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Tecnología médica “en tiempos de guerra” contra el coronavirus
por Deutsche Welle
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El fabricante de automóviles estadounidense Ford anunció que participará pronto en la fabricación de respiradores artificiales (también llamados ventiladores médicos) y mascarillas faciales (de protección respiratoria, quirúrgicas, autofiltrantes, cubrebocas, tapabocas, nasobucos). La compañía responde a un llamado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a movilizar recursos para combatir el nuevo coronavirus SARS-Cov-2, que ha provocado la pandemia de COVID-19 que sufrimos.
Alemania también está considerando si los productos médicos que se necesitan con urgencia pueden ser fabricados por empresas ajenas a la industria de salud. Ya se ha hecho con los desinfectantes para manos, relativamente fáciles de producir: varias compañías han reorientado rápidamente su producción y donan los productos a los hospitales.
Y como la materia prima etanol amenaza con agotarse, se ha autorizado también a grandes fabricantes de bioetanol, como Crop-Energies o Verbio, a involucrarse en la producción.
Entretanto, empresas textiles alemanas como Mey, fabricante de ropa interior, y Trigema, especializada en ropa deportiva y de ocio, manufacturan mascarillas textiles simples y lavables para su empleo en el sector sanitario.
Mascarillas en lugar de camisetas
«Nos preguntaron varias veces si podíamos coser mascarillas», cuenta el propietario de Trigema, Wolfgang Grupp, en entrevista con DW. «Comenzamos la producción el viernes pasado (20.03.2020) y entregamos las primeras 10.000 este martes», detalló. Según Grupp, pronto se producirán 100.000 máscaras por semana.
Como las tiendas que comercializan textiles permanecen cerradas durante esta crisis del coronavirus, Trigema ha perdido alrededor del 50 por ciento de sus ventas, dice Grupp. «Así es que pudimos usar mucha más capacidad» para producir mascarillas.
Se trata de mascarillas textiles simples que son lavables y reutilizables. Dónde exactamente podrán usarse estas máscaras en los hospitales es una pregunta cuya respuesta depende de su certificación, que aún llevará algunas semanas, aclara Grupp.
Al empresario le han asegurado que sus máscaras «alcanzarán fácilmente» el estándar EN14683, y que el personal de los hospitales podría usarlas, por ejemplo, al distribuir alimentos o asear pacientes, dice.
Por supuesto, «no alcanzaremos los estándares de protección FFP1, 2 o 3», reconoce. Se requieren máquinas y materiales especiales para estas mascarillas, que filtran el aire respirable. Otras compañías textiles, como el fabricante de camisas Eterna, de Passau, o el fabricante de moda nupcial Bianco Evento, de Berlín, también han ampliado su oferta para incluir mascarillas faciales.
«No son juguetes»
Los ejemplos muestran las posibilidades, pero también los límites de la reorientación de la producción a corto plazo. «La tecnología de la salud no fabrica juguetes», advierte Niklas Kuczaty a DW. «Hay requisitos reglamentarios complicados que deben cumplirse», aclara.
Kuczaty dirige el grupo de trabajo de tecnología médica en la Asociación de la Industria de Ingeniería Mecánica (VDMA), en Alemania. A solicitud del Ministerio de Salud, la organización recurrió a sus empresas miembro con un llamado: «Coronavirus COVID-19: se buscan proveedores de tecnología médica».
La repercusión ha sido grande: la cifra de ofertas se mueve hasta ahora «en un rango de tres dígitos», dice Kuczaty. La diversidad de las ofertas también es amplia: una empresa ofrece producir 500.000 máscaras de protección respiratoria a corto plazo a través de un socio en China; otra se especializa en el montaje y desmontaje de máquinas industriales y el transporte.
Capacidades disponibles
«Se nota claramente que todos quieren ayudar», celebra Kuczaty. «Al mismo tiempo, muchas compañías tienen un interés comprensible en usar ahora de otro modo las capacidades que han sido liberadas por la crisis del coronavirus», matiza.
Asimismo, es evidente que no todo es tan rápido y fácil de fabricar como los desinfectantes para manos y las mascarillas textiles. «No es realista que Volkswagen fabrique mañana ventiladores médicos», insiste Kuczaty. «Pero puede ser realista que en unas pocas semanas produzca piezas individuales impresas en 3D para estos ventiladores que de otro modo no se podrían suministrar».
Y precisamente porque en tecnología médica se deben observar tantas normas y especificaciones, también es más probable que los especialistas en este sector cambien o amplíen su producción que dejarla en manos de expertos de industrias ajenas, señala el experto.
«Demora años»
Independientemente de esta crisis provocada por la pandemia de coronavirus, determinadas compañías de la industria automotriz (donde los negocios se vuelven cada vez más difíciles) han sugerido en el pasado planes de reorientarse hacia la tecnología médica. «Siempre les decimos que cuenten con que les tomará años entrar realmente a esta industria», cuenta Kuczaty.
La situación parece ser similar en Estados Unidos. Ford, por ejemplo, está incursionando en la tecnología médica con dos socios que conocen bien la industria: General Electric y 3M.
En Alemania, la VDMA se ve a sí misma con su llamado como un intermediario entre proveedores, fabricantes y hospitales. Al mismo tiempo, quiere proporcionar una visión general de quién ofrece y qué necesita, apunta Kuczaty.
En el futuro, la plataforma también podría ser útil para que los fabricantes puedan encontrar rápidamente reemplazos para proveedores que fallan. «Pero ese no es el caso en este momento», advierte Kuczaty, «por lo que escuchamos, las cadenas de suministro siguen funcionando bien».
(rml/rr)
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