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Venezuela y Uzbekistán empataron 1 a 1 en Arabia Saudita. El rival jugó mejor y, de no haber fallado uno de los penales que pitaron a su favor, pudo haberse llevado una victoria que mereció.
El nuevo ciclo deportivo de la selección de Venezuela, encabezado por Fernando Batista, comenzó con una victoria y un empate. Se trata de resultados que podrían dar aire a la Federación Venezolana de Fútbol y tranquilidad al grupo de jugadores y el cuerpo técnico. Ya se sabe: en el deporte, el triunfo es la cura para todo mal (o para la mayoría) y un empate es mejor que una derrota. Aunque, en esa obra en construcción, a la Vinotinto aún le queda mucho por excavar si quiere sentar buenas bases.
El partido contra Uzbekistán, disputado este martes 28 de marzo de 2023 en el estadio King Abdullah Sports City de Arabia Saudita, volvió a mostrar a una selección que alterna breves tramos positivos con otros períodos, por lo general más extensos, en los que parece salirse del partido. En este juego, saldado en empate, pudo haber perdido luego de un primer tiempo irregular y un segundo tiempo malo. Al equipo le cuesta sostener asociaciones en ataque o aspectos como la presión alta. Esa incapacidad lo lleva a refugiarse en lo que mejor sabe hacer, defender en bloque bajo.
¿Esto es un inconveniente? Si fuera parte del plan inicial de juego, podría pensar que no. Hay momentos en los que Venezuela intenta posicionarse más cerca del arco rival y cubrir la salida del adversario, con el objetivo de recuperar rápido el balón para estar en una mejor posición al momento de atacar. Sin embargo, más allá de los jugadores que estén en cancha, cuando esta iniciativa se agrieta o el rival genera peligro, el equipo se acompleja y vuelve sobre su hábito más natural, el repliegue defensivo. Entonces, sí es un problema,
En tiempo reciente, eso ocurrió con José Pékerman y se mantiene, de momento, con Fernando Batista. No es algo que vaya a cambiar entre un partido y otro. La Vinotinto, en un constante volver a empezar, necesita más rodaje en una circunstancia, los torneos de selecciones, en la que no abunda el tiempo de trabajo. Es parte de la letra chica del contrato con el que conviven los convocados y el cuerpo técnico.
Es por esto que la victoria contra Arabia Saudita y el empate contra Uzbekistán, cuando se miran de cerca, admiten distintos cuestionamientos e ideas. Dentro de las últimas, Fernando Batista parece estar interesado en que el equipo cuente con dos delanteros en cancha. En el primer juego, los elegidos fueron Josef Martínez y Salomón Rondón; en el segundo, Rondón repitió, junto con Ernesto Torregrossa. Pero este tenía que llegar al área desde atrás, partiendo del lado derecho de la cancha.
Ambos casos son parte de los experimentos que el entrenador está realizando. El resultado, visto lo visto, es que el funcionamiento del equipo no le permite sacar más provecho de esos delanteros. No basta con ponerlos. Es necesario crear una serie de condiciones y asociaciones para que puedan rendir. Esa lógica es válida, también, para los mediocampistas y los defensores: juntos conforman un todo que, en el caso de Venezuela, no luce compacto en el global de los dos partidos.
Esta dinámica se sostiene más allá del entrenador de turno. Entonces, esto invita a pensar que, antes que una cuestión puntual, es un asunto asociado con nuestra cultura deportiva. Cuando se trata de fútbol, es poco común encontrar equipos del torneo local que, en campeonatos internacionales, logren destacar y trascender por su juego ofensivo o la gestión eficaz de circunstancias adversas.
Esa tendencia resuena en la Vinotinto cuando se observa lo ocurrido en el segundo tiempo contra Uzbekistán. El equipo no solo no fue capaz de rematar al arco rival durante 45 minutos; sino que tampoco pudo cruzar la media cancha para intentar defenderse con la pelota o ampliar la ventaja. No pareció haber nadie incomodado por ese comportamiento o interesado en cambiar la intención.
Esa actitud defensiva se manifestó mucho antes de la expulsión de Jean Fuentes en el 67´. Con uno menos, la selección descartó cualquier iniciativa que no fuera asociada con la fase defensiva. En este escenario, resulta extraño recordar que el único gol del equipo llegó por una jugada de Alexander González, el lateral derecho. Es parte de esa dualidad que atraviesa a la Vinotinto: la sensación de que puede jugar mejor, pero no encuentra maneras para ofrecer una versión más competitiva ni cuenta con mucho tiempo para hallarlas, debido a las características de la competición.
Nolan Rada Galindo
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