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Venezuela, 1998-2018: algunas preguntas fundamentales

Fotografía de Federico Parra / AFP

17/01/2018

Este año se cumplen veinte años de la victoria de Hugo Chávez Frías en las elecciones presidenciales. El nuevo Presidente conquistó el voto de la mayoría del pueblo venezolano con la promesa de reconstituir el sistema político, en primer término, a través de una Asamblea Nacional Constituyente.

Esa Asamblea Nacional Constituyente fue convocada al margen de la Constitución de 1961 y no sólo redactó una Constitución centralista, militarista y estatista, sino que concentró en sí todos los poderes del Estado. Para el año 2000 ya Chávez había logrado concentrar el control político de los otros Poderes Públicos.

Y si bien los contextos históricos son muy diferentes, no deja de ser una ironía que hoy, veinte años después, estemos de nuevo ante un fraude constituyente, también con la pretensión de concentrar todo el poder.

I

Si se quisiera tener una idea temporal de lo que estos años han significado en la historia de Venezuela, piénsese, por ejemplo, que es el equivalente al diez por ciento del tiempo de nuestra vida republicana. O, si se quisiera una referencia más cercana, es la mitad del período comprendido entre 1958 y 1998, es decir, el equivalente a cuatro períodos presidenciales de ese lapso de tiempo.

¿Son estos años entonces una simple nota al pie de página en nuestra historia? Ciertamente el período transcurrido es bastante más que eso, porque ha implicado un cambio dramático en las condiciones de vida de los ciudadanos, y ha supuesto un cambio radical en buena parte de los actores de la vida pública. En ese cambio no juega un papel menor la gran emigración de venezolanos, que en los últimos meses no hace sino crecer, de las formas más dramáticas.

Porque lo primer que cabe concluir es que Venezuela es un país radicalmente distinto al país que entre 1998 decidió unas elecciones presidenciales entre Henrique Salas Romer y Hugo Chávez Frías, y, sin querer cínicos, no por las mejores razones. En todos los indicadores institucionales, sociales y económicos Venezuela es hoy un país en una situación trágicamente peor que en 1998. Y si los indicadores fueran fríos para entender lo que aquí ha ocurrido, entonces bastará con salir a cualquier calle de Venezuela para intuir el drama.

II

En 2018 nos encontramos desde el punto de vista institucional con una situación similar, pero aún más riesgosa que en 1999: ante una Asamblea Nacional Constituyente convocada también al margen de la Constitución. También, y como ocurre desde hace varios años, con un sistema electoral totalmente desacreditado, y con los Poderes Públicos reunidos en torno a sí mismos, para la tragedia de los derechos de los venezolanos, como ocurre desde hace ya varios lustros.

Desde el punto de vista económico, se sabe ya suficientemente, con los niveles de inflación y escasez más brutales que se recuerden, con una crisis de deuda pública gravísima y con la producción petrolera en niveles mínimos. Y con una vulnerabilidad absoluta ante cualquier suceso externo o interno que puede agravar aún más la situación.

Desde el punto de vista social, hay suficientes testimonios ya documentados de la crisis que padece Venezuela, con venezolanos en todas las regiones esperando entre la paciencia y la desesperanza por adquirir los productos básicos, a los cuales se tiene todo derecho, por no mencionar las tragedias cada vez más frecuentes en materia de salud.

III

Afortunadamente, la historia de estos veinte años está suficientemente contada y documentada en distintos ensayos y textos históricos. También estos años han dado lugar a diferentes interpretaciones y reflexiones sobre lo que significan para el país, desde las más variadas perspectivas: política, jurídica, económica, social, cultural. El proceso intelectual por el cual se reflexiona sobre lo que aquí ha sucedido debe continuar, desde distintos ángulos, hasta que logremos entender por qué Venezuela llegó a donde ha llegado, y a dónde eventualmente llegará.

Que este año se cumplan veinte años de esta parte de nuestra historia bien merece que se continúe la reflexión sobre qué y cómo se nos trajo hasta aquí. Siempre, sin embargo, con la mirada puesta en cómo rehacernos como sociedad.

Justo ahora dentro de unos días, el 23 de enero, se cumplen también veinte años de aquel memorable discurso del profesor Luis Castro Leiva, ante el Congreso, en la celebración de los cuarenta años del 23 de enero de 1958. Allí se señalaba la importancia de la reflexión seria sobre los riesgos en el que estábamos de acercarnos al abismo. En ese año 1998, cuando buena parte de la opinión pública venezolana veía con benevolencia al candidato Chávez, una de sus advertencias finales en su discurso, al valorar la democracia de la que aun con sus sombras gozábamos, sería que “la paz de la democracia es un bien inestimablemente mejor que el de cualquier forma de opresión organizada…”.

Tal advertencia no sería escuchada. La democracia y su liderazgo no resistieron a la amenaza constituyente, y el resto es, literalmente, historia conocida.

***

¿Se encuentra Venezuela en su peor crisis desde su nacimiento como República en 1811? ¿Hay algún parámetro de comparación de estos años con alguna otra época de nuestra historia como pueblo? ¿Existen razones para pensar en que pueda haber un alivio para la tragedia? ¿Cuáles son los fundamentos de la reconstrucción no sólo del Estado, sino de la sociedad venezolana? ¿Cómo reorganizar el Estado? ¿Cuál debiera ser el papel del petróleo en el futuro de Venezuela? ¿Con quién contamos? ¿Por dónde empezar?

Tales son algunas de las preguntas sobre las cuales reflexionar durante todo el año 2018.


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