s our Pablo Sandoval».

The Baseball Project (izq. a der.: Steve Wynn, Linda Pitmon, Peter Buck, Scott McCaughey) durante una presentación en 2011. Fotografía de Joe Mabel | Wikimedia Commons

La semana pasada, The Baseball Project subió a su canal de Youtube la más bella de sus canciones, «Out To The Pasture», dedicada a esos grandes jugadores que, aunque todavía siguen sintiéndose jóvenes y ya tienen asegurado su lugar en Cooperstown, se ven obligados a pelear un puesto dentro del roster de sus equipos. La canción habla sobre el posible último año en las Grandes Ligas del gran Albert Pujols y Miggy Cabrera.

Todo el que alguna vez, cuando niño, se haya sentado detrás del dugout de tercera en el Universitario, que haya visto, junto a su papá, a Reggie Jackson despachar los tres home runs en el sexto juego de la Serie Mundial del 77’ o se haya llevado las manos a la cabeza el día que a Bill Buckner se le coló entre las piernas ese rolling que decretó la derrota de los Red Sox ante los Mets en la serie Mundial del 86’ le va a encantar escuchar The Baseball Project. Unos tipos que de vez en cuando también le rinden homenaje a sus ídolos venezolanos.

Me imagino que por ahí hay más de un músico venezolano preparando un disco completo para celebrar los 500 homerunes y los 3000 hits de nuestro Miguelito Cabrera. Cuándo llegue, y estoy seguro que sí va a llegar, soy capaz de buscar a Bolaffi y, esté donde esté, celebrarlo con él.


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