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«Con la bola con la que están jugando hoy, Sam Crawford habría sido
uno de los mejores jonrones de todos los tiempos».
Ty Cobb.
Miguel Cabrera y Sam Crawford nacieron el mismo día, el 18 de abril. Sam nació un siglo antes, 103 años antes para ser exactos, en 1880; Miguel en 1983. Otra cosa que los hace coincidir es que Sam Crawford jugó la mayor parte de su carrera con los Tigres de Detroit, como lo ha hecho el venezolano.
Sam Crawford jugó béisbol en la época de la “bola muerta”, un período que se extendió desde 1900 a 1919 en el que se jugaba un beisbol que era más difícil para los bateadores. El promedio de carreras por juego fue de 3.4. Había pocos jonrones y, por ende, pocos jonroneros.
Eran tiempos en los que se usaban muy pocas pelotas por juego. Tenían que destruirse para sustituirlas o irse del parque a una zona inatrapable. Los fanáticos debían devolver las que iban a las gradas o tribunas; a veces se usaba una y esta terminaba literalmente muerta. Adicional a esto, los lanzadores recurrían a trucos como escupirla (la bola ensalivada), teñirla con tabaco y otro tipo de lanzamiento llamado la “Emery Ball”, que consistía en raspar la pelota para alterar aun más su trayectoria.
Los grandes bateadores de esos tiempos sobre todo eran hombres de contacto. Sam Crawford fue de los mejores y está a la espera de Miguel Cabrera en el renglón de los hits.
En su cuenta vitalicia, como destaca la página web del Salón de la Fama de Cooperstown, donde habita desde 1957: “Bateó .309 en 19 temporadas. Robó 367 bases, impulsó 1.523 carreras, anotó 1.391 carreras, conectó 458 dobles y anotó 2.961 hits. Lideró la liga en triples 6 veces, jonrones en par de campañas, carreras impulsadas 3 veces, total de bases 2 veces y una vez en carreras anotadas y dobles conectados”.
En el trabajo de Bill Lamberti para la SABR: “Durante sus primeras 3 temporadas con los Tigres Crawford fue indiscutiblemente el mejor jugador del equipo, pero aquellos decepcionantes Tigres perdieron 2 veces más juegos de los que ganaron. Las cosas comenzaron a cambiar en 1906 con el surgimiento del joven sureño Ty Cobb, quien en 1907 fue la pieza clave para llevar a los Tigres al primero de 3 banderines consecutivos de la Liga Americana. Suplantó permanentemente a Crawford como el mejor jugador del equipo y se convirtió en una estrella. Hizo también enemigos dentro del clubhouse, incluido el normalmente tranquilo Crawford. A Cobb «se le ocurrió una actitud antagónica, que en su mente convertía cualquier pequeño desvarío en una lucha de vida o muerte”.
Aunque los titulares eran para Cobb, lo que hizo durante 19 campañas le dio el estatus de estrella que se forjó con su sabiduría como jugador. Sam Crawford fue líder en jonrones de la Liga Nacional en 1901. De 16 estacazos, 12 fueron dentro del parque. Jugaba en los Rojos de Cincinnati. Repitió el campeonato de vuelacercas en la Liga Americana en 1908 con los Tigres de Detroit, para ser el primer jugador en liderar los 2 circuitos en cuadrangulares.
Fue 3 veces campeón en carreras impulsadas en la Liga Americana: 1910 (120), 1914 (104) y 1915 (112). Fue el primer jugador de todos los tiempos en encabezar cualquiera de las ligas en triples en 6 temporadas: su primer y único liderato en la Liga Nacional, cuando jugaba para los Rojos en 1902 (22), y otra vez con Detroit en 1903 (25), 1910 (19), 1913 (23), 1914 (26) y 1915 (19). Los 26 triples en 1914 empataron el récord de una sola temporada de la Liga Americana establecido por Joe “Descalzo” Jackson en 1912. En total conectó 60 triples con los Rojos de Cincinnati y 249 más con los Tigres de Detroit. Es el escolta de Ty Cobb, quien conectó 284 batazos de 3 esquinas.
Con frecuencia los escritores atribuyen al carácter pendenciero de Cobb su crianza sureña y episodios ocurridos en su infancia, en Georgia. Sus compañeros y rivales debieron lidiar con eso. Baseball Almanac reproduce en artículo de Robert W. Cohen, publicado por Taylor Trade Publishing en 2015, dedicado a Crawford: “Ty Cobb estaba peleando en la Guerra Civil, y para él todos éramos unos ‘malditos Yankees’ antes de que nos conociera. Pero quién sabe, si no hubiera tenido ese terrible complejo de persecución nunca habría sido el mejor jugador del béisbol que haya vivido alguna vez”. Con él tuvo situaciones incómodas. Su escaso salario en comparación a lo que recibía Cobb y el estilo individual del “Melocotón de Georgia” los hacía chocar, aunque luego del retiro de ambos tuvieron una relación diferente y se dice que Cobb hizo énfasis siempre en que Crawford debía estar en el Salón de la Fama.
En el trabajo de Bill Lamberti se destaca que: “A pesar de, o quizás debido a, sus desacuerdos con Cobb, Sam Crawford siguió siendo una de las figuras más respetadas del juego, admirado por su honestidad, inteligencia y resistencia. ‘Es un hombre de hábitos ejemplares, notable disposición, y es un modelo que sería bueno que lo siguiera cualquier hombre de cualquier profesión’, escribió el propietario de los Tigres Detroit, Frank Navin en 1915. ‘Siempre ha sido un caballero, dentro y fuera del campo’”.
Medía 6 pies y pesaba 190 libras. Su estampa y producción con el bate lo hicieron ser considerado como el bateador más fuerte de su época.
«Si bien no somos escultores, creemos que si estuviéramos buscando un modelo para la estatua de un bateador, elegiríamos a Sam Crawford para ese papel», escribieron en Baseball Magazine en 1916. “Sam tiene unos hombros tremendos y una gran fuerza. Esa fuerza está tan puesta en su cuerpo y el peso está tan equilibrado, que puede ponerlo todo en el swing cuando batea una pelota de béisbol”.
Destaca Lamberti: “El estrellato de Crawford no se debió a su fildeo, sino a su bateo, y fue aquí donde se distinguió con los Tigres, convirtiéndose en una amenaza reconocida». Al igual que Frank Baker, Crawford evitó el enfoque «científico» para batear, defendido por otras luminarias del juego. En pocas palabras, Crawford creía que batear con éxito era simplemente una cuestión de ver la pelota y golpearla con mucha fuerza. «Mi idea de batear es algo que debería hacerse inconscientemente», explicó una vez. «Si lo estudias demasiado, para ver qué fracción de segundo debes hacer un swing para encontrar una bola curva, es probable que la pierdas por completo».
Es una de esas explicaciones que dan algunos toleteros para definir el difícil arte de batear, y que suenan tan sencillas.
Sam Crawford murió a los 88 años de edad el 16 de junio de 1968, en el Hollywood Community Hospital, víctima de un derrame cerebral. Fue enterrado en el cementerio de Inglewood Park en Inglewood, California.
El nombre de Miguel Cabrera aparece en las listas de los más grandes sluggers de los Tigres, con Ty Cobb, Al Kaline, Sam Crawford… cumpliendo el reto que él se impuso: “Quiero que la gente piense en mí como uno de los mejores del juego”.
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Fuentes:
https://www.baseball-reference.com/players/c/crawfsa01.shtml
https://www.baseball-almanac.com/players/player.php?p=crawfsa01
Mari Montes
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