Béisbol

Sin el Capitán: ese hombre llamado Derek Jeter

Fotografía de AL BELLO | GETTY IMAGES NORTH AMERICA | Getty Images via AFP

08/09/2021

“Mis héroes, mis sueños y mi futuro estaban en el Yankee Stadium”
Derek Jeter

Derek Jeter debutó en las Ligas Mayores con 20 años y 337 días. Defendió el campocorto, participó en dos dobleplays y ocupó el noveno turno al bate. Se fue de 5-0 y recibió un ponche de Bobby Ayala. Los Yankees perdieron contra los Marineros 7 a 6. Luis Sojo, camarero de Seattle, se fue de 5-2 y anotó una vez. El juego se prolongó durante 12 episodios en el Kingdome de Seattle, ante 18.948 aficionados. El mánager de los Yankees era Buck Showalter y el de los Marineros Lou Piniella.

Jeter llegó de la granja de los Yankees después de haber sido seleccionado en el Draft Amateur en la primera ronda, como la sexta escogencia en 1992. En su año de debut estuvo en 15 juegos y al año siguiente, como titular del short stop, lució tanto como ganar el premio a Novato de Año de la Liga Americana. Bateó .314.

Se anunciaba la llegada de uno de los mejores Yankees de todos los Yankees.

Los Yankees de 1996, dirigidos por Joe Torre, fueron campeones de la Serie Mundial y repitieron en 1998, 1999, 2000 y 2009 con Jeter en la alineación. Nunca hizo alardes de su estatus: “Los Yankees tienen 25 héroes”, dijo cuando ganaron la Serie Mundial de 2000. Derek Jeter fue el Jugador Mas Valioso del Juego de las Estrellas de ese año, un gran año en el cual además consiguió el Premio Babe Ruth y el MVP de la Serie Mundial.

Ganó el Premio Hank Aaron dos veces (en 2006 y 2009), el Premio Roberto Clemente en 2009 y el Premio a la Memoria de Lou Gehrig en 2010. En 20 temporadas fue invitado 14 veces al Clásico de Verano. Suma cinco Bates de Plata e igual número de Guantes de Oro.

Usando las herramientas de las cuales disponemos para establecer comparaciones con leyendas de todos los tiempos, no quedan dudas sobre sus cualidades. Ubicamos su nombre al lado de los más legendarios protagonistas del béisbol. Hurgar en los números que ha acumulado Derek Jeter en su historia en las Grandes Ligas es encontrarse con una carrera fascinante. Son números y logros que describen a un jugador excepcional, por encima del promedio, un indiscutible futuro habitante del Salón de la Fama de Cooperstown en la primera vez que le corresponda su turno.

Sí. Vista en números la carrera del Capitán Yankee es extraordinaria. Pero cuando salimos de las estadísticas conseguimos a un ser humano con grandes virtudes. Derek Jeter siempre jugó con esos intangibles que la sabermetría no es capaz de medir, como él mismo dijo una vez: “No se puede cuantificar todo lo que un jugador hace para ganar los juegos”.

En una época difícil para el béisbol, con la huelga salarial de 1994, demostró que el béisbol “romántico” no había desaparecido. No fue una exageración de Peter Richmond cuando le dijo a la revista GQ  que Jeter “había sido convocado por los dioses del béisbol para llevar la antorcha, para ayudar a salvar el equipo y el estadio y, tal vez, el béisbol en sí”.

Una vez que le preguntaron sobre su juego entregado, Jeter confesó: “Supe que Joe DiMaggio dijo que él jugaba pensando que un niño por primera o por última vez estaba asistiendo al juego y que ese niño merecía su mejor esfuerzo. Y desde entonces hago lo mismo”.

No sé cuándo supo Jeter de esa filosofía del Yankee Clipper, pero debió ser muy temprano en su carrera, porque siempre le vimos jugando como un “Old Fashion Boy”.

“Obviamente,  eres conocido por lo que haces. Pero deseo ser conocido como una buena persona. Uno es una persona mucho más tiempo, antes y después de ser un atleta profesional”.  Otra de sus frases dignas de marquesina. Porque Humildad es otra palabra que lo define. Firmó autógrafos, posó para fotografías, dio entrevistas, participó en cada evento de caridad al que fue convocado y siempre lo hizo con una sonrisa, atento, afectuoso, sin pretextos.

Por eso fue recibido en cada parque rival con honores de héroe del béisbol. Los flashes fueron para él. Todos quisieron verlo, aplaudirlo, hacerle saber lo que significan para el juego su ejemplo como pelotero y como ser humano.

Según el economista y escritor Lawrence Ritter, “la cosa más fuerte que tiene el béisbol son sus ayeres”. Bueno: Jeter se esmeró en darnos el privilegio de no extrañar esos ayeres. “Es algo único para un hombre joven en la década de 1990. Dotado como él está, con todo ese talento, todo ese dinero y esos modales impecables. En esta era de atletas groseros, fanáticos desagradables, propietarios codiciosos y mitos rotos, aquí hay un héroe que en realidad es amable. Y eso tiene que haber venido de una buena crianza”, dijo alguna vez el también mítico periodista Gay Talese.

En su famosa canción “Mrs. Robinson”, Simon y Garfunkel se preguntan dónde estaba Joe DiMaggio. Y oír una vez más esa inquietud me hizo recordar una frase de Carrie Bradshaw, el personaje de Sarah Jessica Parker en Sex and the City: “Derek Jeter no está en la lista de lesionados… todo está bien en el mundo”.

¿Cómo será el mundo sin Jeter en el line-up?

Será extraña la primavera en Tampa. El Capitán no llegará con sus ansias de novato a los entrenamientos. En el Yankee Stadium no se escuchará más “La Voz de Dios”, Bob Sheppard, anunciándolo en el orden al bate.

El próximo jueves será su último juego en el Bronx. Y cuando suene “New York, New York” en la voz de Frank Sinatra, no importará quién ganó: Derek Jeter no volverá. “Comiencen a difundir la noticia”…

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Este texto fue publicado originalmente en Prodavinci el 21 de septiembre de 2014


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