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USA 2024: Las variables del “rematch” electoral Biden-Trump

Donald Trump y Joe Biden. Fotografías de Scott Olson | Getty Images North America | Getty Images vía AFP y Jim Watson | AFP

07/05/2023

La frase “Four more years” (cuatro años más) apareció nuevamente en diarios y eventos políticos, como ocurre siempre que el presidente en ejercicio busca la reelección. Fue cantada en la Casa de Representantes, ante el Congreso 116, durante el tercer y último “Discurso sobre el Estado de la Unión” del entonces presidente Donald Trump, el 4 de febrero de 2020, cuando buscaba la reelección a la presidencia.

La semana pasada, el presidente Joe Biden anunció en un video que buscará la reelección en 2024, alegando que su tarea aún no termina, y llamó a la unidad para intentar vencer –nuevamente– a su predecesor, el expresidente Trump, quien ya inició su campaña presidencial para regresar a la Casa Blanca.

“Cuando me presenté a la presidencia hace cuatro años dije que estábamos en una batalla por el alma de Estados Unidos. Y todavía lo estamos», dijo Biden.

En el video, si bien Biden no menciona directamente a Donald Trump, es evidente que su candidatura busca evitar la revancha de su predecesor. En 2020, Biden estructuró la narrativa de su campaña alrededor de la idea de que Trump es un peligro para Estados Unidos y que su condición de moderado le permitiría captar votos del centro e incluso de republicanos defraudados para lograr vencer a Trump.

En esta ocasión, el Partido Republicano esgrime nuevos argumentos para desacreditar al presidente Biden. Entre ellos destaca uno que ha sido replicado por distintos portavoces del partido: sostienen que la avanzada edad de Biden pone en desventaja a Estados Unidos en el plano internacional y podría sumir al país en la incertidumbre.  

El presidente Biden tendrá 81 años el día de las elecciones de 2024. Si resulta electo, al término de su segundo mandato tendrá 86 años y actualmente no sólo tiene el récord del presidente con mayor edad en la historia de Estados Unidos, sino que cada día que permanece en el cargo establece un nuevo récord. 

De acuerdo con una encuesta de NBC del 18 de abril, realizada antes de que Biden anunciara su candidatura, el 70% de los americanos y el 51% de los demócratas consideran que Biden no debería aspirar a la reelección.    

Por su parte, el expresidente Trump, que es sólo cuatro años más joven que Biden, aún no cuenta con el apoyo unánime de su partido y tendrá que enfrentar una elección primaria que hasta el momento suma ya un total de 5 candidatos. 

La misma encuesta de NBC arroja que el 60% de los estadounidenses, incluido un tercio de los republicanos, afirma que Trump, de 76 años, no debería presentarse a las elecciones presidenciales de 2024. 

El hecho de que Trump participe en las primarias republicanas ayuda a los demócratas a plantear la campaña de 2024 como una elección entre los dos partidos tradicionales, en lugar de enfrentar lo que supondría un reto más difícil: un referéndum sobre la actual administración de Biden. 

La asociación continuada de Trump como abanderado republicano plantea un reto considerable para el partido, ya que hace extremadamente arduo desplazar el foco de la elección hacia Joe Biden. La presencia de Trump sirve como factor de contraste y probablemente haría que las elecciones se caracterizaran como una carrera entre Joe Biden y Donald Trump, en lugar de un referéndum sobre el liderazgo de Biden. Esto supone un obstáculo importante para el Partido Republicano, en su intento de trazar un camino hacia la victoria en las próximas elecciones.

¿Cómo se ve el mapa electoral de 2024?

Según FiveThirtyEight, sitio web estadounidense que se centra en el análisis de encuestas de opinión, la aprobación promedio de Biden es del 42.6%, lo que representa una diferencia de 9 puntos con su tasa de desaprobación del 52.7%.

La baja aprobación de Biden es similar a la que algunos de sus predecesores padecieron cuando intentaron alcanzar un segundo mandato presidencial y fallaron.

Cuatro años atrás, el panorama político era muy distinto. La contienda electoral denominaba como “Swing States” (estados oscilantes) a Florida, Ohio y Virginia, por ser estados cuya tendencia política mayoritaria podía desplazarse hacia uno u otro partido según el momento. Sin embargo, el espectro político en estos estados hoy en día está mucho más determinado: Florida y Ohio son bastiones republicanos, mientras que Virginia es demócrata. 

Si bien más de la mitad de los votantes demócratas no quieren que Biden busque la reelección, la dirección del partido ha expresado su apoyo al presidente, y el mapa electoral parece favorecerles.  

Debido al cambio en el escenario político, muchos analistas consideran cruciales para las próximas elecciones estos tres estados: Wisconsin, que históricamente formaba parte del «Muro Azul» demócrata; Georgia, que antes era un estado republicano fiable; y Arizona. Si el presidente Biden logra imponerse en Pensilvania, sólo necesitaría ganar uno de estos tres estados destacados para conseguir los votos necesarios en el Colegio Electoral y asegurar un segundo mandato. 

Los últimos resultados electorales han dado a los demócratas motivos para sentirse optimistas sobre el camino hacia una posible reelección de Biden. A pesar de perder la elección a gobernador en Georgia, los demócratas consiguieron ganar por un estrecho margen la contienda al Senado entre Raphael Warnock y Herschel Walker. En Arizona, los demócratas se hicieron con la gobernación, mientras que en Wisconsin, el gobernador demócrata Tony Evers fue reelegido, y un candidato apoyado por los demócratas ganó una elección al Tribunal Supremo del Estado, con un margen significativo. 

Estos resultados sugieren que el partido demócrata ha ganado terreno en los principales estados disputados y podrían apuntar a un segundo mandato para el actual presidente, a pesar de lo impopular que es su candidatura entre el público en general. 

El Partido Republicano también podría encontrar apoyo en algunas áreas. Alcanzó una ligera mayoría en la Cámara al sumar representantes, enfocándose en el aumento de la criminalidad en Nueva York y California.

La campaña de Donald Trump ya está pensando más allá de la próxima batalla por la nominación republicana, y planea destacar el contraste entre su enérgica personalidad frente a un débil presidente en funciones.

La evaluación de la actuación de Biden depende de la perspectiva desde la que se examine, sobre todo en tiempos de polarización, cuando la gente tiende a buscar fuentes de información que coincidan con sus puntos de vista. Lo que da lugar a juicios y conclusiones muy divergentes.

El presidente de Estados Unidos es visto fundamentalmente de dos maneras: como un líder responsable que trabaja para mejorar el país mientras se opone a fuerzas negativas, o como un líder malévolo que está causando daño al país activamente.

En 2020, Biden obtuvo un logro poco frecuente entre candidatos presidenciales: ganó las elecciones pese a que su oponente era percibido como un candidato más sólido en materia económica. En la actualidad y con 2024 en la mira, su administración ha logrado aumentar la creación de empleos, batiendo récords. Las tasas de desempleo se encuentran cerca de los mínimos históricos. La inflación, que había llegado a rondar el 10%, ha descendido hasta aproximadamente el 5%, lo que se perfila como un pronóstico favorable para su aspiración a la reelección. 

Sin embargo, la gestión de la economía por parte del presidente aún es percibida como negativa, y con bajos niveles de popularidad es difícil revertir esa imagen. Además, podría encontrar puntos de fricción en la medida en que la Reserva Federal aumente las tasas de interés para controlar la inflación, que al mismo tiempo hace más costoso el acceso al crédito, lo que puede desacelerar el crecimiento económico. 

Biden se enfrentará sin duda a un intenso escrutinio en relación con su gestión de la economía. El resultado de este examen podría afectar significativamente sus posibilidades de éxito en las próximas elecciones presidenciales, y está por verse si los logros económicos conseguidos durante su mandato se traducirán en un apoyo lo suficientemente amplio por parte del electorado estadounidense.


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