Fútbol

Uruguay vs. Venezuela: La Vinotinto de José Pékerman choca (y pierde por goleada) contra la élite

Fotografía de MARIANA GREIF | POOL | AFP

01/02/2022

Fue una derrota incontestable. El 4-1 a favor de Uruguay evoca marcadores propios de otra época y de los últimos ciclos, marcados por la improvisación de la Federación Venezolana de Fútbol. Aunque hacer la asociación sea natural (hay traumas difíciles de superar), es una imprecisión: La Vinotinto que perdió en el Centenario de Montevideo está en una etapa en la que se puede permitir sacar aprendizajes de este tipo de derrotas, mientras jugadores y afición reconocen cual es el nivel actual del equipo, un par de escalones por debajo de la élite regional. Aún así, pese a la superioridad del rival línea por línea, el equipo procuró mantenerse fiel a la idea de juego mostrada contra Bolivia. A eso se refiere José Pékerman cuando habla sobre proceso y paciencia.

Venezuela comenzó a perder cuando el reloj aún no marcaba un minuto de juego. Los uruguayos, urgidos por un resultado favorable, lo celebraron como si fuera un gol sobre la hora. Lo único que no correspondía con esa sensación era la transpiración: aún no habían sudado la camiseta y ya estaban ganando. Luego de un puñado de minutos estables, en los que La Vinotinto se animó a atacar, Uruguay volvió a marcar territorio. Al local le hacía falta acelerar el ritmo en zona de creación para marcar distancia con cada línea de Venezuela. No habían pasado veinte minutos y ya no había discusión sobre el partido. Sólo restaba hacer un control de daños y probar cosas.

El segundo gol cayó en el minuto 23. Lo firmó Giorgian De Arrascaeta, luego de una incursión por toda el área de Facundo Pellistri, a quien hay que dedicarle un capítulo aparte. El tercero llegó en Edinson Cavani, cuando el primer tiempo estaba muriendo. El cuarto gol lo selló Luis Suárez, con un penalti, a los pocos minutos de haber empezado el segundo tiempo. Cumplidos los deberes informativos, conviene agregar algo más: aunque cada anotación se produjo por una serie de asociaciones del rival, reflejando las debilidades de La Vinotinto en el proceso, aún hay algunos aspectos a reseñar para no dar la experiencia por perdida.

Fotografía de PABLO PORCIUNCULA | POOL | AFP

La Vinotinto y la falta de ritmo competitivo

José Pékerman repitió la alineación que presentó contra Bolivia. Varios de esos jugadores, en especial los atacantes, llegaron a estos partidos con poco ritmo competitivo. Aunque su estado físico sea el adecuado, hay diferencia entre estar bien en ese aspecto y tener ritmo de juego. El cuerpo se acostumbra a competir cada tres días o durante el fin de semana. Es un hábito del futbolista profesional, que prepara su cuerpo a los choques, a la exigencia cognitiva y la intensidad física de los torneos de clubes.

Cuando lo pierde, también se extravía todo lo anterior. Su cuerpo puede estar en buenas condiciones, quizá mejor que la de sus adversarios, pero no va a responder de la misma manera porque no está acostumbrado a la exigencia. Sus ritmos de recuperación también han variado. Aunque el partido no se definió solo por ese aspecto, los uruguayos, con varios de sus jugadores más en forma en varios de los clubes más prestigiosos de Europa, fueron superiores en ese sentido.

Se notó en la falta de explosividad de Yeferson Soteldo, por ejemplo. Una pena que su duelo con Ronald Araujo no se produjera con él en otro momento físico. Quizá habría sido más parejo. Rómulo Otero dejó destellos que invitan a pensar que se siente cómodo en el medio del campo, conectando los jugadores en banda y buscando espacios para el atacante de turno. Pero entre la intensidad del rival y su progresiva adaptación al fútbol mexicano se fue esfumando.

Ese es uno de los retos de todo seleccionador nacional, conjugar los momentos individuales en los clubes, sobre los que no tiene influencia, con la idea de juego que desea implantar y las potencialidades que los futbolistas le ofrezcan.

Fotografía de PABLO PORCIUNCULA | POOL | AFP

Facundo Pellistri, el indescifrable de Uruguay

Ninguno de los jugadores venezolanos logró seguirle el ritmo. Facundo Pellistri juega con la naturalidad de quien está en la cancha del barrio, es guapo y sabe que hay gente mirándolo. Aunque el físico lo abandonó en el segundo tiempo, sus primeros 45 minutos quizá le valgan su convocatoria al Mundial de Qatar, si el cuerpo técnico tenía alguna duda. Fue diferencial y grato de ver.

Facundo Pellistri tiene una buena técnica, sabe asociarse y cuenta con la velocidad necesaria para sacar distancia en los trasladados. Ni Tomás Rincón ni Óscar González ni Nahuel Ferraresi pudieron contenerlo. Se cita a ellos tres porque fueron los más exigidos en el sector izquierdo de la cancha. Pero podría sumarse a otros que intentaron frenarlo y no pudieron. El uruguayo hizo un primer tiempo para aplaudir, junto con otros compañeros como Ronald Araujo o Federico Valverde, dejando en evidente viejos problemas de Venezuela. La defensa de los centros. La desatención de las segundas jugadas. La salida de balón cuando el rival presiona de forma efectiva.

Dentro de ese contexto, hay algunas cosas positivas a rescatar.

Fotografía de PABLO PORCIUNCULA | POOL | AFP

La idea de juego no se negocia

Es probable que José Pékerman estime mucho más este partido que lo visto contra Bolivia. Aquel resultado (4-1, en Barinas) sirvió de estímulo matemático. Sí. Pero lo relevante fueron las formas: el marcador se explica desde una serie de ideas expresadas de forma efectiva. Esa base de conceptos se mantuvo, aun cuando en el marcador se iban sumando goles de manera progresiva.

La Vinotinto de José Pékerman desea atacar por las bandas, en especial por la izquierda. Aún siendo el costado más explotado por el rival, mérito suyo al tomar nota de lo ocurrido contra Bolivia, Yeferson Soteldo y Óscar González insistieron en la posibilidad de juntarse. Ronald Hernández y Darwin Machís también lo intentaron por el lado derecho, aunque con poca frecuencia y efectividad.

En ocasiones, aún perdiendo, Venezuela subió su línea de defensores hasta el mediocampo. A medida que Uruguay fue bajando el ritmo y acercándose hacia su arco, La Vinotinto subió con más gente al ataque y José Pékerman se permitió experimentar. El invento más claro fue juntar a Josef Martínez y a Salomón Rondón en el ataque. No actuaron como dos puntas fijas. Rondón bajó a conectar con los mediocampistas mientras Martínez tenía mayor libertad cerca del área. El único gol de Venezuela llegó por una presión suya.

Cuando se explica que el futbolista venezolano en líneas generales no está acostumbrado a competir, porque en sus clubes no suele disputar instancias eliminatorias o tener un rol esencial, salvo algunos casos, partidos como este contra Uruguay ayudan a palear esa falencia. Lo normal, en un contexto dentro del cual el rival es tan superior, es que el equipo se desconecte. Eso hace que olvide cuál es su idea de juego o que pierda la concentración para forzar errores del rival. Esta vez, Venezuela no se salió por completo del juego. José Pékerman se lleva un puñado de apuntes sobre los cuales trabajar. Los procesos se evalúan en partidos como éste.

Argentina y Colombia, los próximos dos rivales (24 y 29 de marzo), son las dos últimas pruebas de este ciclo dentro de esta Eliminatoria Sudamericana hacia Qatar 2022.


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