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Hasta hace poco tiempo, Venezuela era conocida en el mundo beisbolero como “la tierra de los shortstops”.
Los venezolanos exportamos petróleo, reinas de belleza y campocortos. Fue así desde el debut de Alfonso Carrasquel, primer jugador latinoamericano en un Juego de Estrellas, el primer gran ídolo venezolano en las Mayores, sucedido de quien años después llegaría al Salón de la Fama de Cooperstown, Luis Aparicio. Los siguieron destacados torpederos como David Concepción, leyenda de la Maquinaria Roja de Cincinnati y uno de los mejores de su tiempo, Enzo Hernández, que quién sabe a donde habría llegado de no haber sido víctima de lesiones importantes, Oswaldo Guillén, quien igual que Aparicio ganó el Novato del Año en la Liga Americana con los Medias Blancas, Omar Vizquel, de los más brillantes de todos los tiempos, Alex González, de manos seguras, el versátil Asdrúbal Cabrera o Elvis Andrus, capaz de hacerlo todo con el guante, el bate y corriendo las bases. Todos ellos brillaron y brillan en las Grandes Ligas y son mencionados siempre en la extensa enumeración. Estos nombres son tan solo los que destacan en una lista que es más larga.
Tal vez por no haber tenido la suerte de llegar a las Grandes Ligas, a pesar de su talento defensivo, a veces olvidamos mencionar a Teodoro Obregón entre los mejores shortstops criollos.
Muchos de quienes lo recuerdan, opinan que su calidad lo hacía comparable con Luis Aparicio, aunque tenían estilos diferentes, hacían jugadas deslumbrantes.
Teodoro Obregón fue una garantía en la línea de defensa central, los lanzadores estaban seguros con él. Le llegaba a todas las pelotas y disparaba con precisión para hacer los outs.
Trascendió a la historia como “Teodoro”, aún cuando su verdadero nombre era Francisco José, pero siempre le llamaban “Teodoro”, como su papá.
Nació en Caracas el 17 de diciembre de 1935 y debutó en la temporada 1956-1957, convirtiéndose luego en el “Novato del Año”, con el Industriales de Valencia.
Firmó con los Rojos de Cincinnati pero no tuvo la suerte ni el promedio al bate para ascender a las Grandes Ligas, diversos factores se confabularon para impedirle hacer el grado en el largo tiempo que pasó en las Menores. Sin embargo su defensa, elegante y segura, no estaban en discusión. Teodoro Obregón tenía un guante prodigioso.
En 1960, luego de dos temporadas en las ligas de desarrollo, los Cardenales de San Luis hicieron una tremenda oferta a los Rojos, cuatro jugadores a cambio del caraqueño, pero Cincinnati no aceptó. La intención de los Cardenales era convertirlo en su campocorto regular.
En 1962, jugó con el Syracuse, sucursal triple A de los Mets, en calidad de préstamo, supuestamente sería el sustituto de Elio Chacón, pero tampoco se dio porque Cincinnati no quiso negociarlo.
En 1969 de nuevo se le presentó una oportunidad, con los Bravos, pero en los entrenamientos de primavera Sonny Jackson hizo de todo para quedarse y al final la gerencia se decidió por él. Fueron diecisiete años en las ligas menores, sus números con el madero no lo ayudaron a hacer el grado. Aunque los caraquistas le recuerdan especialmente, haciendo combinación con Cookie Rojas alrededor de la segunda base, de las mejores en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, fue pieza clave en el engranaje que fue esa maquinaria llamada Industriales de Valencia, que ganó cinco títulos partir de la temporada 1955-56, dirigidos por el manager Regino Otero. Fun líder que contagiaba alegría en el dougout, que mantenía el ánimo en alto.
Bateó para .259 en 19 campañas, desde la 1956-57 hasta la 1974-75, cuando se retiró, vistiendo el uniforme de los Cardenales de Lara.
Fue elevado con justicia a los altares del Salón de la Fama de Venezuela en 2010, junto con Luis Aponte, Ángel Bravo, Andrés Galarraga, Pedro Padrón Panza y Lázaro Salazar.
Teodoro Obregón vio caer el último out de su juego en agosto de 2013, después de batallar contra un cáncer. Sufrió un paro respiratorio en su casa de La Boyera en el municipio El Hatillo, estado Miranda. Tenía 77 años de edad, sus vecinos lo recuerdan por su amabilidad y don de gente.
En estos días, a propósito de la votación que recibió Omar Vizquel para el Salón de la Fama de Cooperstown, surgió de nuevo de su nombre y recuerdo.
Cuando hagamos la lista de los grandes torpederos criollos, debemos incluir a Teodoro Obregón, para que esté completa ¡Qué nadie lo olvide!
Mari Montes
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