Perspectivas

Sobre “Caracas / historia de una ciudad (1527 a nuestros días)”

04/05/2024

Todos los hombres desean por naturaleza saber.

Aristóteles, Metafísica, Libro I

Santiago de León de Caracas. Más de 450 años de vida, contundente presencia literaria, cantera sin fin de intereses de estudio, ¿qué falta decir de ella?, ¿qué habría que agregar, en esta hora, a su consistente y diversa memoria editorial apilada en los tiempos?

Probablemente estas dos preguntas rondaron sin tregua durante años los pensamientos de Rafael Arráiz Lucca, hijo de la ciudad y escritor laborioso, historiador de producción asombrosa sobre el país, en pasado y en presente.

¿Su respuesta? Esta que hoy ve la luz: plantarse en zona alta, donde la vista alcance hasta el comienzo del camino y enhebrar, pacientemente, hechos y consecuencias principales hasta lograr llegar al propio punto de mira. Una historia de Caracas panorámica y global, cimentada sobre las fuentes más fiables disponibles sobre la urbe y retomando las propias, no pocas, como autor y coautor.

Una historia que es a su vez una comprensión de Caracas, en el sentido de su amplitud, escrita por quien, en su condición de habitante, arraigado y doliente, no desestima introducir algún juicio de valor sobre lo acontecido y proyectar fervientes deseos de mejores tiempos por venir.

I- Los valores del libro

Las cualidades del libro de Rafael sobre Caracas son muchas. Pudiéramos sintetizar algunas de la siguiente forma.

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En primer lugar, deberíamos decir que se trata de un libro oportuno. La ciudad ha contado con numerosos interesados en escribirle. Hay una extensa y variada literatura que ha hecho de ella su tema. Sin embargo, llama la atención, que la gran oportunidad editorial que significó, como toda fecha redonda lo constituye, el aniversario 450 de la fundación de la ciudad, en 2017, pasó, relativamente –esta es una apreciación propia-, editorialmente, repetimos, desatendida.

Excepción de honor aparte, Caracas del Valle al Mar. Guía de Arquitectura y Paisaje (2015), fundamental aporte para conocer mejor la ciudad, realizado a múltiples manos, pero cuyo género y formato son otros. Igualmente, los diversos ensayos sobre arquitectura publicados digitalmente en el marco del Programa Caracas City 450. Y así seguramente otros trabajos que se nos escapan, producidos en el ámbito académico en los alrededores de esta fecha.

Pero bastaría echar un vistazo a lo que se produjo editorialmente como esfuerzo público para el cuatricentenario de la ciudad en 1967, para advertir lo que decimos. Hasta un sello editorial se estableció –Ediciones del Cuatricentenario de Caracas-, coordinado por un comité conformado por figuras excepcionales, como Alfredo Boulton y Pedro Grases entre otros, quienes, durante un arco cronológico de varios años anteriores y posteriores al 67, publicaron importantes textos hoy referenciales.

Ello sin mencionar otras iniciativas privadas, personales o institucionales, fuera de ese comité. Analizar las razones de ese contraste de volumen editorial entre ambas celebraciones, no está a nuestro alcance ni es el objetivo de estas palabras. Pero el hecho está a la vista y llama la atención. De modo que cuando decimos oportuno, es porque el libro de Arráiz, terminado de imprimir en mayo de 2023, viene, a nuestro juicio, a salvar esa deuda: la de un gran libro para Caracas en su aniversario 450.

Y vamos entonces con el siguiente valor.

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Este es un libro para Caracas, pero es un libro de historia, y, es un libro panorámico. Doble virtud en una, pudiéramos decir. Primero porque hacía falta. Hacía falta entusiasmarse, emocionarse nuevamente desde la disciplina encargada de reconstruir con las letras el pasado y volver, con voracidad y curiosidad, a poner al día la historia de la ciudad. Todos los hombres desean por naturaleza saber, dijo Aristóteles, en el libro 1 de la Metafísica. Pues bien, en ese deseo es innata al ser humano la pretensión de indagar sobre lo no vivido directamente. Y ello, por cierto, pone en la misma dimensión –en el todos aristotélico –todos los hombres– al que investiga y escribe, como al que lee la historia y encuentra a través de esa lectura una relación personal con tiempos ajenos.

Hacía falta, decíamos, volver sobre la historia de la ciudad. Y hacía falta porque siempre va a hacer falta. Pero, de qué forma volver sobre ella, de qué forma abordarla. Y ese es entonces el punto que distingue lo que ha hecho Arráiz en esta oportunidad. Algo que, en sentido estricto, no ocurría desde hace décadas: Rafael ha escrito una historia panorámica de la ciudad.

De modo que el lector de este libro podrá saber –aludimos de nuevo a Aristóteles-, y saber de buena tinta, sobre la historia completa de Caracas, desde su fundación en el siglo XVI, en 1567, hasta el siglo XXI, en 2023. Una ciudad que ya va hacia los cinco siglos, 456 años exactamente para el momento de este corte. Nada poco.

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Añadamos que Arráiz ha escrito este libro con pasión, con amor, con sentido de pertenencia y con denuedo -queremos decir coraje-, porque una empresa así no la acomete cualquiera.

Pasión y amor, que lo son de origen. Rafael es caraqueño de nacimiento y habitante enamorado de esta ciudad. De tal modo que la ha historiado, a Caracas, su ciudad, con aprehensión y sentido de pertenencia, con arraigo. Y es que la cuna caraqueña además lo antecede de largo por la vía paterna. Los Arráiz, según se desprende de un párrafo presente en las páginas 64, 65 del libro, han estado aquí desde un comienzo, podríamos decir: la “pica estratégica” que se abre en 1657 entre Caracas y La Guaira, cuando gobernaba Andrés de Vera y Moscoso -ninguna de las dos ciudades llegaba a los 100 años-, permitiendo acortar camino a las tropas a la hora de una invasión, la hizo su antepasado directo, el capitán Juan Arráiz de Mendoza.

De modo que son casi 4 siglos, según este testimonio, de los casi 5 de la ciudad, que tienen los Arráiz aquí. Es decir, que lo caraqueño de Rafael, a pesar de su incontestable objetividad y rigor metodológico como historiador profesional, pesa entonces, y pesa por mucho en este libro: esa aprehensión que hemos mencionado, es aprehensión del dato. Hay una personalización, en tal sentido, vamos a decirlo así, en la narración; y el lector la va a percibir. Hay un sentimiento, una intimidad palpable con un pasado que él siente propio y el cual indaga con el interés de quien estudia y narra a su vez la historia familiar.

Saber cuántos habitantes tenía Caracas a finales del siglo XVIII o a mediados del XIX, quiénes eran, qué hacían, cómo vivían, nos atreveríamos a pensar que no son solamente inquietudes de orden académico de un estudioso de la ciudad, como lo es Rafael, sino que también, aquí, representan interrogantes personales, equivalentes a cuántos coterráneos había en tales fechas, cómo eran y vivían mis antepasados, antiguos moradores del Valle. Qué los caracterizaba, qué decían de sus costumbres y rasgos físicos, de su arquitectura, visitantes y residentes de paso.

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Caracas, historia de una ciudad, 1567 a nuestros días, es, además, y ese es otro de sus grandes méritos, un libro para todo público. Escrito con rigor académico, el texto logra historiar en palabras comprensibles a cualquiera, con claridad, economía y precisión.

No hay ni un solo párrafo farragoso o rebuscado en él, al punto que debamos darle vueltas para entenderlo. No hay notas a pie de página. Es un libro de fácil y amena lectura. Todo fluye al instante, abriéndonos el apetito, las ganas de continuar. Como cuando se lee una buena novela o un buen cuento, donde los personajes, en este caso, van cambiando y sumándose hasta llegar a completar el reparto.

Por lo demás, este estilo narrativo de Arráiz, mesurado y conciso, creemos que calza absolutamente bien con el carácter de obra de referencia que le asignamos antes al libro, ya que sin duda, éste puede ser usado -aparte de ofrecernos como plato principal una secuencia histórica conexa-, como una obra de consulta a la cual podemos acudir con prontitud desde el índice para informarnos de un hecho, un edificio, un personaje, aisladamente, y hallar ahí unas líneas precisas sobre el punto.

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Respecto a la ambición que significa escribir una historia completa, ya usamos la palabra, maticémosla ahora, obviamente no lo es: ni completa como tal, ni tampoco neutral del todo; eso nunca es posible por diversas razones. Siempre hay escogencia, debe haberla, si no la historia sería inabarcable en sus detalles y ramificaciones, irrealizable, y más por un solo hombre. Digamos que esa es una pretensión de entrada improbable, por escala y otras profundidades, pero también y por la conciencia de sus limitaciones, quizás superada como aspiración en nuestros tiempos.

De modo que cuando decimos completa, no tiene que ver con absoluta y terminada, sino con esencial y general. El autor lo confirma en la página 145, cuando dice que, esta, es una breve historia de Caracas, y decide pasar por alto algunos detalles del 19 de abril de 1810, “los cuales ya han sido relatados profusamente por otros autores y no vienen al caso”. También señala en ocasiones no haber podido conseguir algún nombre o precisar alguna fecha.

Aparte de ello, hay algunos tópicos o temas completos sobre los cuales el autor remite al lector a otros estudios. Tal es el caso, muy importante para Caracas, de los llamados asentamientos espontáneos o no controlados de la ciudad. Los barrios.

La historia de Caracas de Rafael es la historia urbana y del crecimiento -vamos a llamarlo- formal, de la ciudad, sin pretender con esto entrar en consideraciones teóricas o matices de juicio sobre lo apropiado del término o sobre la misma dualidad formal/informal. En todo caso, sobre este crucial componente para nuestra urbe, de tan variables valoraciones críticas, él refrenda y remite al lector a Cartografía de los Barrios de Caracas, 1966-2014, sustancial aporte todavía reciente en la materia de Elisa Silva y otros autores, publicado en 2015. Un estudio que se levanta sobre los hombros -señalan sus autores-, de otros estudiosos prominentes en la materia en el país.

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Por otro lado, si bien en esta historia, Arráiz, a pesar del interés intimo apuntado, mantiene una distancia objetiva, evitando así incurrir en un relato plagado de adjetivos y calificativos, obviamente aparecen, eventualmente, posicionamientos o juicios generales. Siempre con el cuidado de no mezclar el relato de los hechos con un exceso de pareceres personales, los cuales pudieran incidir en la interpretación sesgada de la historia por parte del lector. En ese sentido el libro logra un extraordinario balance.

Debemos señalar, no obstante, que hay veces donde, dado su amplio manejo de la historia, Arráiz pone en perspectiva algunos episodios, emitiendo una sentencia. Tal es el caso de la huida a Oriente en 1814, cuando entonces nos dice, y queremos citar completo, de la página 158: Ante el trote indetenible de Boves, quien ya estaba con sus fuerzas el 29 de junio de 1814 en Puerto Cabello y se dirigía hacia Caracas, una junta de notables deliberó acerca de cuáles opciones tomar. Bolívar impuso su criterio: evacuar la ciudad y huir a Oriente, hacia donde ya había partido el general Mariño y los patriotas conservaban alguna fuerza bélica. El 7 de junio dice Francisco Javier Yanes que abandonaron la ciudad cerca de 20 mil personas. Unos fueron a La Guaira a buscar embarcarse hacia algún destino, otros hacia el Oriente del país. También, señala que perecieron las tres cuartas partes a fuerza de hambre, cansancio, desnudez y sed. El 16 de julio entró Boves a una Caracas desolada. Esta es, sin la menor duda, la mayor tragedia que ha sufrido la ciudad en sus 456 años de fundada.

Terrible, ciertamente. A la severa destrucción edilicia y no poca en número de fallecidos que había significado el terremoto de 1812, vino a sumarse esta estampida mortal. Por supuesto: no hay otra manera de decirlo. Poner en su lugar histórico la huida a Oriente como lo hace el autor nos ayuda a calibrar objetivamente ese y otros sucesos dramáticos de la vida caraqueña y nacional.

En otros menesteres, la Urbanización 23 de enero y el Conjunto de Parque Central también serán, por algunos aspectos, referidos mas no encomiados en la balanza de Arráiz.

II- El libro

Camino seguramente a una temprana segunda edición, siempre por la editorial Artesa, ya muchos lo habrán leído, pero otros aún no, de modo no está demás describir el libro y hablar de sus contenidos y estructuración.

Primero que nada, hay que señalar que se trata de un volumen grande, de unas 370 páginas, ligero de peso, sin embargo. Luego señalar, aspecto clave, que no tiene ilustraciones, exceptuando dos, una actual de la ciudad en la portada y un retrato del escritor en la solapa anterior, ambas firmadas por Diego Vallenilla.

El trabajo de Rafael, ya lo apuntamos, comienza con la fundación de la ciudad y llega hasta hoy, respondiendo así a lo que llamamos un corte o una lectura diacrónica de la historia, una secuencia en estricto orden cronológico de los hechos.

El libro está dividido en dos grandes bloques. En el primero, llamado La Urbe Colonial (1567-1811), se aborda, naturalmente, la ciudad durante el período hispánico, es decir, los 244 años que transcurren entre la fecha aceptada de su establecimiento definitivo y 1811, cuando Caracas, capital de la Capitanía General de Venezuela desde 1777, es escenario de la firma del acta de la independencia nacional.

Esa primera parte está estructurada en tres tiempos principales, cuyos títulos, al igual que en el resto del libro, son más que elocuentes. Estos a su vez son diseccionados luego en múltiples entradas.

El primero de esos tres tiempos se llama La ciudad incipiente -más claro imposible-, y aborda el proceso de conquista del valle de los toromaimas por aquel grupo de expedicionarios españoles provenientes de El Tocuyo comandados por Diego de Losada, hasta 1600, es decir que narra los 33 primeros años de la urbe.

La ciudad desgraciada (1601-1700): entre pestes, plagas y terremotos, se llama la siguiente sección, y nos ofrece una reconstrucción de las vicisitudes por las que atravesaron los pobladores y gobernantes hacedores de la ciudad, que pasaron de ser 2 mil a 6 mil en esos 100 años, lo cual podría parecer poco, pero, lectura por medio, no tanto.

Se cierra este gran primer bloque dedicado al tiempo español con La ciudad próspera (1701-1810), cuando Caracas alcanza una población, ahora sí, relativamente más numerosa al final de estos años, oscilante en torno a 35 mil, 40 mil habitantes, según la fuente.

De modo que, en 130 páginas, de la 21 a la 151, el libro nos ofrece un paso a paso de la ciudad que nació, creció, padeció y prosperó hasta unos niveles muy particulares en las últimas décadas del siglo XVIII, queriendo decir con esto, que alcanzó una personalidad propia y una fisonomía urbana y social, en medio de un clima y un marco natural excepcionales, cita constante en memorias y apuntes de visitantes extranjeros.

Ahí están los datos de los hechos fundamentales del período, extraídos y contrastados con paciencia y rigor de los documentos a mano -actas, relaciones, descripciones, apuntes de viaje, etcétera-, así como de otras publicaciones. Encontramos en el relato una relación de los planos urbanos dibujados en esos años, como el fundacional, encargado por Juan de Pimentel en 1578 para satisfacer la curiosidad de ese amante de la arquitectura que fue Felipe II, y otros del siglo XVII entre los cuales el de Juan Vicente Bolívar y Ponte, militar, padre del Libertador, levantado en 1772.

El segundo gran bloque del libro es más grande que el anterior, tiene 200 páginas, desde la 152 a la 351, y lleva por nombre La Urbe Republicana (1811 a nuestros días). Es decir, que se ocupa de 202 años de historia, desglosados progresivamente en 7 tiempos.

1) La ciudad independentista y republicana (1812 a 1870); 2) La Caracas guzmancista: un punto de inflexión (1870-1888); 3) La Caracas finisecular, 1888-1899; 4) La ciudad premoderna (1899-1935); 5) La Caracas moderna (1936-1979); 6) La renovación urbana del Metro de Caracas: la Caracas peatonal (1983-1989); y por último, 7) La ciudad de los alcaldes (1990-2023) y los centros comerciales, fundamentalmente un repaso en 20 páginas por algunas obras de variada y relativa calidad y significado para la ciudad construidas durante el período.

Cierran el libro unas conclusiones llamadas Perspectivas finales, donde el autor sintetiza el grueso de lo narrado en las páginas anteriores con un mensaje de esperanza porque la ciudad futura sea siempre mejor, y luego, una extensa Biblio-hemerografía, de 16 páginas, lo cual se agradece enormemente ya que no todas las publicaciones sobre la ciudad terminan mostrando de forma actualizada tan exhaustiva y generosa las referencias disponibles sobre ella.

III- Frente a frente

En la historiografía de la arquitectura y el urbanismo de la capital, una referencia insoslayable la constituye Caracas a través de su arquitectura, de Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani, trabajo realizado justamente en el contexto de la celebración de los 400 años de la ciudad, en 1967, aunque publicado en 1969 por la Fundación Fina Gómez. Reeditado por Armitano en 1998, siempre en voluminoso tomo, el libro ha gozado entre nosotros, arquitectos, de una recepción notabilísima.

Con contrastes patentes de estilo y fondo entre sus dos coautores en las maneras de afrontar la lectura histórica de lo construido, el trabajo supuso en su momento un esfuerzo ingente y crucial por entender a fondo la ciudad.

Gasparini se encargó de la primera parte del libro, destinada al arco temporal que se extiende desde los orígenes hasta 1900, es decir, un período de más de tres siglos -333 años exactamente-, y Posani al estudio de los 67 años restantes que completaban el recorrido hasta la señalada fecha aniversario. Una distribución cronológica precisa del trabajo, obviamente pautada a la sazón, pero también tácita de entrada, signada por intereses investigativos personales los cuales se veían reflejados en las cátedras que abordaban ambos autores por separado como profesores de historia de la arquitectura en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.

Aquel esfuerzo hecho por estos dos estudiosos y en tal ocasión se convertiría a la postre en una publicación indispensable, un clásico, el cual incluso hasta hoy, repercute de muchas formas en nuestra valoración histórico-crítica de la urbe caraqueña. Fue, además, en las respectivas carreras de los autores, un eslabón esencial múltiplemente continuado en su afán por comprender la ciudad.

Más allá de la evidente longitud del tiempo estudiado, hay algunas diferencias entre ese magnífico libro de Gasparini y Posani con este otro que nos trae aquí, igualmente extraordinario, de Rafael Arráiz. Consideramos prudente resaltarlas, incluso las más obvias:

1) Es un solo autor y no dos, el que hace este nuevo libro -este importante libro-, panorámico y colosal, sobre la historia de la ciudad.

2) Este autor no es arquitecto ni urbanista, es un historiador, escritor, un intelectual como aquellos, pero con una formación profesional de base distinta: está formado en Derecho y tiene estudios de Maestría y doctorado en Historia, y se ha dedicado sistemáticamente a la comprensión de la historia de nuestro país en diversos ámbitos. Rafael es un estudioso de la ciudad, en sentido amplio, porque le interesa la historia en general, y estas, las ciudades, son escenario y receptáculo mayor de la civilización. De modo que, y entonces,

3) Una diferencia consecuencia de lo anterior: hay una distancia de base y de objetivos, dada por los propios resortes de fondo que disparan la investigación. A Caracas le llegan Gasparini y Posani por la arquitectura, su ocupación integral. De modo que la palabra está ahí, en el título del libro, porque es esta razón de ser e hilo conductor de la investigación. En consecuencia, la obra está llena de imágenes: planos, fotografías aéreas y de edificios y detalles estilísticos, de espacios interiores y urbanos, porque es una investigación que ofrece un análisis morfológico de la ciudad. Y en ese sentido el producto no es solamente es un libro de historia, sino también de crítica de la arquitectura y la ciudad. De modo que todo lo que se estudia y cita de un contexto mayor, converge luego en el hecho arquitectónico, el cual va entonces a la mesa de disección para evaluarlo en sus aspectos formales, funcionales, tecnológicos, estéticos, urbanos.

4) En el caso de esta historia de Caracas de Arráiz, el objetivo fundamental es otro, no es solamente la arquitectura, aunque esta juega un papel destacadísimo, sobre todo muy frontal y principal en la segunda parte del libro.

El trabajo de Rafael pretende, como apunta él mismo en la introducción, ayudar al lector a comprender los principales hechos y sus consecuencias que han dado forma y personalidad a la ciudad en sus distintas horas. Y por hechos entiéndase sucesos, acontecimientos políticos, sociales, culturales, económicos, condiciones naturales, ambientales, plagas, terremotos, líos, y otras desgracias; o gracias: relativos buenos y malos momentos.

En ese contenedor narrado pormenorizadamente, jerarquizado pues, por los ojos de un historiador del país, tienen cabida destacada, desde luego, la arquitectura, la calle, la plaza, las autopistas, los elementos urbanos, pero vistos a grandes rasgos, desde la perspectiva del crecimiento poblacional y demás condicionantes y vaivenes mayores o circunstanciales, como incluso las preferencias estéticas de determinados gobernantes y de quienes desde sectores privados han hecho y modelado la urbe.

De modo que, ya lo dijimos, es un libro de historia escrito para todos, pero que nos viene muy bien directamente a los arquitectos, y que es en el fondo, también, claro que sí, de arquitectura y urbanismo, porque ofrece un entramado de relaciones y una escala de complejidades que envuelven al hecho construido, factores a menudo relegados o superficialmente contemplados en las visiones más profesionalizantes de la historia de la arquitectura.

Lo que queremos decir es que este libro de Arráiz sobre Caracas, nos recuerda que la historia es una, y que no hay ni puede haber historias separadas, aisladas, de nada. Ni de la música, ni de la literatura, ni de la arquitectura.

La historia es una, compleja, diversa, amplia, a veces trabajosa de entender, y todas las materializaciones en los distintos campos de la civilización no son sino partes entramadas de ella.

Con las salvedades de rigor, algunas aquí expresadas, no dudamos en afirmar para cerrar esta breve presentación, que aquel, el de Gasparini y Posani es sin duda el libro del cuatricentenario y este, de Rafael Arráiz, el de los 450 años de la ciudad.

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Extracto de las palabras pronunciadas en la presentación del libro en la Universidad Metropolitana el 5 de marzo de 2024


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